La relación entre los conceptos de "Mujer" y "Creatividad" es una conjunción que tiene algo de evidente y, también, algo de incompleto. Se trata de una incitación, una de las fórmulas posibles para delimitar un territorio complejo: el de la intervención de las mujeres en el ámbito del arte contemporáneo, tanto en lo que se refiere al campo de la actividad plástica más estricta como en los de la critica, el discurso teórico más general o la gestación de los distintos ámbitos del "sistema del arte". En relación con la llamada "creación femenina", ni prejuzgamos ninguna posición, ni renunciamos al espacio que nos corresponde; pero es importante partir de una conciencia no ingenua sobre la situación de la mujer en el contexto socio-político y, de forma concreta, en el espacio del arte.

El discurso y las prácticas feministas son el telón de fondo, el hilo d el bordado; en las tres últimas décadas la teoría feminista ha sido uno de los campos del saber y de la crítica más ricos, con numerosas matizaciones y diferencias dentro de una actitud que no es homogénea. La historia del arte, como otros tantos espacios del saber y del poder, había marginado la presencia de la mujer.
El sismógrafo de tendencias que es ARCO ha registrado el temblor de la irrupción de la mujer; presente desde hace muchos años en la gestión de las galerías o de la crítica, se advierte como una generación surgida en los 70 vinculada al conceptual o a planteamientos heterodoxos del "minimal" a las que se han ido sumando, en las últimas décadas numerosas creadoras.

En "el segundo sexo" Simone de Beauvoir consideraba que la mujer se interesa por su propia imagen, en tanto que el hombre lo hacía por la autoimagen ampliada por su reflejo en una mujer. Por su parte, Julia Kristeva suponía que una mujer no puede existir: "es algo que ni siquiera pertenece al orden del ser". Pero es difícil admitir que la condición de la mujer, incluso la práctica feminista, sólo se puedan situar a través de la negación. Es necesario un momento constructivo; considero que la creación de las mujeres es una intensa reflexión sobre los problemas de la identidad y la diferencia, la apuesta por un subjetivismo plural constituído en el marco del deseo y de las tensiones sociales, culturales, familiares o profesionales.

Yo renuncio a la intención clasificatoria para tratar de abrir un marco interpretativo en el que participen, por igual hombres y mujeres, comprometidos desde la teoría, la práctica o la gestión con la cultura de la diversidad. Y comparto con Whitney Chadwick la teoría de que la mujer ha formulado “complejas estrategias y prácticas mediante las cuáles hacen frente a las exclusiones de la historia del arte, difunden saber teórico y promueven cambios sociales”.

Hoy la mujer ya no es “la perdedora”, como afirmaba Susan Sontag. La promesa a la que el arte no renuncia es la de que la liberación permita que la historia se escriba de otro modo. Mantengamos el ánimo que no intente meramente la revisión de la historia reciente sino que intente una nueva formulación del presente y actitudes creativas intensas.