Pulverizador de Championniere

 

Juan Aguilar y Lara, Lister y Guerín, La nueva cirugía antiséptica. Historia, principios, manual operatorio y resultados, Valencia, Librería de Pascual Aguilar, 1882, pp. 219-222.

 

Pulverizador de Championniere

 

«Este autor, entusiasta defensor y propagador incansable del método antiséptico, ha propuesto y realizado numerosas modificaciones en los aparatos de pulverización con el objeto de corregir los inconvenientes que suelen presentar, y de aumentar la intensidad y extensión de la nube carbólica. En la actualidad emplea uno al parecer de utilidad manifiesta.
Este aparato, construido por Mr. Collin, está destinado a pulverizar el agua fenicada exactamente en las mismas condiciones que el pulverizador del profesor Lister. Posee una forma diferente, puede manejarse con más facilidad y su precio es mucho menor.

Como todos los pulverizadores de vapor se halla constituido por un recipiente calentado por una lámpara de alcohol. Este recipiente tiene una forma esférica, y en su parte superior lleva un embudo c que permite llenarlo con una cantidad determinada de agua.

Existe una válvula de seguridad; dos tubos A y B para la salida del vapor movibles de bajo arriba y viceversa, permiten dirigir la corriente; se hallan desprovistos de llave, y se cierran ellos mismos cuando se les cambia la posición vertical. Estos dos tubos reciben en ángulo agudo otros dos tubos por los cuales se hace la aspiración del líquido carbólico colocado en el recipiente.
El líquido sube por los tubos aspiradores y se halla filtrado por una pequeña esponja; después se divide por la corriente de vapor sobre el orificio estrecho que se ve obligado a franquear. La pulverización es finísima y se practica según el procedimiento recomendado por el Dr. Lister. No moja, como la mayor parte de aparatos, y cubre un espacio considerable.

La presencia de estos dos tubos es de suma importancia por la forma con que están colocados, y Mr. Championnaire ya la había adoptado en los diversos aparatos que ha utilizado.

El aparato, con la caldera llena hasta el nivel del embudo, pulveriza durante más de dos horas sin interrupción alguna. Funciona auna débil presión, y se deben evitar fuertes presiones para no exponerse a una explosión; puede adptarse una lámpara ordinaria; es poco pesado, más manejable, infinitamente menos costoso que el de Lister, y puede emplearse, no solo en las curaciones antisépticas, sino para desinfectar las salas de hospital o habitaciones donde reside cualquier enfermo. Este pulverizador está llamado a prestar grandes servicios, puesto que a las circunstancias expresadas reúne el funcionar por largo tiempo sin incomodar ni inundar a los asistentes».