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En 1527 el rey Fernando I de Bohemia fue reconocido como rey Fernando I Hungría por una parte del país, mientras la otra reconocía a Juan Zápolya.
La reforma había triunfado entre la burguesía sueca, hasta el punto de que el rey Gustavo I logró que la dieta de Västerås declarara supeditada al Estado la Iglesia Sueca, así como la confiscación sus bienes en beneficio del tesoro (que estaba vacío) y de la nobleza (que así no tuvo nada que objetar).
Erasmo de Rotterdam publicaba su Ciceronianus,
en el que prevenía contra "Esos
simiescos imitadores de Cicerón", dados a la
pedantería y a un servilismo imitativo de la
antiguedad clásica, así como contra los peligros del
neopaganismo. Erasmo insistía en que las letras clásicas
debían estar al servicio del cristianismo.
En la universidad de Basilea obtuvo una cátedra de medicina
un médico de treinta y cuatro años, nacido en un pueblo
cercano a Zurich, llamado Philippus
Aureolus Theophrastus Bombastus von Hohenheim, más
conocido como Paracelso.
Rompiendo con la tradición de enseñar en latín,
usó en su lugar la lengua alemana y, como parte de su
enseñanza, quemó públicamente los libros
clásicos de Galeno, Avicena, etc., con cuyas doctrinas
discrepaba drásticamente.
Alberto Durero publicó un tratado sobre fortificaciones, que sería utilizado en los años siguientes por muchas ciudades alemanas preocupadas por la amenaza turca.
Ese año murió, exiliado en Marruecos, Boabdil, el rey
de Granada derrocado por los Reyes Católicos.
En la India, varios jefes de clanes, que hasta entonces
habían gobernado con cierta independencia del sultanato de
Delhi, se enfrentaron a Báber, pero fueron derrotados.
Báber se proclamó sultán de Delhi, el primero de
la llamada dinastía mongola.
En Vietnam se produjo un cambio dinástico cuando la familia Mac usurpó el trono a los Le.
Sin embargo, algunas regiones permanecieron fieles a los Le y
empezó una guerra civil.
El gobierno de La Española fue puesto en manos de la
audiencia de Santo Domingo, al frente de la cual se puso al obispo de
la ciudad, Sebastián
Ramírez de Fuenleal. Durante su mandato,
reorganizó la hacienda, castigó a los autores de malos
tratos a los indios y propugnó la sustitución de las
encomiendas por el cobro de tributos a los indígenas.
Almagro volvió junto a Pizarro con los refuerzos que
había ido a buscar y, con ellos, pudieron
alcanzar el extremo norte de lo que, de acuerdo con la leyenda que
perseguían, llamaron Perú,
y así se sigue
llamando. Aunque no obtuvieron información profunda sobre la
estructura del Imperio Inca, tuvieron noticia de la guerra civil entre
Huáscar y Atahualpa y, desde luego, comprendieron que se
encontraban ante una civilización sólida y organizada,
contra la que nada podían hacer de momento. Por ello decidieron
regresar a Panamá. Allí trataron de convencer al
gobernador, Pedro de los Ríos, para que financiara la conquista
de Perú, pero éste les negó toda ayuda.
Mientras tanto, Francisco de Montejo empezó a asignar
repartimientos de indios en el Yucatán y, cuando los mayas
comprendieron en qué consistía eso, no les gustó,
y empezaron las sublevaciones. Montejo contaba con 380 hombres y 57
caballos, pero, a diferencia de Cortés en México, no
contaba con ningún apoyo nativo. Su única ventaja era que
los mayas estaban divididos en cacicatos rivales, pero, aún
así, sus efectivos iban mermando en cada combate. En su
retirada, los españoles llegaron a la ciudad de Chetumal, donde encontraron a
Gonzalo Guerrero, el náufrago que se había negado a ser
rescatado por Cortés por haberse integrado en la sociedad maya.
Montejo pensó que se pondría de su parte, pero Guerrero
había ascendido a nacom
(un grado de oficial) y organizó a los mayas contra los
españoles, con la ventaja de que conocía su forma de
combatir. Montejo y sus hombres tuvieron que huir de nuevo, pero
Guerrero los siguió con una flotilla para defender a los mayas
de la zona a la que se dirigían los españoles, pero un
disparo de arcabuz acabó con su vida. Aun así, Montejo
tuvo que abandonar el Yucatán con los pocos hombres que le
quedaban, y en 1528 marchó a
México en busca de refuerzos.
