![]() HABLAR DE LA CRISIS DEL TEATRO ES HABLAR DEL TEATRO EN SÍ MISMO por Sergio Villanueva |
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Alguien me dijo en una ocasión que la mejor de las formas de hacer que un árbol crezca fuerte y sano es con un riego lento, pausado y continuado...
Empezamos a conocernos discretamente durante un mes de ensayos y de clases de esgrima y equitación que nos impuso Gerardo Vera como entrenamiento para el rodaje de su película La Celestina. Y digo discretamente porque he vivido desde entonces con Juan Diego Botto un acercamiento lento, pausado y continuado hacia su amistad. Me he encontrado junto a él por diversas circunstancias. Pero esta es la primera ocasión en la que me reúno con mi antiguo Señor Calisto para desarrollar una charla en la que de alguna manera me exponga cómo está viviendo él, desde la Sala Mirador, el actual panorama teatral, y para saber su opinión sobre la dirección que tiene que tomar el teatro hacia el siglo XXI. Con ligero y permisible retraso entra en la cafetería con el pelo un poco más corto del que la gente tiene como referencia, una perilla que le da un aire interesante y también distanciado de aquel Martín apellidado H. Lo que es inconfundible es su mirada viva, la generosa mirada de Botto; mirada sonriente como diría el poeta. Pedimos los cafés y comenzamos la charla. "A medida que nos vamos acercando a eso que se llama fin de siglo vuelve a surgir en boca de muchos, al pensar en teatro, el concepto de crisis, pero crisis en el teatro ha existido desde que existe el propio teatro. Siempre han permanecido unidas esas palabras. Incluso Lorca,, hablaba de ello en uno de sus textos, hablaba de la crisis del teatro en el año treinta y uno. Siempre se hablará de crisis del teatro porque eso es hablar del teatro en sí mismo". Escuchando a Juan Diego Botto uno comprueba que dista mucho de ser el típico joven sin compromiso alguno, sin interés por la coyuntura teatral del momento presente y del posible futuro. "El teatro tiene que estar conectado con el momento o la realidad social que le toca vivir. No obstante, creo que el teatro nunca dejará de existir. Habrá un teatro más o menos frívolo, más desconectado de la realidad, o más comercial; pero siempre tratará de incidir en la sociedad, de despertar conciencias...". Al hilo de lo que Botto comenta le pregunto qué es, en su opinión, un Teatro Público y un Teatro Independiente. Tras ultimar un nuevo sorbe de su café, y pensando muy bien lo que se dispone a decir, responde pausadamente pero sin perder la seguridad con la que ha empezado momentos antes a hablar. "Para nosotros, cuando empezamos a diseñar el proyecto de la Sala Mirador (teatro-escuela independiente), era muy importante pensar no sólo en el contenido, es decir, a los tipos de obras, a los autores que trabajaríamos..., sino también en la forma. Y no me refiero a la forma artística, a la escenografía, al vestuario... Me refiero a la forma de realizar la producción, de llevar a cabo la ejecución de las obras. Queríamos mostrar, y así lo seguimos haciendo, una forma de trabajo en grupo, en la que los mismos actores trabajamos en la colocación de focos, en limpiar el escenario, en la taquilla, en la promoción, etc. Y queríamos hacerlo porque de ese modo hacíamos ver a un montón de alumnos que habían estado en la escuela...“ -El Estudio de Cristina Rota, ubicado en el mismo lugar que la Sala Mirador- “...y que estaban en ese mismo momento, que también era posible trabajar en aquello en lo que te estabas formando sin necesidad de esperar la llamada mágica de teléfono. Tan sólo agrupándote, con una serie de gente con tus mismas inquietudes, para trabajar los textos y los tipos de espectáculos que quisiéramos mostrar" y vuelve a su café esta vez para concluir su contenido, y así pensarse de nuevo, tal vez, cómo abordar su opinión sobre el Teatro Público. "El Teatro Público, para mí, en principio no debería poner los precios que pone. No debería tener los mismos precios que un teatro privado, cuya única finalidad, aparte de los retos artísticos que se imponga, suele ser en definitiva ganar dinero. El Teatro Público está financiado con el dinero de todos y debería ser asequible para todos los bolsillos. Debería tener funciones gratuitas como por ejemplo el San Martín de Buenos Aires, que tiene "matinés" para colegios gratuitas, donde las funciones cuestan un tercio o la cuarta parte de lo que cuestan en el teatro privado. Eso es para mí un Teatro Público, un teatro asequible e interesante para todo el público". Continuamos la charla esta vez orientada hacia la formación del actor. Decido dirigir la conversación hacia ese tema al ser conocedor de que a quien tengo frente a mí está bastante vinculado al ejercicio de la docencia