La imagen cinemática fue la forma de consumo por excelencia en el contexto de la cultura de masas. También aquí se da el movimiento de ida y vuelta entre las pretensiones de objetividad científica y la ficción imaginada. Encontramos insospechadas correspondencias de fondo entre el cine dedicado al ocio, los documentales etnográficos y los noticieros periodísticos. Respecto a la acción colonial española bajo el franquismo, son insoslayables las filmaciones del NO-DO, donde se entrevera el acercamiento geográfico y etnográfico con la propaganda colonial (acción sanitaria, evangelización, desarrollo económico, etc.) justificada como progreso civilizatorio y evangelizador. Las mismas pautas se dan en algunos de los documentales de Manuel Hernández Sanjuán por encargo de la Dirección General de Marruecos y Colonias, como por ejemplo Misiones de Guinea (1948). En el cine de Hollywood, en el caso de La hechicera blanca, vemos un esquema temático similar; la superioridad de la ciencia, particularmente la medicina, que no solo tiene una mayor eficacia, sino que al rivalizar con la idolatría y el fetichismo locales, es el mejor medio para desplazar y sustituir las supuestas formas irracionales de pensamiento primitivo.
Con ese propósito, se yuxtaponen escenas de ficción y filmaciones etnográficas descontextualizadas. En consonancia, en su tráiler, después de los nombres de los protagonistas, las poblaciones africanas quedan reducidas a un “cast of thousands” (reparto de miles).