- Prosificación: Donde el mar
siciliano, espumoso, argenta de plata el pie al Lilibeo
(bóveda de las fraguas de Vulcano o tumba de los huesos de
Tifeo), un llano da, cenizoso, pálidas señas del duro oficio,
cuando no del sacrílego deseo. Allí una alta roca es mordaza
de su boca a una gruta.
- Notas: En el extremo
occidental de la isla de Sicilia hay un promontorio llamado
Lilibeo. Más hacia el este se alza el Etna. Hay varias
leyendas mitológicas que prentenden explicar la actividad
volcánica del Etna. Según una de ellas, el volcán era la
chimenea de la fragua de Vulcano, situada bajo la isla.
Vulcano forjaba en su fragua los rayos que lanzaba Júpiter
durante las tormentas. Según otra leyenda, antes de que el
hombre poblara la Tierra, la habitaban los gigantes, que
trataron de escalar el monte Olimpo, la morada de los dioses,
para dominarlo también, pero fueron aniquilados. Uno de ellos,
Tifeo, fue sepultado vivo por una gran roca que le lanzó
Júpiter, roca que se convirtió en la isla de Sicilia y el Etna
era el respiradero por donde el gigante exhalaba su aliento.
- Observaciones: La expresión
A cuando no B equivale a A si no B, o más simplemente a A o B.
El llano, con sus cenizas, da muestras de la actividad del
Etna, es decir, señas del duro oficio (el oficio de herrero de
Vulcano) o del sacrílego deseo (que tuvieron Tifeo y los demás
gigantes de invadir el Olimpo).
Pálidas puede entenderse como débiles (pálidas señas = débiles
indicios) o bien como lúgubres, pues en la literatura latina
es habitual calificar a la muerte como pálida. Así, pálidas
señas = señales de muerte.
La expresión A es B a C significa A le sirve a C como B. Esto
es habitual en castellano cuando B es un adjetivo (La roca es
útil a Juan), pero Góngora la emplea habitualmente con
sustantivos (La roca es mesa a Juan = le sirve como mesa a
Juan.) Así, los últimos versos significan que una roca hace de
mordaza a la boca de una gruta (es decir, la cierra).
Comentarios:
La narración comienza con una colorida descripción del escenario:
Donde, espumoso, el mar sicilïano
el pie argenta de plata al Lilibeo
El mar azul se vuelve plateado por la espuma de las olas que
rompen al pie del Lilibeo. Sintácticamente, los versos son llanos:
no hay un hipérbaton forzado en el primero, ya que no hay que
entender "el espumoso mar siciliano", pues lo que dice es que el
mar siciliano argenta espumoso el pie al Lilibeo (espumoso = con
su espuma). La frase no es más retorcida que "donde, afanosos, los
agricultores trabajan los campos", que a nadie le chocaría lo más
mínimo en poesía.
Etimológicamente, argentar es platear, por lo que "argenta de
plata" puede parecer un pleonasmo. No lo es, pues en la época de
Góngora argentar se usaba con el sentido general de dar brillo de
oro o plata, especialmente a determinados calzados, lo que hace
necesaria la precisión "de plata" y hace todavía más oportuna la
expresión "argenta de plata el pie".
En Lilibeo los cartagineses instalaron su plaza más fuerte en
Sicilia. Durante las interminables luchas que mantuvieron contra
los griegos por la supremacía en la isla, Lilibeo nunca les fue
arrebatada. Cualquier lector educado en la época de Góngora había
estudiado historia antigua, y los nombres de Sicilia y Lilibeo le
resultaban muy familiares y bastaban para evocarle muchas escenas
que indirectamente le situaban en el lugar de los hechos. Una
técnica que Góngora usa con frecuencia es la de evocar hechos
conocidos con unas mínimas alusiones, lo que le permite condensar
muchos matices en pocas palabras. Por desgracia, los conocimientos
que Góngora podía esperar en sus coetáneos no son los mismos que
cabe esperar en un lector moderno, lo que impide leer su poesía
seriamente sin aclaraciones como éstas. Hay que insistir en que
esta dificultad no es intencionada, sino fruto de las
circunstancias.
A continuación nos encontramos con
(bóveda de las fraguas de Vulcano
o tumba de los huesos de Tifeo),
Nuevamente, los contemporáneos de Góngora con estudios básicos
conocían sin duda las historias de la mitología clásica a las que
aluden estos versos. Casi todas las alusiones mitológicas de
Góngora pueden ser captadas fácilmente por un lector familiarizado
únicamente con las Metamorfosis de Ovidio, que en aquella época
eran tan conocidas como hoy puedan serlo Hamlet, o Romeo y
Julieta. Estos versos indican que (en el poema) la Mitología es
real, que la Sicilia que han evocado los versos anteriores no es
la Sicilia histórica, sino la Sicilia mitológica, con sus dioses,
ninfas, faunos, monstruos, etc. Además, las dos referencias aluden
al Etna, y los versos siguientes refuerzan esta alusión:
pálidas señas, cenizoso, un llano,
—cuando no del sacrílego deseo—
del duro oficio da.
Ahora estamos en un lúgubre llano en las cercanías del Etna. Una
vez más, no debemos ver un hipérbato en
cenizoso un llano, pues, como en el primer verso,
hay que entender que el llano da, cenizoso, (= con las cenizas que
lo cubren) señas pálidas del duro oficio. Aquí tenemos un ejemplo
de correlación: Góngora propone dos explicaciones alternativas de
la actividad del Etna y, en correlación con ellas, da dos
interpretaciones de por qué hay cenizas en el llano (son señas del
duro oficio si pensamos que el Etna es la chimenea de las fraguas
de Vulcano, o señas de la historia de Tifeo, si creemos que
Sicilia es la tumba de Tifeo). Góngora siempre deja al lector la
tarea de ir atando cabos, como en este caso captar la correlación.
Sí tenemos un hipérbato en el desplazamiento del verbo da hasta el
final de la frase. No dificulta en absoluto la comprensión, pero
la frase termina bruscamente. No sería descabellado decir que
evoca un martillazo del herrero Vulcano. Más violento es que el
punto final no puede ser respetado, pues es necesario formar una
sinalefa y leer en la misma sílaba la vocal siguiente:
da. Allí... Esto fuerza a una
transición brusca que nos saca rápidamente de las digresiones
mitológicas para interesarnos en una cueva. Si esta estrofa fuera
una película, estaríamos ante un lento zoom: primero el mar, luego
el Lilibeo, luego el Etna, luego el llano, luego la cueva. Este
zoom continúa en la estrofa siguiente, que nos llevará hasta el
interior de la cueva.