En enero, tras varios meses de
reclusión, el Papa Clemente VII decidió que le
convenía más estar a buenas con el emperador Carlos V, y
abandonó la liga de Cognac.
Agobiado por problemas económicos,
Carlos V concedió el gobierno de Venezuela a los banqueros Welser, que ya habían
obtenido unos años atrás algunos privilegios para el
comercio con América. Las capitulaciones actuales les
eximían de ciertos impuestos y les permitían esclavizar a
los indios rebeldes, así como importar negros para trabajar en
las minas. Por su parte, los Welser tenían que fundar dos
ciudades y edificar tres fortalezas.
Andra Doria se encontraba asediando Nápoles junto con la
armada francesa, pero, descontento de la situación de su patria,
Génova, bajo el dominio francés, decidió cambiar
de bando. Empleó sus naves para atacar una escuadra francesa que
acudía para apoyar el asedio. Los franceses, pillados por
sorpresa, tuvieron que retirarse. Desde ese momento, Doria puso su
flota al servicio de Carlos V, al que
reclamó la libertad de Génova. El emperador le
encargó a él mismo
ocuparse de ahuyentar a los franceses de la república, cosa que
hizo
rápidamente, y aprovechó para introducir algunas reformas
políticas que
redujeran las rivalidades entre las grandes familias mediante el
establecimiento de un gobierno oligárquico estable. A partir de
ese momento, los banqueros genoveses fueron adquiriendo cada vez
más preponderancia en las finanzas del Imperio. Carlos V
nombró
virrey de Nápoles al príncipe Filiberto de Orange. Por
otra parte, los franceses ocuparon el Milanesado.
El duque Antonio de Lorena tenía un hermano llamado Claudio, que hacía veinte
años había heredado el condado de Guisa de una prima suya. Entonces
decidió integrar en Francia su condado, y ahora el rey Francisco
I lo nombraba duque de Guisa.
La expedición de Sebastián Caboto, después de
haber explorado el río Paraná sin encontrar la plata que
buscaba, se adentró por el Uruguay y luego por su
prolongación, el Paraguay.
Álvaro Saavedra llegó a las Molucas y a un territorio
al que, debido a que sus habitantes le recordaban a los negros de
África, llamó Nueva
Guinea.
Alberto Durero murió mientras su Tratado de las proporciones del cuerpo
humano estaba en la imprenta.
Mamadú Turé, ciego desde hacía casi diez
años, fue asesinado por sus hijos, que en los años
siguientes se fueron matando unos a otros por el Imperio Songhai.
En febrero llegó a París Ignacio de Loyola, tras cinco meses de viaje a pie desde Salamanca. Allí perfeccionó sus estudios de latín.
En abril llegó a Florida Pánfilo Narváez. Desde allí inició una expedición hacia el interior en la que llegó hasta los montes Apalaches. Luego marchó hacia el suroeste hasta alcanzar la costa, donde construyó unos barcos, pero una tormenta los destrozó contra la costa. Narváez murió junto con la mayor parte de sus hombres. Los supervivientes, conducidos por Cabeza de Vaca, no tardaron en ser capturados por los indios.
El rey Jacobo V de Escocia, a sus dieciséis años,
logró deshacerse de la tutela nobiliaria. Los intentos
intervencionistas de Enrique VIII de Inglaterra lo decantaron hacia el
partido francófilo dirigido por el cardenal David Beaton.
Enrique VIII había contratado excelentes ingenieros que le
estaban construyendo una poderosa flota con fines comerciales. Entre
sus principales capitanes se encontraba William Hawkins, que inició
el comercio con Guinea y Brasil. En Brasil murió Giovanni da
Verrazzano, que había partido del Francia el año
anterior, al frente de una nueva expedición.
También murió ese año el conde Juan IV de
Egmont, que fue sucedido por su hijo Lamoral,
de seis años.
Berna se sumó a los cantones suizos que acogían la
reforma.
Baltasar de Castiglione publicó El cortesano, más de diez
años después de haberla acabado, aunque en ese plazo la
pulió y revisó profundamente.
Ante los obstáculos que les ponía el gobernador de
Castilla del Oro, Pizarro y sus socios decidieron que el primero
viajara a España para solicitar el apoyo de la Corona. Mientras
hacía gestiones para ser recibido por el Emperador, Pizarro
conoció a Hernán Cortés, que también estaba
resolviendo sus problemas legales. Entre las acusaciones que pesaban
sobre él estaban las de haber intervenido en la muerte de los
jueces Ponce de León y Aguilar, e incluso en la de su propia
esposa, Catalina Juárez). Cortés se convirtió en
el modelo a seguir para Pizarro, que reafirmó su proyecto de
lograr en Perú lo que Cortés había logrado en
México.
