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Mitchell Ryan Distin defiende su tesis sobre una Segunda Síntesis Evolutiva

  • 13 marzo de 2023
Mitchell Ryan Distin, Andrés Moya

Esta tesis, dirigida por Andrés Moya, tiende un puente entre las ciencias de la vida y la historia y filosofía de la biología, poniendo de relieve los principales logros alcanzados por historiadores y filósofos en la última generación y cómo estos avances pueden modernizar el pensamiento biológico. La tesis fue defendida el 13 de marzo de 2023.

La primera gran síntesis de la biología -es decir, la Síntesis Moderna (1918-1956)- unió las subdisciplinas de la biología y las organizó en un marco teórico y matemático coherente de la evolución, lo que condujo a la legitimación de la biología como disciplina científica y de la selección natural como teoría científica acreditada. Sin embargo, aunque la ecología desempeñó un papel fundamental en la aceptación final del punto de vista genético poblacional de la evolución en la era sintética, desempeñó un papel menor en el desarrollo de la teoría evolutiva hasta la década de 1980, cuando empezamos a estudiar sistemáticamente la dinámica evolutiva de las poblaciones naturales en el espacio y el tiempo. Como consecuencia, la teoría evolutiva se construyó inicialmente en un vacío abstracto que no era representativo de la evolución en la naturaleza. La unificación de la ecología con la biología evolutiva ha hecho progresar así nuestro conocimiento de la teoría de la selección natural. Ya no nos preguntamos si la selección natural actúa en las poblaciones naturales, sino cómo la selección natural provoca la adaptación de las poblaciones naturales en contextos espaciotemporales. La biología evolutiva se encuentra actualmente suspendida en una fase intermedia de progreso científico que exige la organización e integración de las desbordantes reservas de conocimientos –producidas por su reciente síntesis con la ecología– en un marco teórico coherente y unificado, al igual que pasó en la primera síntesis. Aquí es donde los recientes avances de la filosofía de la biología pueden ser de gran utilidad, actuando como puente entre subdisciplinas de la biología anteriormente divididas e inventando nuevas estrategias teóricas para organizar y acomodar el conocimiento dividido.

Esta tesis, titulada "Evolución en el espacio y en el tiempo. La segunda síntesis entre la ecología, la biología evolutiva y la filosofía de la biología" ofrece una reconstrucción histórica de las fuerzas filosóficas, tecnológicas y naturales que condujeron a la segunda síntesis, con la esperanza de reconocer los significativos avances que se han producido en la biología en la última generación. El autor ofrece algunas recomendaciones normativas, prescribiendo una teoría pluralista de la selección natural que pueda explicar fenómenos emergentes complejos (como la evolucionabilidad) para resolver finalmente la paradoja de la variación adaptativa. La tesis tiende un puente entre la biología ampliada y la historia/filosofía de la biología, poniendo de relieve los principales logros alcanzados por historiadores y filósofos en la última generación y cómo estos avances pueden modernizar el pensamiento biológico. La primera síntesis legitimó la biología; la segunda la autonomizó. Ahora ha llegado de nuevo el momento de organizar y estructurar nuestros nuevos conocimientos en un marco teórico coherente, utilizando las estrategias teóricas sugeridas por los filósofos para representar una nueva forma de ver la evolución de la vida en la Tierra –y probablemente más allá.

Mitchell Ryan Distin realizó su investigación doctoral en el grupo de Genética Evolutiva bajo la supervisión de Andrés Moya, catedrático de Genética de la Universitat de València e investigador del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas I2SysBio (UV-CSIC). Durante el desarrollo de la investigación Mitchell Ryan Distin realizó una estancia en el Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Cambridge. El tribunal calificador estuvo formado por Víctor Luque (Universitat de València), Laura Nuño de la Rosa (Universidad Complutense), y Ana Barahona (Universidad Nacional Autónoma de México), quienes calificaron la tesis como sobresaliente.