c o m u n i c a c i ó n
DESMITIFICAR LA INOCENCIA DE LA INFORMACION
Norberto M. Ibáñez
"Se dice habitualmente que el poder supremo puede arrebatarnos la libertad de hablar y escribir, pero lo que no puede quitarnos es la libertad de pensar. ¿Pero en qué medida y con qué rigor sabríamos pensar si no pensamos, por así decir, en comunicación con los demás, a quienes comunicamos nuestros pensamientos y de quién recibimos los suyos?"
Emmanuel Kant.

Un estado democrático es un marco imcomparable para la convivencia en libertad del ser humano. Un estado bajo las ordenes de un régimen autoritario es el marco incomparable para ciudadanos reprimidos prisioneros de sí mismos. Los medios de comunicación son una golosina demasiado dulce para que los gobiernos de diferentes estadios políticos no se sientan tentados a llevársela a la boca y saborearla placenteramente. Por eso, y a pesar de la pluralidad informativa existente en una sociedad democrática, habitualmente la información sigue obedeciendo a ciertas consignas, poniéndose al servicio de unos intereses comunes. Aún así, cada mañana debemos dar gracias por vivir en democracia; pero no pensemos que es oro todo lo que reluce.
Este artículo toma como base una premisa aristotélica que define a la información como una "imposición de formas". Esto significa que toda información tiene por objeto, de manera oculta o manifiesta, influir en la conciencia y en la conducta de las personas. Siendo así, estas palabras parten del deseo de analizar y desmitificar el mundo generado por los medios de información, poniendo de relieve la función que representan quienes controlan y dirigen las informaciones (imponedores de formas) hacia la sociedad, ya que a través de sus palabras pueden adiestrar a la opinión pública en un determinado sentido; pueden orientar de acuerdo a sus propios intereses y perseguir objetivos directamente políticos. Así pues, este ensayo desea demostrar que "la información por la información no existe, que la información nunca puede ser neutral ni inocente, ni apolítica" (Taufic,1986).

La comunicación, (del latín communis: lo que es común) transmite significados, más que eso, los comparte, y de ningún modo puede ser neutral; Aristóteles en sus discursos explicó claramente que el principal objetivo de la comunicación social es la persuasión1 ,es decir , "el intento que hace el orador de llevar a los demás a sostener un mismo punto de vista". Por consiguiente, la información periodística como comunicación social que es, siempre fluye de forma premeditada, "pretendiendo influir y afectar intencionalmente al receptor con el propósito de que éste llegue a expresarse en acciones determinadas" (Taufic, 1986).
Los sofistas confeccionaban discursos contradictorios, igualmente válidos, acerca de un mismo objeto, es decir, ofrecían al receptor verosimilitud, casi nunca la verdad, y dependiendo de para quien se manifestaran, expondrían una argumentación u otra. La suspicacia respecto a estos intelectuales por parte de los atenienses más conservadores hizo que sus cualidades se llegaran a considerar algo "temible" ya que eran particularmente expertos y hábiles en la argumentación. "Los sofistas2 recibieron esa calificación gracias a su habilidad para manejar la palabra entendida como arma" (Campillo, 1976). Siendo así, no sería descabellado comparar a los expertos en la Retórica Clásica con los periodistas contemporáneos, ya que del mismo modo, los informadores ofrecen una visión del mundo desde un punto de vista particular, mediante una remuneración, cambiando de argumentos dependiendo de quien sea el auditorio y quien pague el salario.

De este modo, la libertad de Prensa, bien democrático, puede quedar desmitificada, al ser solamente ejercida y disfrutada por una minoría privilegiada. Por tanto la libertad llega a ser un privilegio, y como tal se convierte exactamente en lo contrario a ésta. Se puede elaborar una estructura piramidal que muestre lo condicionada que está la libertad de Prensa: los periodistas la tienen recortada por el criterio del director del medio de comunicación; y a la vez, éste, está condicionado también por los intereses económico-políticos a quienes protege. Citando a un clásico griego, "Mentís y más miente quien os manda mentir", queda descrito, de modo elocuente el sistema de producción de noticias. "Por lo tanto, cunde la sospecha de que nuestros periódicos no son veraces ni libres" (Taufic, 1986).