Finalmente, la Corona exoneró a Cortés de todos los
crímenes que se le imputaban, pero no le devolvió el
gobierno de Nueva España, que fue asignado a una audiencia
constituida en diciembre, bajo la
presidencia de Nuño
Beltrán de Guzmán, que relevó al juez
Alonso de Estrada.
En 1529 Muhammad Báber se
consolidó definitivamente como sultán de Delhi al
derrotar a una coalición afgana dirigida por Mahmud Lodi.
Ese año murió en Toledo el conde Baltasar de
Castiglione.
Ignacio de Loyola llevaba varios años escribiendo un tratado
titulado Ejercicios espirituales
para vencer a sí mismo y ordenar su vida sin determinarse por
afección alguna que desordenada sea, más
brevemente conocido como el Libro de
los ejercicios espirituales. Constituye un auténtico
lavado de cerebro al estilo de las sectas modernas. Veamos, por
ejemplo,
el ejercicio quinto, sobre el infierno:
El primer preámbulo, composición, que es ver con la vista de la imaginación la longura, anchura y profundidad del infierno. El segundo será demandar lo que quiero; sará aquí pedir interno sentimiento de la pena que padecen los dañados, para que, si del amor del Señor eterno me olvidara por mis faltas, a lo menos el temor de las penas me ayude para no venir en pecado. El primer punto será ver, con la vista de la imaginación, los grandes fuegos y las almas como en cuerpos ígneos. El segundo oír con las orejas llantos, alaridos, voces, blasfemias contra Cristo Nuestro Señor y contra todos los santos. El tercer punto será oler con el olfato humano piedra-azufre, sentina y cosas pútridas. El cuarto, gustar con el gusto cosas amargas, así como lágrimas, tristeza y el verme gusano de la consciencia. El quinto tocar con el tacto, es a saber, como los fuegos tocan y abrasan las ánimas. Haciendo un coloquio a Cristo Nuestro Señor, traer a la memoria las ánimas que están en el infierno, unas porque no creyeron en el Advenimiento, otras, creyendo, no obraron según sus mandamientos: haciendo tres partes, la primera antes del Advenimiento, la segunda en su vida y la tercera después de la vida en este mundo; y con esto, darle gracias porque no me ha dejado caer en ninguna de éstas, acabando de mi vida. Asimismo, como hasta ahora ha tenido de mi tanta piedad y misericordia, acabando con un Pater noster.
Terminan con dieciocho reglas, de
entre las que cabe destacar:
En París tradujo los ejercicios a un latín peor
aún que el castellano original, y los dio a leer a algunos
compañeros, e incluso a algunos profesores. Como resultado, fue
acusado nuevamente de presunta herejía, aunque esta vez fue
absuelto. (No cabe duda de que cualquier cristiano en sus cabales que
leyera
los Ejercicios
experimentaría la tentación de
abandonar la Santa Madre
Iglesia Hierárquica, pero también era evidente que no era
ésa la intención del autor, por lo que no se le
podía tachar de hereje.) Vivía de la caridad, y ese
año realizó
un viaje a Flandes para mendigar a otros que no lo conocieran ya.
Visitó Brujas, donde conoció a Juan Luis Vives, que, poco
después de casarse, había abandonado Inglaterra para
instalarse en dicha ciudad, donde vivía la familia de su esposa,
unos comerciantes de origen valenciano. Su matrimonio lo había
llevado a reflexionar sobre la figura del marido, y publicó sus
conclusiones en su tratado De
officio mariti,
que complementaba a su De
institutione feminae christianae. También publicó
por estas fechas un tratado sobre política
titulado De concordia et discordia
in humano genere. Ignacio de Loyola no vio con buenos ojos su
erasmismo.
Álvaro Saavedra trató de regresar a México
desde Nueva Guinea, pero murió en el Pacífico. Los
intentos de los españoles de arrebatar a los portugueses el
control sobre las Molucas habían sido vanos, así que, el 22 de abril, España y Portugal
firmaron el tratado de Zaragoza,
por el que se establecía una segunda línea divisoria,
complementaria de la estipulada en el tratado de Tordesillas, situada
aproximadamente a 150º de longitud este. Esto dejaba las Molucas
en la zona portuguesa, por lo que Portugal compensó a
España con una importante suma de dinero. Ahora ya podía
decirse con precisión que el mundo era español en un 45%
y portugués en un 55%, al menos, suponiendo que nadie tuviera
nada que objetar a este acuerdo bilateral.
