c o m u n i c a c i ó n
![]() “Nuevo periodismo/Periodismo digital “ La construcción del presente José Manuel Gironés
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La revolución del conocimiento (en la sociedad de la información) ha producido una inflexión profunda en nuestro modo de “construir el presente” y en el modo de entenderlo. Al hombre le costó aproximadamente un millón de años
separar del suelo sus patas delanteras y convertirse en bípedo,
pero está resuelto de modo insuficiente. Hoy gastamos los pies como
palancas –para el acelerador, el freno y el embrague- pero seguimos teniendo
dedos en las extremidades inferiores que ni nos sirven para tocar la guitarra
ni para trepar por los árboles.
El corazón de un hombre y el de una gacela, como cuenta bellamente Jacob Bronowsky, se parecen mucho. Son máquinas (músculos) de idéntico funcionamiento. Hace un millón de años (y muchos menos) hombre y gacela hubieran salido despavoridos ante la detonación de un disparo. Hoy, el hombre y la gacela siguen rindiendo la misma velocidad, bombeando, para el mismo peso, una cantidad similar de sangre, quemando azúcares en sus músculos. La diferencia por tanto no está ahí. La diferencia, vista en los Mundiales de Sevilla, está en que el hombre corre en círculo y vuelve al punto de partida (donde se provocó el disparo del juez de salida en pista) mientras la gacela sigue huyendo despavorida sin entender absolutamente nada. LA CULTURA ES HORIZONTE
La economía, como el deporte, no ha cumplido aún su tercer milenio. Tampoco podemos remontarnos más allá de unos 4000 años antes de Cristo, en los precedentes de la vida política, porque política viene de polis que es ciudad y las más remotas de cuantas han existido –Jericó y Ugarit, por ejemplo- no son tan viejas. Esos lentos procesos dieron al hombre (con la ayuda de la escritura y del cálculo) estabilidad suficiente para que el horizonte de sus expectativas fuera el de “un presente construido” un “presente distinto del pasado” y susceptible de ser “heredado”. En solo cien años –desde Max Planck, que ahora se cumple su centenario, hasta hoy- el hombre ha modificado de manera radical el ritmo en la “construcción de su presente” de su “horizonte visto”. Ha penetrado algunas claves de la realidad física en la que se desenvuelve y ha sido capaz de verificar las teorías con hechos (Hiroshima, Nagasaki, Chernobyl y, anteayer, Tokaimura) y todo parece presagiar que el objeto de los inminentes progresos científicos no se referirán al medio exterior ni a las gacelas, sino al hombre mismo. Las diversas civilizaciones tecnológicas (del bronce, del hierro, de la máquina de vapor, del átomo) han venido superpuestas a culturas específicas diferentes. La cultura sumeria, la cultura egipcia, la cultura azteca, con independencia de su grado o nivel de civilización, corresponden a una situación de estabilidad o equilibrio entre la propia identidad y el horizonte o círculo de expectativas (weltanschauung, decía Ortega con los alemanes) que comparten de manera global los miembros de una determinada sociedad que viven el presente heredado o construido por ellos mismos. SOCIEDAD DE REDES
Ya no quedan tasai-manubos en Filipinas (los últimos hombres de la edad de piedra) ni gentes aisladas en el Amazonas. Todos llevan taparrabos de tela sintética tipo “todo a cien”, todos tienen transistor (aunque nadie les repone las pilas) y saben –lo crean o no- que el hombre ha pisado la Luna. La Sociedad de redes y la eclosión mediática producen
un modo de percepción del mundo presente que da la vuelta a la tradicional
“construcción de la realidad” desde la experiencia. “Mira mamá,
una vaca, ¡como en la tele!” grita la hija pequeña de mi amiga
Consuelo Álvarez de Toledo en la trasera del coche, y su madre,
criada en el ambiente natural de una vaquería en el Bierzo, estalla
en sollozos al recordar su propia experiencia infantil. Y mientras lo dice
una cámara fija puesta en red (una web-cam) capta a la niña
que ya no conoce mas vacas que las de la tele.
¿QUIÉN VIGILA A LOS VIGILANTES?
La impunidad se bate en retirada. La ONU va a ser la gran muñidora
de la convergencia social que se concentra en internet. El abuso indiscriminado
no será tolerado largo tiempo. Pero los flujos de nivelación
(el mejor precio y las mejores condiciones proveedor-usuario) se impondrán
sin que las modas impliquen más que ciertas pasajeras distorsiones.
Ser rico a costa de que otros sean pobres es solo un estadio intermedio
de la Sociedad de redes. Ninguna población como conjunto será
tonta largamente, ni podrá ser virtualmente mas joven que las poblaciones
del tercer mundo que las circundan.
COMPARTIR SIN DEPREDAR
La vieja primitiva economía de la estátera y el dracma de plata (de Egina, Atenas, Siracusa o Marsella) consolidaba la riqueza de la posesión física. Alguien que requisaba (empobrecía) a sus enemigos incrementaba su propio tesoro. Y los llegó a haber fabulosos. Así en Marsella se descubrió un tesoro de dracmas de Massalia “que manaba como una fuente” y con el que se llenaron las alforjas de “una larga reata de caballerías”. El derecho romano de propiedad es tan explícito que consiente la destrucción del bien poseído. El amo de un esclavo, si quiere lo mata. “La maté, porque era mía”: puro derecho romano llegado hasta las riberas del tango. Eso es un viejo oxidado dogma. La revolución capital de la Sociedad de redes, de la llamada revolución digital, es que se puede compartir sin depredar. Si tienes un libro en la estantería o una orza llena de monedas de plata, y alguien se las lleva, te queda en la estantería el hueco –la ausencia- de dicho libro o de la orza. Sin embargo, si el libro es digital –un cd-rom, un fichero en internet- y alguien se lo lleva (lo copia) el dueño de un libro –digital- no lo pierde, sigue teniéndolo en la estantería. Según Manuel Castells el trabajo mental reemplazará al esfuerzo físico sin que la dinámica capitalista abandone sus postulados básicos de aprovechamiento de la plusvalía ajena. Los empleadores más aventajados, las clases o categorías sociales y empresariales mejor situadas, los poderes constituidos en aquellos lugares en que se modernicen las estructuras de dominio, incluso los políticos dominantes, en su etapa de dominio alternante en el poder, no renunciarán a explotar a otros. O sea, que los “joderes” seguirán jodiendo. Urge pues consolidar la respuesta liberadora de los menos aventajados. Desaparecido el principio de escasez en los bienes intangibles que nutren la felicidad humana, es un disparate que se consoliden las estructuras de dominio y explotación. La red os hará libres. Siempre que la red se mantenga esencialmente neutral. La red, precisamente, suministra los principales recursos para el desenmascaramiento del abuso, de la explotación y/o de la tiranía. EUROPA PARAISO
Con los alemanes fabricando coches, los ingleses como policías, los franceses cocinando, los italianos recitando y los españoles haciendo el amor, Europa sería casi el himno a la alegría cantado a coro. Pero si en el trance de “construir nuestro horizonte” concebimos la Sociedad de redes en términos depredadores y oportunistas, veremos al final a los ingleses cocinando (roast beef de vaca loca), a los griegos ocupados de la limpieza, (con el cerdo huyendo de la pocilga) a los suecos haciendo el amor (a 37 grados bajo cero) y a los alemanes, otra vez de policías. |
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