m o n o g r á f i c oh u m a n i d a d e s 

Fernando Savater

NACIONALISMO:

El mito del siglo XX

por Paula Lajara


El hambriento Yo de las Naciones estallará en una violencia de furia, alimentado por su propio egoísmo

R.Tagore “El Estado de la vida. Nacionalismo”
La confusión es la nota predominante en el mundo actual. Los problemas crecen continuamente y se vuelven insolubles: se oprime a los pueblos en defensa de su libertad; se practica el totalitarismo hablando de democracia; se usa la violencia para protestar contra la violencia; se hace la guerra en nombre de la paz. En resumen: se miente, a veces inconscientemente, en nombre de la verdad.

En este panorama de contradicciones, asistimos estupefactos al siempre vigente problema que representan los nacionalismos.
En este sentido, Contrastes ha querido reflexionar sobre los últimos acontecimientos ocurridos en el País Vasco, causados por un nacionalismo exacerbado, y tratar así de llegar de algún modo al origen de los mismos. Para esta difícil tarea hemos podido contar con el recientemente ganador del Premio Ortega y Gasset de Periodismo, Fernando Savater. Amigo personal y compañero en el Foro de Ermua, de la última víctima de ETA, sabe que fue brutalmente asesinado por ejercer su derecho a la libertad de prensa. Ante nuestra inminente y lógica pregunta sobre si no le vence el temor a seguir expresándose con absoluta libertad, nos dice que por fidelidad a las personas que han perdido la vida, ejerciendo democráticamente sus derechos inalienables, es ya un deber seguir luchando contra el racismo nacionalista.
 

Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes
a tus ojos oceánicos.

Le preguntamos cómo se entiende moralmente que un partido demócrata pacte con un brazo político que legitima a los terroristas. Savater se lamenta al decirnos que la respuesta es sencilla, ya que los nacionalistas vascos son primero nacionalistas y luego demócratas, es decir, para ellos lo más importante es el triunfo del nacionalismo. Hay nacionalistas, prosigue, que a pesar de serlo, comulgan con la democracia, pero la esencia del nacionalismo, como idea de construcción étnica del Estado, no es democrática. Los nacionalistas tienen unos principios étnicos, como los que exponía Sabino Arana, y obviamente la primacía de esos principios hace que se tenga que pasar por lo que conocemos como democracia liberal y, en ese sentido, aliarse con la violencia que, aunque no les guste, subyace en la esencia nacionalista por encima de los procedimientos democráticos.

Le comentamos nuestro escepticismo ante el hecho de que los ciudadanos vascos que votan al PNV lo hacen conscientes de que están apoyando al terrorismo. Fernando Savater reitera nuestra opinión y apunta que algunos miembros tradicionales del PNV tienen una concepción distinta y se muestran contrarios a que Euskal Erritarrok o H.B. salgan beneficiados. Asimismo, piensa que son estos partidos los que, de algún modo dirigen la política y controlan al PNV, que está perdiendo en todos los campos. Por esto, Savater ve una difícil situación para el PNV cuya única solución vendría tras la conmoción que representaría perder unas elecciones anticipadas, algo a lo que no están acostumbrados. El principal dogma de la ideología del PNV es su permanencia en el poder, lo que convierte al País Vasco en su hipotético feudo.
 
 

Savater ve una difícil situación para el PNV cuya única solución vendría tras la conmoción que representaría perder unas elecciones anticipadas, algo a lo que no están acostumbrados. El principal dogma de la ideología del PNV es su permanencia en el poder, lo que convierte al País Vasco en su hipotético feudo.

Por último, le preguntamos también, si entiende la acción política como la manera más sencilla que tienen los nacionalistas de hacer política, es decir, si la exaltación de los orígenes y de la identidad y la mitificación de la historia o el uso compartido de valores similares, basta para forjar una nación y hacer política y si cree que con esto los políticos están utilizando un medio fácil para movilizar la opinión pública, exaltarla y encontrar siempre en el extranjero el culpable predestinado.
El recientemente galardonado, nos explica que ahora que las ideologías tradicionales están relativamente en quiebra, que tanto la izquierda como la derecha clásica se encuentran debilitadas, es cuando los nacionalismos resurgen como ideologías políticas. Se habla de pragmatismo. El nacionalismo tiene toda la retórica de la viejas ideologías políticas pero con la comodidad de basar su planteamiento en determinados valores irrebatibles. Unas medidas económicas o de otro orden siempre son discutibles, tienen un contraste con la realidad. Pero todo lo que sea apelar a los mitos originarios o fundacionales, tiene de positivo que nadie lo puede rebatir, con riesgo de convertirse en enemigo del país, de la tradición y de la patria. Es, en ese sentido, una cómoda forma de hacer demagogia política sin tener que someterse a los problemas reales de las comunidades; problemas económicos, educativos, sanitarios, culturales,...Lo que nunca deviene en un verdadero problema es la retórica entorno a los orígenes de las identidades, de la mitología nacionalista.

