LA GESTIÓN CULTURAL Y EL SIGLO XXI
Durante el mes de octubre se celebró en la ciudad de Valencia
el primer congreso internacional sobre gestión cultural y territorio
organizado por el SARC de la Diputación de Valencia, en él
además de observar las similitudes y diferencia que poseen las experiencias
territoriales latinoamericanas y las valencianas y españolas, se
pudo reflexionar sobre la necesidad real del conocimiento de este término
que ha sido utilizado (que no comprendido) por muchos teóricos del
mundo de la gestión o animación cultural.
No deseo avanzar en una crónica de lo allí ocurrido, sí que quiero reflexionar sobre la recepción de experiencias que permitieron demostrar que sólo un verdadero conocimiento del marco territorial en donde nos corresponde gestionar, es base sólida para arriesgar una profecía de éxito. El territorio nos condiciona toda nuestra acción, podemos diseñar una estrategia ordenada y lógica pero si ésta está de espaldas a la realidad territorial no conseguiremos logros en los objetivos diseñados. Pero de la misma forma que considero que el territorio condiciona nuestras planificaciones, también es el elemento dinamizador por excelencia cuando llegamos a detectar sus características y el diagnóstico nos permite aventurar una propuesta programática segura. Ahora bien, si hablar de territorio es comenzar por los aspectos más
esenciales de la gestión cultural, también deseo en estas
líneas que reflexionemos que a la hora de intervenir para
aplicar métodos de gestión territorial debemos comprender
que hoy existen nuevos retos y nuevas visiones sobre el análisis
de la necesidad de la cultura en las sociedades. Si antiguamente todos
compartíamos el concepto que otorgaba a la cultura el poder de regenerar
las sociedades y permitirles el avance hacia el progreso (objetivo social
de la misma), hoy nos encontramos con un nuevo fenómeno que no niega
el anterior, pero que lo complementa. Me refiero a las posibilidades de
que la cultura permita el desarrollo económico de pequeñas
y medianas empresas que antiguamente sólo estaba reservado al mundo
audiovisual.
Los tiempos evolucionan y por supuesto que la temática cultural
no
puede estar ausente de ello, si hemos estado trabajando en los últimos
veinticinco años en la democratización de la cultura, abriendo
centros culturales o socio-culturales, si gracias a ellos y a las planificaciones
realizadas por los gestores culturales (mayoritariamente de la administración
pública) se han creado escuelas municipales de teatro, danza, música,
artes, fotografía, etc. Me pregunto qué ha pasado con estos
"alumnos".¿ Es qué todos asistieron a estos espacios sólo
con la finalidad de pasar un buen momento en su tiempo de ocio?. Rotundamente
considero que no. Existe un porcentaje menor no cuantificado que utilizaron
las casas de cultura como estudio inicial para desarrollar posteriormente
una profesión relacionada con aquel placer inicial para el conocimiento
de una experiencia nueva.
En algunas oportunidades he escuchado observaciones como las que indican que el concepto cultural no puede verse afectado por el de economía, normalmente suelen ser vertidas por personas que ya se encuentran con su rol social previamente determinado. Es necesario no ser excluyente y comprender que debemos evolucionar con los tiempos y que en este principio de siglo es importante reflexionar que la cultura continúa siendo el elemento básico para transformar las sociedades, pero que alrededor de él han nacido nuevas necesidades que es importante contemplar. Másters de gestión de recursos culturales, formación profesional de actividades socio-culturales, en definitiva, un sector de técnicos formados para dinamizar el sector de la cultura no pueden conformarse con la idea de ocupar una plaza sólo en la administración pública, hay que ser conscientes de que la industria cultural se desarrollará con fuerza durante los primeros diez años de este nuevo siglo, si a ello le sumamos las perspectivas del incremento del tiempo de ocio, el desarrollo del patrimonio como ámbito de gestión cultural, y la gestión del turismo relacionado con las tradiciones y culturas de un pueblo, sólo me queda por afirmar que debemos comenzar a quitarnos la venda de los ojos y admitir que la cultura además de transformar sociedades, permite que un sector de la misma se dedique a ella recibiendo a cambio una compensación económica que le permita iniciar una actividad empresarial. |
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