La catedral de Basilea estaba a cargo del pastor Johannes Hausschein, más
conocido por la versión griega de su apellido: Ecolampadio, quien, pese a la
oposición de los católicos, introdujo en la ciudad el
culto establecido por Zuinglio. Erasmo abandonó la Basilea
evangelista por los mismos motivos que ocho años
atrás había abandonado la católica Lovaina. Se
retiró a Friburgo.
Zuinglio trató de imponer la reforma a los cantones
católicos y dirigió un enfrentamiento armado contra ellos
junto a la aldea de Kappel.
En Suecia, se celebró el concilio de Örebro, en el que Olaus Petri
logró que el clero aceptara la reforma, como ya la habían
aceptado la nobleza y la burguesía, lo que supuso la ruptura
definitiva con Roma. La jerarquía eclesiástica quedaba
supeditada al obispo de Uppsala, que a su vez dependía del rey.
Las posiciones de Lutero y Zuinglio eran cada vez más
divergentes. Zuinglio estaba organizando Suiza para hacer frente tanto
al emperador como al Papa, mientras que Lutero era partidario de dar al
César lo que es del César y mantener la religión
apartada de la política, de forma que los príncipes
alemanes pudieran sentirse cómodos (o, mejor aún,
beneficiados) con la reforma y le prestaran su apoyo. Pese a ello,
Lutero quiso hacer lo posible por evitar una ruptura en la Iglesia
Evangelista y aceptó acudir con Melanchthon a un coloquio
que convocó en Marburgo
el landgrave Felipe de Hesse,
quien había dicho abiertamente al
emperador que se dejaría quitar vida y hacienda antes que
claudicar de sus ideas religiosas.
En materia teológica, los reunidos convinieron en todos los
puntos excepto en la interpretación del sacramento de la
eucaristía. Ya el primer día, Lutero escribió con
tiza sobre la mesa el texto evangélico: "Éste es mi cuerpo", pero
Zuinglio afirmaba que las palabras de Jesús significaban "Este pan representa mi cuerpo",
pero sin que hubiera que entender que era el mismo cuerpo. Jesús
había dicho también "Yo
soy la puerta, yo soy la vid, yo soy el pastor", sin hacerse
puerta, vid o pastor. Así pues, no había por qué
suponer una transubstanciación en la eucaristía. No
obstante, Zuinglio añadía que la fe del creyente provoca
una verdadera presencia de Cristo en el momento de la comunión. "No hay verdadera fe sin actual contacto
del alma con Cristo". El pan y el vino representan el cuerpo y
la sangre de Cristo, como símbolos, la presencia del cuerpo y la
sangre en la comunión es real, pero proviene de la fe del
creyente, y no del sacramento del sacerdote.
Lutero no aceptaba estos argumentos, aunque no tenía la
preparación necesaria para rebatirlos con argumentos
teológicos serios, valga la contradicción. Por otra
parte, el hecho de que estuvieran de acuerdo en todo menos en este
punto, era para él prueba inequívoca de que el diablo
estaba confundiéndolos, y le aterraba no estar seguro de si el
confundido era él o Zuinglio. El lector ingenuo que se pregunte
quién tenía razón debería tener presente
que es prácticamente seguro que Jesús jamás dijo
"éste es mi cuerpo", ya que el origen histórico de la
eucaristía hay que buscarlo probablemente en las religiones
mistéricas griegas, y los cristianos la idearon años
después de la muerte de Jesús, principalmente a
través de san Pablo, que fue también el inventor de la
teoría de la redención para dar sentido a la muerte del
Mesías.
El coloquio terminó cuando los reunidos firmaron su conformidad en catorce puntos de los quince tratados. Estos puntos son el núcleo de la doctrina evangélica, que puede resumirse así: El cristiano nace con la mancha del pecado de Adán y, por ello, no es digno de la gloria del Cielo. Para limpiarse del pecado, Jesús hubo de morir en la cruz y, con su sangre, lo dejó más blanco que un cordero. Por su parte, el cristiano no tiene más que creer en este misterio (en que la sangre de Jesús es lo único que puede redimirlo). Las buenas obras son un resultado de la fe, pero no ayudan en modo alguno a conseguir la salvación. La salvación es gratuita. Además, tanto la fe como la gracia, son dones que el creyente obtiene directamente de su Salvador, sin intermediarios. Los sacerdotes y la jerarquía eclesiástica son parte de la administración de la Iglesia, pero no pueden hacer nada para conducir las almas ante el trono de Dios. Todos los creyentes son iluminados igualmente por Dios, de forma que un hombre sencillo es tan apto como el Papa para interpretar la Biblia. La Biblia es la única revelación divina. La lectura de los Santos Padres puede ser edificante, pero hay que tener en cuenta que a menudo éstos se contradicen entre sí y se combaten unos a otros, signo claro de que no son infalibles, como tampoco lo son el Papa o los concilios.
