![]() Norberto M. Ibáñez
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Un estado democrático es un marco imcomparable para la convivencia
en libertad del ser humano. Un estado bajo las ordenes de un régimen
autoritario es el marco incomparable para ciudadanos reprimidos prisioneros
de sí mismos. Los medios de comunicación son una golosina
demasiado dulce para que los gobiernos de diferentes estadios políticos
no se sientan tentados a llevársela a la boca y saborearla placenteramente.
Por eso, y a pesar de la pluralidad informativa existente en una sociedad
democrática, habitualmente la información sigue obedeciendo
a ciertas consignas, poniéndose al servicio de unos intereses comunes.
Aún así, cada mañana debemos dar gracias por vivir
en democracia; pero no pensemos que es oro todo lo que reluce.
La comunicación, (del latín communis: lo que es común)
transmite significados, más que eso, los comparte, y de ningún
modo puede ser neutral; Aristóteles en sus discursos explicó
claramente que el principal objetivo de la comunicación social es
la persuasión1 ,es decir , "el intento que hace el orador de llevar
a los demás a sostener un mismo punto de vista". Por consiguiente,
la información periodística como comunicación social
que es, siempre fluye de forma premeditada, "pretendiendo influir y afectar
intencionalmente al receptor con el propósito de que éste
llegue a expresarse en acciones determinadas" (Taufic, 1986).
De este modo, la libertad de Prensa, bien democrático, puede quedar desmitificada, al ser solamente ejercida y disfrutada por una minoría privilegiada. Por tanto la libertad llega a ser un privilegio, y como tal se convierte exactamente en lo contrario a ésta. Se puede elaborar una estructura piramidal que muestre lo condicionada que está la libertad de Prensa: los periodistas la tienen recortada por el criterio del director del medio de comunicación; y a la vez, éste, está condicionado también por los intereses económico-políticos a quienes protege. Citando a un clásico griego, "Mentís y más miente quien os manda mentir", queda descrito, de modo elocuente el sistema de producción de noticias. "Por lo tanto, cunde la sospecha de que nuestros periódicos no son veraces ni libres" (Taufic, 1986). Existirá una libertad de Prensa o información cuando haya una comunicación recíproca entre medios de comunicación y sociedad, según McBride, debe existir un intercambio informativo o diálogo que evite los aislamientos a las minorías sociales y grupos non gratos para el poder político. Es exigible, desde un punto de vista democrático, que los grupos sociales y empresariales reflejen la pluralidad de la sociedad a quien se dirigen. Uno de los pilares que rige este análisis es el de argumentar
que se informa para dirigir, advirtiendo la conexión que hay entre
establishment3 y periodismo. La manera de demostrar esta familiaridad entre
las dos poderosos estamentos es aduciendo que la Prensa se ha convertido
en una industria y en un comercio, en una industria que exige cada vez
capitales mayores4, lo que le ha llevado a someterse a una concentración
empresarial cada vez más acentuada. La formación de estos
monopolios noticiosos (cada vez más diarios en manos de menos empresarios)
dentro de cada país, limita la libertad de Prensa; tan sólo
interesa la libertad de empresa. En la financiación de estos monopolios,
de manera oculta, se encuentran partidos políticos, sindicatos,
grupos económicos, anunciantes, etc., condicionando la dirección
de estos trust periodísticos. Tal es su poder que, en el caso de
empresas anunciantes, quienes llegan a subvencionar parte de algunos medios
de comunicación, interceden en la selección de las noticias
que aparecen en los medios para que éstas nunca vean dañada
su actividad industrial por culpa de noticias anticomerciales; un ejemplo
de su excesivo poder es el que se produjo en 1985 cuando la cadena estadounidense
WNET perdió la financiación de la Gulf+Western después
de la emisión de un documental titulado "El negocio del hambre",
que contenía material crítico con la actividad de las compañías
transnacionales en el Tercer Mundo. Así pues, se puede decir que
una minoría de poderosos se apropia de la inmensa mayoría
de los medios de comunicación y los utiliza para la obtención
de sus beneficios y la defensa de sus intereses.
