h u m a n i d a d e s
![]() El paradigma de una nueva mujer en el Magreb por
Rosa Alonso
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Hablar de Túnez es hacerlo de la historia de la vieja crónica africana en su sentido antropológico más profundo. El pueblo tunecino ha sido desde sus orígenes, capaz de absorber las influencias culturales de una amalgama de civilizaciones que han ido esculpiendo su perfil islámico lleno de atavismos y creencias irracionales. Las raíces de Túnez están profundamente unidas a civilizaciones como la fenicia más remota, la otomana, la bizantina y la musulmana que han dejado un enorme poso sociocultural en este continente mutilado en sus posibilidades. Tierra de promisión y ambición de imperio que no ha evitado el atraso secular en el que se encuentra. Emna Atallah Soula es directora de Comunicación sobre la Mujer
y trabaja para el Ministerio de Asuntos Sociales de Túnez. Es, además,
vicepresidenta de la Unión de Periodistas del Mediterráneo.
En otros países de esta zona del Mediteráneo, este cargo
sería impensable que lo ocupara una mujer. Emna nos habla de una
sociedad patriarcal en la que la mujer cada vez tiene más presencia,
y no sólo como madre de familia, sino que cada vez ocupa un lugar
más activo en la sociedad civil. La desigualdad de la mujer no es
pues, un mal endémico y debe conquistarse en un futuro no muy lejano.
En el caso de Túnez, no fue hasta 1956, con la promulgación del Código del Estatus Personal, cuando se declara un nuevo proyecto de organización de la sociedad que definitivamente declara la independencia de la mujer tunecina. Según Emna, “esta mujer tiene derecho a votar y a ser votada. Constituye la abolición de la poligamia, dota a la mujer tunecina de pasaporte, suprime la posibilidad de repudio y establece la igualdad de derechos entre hombre y mujer. La mujer mayor de edad obtiene gracias a esta ley reformista la tutela de los hijos .Gracias a esta ley, el marido no tiene ya el derecho a ser tutor corresponsable”. Desde Tahar Hadad hasta Zine El Abidine Ben Ali, la tunecina se ha ido dotando de adquisiciones jurídicas que la benefician: la enseñanza obligatoria desde el año 1991 es una prueba de ello . Mediante las Leyes de la Enseñanza de 1991, la mujer tiene acceso a la educación, que será obligatoria hasta los diecisiete años. El 90% de la población femenina está escolarizada. Es una mujer que trabaja y gracias al acceso al mundo laboral consigue libertad económica. El 50% de las mujeres acceden a estudios superiores. La organización de las estructuras sociales, políticas (legislación y ejecución), religiosas y culturales va seguida por hechos ideológicos razonablemente gestionados y difundidos por tecnologías modernas que reclaman un diálogo de respeto mutuo para el desarrollo de la comunidad a escalas local, regional y planetaria. Emna alerta sobre el problema que constituye la globalización económica, porque supone un peligro para Túnez; es un país sin recursos naturales pero con un potencial humano enorme. “La mundialización debe conservar la identidad del país pero ésto es bastante difícil en un mundo en el que se impone el concepto de aldea global como concepto social y económico”. En 1995 se crea el código de la infancia. En 1996 se hace una llamada a la mundialización de la economía tunecina y se elige a una tunecina a la cabeza de los empresarios africanos. Este es una caso aislado. Emna afirma que “el acceso de la mujer a los puestos de responsabilidad todavía no es una realidad generalizada. Ante esta ola renovadora se opone la vieja mentalidad: es el integrismo islámico que frena esta serie imparable de cambios y conquistas para la mujer. Este es el verdadero obstáculo con que se encuentra la mujer islámica que realmente quiere que las cosas cambien”. Según ella, los medios de comunicación occidentales fantasean sobre la imagen de la mujer musulmana. “Existe una manipulación informativa en Occidente que presenta a la mujer tunecina como una mujer sumisa, sin iniciativa de cambio. Nada parecido a la realidad. En la mayoría de los casos se presenta el paradigma de la mujer del Mediterráneo sin distinguir entre países, regiones y zonas geográficas como Túnez y Arabia Saudí, países en los que la situación de la mujer es muy distinta”. El avance tecnológico, cuyo acceso dota de poder al que lo controla, ha venido acompañado de un mensaje distorsionador en perjuicio de la mujer y se hace cada vez más patente una “lectura bisexual de los acontecimientos”. Existen unos interrogantes genéricos (¿qué hacer?) y la dialéctica que se plantea al enfrentarnos a ellos son básicamente políticos. Emna insiste en que el mayor peligro que acecha a la mujer del Magreb es el choque contra una mentalidad que la relega a su papel tradicional y le niega su verdadera misión como generadora de cambios sin precedentes. “Esto ocurre también en los países del Norte; en Francia hay debates filosóficos sobre la paridad en el proceso democrático. No se debe reconocer a la mujer como un ser inferior sino que esta diferencia entre hombre y mujer puede hacernos llegar a la igualdad a través de la diferencia. Es el eterno debate Norte-Sur, que todavía en puertas del siglo XXI está por resolver. Los países del Sur siguen los procesos de liberación femenina de los países norteños. Estos cambios sirven de entrenamiento para que el Sur se acoja al proceso. De este debate ya desarrollado se servirán los paises del Sur”. |
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