El 25 de julio, Francisco Pizarro firmó capitulaciones para la conquista de Perú, o Nueva Castilla. Por ellas recibía los títulos de gobernador, capitán general, adelantado y alguacil de los territorios otorgados. Almagro era nombrado alcalde de Túmbez (la región peruana que ya habían visitado) y Luque recibía la dignidad de arzobispo mayor y protector de indios. Los "trece de la fama" recibían el título de hidalgo y de caballeros de la espuela dorada.
Isabel Freyre, la amada de Garcilaso de la Vega, contrajo matrimonio
con Antonio de Fonseca, matrimonio al que la literatura castellana debe
muchos versos
apasionados: ¡Quién
pudiera hartarse / de no esperar remedio y de quejarse! El poeta
zarpó rumbo a Génova, acompañando al emperador
Carlos V. Luego se unió al ejército que el
príncipe Filiberto de Orange dirigió contra Florencia. La
ciudad no pudo contar con el apoyo de sus aliados, ya que la liga de
Cognac
murió
definitivamente con la rendición de Francia. El 5 de agosto,
Luisa de Saboya, en nombre de su hijo, Francisco I de Francia, y
Margarita de Austria, en nombre de su sobrino, Carlos V,
firmaron la paz de Cambrai,
también conocida como paz de
las damas.
En ella Carlos V renunciaba a sus pretensiones sobre el ducado de
Borgoña, mientras que Francisco I le cedía sus derechos
sobre Flandes y
renunciaba a sus pretensiones italianas. Francisco II Sforza fue
restaurado como duque de Milán, tras rendir vasallaje al
emperador. El
rey francés hubo de pagar un fuerte rescate por sus hijos,
retenidos
como rehenes en España desde hacía tres años.
También se concertó el
matrimonio entre Francisco I y Leonor, la hermana de Carlos V, viuda
del rey Manuel I de Portugal.
Ahora que Carlos V volvía a mantener buenas relaciones con el
Papa Clemente VII, trató de retractarse de las
libertades de culto que había concedido tres años
atrás a los reformistas. No se atrevío a abolirlas, pero
prohibió que los luteranos predicaran la reforma en los estados
católicos. Los príncipes alemanes, divididos en Luteranos
y Zuinglianos, se pusieron de acuerdo en la dieta de Spira para protestar por esta
medida, y desde entonces los reformistas son más conocidos por
el nombre de protestantes.
Lutero publicó su Pequeño
catecismo y su Gran catecismo.
Mientras tanto, el rey Fernando I de Bohemia y Hungría
luchaba por dominar efectivamente el territorio húngaro.
Teóricamente luchaba contra su rival, Juan Zápolya, pero
en la práctica lo hacía contra el sultán
Solimán I el Magnífico, que dominaba gran parte de la
cuenca del Danubio y avanzó hasta asediar Viena, si bien fue
derrotado y tuvo que retirarse de Austria.
Finalmente, el rey Enrique VIII de Inglaterra anunció su
decisión firme de divorciarse de su esposa, Catalina de
Aragón, pero el Papa se negó a concederle la
anulación (en segundo lugar porque consideraba que
contradecía la indisolubilidad del matrimonio, y en primer lugar
porque consideraba que contradecía a la voluntad del emperador,
para el cual dicho matrimonio era un nexo muy valioso entre Inglaterra
y España). Como el cardenal Wolsey no se mostró muy
colaborador con la decisión del rey, fue privado de la
mayoría de sus cargos, y exiliado en York. Thomas More lo
sucedió como canciller del reino, siendo así el primer
laico en ocupar dicho puesto.
Al servicio del cardenal Wolsey se encontraba el conde de Essex, Thomas Cromwell. Se había
enriquecido con el comercio de la lana y ahora ejercía de
prestamista y de consejero de finanzas. La caída de su
señor no le perjudicó, pues había sabido ganarse
la confianza del rey. Al contrario, ese mismo año entró
en el parlamento.
