Los flujos migratorios son uno de los rasgos básicos de la transformación social, económica y política de nuestras sociedades.
El impacto de los cambios cualitativos y cuantitativos de esos movimientos de población en las instituciones y categorías sociales de nuestras democracias abarca prácticamente todo el abanico posible: de la ciudadanía a los derechos, del trabajo a la cultura, del vínculo social a la representación política.
Las instituciones de la UE son cada vez más conscientes de la necesidad de responder a los desafíos que plantea la inmigración. También los poderes públicos en buena parte de los Estados miembros, al menos los que cuentan con tradición migratoria, tratan de poner en marcha programas de investigación, de formación y de intervención social.