Un año de luces y sombras
Era otoño o veinte de octubre
cuando, contranatura, nacieron hojas de acanto
y galantes sonetos caían sobre murmullos apagados.
Una luz tenue se encendía en una luna celeste
con intenciones de llegar a ser faro de la cultura.
Un año. Ahora se cumple un año,
desde que jóvenes indolentes
plantasen un jardín de pensamiento
y jurasen perder su vida por delicadeza
con el nombre de Contrastes.
Meses. Hemos aprendido
cómo la cultura de éste país
se mantiene con un tormentoso voluntarismo,
desprendido de la pasión de un puñado de hombres y mujeres
creyentes del valor de una educación cultural.
Días. Hemos descubierto
a muchos amantes infieles de la cultura
que alzan su voz con falsas promesas,
y postulan en favor de meritorias causas
siempre con una mirada delatora.
Con mi mano puedo contar
a los que con abrazos sinceros
se aproximan gentilmente al calor de la hoguera cultural
¡Qué grandes amigos!
Horas. Hemos observado
que el verdadero valor del cambio social
está en el riesgo que cada uno afronta
en el perecedero teatro diario que exige la vida,
en el compromiso y la tenacidad,
en la lucha por la pasividad y el conformismo.
Hoy, ni ayer ni mañana. Día de aniversario
celebramos y compartimos un triunfo.
Alzamos con frescura y atrevimiento
nuestro pensamiento fugitivo
huyendo de ritmos cadenciosos y descompasados
con rumbo hacia donde nos dirigen
nuestras brújulas independientes.