ABC. Internacional. Fernando Rojo.
Grupos antiglobalización: la revolución que viene.
Los atentados del 11-S desplazaron a un segundo plano las reivindicaciones de los grupos antiglobalización, que en los primeros meses de 2001 protagonizaron buena parte de la actualidad mundial. Ahora pretenden rescatar sus movilizaciones, que vienen poniendo en jaque desde hace tres años la seguridad de las principales convenciones. En la cumbre de Barcelona llegaron a reunir a 250.000 fieles. Su poder de convocatoria aumenta.
Desde Seattle hasta Barcelona, pasando por los luctuosos sucesos de Génova, el movimiento antiglobalización ha conseguido en apenas tres años elevar sus mensajes y sus acciones hasta las primeras páginas de los medios de comunicación mundial. Y esto no ha hecho más que empezar.
Las reuniones del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, el G-8 o la Unión Europea se ha topado, cada vez con más virulencia, con la oposición frontal de unos grupos que han multiplicado el número de militantes hasta convertirse en el primer germen revolucionario del siglo XXI. En Londres, Ginebra, Praga, Niza, Gotemburgo o Génova ya conocen la capacidad subversiva de los sectores más radicales de los “ antiglobalización “ o “ antisistema “.
Pero detrás de este reguero de destrucción se parapeta un amplio y heterogéneo abanico de organizaciones de izquierda, que van desde ONGs cristianas hasta los anarquistas, pasando por feministas o grupos en defensa de los derechos humanos, y que, perfectamente coordinados a través de Internet, defienden unos postulados que empiezan a ser aceptados incluso por quienes hasta hace muy poco eran sus principales enemigos. El frontal rechazo al neoliberalismo, la lucha contra el sistema capitalista, el odio a las multinacionales, la instauración de la denominada “ tasa Tobin “, la exigencia de la condonación de la deuda externa de los países subdesarrollados y la defensa a ultranza del medio ambiente son algunos de los mandamientos de un ideario tan amplio que igual caben los agricultores franceses como los empleados de Sintel acampados en la castellana.
Cualquiera que tenga algo contra el sistema parece tener sitio últimamente dentro de los “ antiglobalización “, quienes satisfechos por sus éxitos amenazan con estar presentes en cualquier reunión que organicen los que ellos denominan representantes de la opresión globalizadora. Es la revolución que viene.