Pulverizador de Championniere
«Este
autor, entusiasta defensor y propagador incansable del método
antiséptico, ha propuesto y realizado numerosas modificaciones
en los aparatos de pulverización con el objeto de corregir
los inconvenientes que suelen presentar, y de aumentar la intensidad
y extensión de la nube carbólica. En la actualidad
emplea uno al parecer de utilidad manifiesta.
Este aparato, construido por Mr. Collin, está destinado
a pulverizar el agua fenicada exactamente en las mismas condiciones
que el pulverizador del profesor Lister. Posee una forma diferente,
puede manejarse con más facilidad y su precio es mucho
menor.
Como todos los pulverizadores de vapor se halla constituido por
un recipiente calentado por una lámpara de alcohol. Este
recipiente tiene una forma esférica, y en su parte superior
lleva un embudo c que permite llenarlo con una cantidad determinada
de agua.
Existe una válvula de seguridad; dos tubos A y B para
la salida del vapor movibles de bajo arriba y viceversa, permiten
dirigir la corriente; se hallan desprovistos de llave, y se cierran
ellos mismos cuando se les cambia la posición vertical.
Estos dos tubos reciben en ángulo agudo otros dos tubos
por los cuales se hace la aspiración del líquido
carbólico colocado en el recipiente.
El líquido sube por los tubos aspiradores y se halla filtrado
por una pequeña esponja; después se divide por
la corriente de vapor sobre el orificio estrecho que se ve obligado
a franquear. La pulverización es finísima y se
practica según el procedimiento recomendado por el Dr.
Lister. No moja, como la mayor parte de aparatos, y cubre un
espacio considerable.
La presencia de estos dos tubos es de suma importancia por la
forma con que están colocados, y Mr. Championnaire ya
la había adoptado en los diversos aparatos que ha utilizado.
El aparato, con la caldera llena hasta el nivel del embudo, pulveriza
durante más de dos horas sin interrupción alguna.
Funciona auna débil presión, y se deben evitar
fuertes presiones para no exponerse a una explosión; puede
adptarse una lámpara ordinaria; es poco pesado, más
manejable, infinitamente menos costoso que el de Lister, y puede
emplearse, no solo en las curaciones antisépticas, sino
para desinfectar las salas de hospital o habitaciones donde reside
cualquier enfermo. Este pulverizador está llamado a prestar
grandes servicios, puesto que a las circunstancias expresadas
reúne el funcionar por largo tiempo sin incomodar ni inundar
a los asistentes».
(Juan Aguilar
y Lara, Lister y Guerín, La nueva cirugía antiséptica.
Historia, principios, manual operatorio y resultados, Valencia,
Librería de Pascual Aguilar, 1882, pp.219-222).
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