Los nuevos niveles de calidad de vida impuestos por las tendencias actuales de progreso y bienestar, exigen un esfuerzo conjunto de la sociedad en el sentido de facilitar el acceso a todos a una misma vida digna. Lamentablemente nuestra sociedad se ha desarrollado acompañada de elementos que, como el automóvil, aun contribuyendo mucho a ese bienestar, eran al mismo tiempo nocivos en grado sumo para importantes sectores de la sociedad e incluso para ella tomada en su conjunto. Contra esos graves problemas la cultura humana se ha manifestado en aparatos (físicos o abstractos), concebidos para paliar y disminuir en gran grado el daño que conllevan. Uno de estos aparatos es la regulación del tránsito automovil dentro de nuestras ciudades, cuya última manifestación emblemática es el semáforo. Sin embargo, en la medida en que el semáforo facilita el tránsito por una zona de peligro es un bien que debe hacerse extensivo, como un paraguas protector, a todos los sectores de la sociedad. Con el fin de facilitar la máxima comodidad en el aprovechamiento de esa cobertura por los invidentes, dos tecnologías principales han sido puestas a punto: 1º Los semáforos sonoros, que señalan también las preferencias de paso con sonidos. 2º Los perros lazarillos, que han aprendido a reconocer cuando se puede cruzar y cuando no y guían al ciego en esa tarea. Una nueva mejora del semáforo, la posibilidad de activarlo para peatones cuando sea necesario (mediante un pulsador que provoca su puesta en verde) facilitando nuevas formas de tránsito del peligrol, viene requiriendo nuevas formas de acomodación a los sectores más desprotegidos de la sociedad, principalmente los invidentes. En su esfuerzo por que los beneficios sociales sean accesibles a todos los que forman la sociedad, TECSA, Tecnologías Cibercánicas Sociedad Anónima, ha desarrollado el primer pedal pulsador de espere verde para perros lazarillos.

Esta iniciativa social, que parece encaminada a producir un objeto apenas útil, ha de ser entendida como producida desde un enfoque que pretende reequilibrar la balanza de los beneficios sociales profundamente descompensada contra los colectivos no dotados de los sentidos y facultades más utilizados por las clases principales de nuestra sociedad. Así, los ciegos, tan restringidos en sus movimientos por las calles de la ciudad, dispondrán de una ventaja que, aunque poco importante en cuanto al beneficio extra que aporta, ha de ser considerada por cuanto que mejorando la calidad de vida, aunque sea poco, compensa también un poco la desventaja natural que tienen los invidentes. El hecho de que no proporcione una ventaja más que mínima a un sector reducidísimo de la sociedad, no ha de ser argumento en contra de su implantación, puesto que 1º este sector está malposeído en ese sentido y merece ser compensado aunque no pueda ser mucho; 2º no es culpa de este sector el que los demás sectores de la sociedad no sean capaces de disfrutar ese mismo beneficio específico; 3º el intento de hacer ciudades más habitables con menos barreras arquitectónicas ha de ser tomado muy en serio y llevado a cabo; 4º no cabe duda de que esta mejora en la vialidad que de momento sólo afectará positivamente a muy pocas personas, producirá en no muy largo plazo el invento de aparatos que permitirán a los sectores que ahora no obtienen ningún beneficio de la nueva utilidad sentirse compensados. En cualquier caso ha de tomarse en cuenta que no es cuantificable el bien psicológico que puede producir en la interacción con un entorno siempre hostil a priori el inocente sentimiento de orgullo o superioridad que daría al invidente el poder "pedir verde" sin tocar siquiera el semáforo. El efecto de eliminación del Stress y equilibrador que producen en la psique humana el disfrute de pequeñas ventajas materiales y la puesta en acción de pequeñas superioridades fácticas ha de ser considerado tan beneficioso para los disminuídos viales como una verdadera ventaja material en terminos de seguridad de la integridad física, que a fin de cuentas se encuentra muy disminuída en ellos. Esta iniciativa social ha de ser entendida también como una forma de hacer más patente el meritorio trabajo de los perros lazarillos, poco visible en general salvo a los ojos de un experto. Y un primer paso dado en el sentido de la integración ciudadana de los perros en general facilitándoles el acceso a un uso razonado del espacio público en que ellos y nosotros nos movemos; un primer paso en la creación de ámbitos de interacción y comunicación comunes a humanos y animales, que es un primer paso del camino de comprensión entre canes y humanos que ha de llevar a los humanos a saber educar a sus perros en el ejercicio de todas sus habilidades intelectuales y en la máxima socialización, y a estos a empezar a comprender las claves sociales por las que se rije el mundo en el que viven y a una óptima integración. Debe intentarse compensar así con la verdad de su capacidad de integración los perniciosos efectos que ciertos lamentables debates sobre la peligrosidad social de determinadas razas de perros (perros de presa sobre todo) están empezando a causar en el buen entendimiento entre cánidos urbanos y humanos. La tensión de estos debates lleva a humanos de carácter agresivo a hacer un uso utilitario de estos perros, como factor de su capacidad de agresión, y siendo así que las capacidades mentales y éticas de estos animales son muy superiores a las de ese concreto uso utilitario, es conveniente compensarlo poniendo los medios de su mejor integración.

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