Existirá una libertad de Prensa o información cuando haya una comunicación recíproca entre medios de comunicación y sociedad, según McBride, debe existir un intercambio informativo o diálogo que evite los aislamientos a las minorías sociales y grupos non gratos para el poder político. Es exigible, desde un punto de vista democrático, que los grupos sociales y empresariales reflejen la pluralidad de la sociedad a quien se dirigen.

Uno de los pilares que rige este análisis es el de argumentar que se informa para dirigir, advirtiendo la conexión que hay entre establishment3 y periodismo. La manera de demostrar esta familiaridad entre las dos poderosos estamentos es aduciendo que la Prensa se ha convertido en una industria y en un comercio, en una industria que exige cada vez capitales mayores4, lo que le ha llevado a someterse a una concentración empresarial cada vez más acentuada. La formación de estos monopolios noticiosos (cada vez más diarios en manos de menos empresarios) dentro de cada país, limita la libertad de Prensa; tan sólo interesa la libertad de empresa. En la financiación de estos monopolios, de manera oculta, se encuentran partidos políticos, sindicatos, grupos económicos, anunciantes, etc., condicionando la dirección de estos trust periodísticos. Tal es su poder que, en el caso de empresas anunciantes, quienes llegan a subvencionar parte de algunos medios de comunicación, interceden en la selección de las noticias que aparecen en los medios para que éstas nunca vean dañada su actividad industrial por culpa de noticias anticomerciales; un ejemplo de su excesivo poder es el que se produjo en 1985 cuando la cadena estadounidense WNET perdió la financiación de la Gulf+Western después de la emisión de un documental titulado "El negocio del hambre", que contenía material crítico con la actividad de las compañías transnacionales en el Tercer Mundo. Así pues, se puede decir que una minoría de poderosos se apropia de la inmensa mayoría de los medios de comunicación y los utiliza para la obtención de sus beneficios y la defensa de sus intereses.
 

"el Estado se apropia una cantidad cada vez mayor de ramas de actividad, no para hacer que funcionen mejor sino para aumentar su poder"

Prensa Española Autoritaria
 En 1938 el ministro del interior Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco, y su gabinete configuraron la ley de Prensa en la que en su primer artículo decía así: "corresponde al Estado la vigilancia, control y organización de la institución nacional de la Prensa". De esta manera, quedaba regulada y amparada por ley jurídica del Estado de Derecho la censura y anulada la libertad de expresión. Esta ley de Prensa estaba elaborada con un principal objetivo indudable e irrebatible; organizar desde el gobierno una Prensa unitaria y homogénea al servicio de la ideología y política afín al régimen totalitario. ¿No es éste uno de los grandes objetivos que todo gobierno democrático desea alcanzar cuando llega al poder?

De este modo, el Estado se sirve de la Prensa para alcanzar sus logros propagandísticos y ésta se convierte en una institución estatal. Por tanto, es la Administración quien toma las decisiones acerca de la cantidad de diarios que se editarán, quienes serán sus directores, que línea editorial seguirán, que tipo de noticias incorporarán en cada número... 

Los periódicos no eran instrumentos de intereses particulares o negocios comerciales con misión informativa. Eran una institución nacional, un servicio público. Analizando este panorama, se puede decir que el rol que interpretaba la Prensa consistía en inculcar a la sociedad la doctrina del nuevo Régimen político, informando de aquello que educara y pusiera en predisposición mental favorable a la opinión pública, para que aceptara de buen grado al Gobierno de la nación. En este sentido, no era considerada noticia cualquier hecho que pudiera crispar al colectivo español. La Prensa autoritaria fomentó la no comunicación, manipulando la realidad cotidiana. La mayoría de los artículos que se publicaban en los diarios eran de opinión, e intentaban que los lectores se formasen una imagen memorable de la familia del Caudillo. Por otra parte se publicaban muchos artículos de represión, para causar el miedo a aquellos infieles a la nueva forma de gobierno español y adversos a acatar sus acciones como buenas. Por tanto, los actos de la oposición, su política, su estrategia, su reproches al gobierno legítimo... no tenía cabida en ningún medio de comunicación. 

