Plan del Tratado elemental de Anatomía humana

 

Plan de la obra, en el prólogo de José María Gómez Alamá, Tratado elemental de Anatomía Humana descriptiva general y microscópica, 2ª ed., 2 vols., Valencia, Imprenta de José Doménech, 1872.

«...En la exposición procuro ser conciso sin faltar a la claridad, teniendo presente el problema que propone el gran Bichat en el discurso preliminar de su inmortal tratado de Anatomía descriptiva, en estos términos: expresar muchos objetos en pocas palabras; he aquí la perfección del lenguaje”, y no olvidando el conocido precepto de Horacio.

Bichat en el lugar citado, dice también: “El método de las ciencias es el vínculo que une al que aprende con el que enseña: es un punto de apoyo común que sostiene la atención del uno y la memoria del otro: dobla la inteligencia del primero y la fecundidad del segundo”. Por lo mismo he adoptado el método que me ha acreditado mi larga experiencia, como más ventajoso para el aprovechamiento de los alumnos. Combino la anatomía general con la descriptiva, haciendo preceder a cada tratado de esta la exposición general de los sistemas y tejidos, que entran en la composición de los órganos, que se han de describir después. Así, en la osteología y antes de la descripción de los huesos en particular, trato de la anatomía general del sistema huesoso; en la artrología, antes de la descripción de las articulaciones, expongo las consideraciones sobre los sistemas cartilaginoso, fibroso o conectivo, fibro-catilaginoso, elástico y sinovial. De este modo se aproximan y relacionan las ideas más análogas, facilitando la inteligencia, evitando repeticiones y ahorrando mucho tiempo.

En la anatomía general, y sobre todo en la microscópica, cuido de exponer las ideas más útiles y los descubrimientos confirmados ya o generalmente admitidos, y prescindo de los que les falta todavía la sanción de la experiencia, o por lo menos el general consentimiento. Los demás sólo son buenos para que los estudien los hombres eminentes en la ciencia con el fin de confirmarlos o desecharlos.

El orden de los tratados en anatomía descriptiva no puede ser estrictamente fisiológico en una obra destinada a lectores que se supone ignoran ambas ciencias, sino que debe reunir las circunstancias de un buen método de exposición, pasando de lo simple a lo compuesto, de los conocido a lo desconocido y desde cada objeto a los que tienen relación con él. Por eso principio por la osteología y concluyo por la angiología y neurología.

Teniendo presente que escribo principalmente para estudiantes, procuro que los términos en que expreso las definiciones y descripciones de los órganos, no sólo sean los más exacros y característicos, sino que tengan ilación metódica y cierta intención trascendental; la que una vez comprendida ahorra tiempo y trabajo. Por ejemplo, en la definición de cada hueso, elijo los rasgos que a la vez que les distinguen en particular, sirven para indicar al principiante la posición en que ha de colocar al hueso para poderlo estudiar con facilidad, y al mismo tiempo para poder distinguir en los pares el derecho del izquierdo. En la definición de cada músculo tomo en cuenta las particularidades de su estructura en términos de no necesitar el describirla aparte, y así de otras muchas cosas, que sería prolijo enumerar. De este modo puedo omitir muchos párrafos sin faltar al complemento de las ideas.

Acompañan al texto una porción de tablas sinópticas, que presentando a un golpe de vista los objetos y órganos de los tratados más complicados, facilitan su inteligencia y ayudan a la memoria.

El estilo y método didácticos, que son los más adecuados a este género de obras, no permiten hacer las numerosas y trascendentales aplicaciones del conocimiento de la maravillosa organización humana a otros órdenes de ideas y de ciencias. De lo que resulta que el estudio de la Anatomía descriptiva y general, además de lo difícil y costoso que es por su naturaleza, hecho de este modo, les parece a muchos árido e ingrato; y de estos, unos lo abandonan y otros lo siguen a disgusto y con pena, como remolcados por la necesidad, en virtud de haber abrazado la profesión médica. Para obviar este inconveniente, animar a los tímidos y presentar una ligera muestra de la trascendencia de la Anatomía humana, que una vez conocida, hace comprender que su estudio no sólo es indispensable para el médico, sino que también es útil y muy grato para todo hombre de ciencia y de arte, me he decidido a insertar al fin de esta obra mi “Discurso sobre la importancia de la Anatomía humana en sus relaciones con las artes, las ciencias y la religión”, que tuve el honor de leer a mis discípulos en la cátedra al terminar el curso escolar de 1871 a 72.

No puedo desconocer que para adquirir una idea cabal y exacta de los órganos y tejidos de nuestro cuerpo, además de oír su descripción a los buenos maestros, de leerla y recordarla en los libros y aun de verla representada en las láminas y figuras más bien imitadas, es muy útil, casi necesario, que los alumnos los preparen y disequen por sí mismos en el cadáver. Por lo mismo, publico, acompañando a esta obra y formando un tomo aparte, un “Arte de Disecar”, en el que comprendo todas las reglas y preceptos para hacer las preparaciones anatómicas del cuerpo humano, aun las microscópica; la noción y uso de microscopio y de los instrumentos micrométricos y microtómicos; los medios de impedir o retardar la putrefacción, con el fin de aprovechar para la disección, por mucho tiempo, un solo cadáver; el método de embalsamamiento, y el mejor procedimiento para las autopsias cadavéricas. Esto me ha parecido mucho más completo y preferible por varios conceptos, a colocar al frente de la descripción de cada órgano o aparato algunas indicaciones sobre el modo de descubrirlos o presentarlos, como hacen algunos autores”Plan de la obra, en el prólogo de José María Gómez Alamá, Tratado elemental de Anatomía Humana descriptiva general y microscópica, 2ª ed., 2 vols., Valencia, Imprenta de José Doménech, 1872.
En la exposición procuro ser conciso sin faltar a la claridad, teniendo presente el problema que propone el gran Bichat en el discurso preliminar de su inmortal tratado de Anatomía descriptiva, en estos términos: expresar muchos objetos en pocas palabras; he aquí la perfección del lenguaje”, y no olvidando el conocido precepto de Horacio.