En este punto de la conversación, le preguntamos si los nacionalismos se constituyen por si mismos como una utopía regresiva.
Savater nos explica que, efectivamente, es en el fondo una utopía excluyente. Se trata de un mito y curiosamente uno de los nacionalismos característicos de este siglo, el hitleriano, se apoyó en un libro de Alfred Rossenberg que se llamaba “El mito del Siglo XX”. Los nacionalismos son mitos del siglo XX, en nombre de los cuáles se debe determinar el modo en que se organiza el funcionamiento de la estructura jerárquica a la que pertenecen.
 
 

La globalidad encubre la indefensión del indivíduo frente a las grandes multinacionales, frente a las grandes entidades supranacionales, surgiendo por eso el deseo de encontrarnos otra vez con “los nuestros”, “los idénticos”, el grupo que nos libre de perdernos en el gran océano de la multiplicidad humana.

Proseguimos nuestra conversación preguntándole su opinión entorno al vigoroso resurgimiento del nacionalismo en la era actual de la globalización.

Nos responde que es complementario, en cierta medida, el hecho de que exista una globalización y por lo tanto el hecho de que las identidades tradicionales, los pequeños nichos nacionales, estén perdiéndose. Cada vez más, la gente está siendo asaltada por el exterior y ve como se difuminan las fronteras, y todo eso renueva en la gente el deseo de buscar un lazo seguro con su grupo, una tribu acogedora, porque la globalidad es algo muy frío. La globalidad encubre la indefensión del indivíduo frente a las grandes multinacionales, frente a las grandes entidades supranacionales, surgiendo por eso el deseo de encontrarnos otra vez con “los nuestros”, “los idénticos”, el grupo que nos libre de perdernos en el gran océano de la multiplicidad humana.
Por todo esto, cree Savater que el nacionalismo y la globalización, aunque parecen contrapuestos, son en cierta medida cómplices o complementarios.

Le preguntamos su opinión acerca de como explicaría la posibilidad de que una pequeña nación trate de independizarse y sobrevivir en esta etapa ultraliberalista, en la que el mercado es el que organiza a los paises, al menos a los occidentales, convirtiendo a los estados-nación en gestores más que en propios ejecutores.
Nos responde que por una parte sería muy improbable la subsistencia de estos países. Por otra parte, podría resultar beneficioso para que las grandes multinacionales se apoderen de partes que de otro modo los estados defienden, ya que los estados actuales, aunque se diga que son algo obsoleto y superado, hoy por hoy son la única garantía de defensa de determinados derechos sociales frente a la pura rentabilidad económica. Es decir, antes de enterrar al estado tradicional tendríamos que recordar que no tenemos nada para sustituirlo como garante de derechos frente a las grandes empresas que no buscan más que maximizar beneficios.

Fernando Savater opina que estas empresas pueden tener un cierto interés en la destrucción de los Estados. Los nacionalismos pueden estar haciendo el juego a grandes multinacionales, que prefieren entenderse con estas entidades, que políticamente tendrían tan poca sustancia, tan poco vigor, pero que en cambio debilitan a los grandes estados que son los que realmente pueden presentarles una cierta resistencia. En conclusión, no tiene una viabilidad en el sentido tradicional y carecen de esperanzas de poder defender realmente los derechos y las garantías de sus ciudadanos.
 
 

Estas empresas pueden tener un cierto interés en la destrucción de los estados. Los nacionalismos pueden estar haciendo el juego a grandes multinacionales, que prefieren entenderse con estas entidades, que políticamente tendrían tan poca sustancia, tan poco vigor, pero que en cambio debilitan a los grandes estados que son los que realmente pueden presentarles una cierta resistencia.

Tras las reflexiones desarrolladas por Fernando Savater llegamos a la conclusión de que “el nacionalismo entendido como amor profundo a la propia tierra en que nacimos, es uno de los mejores sentimientos humanos. Pero, si verdaderamente se entiende y se siente como digno y necesario, hay que admitir que lo puedan sentir todos los hombres, de todos los pueblos y respetarlos entonces como queremos ser respetados. Por lo que, lo erróneo del nacionalismo no es el sentirlo sino el ponerlo por encima de los demás nacionalismos”, tal y como dijo Mariano Bordas Piferrer en su libro “Más allá de las fronteras. Hacia la paz mundial por la superación del nacionalismo”.

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