Uno de los periodistas radiofónicos más relevantes de España, Luis del Olmo, sufrió un férreo control de los comisarios ideológicos del tardofranquismo que no entendían el oxígeno democrático que despedía su programa "Protagonistas". El periodista, actualmente en Onda Cero Radio, se expresa de este modo, en cuanto a lo que le sucedió en un momento de su carrera, a través del libro La radio en España 1923-1995, escrito por Díaz Lorenzo y Vázquez Montalbán : 

 "hay una historieta que la tengo bien clavadita y que jamás se me olvidará. Le habíamos hecho un homenaje en Mayte Comodore (restaurante madrileño) a Leocadio Machado cuando estaba de director (de RNE) Ramón Villot, y en los postres de aquel homenaje a este querido compañero, se organiza una tangana entre dos camareros que protagonizan un espectáculo denigrante, y me dolió tanto esta falta de respeto con unos clientes que estaban homenajeando a un amigo y que nos sirvieron fatal en el restaurante, así que cogí el último avión y me marché a Barcelona. Al día siguiente comento en <<Protagonistas>> lo que habíamos vivido la noche anterior. Termino el programa y Pedro Nin, jefe de programas de RNE en Barcelona me dice: <<a las cinco de la tarde tienes que estar en RNE en el despacho de Ramón Villot>>. (...) Y allí, a las ocho de la tarde me encuentro con Mayte (la dueña del restaurante) y un acompañante. Lalo Azcona (ayudante de Villot) me dice: "toma este guión y no te salgas de él. Y en esta entrevista se decía que Mayte tenía un restaurante glorioso, donde la gastronomía toma carta de naturaleza y donde sobre todo en los almuerzos se da cita el Madrid postinero, además de incluirse unas preguntas babosas con la señora. Y le digo a Lalo: esta entrevista no la hago. Vamos a ver a Ramón Villot y este me suelta: <<si no haces esta entrevista se ha acabado tu vida en la radio; y no te digo en RNE, sino en la radio española>>. Esto era en 1974 y este sujeto me amenazó con mi final, y tuve que hacerla y luego la emitieron por <<Protagonistas>>. Este es el sapo mas gordo, más repugnante que me comí en mi vida y la humillación más insólita que me han hecho sentir; y si me ves con unos lagrimones como puños haciéndole la entrevista a aquella dama que los comisarios me obligaron a hacer".

Medios democráticos aparentemente libres 
A medida que transcurren los años ochenta, tiempos de gobierno socialista, en las altas esferas del Estado se va formando el establishment típico de una sociedad capitalista, diferente en su forma al establecido en el Régimen anterior, pero similar, en algunos aspectos en su contenido y modo de procesar. El Estado de una sociedad capitalista va a controlar casi todos los aspectos de la vida del ciudadano, lo va a dirigir sin que éste ni siquiera lo intuya. Los miembros del aparato del Estado ejercen su poder a través de unas premisas que serán aceptadas por los ciudadanos como legítimas. "El ciudadano tiende a considerar a éste (el Estado) como un instrumento beneficioso destinado a servir al bien común, que dicho ciudadano considera superior al suyo propio" (Papandreou, 1973). 

"Los medios de comunicación desempeñan un <<propósito social>>, pero no el de permitir que el público efectúe un control significativo del proceso político,   proporcionándole la información necesaria para una inteligente asunción de sus responsabilidades políticas (...) el <<propósito social>> de los medios de comunicación es el de inculcar y defender el orden del día económico social y político de los grupos privilegiados que dominan el Estado y la sociedad del país. Los medios cumplen este propósito de diferentes maneras: mediante la selección de los temas, la distribución de intereses, la articulación de las cuestiones, el filtrado de la información, el énfasis y el tono, así como manteniendo el debate dentro de los límites de las premisas aceptables" (Chomsky, 1990).