Prensa Española Autoritaria
De este modo, el Estado se sirve de la Prensa para alcanzar sus logros propagandísticos y ésta se convierte en una institución estatal. Por tanto, es la Administración quien toma las decisiones acerca de la cantidad de diarios que se editarán, quienes serán sus directores, que línea editorial seguirán, que tipo de noticias incorporarán en cada número... Los periódicos no eran instrumentos de intereses particulares o negocios comerciales con misión informativa. Eran una institución nacional, un servicio público. Analizando este panorama, se puede decir que el rol que interpretaba la Prensa consistía en inculcar a la sociedad la doctrina del nuevo Régimen político, informando de aquello que educara y pusiera en predisposición mental favorable a la opinión pública, para que aceptara de buen grado al Gobierno de la nación. En este sentido, no era considerada noticia cualquier hecho que pudiera crispar al colectivo español. La Prensa autoritaria fomentó la no comunicación, manipulando la realidad cotidiana. La mayoría de los artículos que se publicaban en los diarios eran de opinión, e intentaban que los lectores se formasen una imagen memorable de la familia del Caudillo. Por otra parte se publicaban muchos artículos de represión, para causar el miedo a aquellos infieles a la nueva forma de gobierno español y adversos a acatar sus acciones como buenas. Por tanto, los actos de la oposición, su política, su estrategia, su reproches al gobierno legítimo... no tenía cabida en ningún medio de comunicación. Uno de los periodistas radiofónicos más relevantes de España, Luis del Olmo, sufrió un férreo control de los comisarios ideológicos del tardofranquismo que no entendían el oxígeno democrático que despedía su programa "Protagonistas". El periodista, actualmente en Onda Cero Radio, se expresa de este modo, en cuanto a lo que le sucedió en un momento de su carrera, a través del libro La radio en España 1923-1995, escrito por Díaz Lorenzo y Vázquez Montalbán : "hay una historieta que la tengo bien clavadita y que jamás se me olvidará. Le habíamos hecho un homenaje en Mayte Comodore (restaurante madrileño) a Leocadio Machado cuando estaba de director (de RNE) Ramón Villot, y en los postres de aquel homenaje a este querido compañero, se organiza una tangana entre dos camareros que protagonizan un espectáculo denigrante, y me dolió tanto esta falta de respeto con unos clientes que estaban homenajeando a un amigo y que nos sirvieron fatal en el restaurante, así que cogí el último avión y me marché a Barcelona. Al día siguiente comento en <<Protagonistas>> lo que habíamos vivido la noche anterior. Termino el programa y Pedro Nin, jefe de programas de RNE en Barcelona me dice: <<a las cinco de la tarde tienes que estar en RNE en el despacho de Ramón Villot>>. (...) Y allí, a las ocho de la tarde me encuentro con Mayte (la dueña del restaurante) y un acompañante. Lalo Azcona (ayudante de Villot) me dice: "toma este guión y no te salgas de él. Y en esta entrevista se decía que Mayte tenía un restaurante glorioso, donde la gastronomía toma carta de naturaleza y donde sobre todo en los almuerzos se da cita el Madrid postinero, además de incluirse unas preguntas babosas con la señora. Y le digo a Lalo: esta entrevista no la hago. Vamos a ver a Ramón Villot y este me suelta: <<si no haces esta entrevista se ha acabado tu vida en la radio; y no te digo en RNE, sino en la radio española>>. Esto era en 1974 y este sujeto me amenazó con mi final, y tuve que hacerla y luego la emitieron por <<Protagonistas>>. Este es el sapo mas gordo, más repugnante que me comí en mi vida y la humillación más insólita que me han hecho sentir; y si me ves con unos lagrimones como puños haciéndole la entrevista a aquella dama que los comisarios me obligaron a hacer". Medios democráticos aparentemente libres
"Los medios de comunicación desempeñan un <<propósito social>>, pero no el de permitir que el público efectúe un control significativo del proceso político, proporcionándole la información necesaria para una inteligente asunción de sus responsabilidades políticas (...) el <<propósito social>> de los medios de comunicación es el de inculcar y defender el orden del día económico social y político de los grupos privilegiados que dominan el Estado y la sociedad del país. Los medios cumplen este propósito de diferentes maneras: mediante la selección de los temas, la distribución de intereses, la articulación de las cuestiones, el filtrado de la información, el énfasis y el tono, así como manteniendo el debate dentro de los límites de las premisas aceptables" (Chomsky, 1990). Tanto Stuart Mill como Alexis de Tocqueville, sostuvieron que la tiranía
de la mayoría, podía ser tan amenazante para las libertades
humanas -incluso aún más- que los regímenes despóticos.
Los medios de difusión de un gobierno democrático, en el
caso español, como el socialista anclado en el poder durante catorce
años y contando con mayoría absoluta parlamentaria durante
la gran parte de su estancia en el poder ejecutivo, son gestionados para
salvaguardar su credibilidad ante la opinión pública. Por
poner un ejemplo, según la Ley de Ordenación de las Telecomunicaciones
de 1987 era "principio general" la configuración de las telecomunicaciones
como servicios esenciales de titularidad estatal reservados al serctor
público, con lo que el gobierno se aseguraba la intervención
directa de la radio y televisión, sendos altavoces apológicos
de sus actuaciones. Y esta secuencia se repite también con el presente
gobierno popular, ya que, y sin remontarnos demasiado en el tiempo, todos
los ciudadanos fuimos testigos presenciales del interés por parte
del ejecutivo en conseguir, incluso cometiendo irregularidades legales,
el monopolio de la televisión digital en España. En este
sentido es evidente como pone de manifiesto Jean François Revel
que: "el Estado se apropia una cantidad cada vez mayor de ramas de actividad,
no para hacer que funcionen mejor sino para aumentar su poder".