del Arte Dramático al ser su madre la directora, como ya he indicado anteriormente, de uno de los centros de formación teatral más importantes del panorama nacional. "Cristina a todos los alumnos les anuncia desde el principio que van a formarse para una profesión que no va a poder absorberás a todos. Pero les dice también que aunque no les contraten, ellos mismos pueden hacer realidad de algún modo sus propios proyectos. En mi opinión, un actor debe saber lo que es gestionar un teatro, tener conocimiento de iluminación, etc. El concepto de actor pasivo, el que sólo espera la llamada hoy día no casa con la realidad". Concretando más, Juan Diego Botto acusa la carencia de clases de baile, canto... que suele haber en las escuelas de Arte Dramático en España. Le doy entonces automáticamente la razón. Cuando estuve formándome como actor en el Royal National Youth Theatre en Londres, casi todos los ejercicios que trabajábamos diariamente estaban orientados hacia la danza, el canto... todo ello para potenciar el sentido del ritmo. Un sentido que hay que tener, y eso los británicos lo saben bien, incluso al hablar. Y en España hay muchos actores que carecen de ritmo no sólo en el movimiento sino al usar el "verbo"... "Efectivamente, -me dice Botto- en los actores ingleses y americanos se ve muy bien eso, el ritmo. Lo tienen muy trabajado. En una serie como "Friends" por ejemplo te puedes dar cuenta que todos ellos bailan, que tienen muy aprendido el sentido musical... Por otra parte también creo que se debería enseñar interpretación para el cine, ya que hoy día es una realidad innegable. Me refiero a que cuando sales de una escuela de teatro y te encuentras frente a tu primera película, te da un "shock" al comprobar la de pequeños obstaculillos novedosos que tienes que salvar como los cables, las marcas, los travellings... algo que en el teatro no te encuentras". No contento con la sóla exposición de lo que opina sobre la formación del actor, le pregunto cuál es el trabajo actoral que él defiende, qué clase de trabajo interpretativo le parece más optimo. Y tras apoyar su mirada en un punto fijo, responde: "personalmente opino que lo importante de un actor es que sea de verdad, que sea honesto, que sea sincero. Creo que el trabajo del actor parte de observar la vida y de tratar de aplicar a los personajes toda la sinceridad con la que afrontamos eso, la vida misma". Tras decir esas palabras le cuestiono si el trabajo de grandes como Flotats o Nuria Espert se aleja de lo que él entiende por un buen trabajo actoral. "Hay que saber situarse más allá del naturalismo y un poco más bajo que Flotats. Lo que yo creo es que lo que tienen Flotats o Nuria Espert es que imitan cosas de la vida, pero en ocasiones, con todo el respeto y admiración que les tengo, se suelen quedar con lo simplemente formal. A mí... es que hay un tipo de interpretación que no me gusta que es la naturalista, donde los actores imitan los aspectos más cotidianos y limitados de la vida, pero que no están a la altura cuando acometen momentos de pasión, enfado, etc. Y luego está el trabajo de gente como Espert o Flotats que sólo se engrandecen cuando hay momentos de histeria o de gran pasión... pero no en los momentos cotidianos. Personalmente defiendo que hay que trabajar en todo momento la Verdad". Juan Diego Botto parece iluminarse cuando pronuncia esa palabra "Verdad". Uno diría que más que una palabra para él supone toda una premisa. Así en el trabajo como en la vida misma, Botto despide una honestidad a prueba de balas. En cierta ocasión, durante los primeros días del rodaje de La Celestina en Cáceres le pregunté a Nancho Novo que qué tal se encontraba con Botto. Muy bien - me dijo- ¿por qué me lo preguntas? -añadió-. Yo le expliqué que tenía la sensación de que Juan se mostraba demasiado indiferente conmigo. Nancho entonces me dijo que no juzgara a Juan por sus silencios, por sus apartes. Entonces Nancho me contó una anécdota del rodaje. Le habían citado a rodar bien temprano. Botto acudiría, según el plan de rodaje, más tarde. Nancho tendría que rodar las réplicas en primer plano hacia una marca donde se supone estaría más tarde Calisto (Botto). Juan se enteró del plan del rodaje y no sólo no quiso dejar colgado a Nancho, sino que le ayudaría infinitamente con cierto detalle. Aunque no salía en el plano, aunque no le tocaba rodar ese día, Juan diego Botto apareció con el vestuario y el maquillaje de Calisto. Se colocó justo pegado a la cámara, y comenzó a darle las réplicas a Nancho. Eso es un actor de verdad, eso es de verdad un amigo. Al día siguiente comí a solas en algún mesón. Sería una de las muchas ocasiones que confirmaría quien es realmente Juan Diego Botto. |
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