Tanto Stuart Mill como Alexis de Tocqueville, sostuvieron que la tiranía de la mayoría, podía ser tan amenazante para las libertades humanas -incluso aún más- que los regímenes despóticos. Los medios de difusión de un gobierno democrático, en el caso español, como el socialista anclado en el poder durante catorce años y contando con mayoría absoluta parlamentaria durante la gran parte de su estancia en el poder ejecutivo, son gestionados para salvaguardar su credibilidad ante la opinión pública. Por poner un ejemplo, según la Ley de Ordenación de las Telecomunicaciones de 1987 era "principio general" la configuración de las telecomunicaciones como servicios esenciales de titularidad estatal reservados al serctor público, con lo que el gobierno se aseguraba la intervención directa de la radio y televisión, sendos altavoces apológicos de sus actuaciones. Y esta secuencia se repite también con el presente gobierno popular, ya que, y sin remontarnos demasiado en el tiempo, todos los ciudadanos fuimos testigos presenciales del interés por parte del ejecutivo en conseguir, incluso cometiendo irregularidades legales, el monopolio de la televisión digital en España. En este sentido es evidente como pone de manifiesto Jean François Revel que: "el Estado se apropia una cantidad cada vez mayor de ramas de actividad, no para hacer que funcionen mejor sino para aumentar su poder". 
Así pues, observando los niveles de concentración periodística y el uso que de la comunicación se hace desde esas empresas, puede discutirse si en España sigue existiendo una democracia o si se ha convertido en una "dictadura silenciosa", utilizando el término usado por Jiménez Losantos en su libro La dictadura silenciosa. Es decir, si el Estado se sirve de la Prensa para alcanzar sus logros propagandísticos, argumentando que se los utiliza para mantener la unidad en España, estamos usando los mismos argumentos que mantenía el gobierno autoritario para legitimar su poder frente a la opinión pública. 

"Como consecuencia de la acción de los periódicos, de la televisión y de los demás medios informativos, el público es consciente o ignora, presta atención o descuida, enfatiza o pasa por alto elementos específicos de los escenarios públicos. La gente tiende a incluir o a excluir de sus propios conocimientos lo que los media incluyen o excluyen de su propio contenido" (Shaw, 1979). 

"De modo que, poco a poco, los periodistas españoles comprenderán que el principal enemigo de su libertad de expresión no es el Estado sino el patrono o la concertación entre ambos y que, en el modelo de mercado, uno tiene su voz y su pluma razonablemente alquiladas" (Moncada, 1990).

La libertad de Prensa, en período democrático, no es completa, ya que está delimitada por diferentes grupos de presión como lo estaba en la dictadura por las Leyes Fundamentales emitidas por el gobierno central. Cierto es que con la estructura social democrática se ha ganado, en principio y en apariencia, libertad de expresión, por lo que el Estado de Derecho acoge a todas las voces, incluso a las minoritarias, radicales, discordes con el sistema político, etc. Lo que sucede es que esas líneas editoriales (molestas para el sistema capitalista) no cuentan con las mismas ayudas y apoyo que las empresas protegidas por los grupos de presión, emergentes del establishment, y están abocadas a sucumbir en el mercado o a tener una audiencia exigua. Por tanto, la libertad de expresión no es igualitaria para todos; o los medios siguen las reglas del juego marcadas por los grupos dominantes del país (censurando, limitando la información al ciudadano, captando una visión parcial de la realidad etc.) o no tienen cabida en un mercado pluralista. 

Las críticas institucionales que contiene este análisis periodístico no deben entenderse como "teorías conspirativas" ni como un ataque a la sistema de gobierno demócrata. Del mismo modo que cuando Rousseau realizó una crítica sobre el Arte, la Ciencia y la Cultura no quería expresarse en su contra, sino que criticaba a un determinado orden social y a una estructura política que solo defendían el interés de unos pocos. Criticaba pues, el empleo que hacían de estas asignaturas al perseguir y acentuar la desigualdades de los hombres. Este filósofo francés mantenía que el mal no residía en el saber, sino en la desintegración de la vida social. Esa Ciencia, Arte y Cultura, podían, si dejasen de servir al poder, eliminar el mal de la sociedad; "hablaremos de progreso cuando a la información se le añada formación, acompañada de una moralidad" (Rousseau, 1993).
 

Los comunicadores elaboran sus contenidos según los gustos de los públicos, según el gusto de aceptación del público, siempre de un modo paralelo a la defensa de los intereses del medio.

Si los medios de comunicación, se ajustaran a obedecer sus propios códigos ético-profesionales, servirían de ayuda a la sociedad. Sin embargo, si sirven al poder establecido en lugar de guardar fidelidad a la sociedad, están abocados a ser desleales con los ciudadanos. Así, el mito de la información demócrata tenderá a desmitificarse, pues el público percibirá la manipulación a la que está sometido y se sentirá engañado.