"Como consecuencia de la acción de los periódicos, de la televisión y de los demás medios informativos, el público es consciente o ignora, presta atención o descuida, enfatiza o pasa por alto elementos específicos de los escenarios públicos. La gente tiende a incluir o a excluir de sus propios conocimientos lo que los media incluyen o excluyen de su propio contenido" (Shaw, 1979). "De modo que, poco a poco, los periodistas españoles comprenderán que el principal enemigo de su libertad de expresión no es el Estado sino el patrono o la concertación entre ambos y que, en el modelo de mercado, uno tiene su voz y su pluma razonablemente alquiladas" (Moncada, 1990). La libertad de Prensa, en período democrático, no es completa, ya que está delimitada por diferentes grupos de presión como lo estaba en la dictadura por las Leyes Fundamentales emitidas por el gobierno central. Cierto es que con la estructura social democrática se ha ganado, en principio y en apariencia, libertad de expresión, por lo que el Estado de Derecho acoge a todas las voces, incluso a las minoritarias, radicales, discordes con el sistema político, etc. Lo que sucede es que esas líneas editoriales (molestas para el sistema capitalista) no cuentan con las mismas ayudas y apoyo que las empresas protegidas por los grupos de presión, emergentes del establishment, y están abocadas a sucumbir en el mercado o a tener una audiencia exigua. Por tanto, la libertad de expresión no es igualitaria para todos; o los medios siguen las reglas del juego marcadas por los grupos dominantes del país (censurando, limitando la información al ciudadano, captando una visión parcial de la realidad etc.) o no tienen cabida en un mercado pluralista. Las críticas institucionales que contiene este análisis
periodístico no deben entenderse como "teorías conspirativas"
ni como un ataque a la sistema de gobierno demócrata. Del mismo
modo que cuando Rousseau realizó una crítica sobre el Arte,
la Ciencia y la Cultura no quería expresarse en su contra, sino
que criticaba a un determinado orden social y a una estructura política
que solo defendían el interés de unos pocos. Criticaba pues,
el empleo que hacían de estas asignaturas al perseguir y acentuar
la desigualdades de los hombres. Este filósofo francés mantenía
que el mal no residía en el saber, sino en la desintegración
de la vida social. Esa Ciencia, Arte y Cultura, podían, si dejasen
de servir al poder, eliminar el mal de la sociedad; "hablaremos de progreso
cuando a la información se le añada formación, acompañada
de una moralidad" (Rousseau, 1993).
Si los medios de comunicación, se ajustaran a obedecer sus propios códigos ético-profesionales, servirían de ayuda a la sociedad. Sin embargo, si sirven al poder establecido en lugar de guardar fidelidad a la sociedad, están abocados a ser desleales con los ciudadanos. Así, el mito de la información demócrata tenderá a desmitificarse, pues el público percibirá la manipulación a la que está sometido y se sentirá engañado. La audiencia ejerce una representación de primer orden en la
puesta en escena de los acontecimientos narrados por los mass media. Los
comunicadores elaboran sus contenidos según los gustos de los públicos,
según el gusto de aceptación del público, siempre
de un modo paralelo a la defensa de los intereses del medio. Por tanto,
el reparto noticias por el mercado sigue el procedimiento de una estrategia
perfecta de marketing; cada empresa distribuye un producto con unas características
únicas, dependiendo de los gustos de su cliente, y por el contrario
el cliente compra el producto que mas satisface sus deseos.
Queda desmentido, pues, por los hechos el mito de que la Prensa es el gran contrapoder, el contrapunto de los otros poderes, político, económico, etc. La teoría convencional era que, a mayor desarrollo económico de los medios, se daba un mayor desarrollo de la libertad de expresión, de la capacidad de contrapoder de la empresa periodística. La historia viene probando lo contrario. A mayor importancia económica de los medios de difusión, por concentración vertical, horizontal o diversificación, corresponden unos mayores lazos con el poder, que, en cierto sentido, los retrotraen al franquismo, a la identificación de los multimedia con el poder político y sobre todo con el económico. Hay una creciente intercomunicación entre las empresas periodísticas y el poder financiero e industrial global. Y ello se nota en que los medios pueden, eventualmente, mantener cierta crítica del poder político, cierto antagonismo respecto de los conceptos sociales dominantes en temas como el pacifismo, el feminismo, etc., pero dificilmente mostrarán veleidades respecto al sistema económico. Su techo de discrepancia con los valores básicos del sistema es mínimo. "Podemos concebir un mundo dominado por una tiranía invisible que utilice las formas del gobierno democrático". Kenneth Boulding. Universidad de Michigan.
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