Bichat en el lugar citado, dice también: “El método de las ciencias es el vínculo que une al que aprende con el que enseña: es un punto de apoyo común que sostiene la atención del uno y la memoria del otro: dobla la inteligencia del primero y la fecundidad del segundo”. Por lo mismo he adoptado el método que me ha acreditado mi larga experiencia, como más ventajoso para el aprovechamiento de los alumnos. Combino la anatomía general con la descriptiva, haciendo preceder a cada tratado de esta la exposición general de los sistemas y tejidos, que entran en la composición de los órganos, que se han de describir después. Así, en la osteología y antes de la descripción de los huesos en particular, trato de la anatomía general del sistema huesoso; en la artrología, antes de la descripción de las articulaciones, expongo las consideraciones sobre los sistemas cartilaginoso, fibroso o conectivo, fibro-catilaginoso, elástico y sinovial. De este modo se aproximan y relacionan las ideas más análogas, facilitando la inteligencia, evitando repeticiones y ahorrando mucho tiempo.

En la anatomía general, y sobre todo en la microscópica, cuido de exponer las ideas más útiles y los descubrimientos confirmados ya o generalmente admitidos, y prescindo de los que les falta todavía la sanción de la experiencia, o por lo menos el general consentimiento. Los demás sólo son buenos para que los estudien los hombres eminentes en la ciencia con el fin de confirmarlos o desecharlos.

El orden de los tratados en anatomía descriptiva no puede ser estrictamente fisiológico en una obra destinada a lectores que se supone ignoran ambas ciencias, sino que debe reunir las circunstancias de un buen método de exposición, pasando de lo simple a lo compuesto, de los conocido a lo desconocido y desde cada objeto a los que tienen relación con él. Por eso principio por la osteología y concluyo por la angiología y neurología.

Teniendo presente que escribo principalmente para estudiantes, procuro que los términos en que expreso las definiciones y descripciones de los órganos, no sólo sean los más exacros y característicos, sino que tengan ilación metódica y cierta intención trascendental; la que una vez comprendida ahorra tiempo y trabajo. Por ejemplo, en la definición de cada hueso, elijo los rasgos que a la vez que les distinguen en particular, sirven para indicar al principiante la posición en que ha de colocar al hueso para poderlo estudiar con facilidad, y al mismo tiempo para poder distinguir en los pares el derecho del izquierdo. En la definición de cada músculo tomo en cuenta las particularidades de su estructura en términos de no necesitar el describirla aparte, y así de otras muchas cosas, que sería prolijo enumerar. De este modo puedo omitir muchos párrafos sin faltar al complemento de las ideas.

Acompañan al texto una porción de tablas sinópticas, que presentando a un golpe de vista los objetos y órganos de los tratados más complicados, facilitan su inteligencia y ayudan a la memoria.

El estilo y método didácticos, que son los más adecuados a este género de obras, no permiten hacer las numerosas y trascendentales aplicaciones del conocimiento de la maravillosa organización humana a otros órdenes de ideas y de ciencias. De lo que resulta que el estudio de la Anatomía descriptiva y general, además de lo difícil y costoso que es por su naturaleza, hecho de este modo, les parece a muchos árido e ingrato; y de estos, unos lo abandonan y otros lo siguen a disgusto y con pena, como remolcados por la necesidad, en virtud de haber abrazado la profesión médica. Para obviar este inconveniente, animar a los tímidos y presentar una ligera muestra de la trascendencia de la Anatomía humana, que una vez conocida, hace comprender que su estudio no sólo es indispensable para el médico, sino que también es útil y muy grato para todo hombre de ciencia y de arte, me he decidido a insertar al fin de esta obra mi “Discurso sobre la importancia de la Anatomía humana en sus relaciones con las artes, las ciencias y la religión”, que tuve el honor de leer a mis discípulos en la cátedra al terminar el curso escolar de 1871 a 72.

No puedo desconocer que para adquirir una idea cabal y exacta de los órganos y tejidos de nuestro cuerpo, además de oír su descripción a los buenos maestros, de leerla y recordarla en los libros y aun de verla representada en las láminas y figuras más bien imitadas, es muy útil, casi necesario, que los alumnos los preparen y disequen por sí mismos en el cadáver. Por lo mismo, publico, acompañando a esta obra y formando un tomo aparte, un “Arte de Disecar”, en el que comprendo todas las reglas y preceptos para hacer las preparaciones anatómicas del cuerpo humano, aun las microscópica; la noción y uso de microscopio y de los instrumentos micrométricos y microtómicos; los medios de impedir o retardar la putrefacción, con el fin de aprovechar para la disección, por mucho tiempo, un solo cadáver; el método de embalsamamiento, y el mejor procedimiento para las autopsias cadavéricas. Esto me ha parecido mucho más completo y preferible por varios conceptos, a colocar al frente de la descripción de cada órgano o aparato algunas indicaciones sobre el modo de descubrirlos o presentarlos, como hacen algunos autores»