La audiencia ejerce una representación de primer orden en la puesta en escena de los acontecimientos narrados por los mass media. Los comunicadores elaboran sus contenidos según los gustos de los públicos, según el gusto de aceptación del público, siempre de un modo paralelo a la defensa de los intereses del medio. Por tanto, el reparto noticias por el mercado sigue el procedimiento de una estrategia perfecta de marketing; cada empresa distribuye un producto con unas características únicas, dependiendo de los gustos de su cliente, y por el contrario el cliente compra el producto que mas satisface sus deseos.
En este marco escénico entran en juego las técnicas más sutiles de persuasión para arrebatar clientes e incrementar las ventas de la empresa que fabrica noticias. El estudio de las audiencias, de los segmentos sociales de los públicos, permite a los medios de comunicación la programación de sus contenidos con una eficacia y aceptación considerables. Los mensajes tendrán una mayor persuasión cuanto mayor capacidad tengan para canalizar las esperanzas sociales y personales, proporcionando una mayor satisfacción psicológica. "Las deficiencias de los medios masivos, al menos en parte dependen de las deficiencias de las masas" (Rosten, 1960).

Queda desmentido, pues, por los hechos el mito de que la Prensa es el gran contrapoder, el contrapunto de los otros poderes, político, económico, etc. La teoría convencional era que, a mayor desarrollo económico de los medios, se daba un mayor desarrollo de la libertad de expresión, de la capacidad de contrapoder de la empresa periodística. La historia viene probando lo contrario. A mayor importancia económica de los medios de difusión, por concentración vertical, horizontal o diversificación, corresponden unos mayores lazos con el poder, que, en cierto sentido, los retrotraen al franquismo, a la identificación de los multimedia con el poder político y sobre todo con el económico. Hay una creciente intercomunicación entre las empresas periodísticas y el poder financiero e industrial global. Y ello se nota en que los medios pueden, eventualmente, mantener cierta crítica del poder político, cierto antagonismo respecto de los conceptos sociales dominantes en temas como el pacifismo, el feminismo, etc., pero dificilmente mostrarán veleidades respecto al sistema económico. Su techo de discrepancia con los valores básicos del sistema es mínimo.

"Podemos concebir un mundo dominado por una tiranía invisible que utilice las formas del gobierno democrático"

Kenneth Boulding. Universidad de Michigan.
 

1 "Persuadir es inducir, mover, obligar a uno con razones a creer o hacer alguna cosa. Es un fenómeno de inducción que significa llevar sin violencia a otros en discursos o demás procedimientos, cuando hay más de una posibilidad de acción" (Santamaría, 1990). Para Perelman el convencimiento por la vía racional se obtiene mediante la demostración, pero a quien quiere persuadir no le basta con convencer por la vía racional, necesita también la adhesión emotiva que conducirá más directamente hacia unos resultados determinados.

2  Los sofistas enseñaban, en las ciudades griegas, a defender una idea y cobraban honorarios por sus lecciones. En principio fueron maestros del arte de la oratoria, y contribuyeron grandemente al desarrollo de la Gramática y de la Retórica. Su influencia social explica la difusión entre las clases del relativismo filosófico y moral combatido por Sócrates. Los sofistas más destacados fueron Tasímano, Protágoras y Georgias.

3 El establishment viene a ser la coalición mas o menos estable de los enclaves o ámbitos de poder. Toda sociedad capitalista desarrollada soporta unos grupos de presión u oligopolios de poder que influyen sobre los procesos sociales, políticos y económicos del país. Estos grupos de presión tienden en general a formar coaliciones llevadas a cabo por medios comúnmente invisibles y encubiertos. Se puede decir que la Prensa es una de las víctimas de esta organización, es utilizada por estos "lobbies" como brazo armado para transmitir mensajes manipulados.

4  Ambas partes erigen un sistema comercial ilícito pero recíprocamente beneficioso. La jerarquía que ejerce el poder económico-político del país financia a las empresas periodísticas para que éstas construyan sus holding, a cambio de que estos medios de difusión permitan que accedan a controlar y dirigir cierto tipo de informaciones de sustancial importancia para sus negocios. El Estado o establishment se sirve de la Prensa para alcanzar sus objetivos propagandísticos y viceversa, la Prensa se sirve del Estado o establishment para obtener fines financieros.

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