La expedición de Sebastian Caboto se encontró en el
Río de la Plata con la de Diego García de Moguer y ambas
decidieron unirse. Al principio Caboto y García de Moguer
rivalizaron por el liderazgo, pero no tardaron en darse cuenta de que
en realidad no había nada por lo que discutir, ya que no
habían encontrado nada. Cuando el fuerte de Sancti Spiritus fue
destruido por los indios, ambos decidieron regresar a España.
A Santa Marta llegó García
de Lerma, el gobernador designado para sustituir al difunto
Rodrigo de Bastidas. El gobernador interino, Pedro de Heredia,
regresó a España. Lerma combatió, por lo general
sin éxito, a los indios honda
y taironas y envió
varias expediciones hacia el interior.
Francisco de Montejo salió de Nueva España al frente
de una nueva expedición para conquistar el Yucatán. Esta
vez iba acompañado de su hijo Francisco
y de su sobrino, quienes recorrieron la península buscando en
vano un lugar adecuado para establecer una capital.
Guatemala ya estaba prácticamente dominada por los
españoles, a pesar de que algunas tribus indias seguían
ofreciendo una encarnizada resistencia. La zona sur de la región
fue dominada desde la ciudad de San
Salvador. Cuando Pedro de Alvarado regresó a
América, tras haber recibido en España su nombramiento
como gobernador de Guatemala, desembarcó en Veracruz, y poco
después fue encarcelado y procesado por Nuño
Beltrán de Guzmán, el presidente de la audiencia de Nueva
España, que abrió también un proceso contra
Cortés, el cual permanecía aún en España.
Guzmán, junto con sus oidores, Matienzo
y Delgadillo, se había
apoderado de las propiedades de los conquistadores y forzaba a los
indios a trabajar en las minas de oro. Todo ello le valió la
oposición del franciscano Juan
Zumárraga, que denunció su tiranía a la
metrópoli. En noviembre la
Corona dio el título de virrey de Nueva España a Antonio de Mendoza, con la
misión de acabar definitivamente con las irregularidades en el
gobierno de la colonia. El título de virrey tenía un
poder "psicológico" adicional del que carecían otros
cargos, ya que era un representante del rey en persona, tenía su
misma autoridad y debía recibir exactamente el mismo trato que
si fuera el propio rey. Así, por ejemplo, todos debían
quitarse el sombrero en su presencia y sólo él
podía permanecer cubierto.
Tras enterarse de su destitución,
Nuño Beltrán de Guzmán partió en diciembre
a la conquista de la región situada al noroeste de lo que
había sido el imperio Azteca, que fue bautizada como Nueva Galicia, con cuyo gobierno
pensaba consolidar su posición.
En 1530 Florencia se
rindió ante el ejército imperial, aunque el
príncipe Filiberto de Orange murió a sus veintiocho
años durante la
campaña. Carlos V nombró
duque hereditario de Florencia a Alejandro de Médicis. El
principado de
Orange fue heredado por Claudia, la hermana de Filiberto, que estaba
casada con el conde Enrique III de Nassau, y transmitió el
título a su
hijo Renato, de once
años.
Carlos V cedió la isla de Malta a la orden del Hospital, que
había sido evacuada de Rodas ocho años atrás,
cuando fue tomada por los turcos. Desde entonces, la orden se conoce
también como orden de Malta.
Su nombre oficial es Orden soberana
militar y hospitalaria de san Juan de Jerusalén, de Rodas y de
Malta.
En Florencia trabajaba Miguel Ángel, que había
empleado catorce años en terminar el que (al no haber completado
el sepulcro del Papa Julio II) es su conjunto escultórico
más monumental: el formado por los sepulcros de Lorenzo y
Juliano de Médicis. Los dos últimos años
había trabajado también como ingeniero para la
fortificación de la ciudad, y ahora los enemigos de la
caída república quisieron asesinarlo, por lo que tuvo que
huir a Venecia.
Además de Filiberto de Orange, ese año murieron:
El Papa Clemente VII coronó emperador a Carlos V en Bolonia.
Garcilaso de la Vega asistió a la ceremonia, y en abril embarcó de vuelta a
España, donde la reina Isabel lo envió a Francia como
parte de la embajada destinada a felicitar a su madrastra (y ahora
cuñada) Leonor, por su
matrimonio con el rey Francisco I de Francia, que se había
celebrado poco antes.
Durante su estancia en Italia, Carlos V ascendió a duque de Mantua al hasta entonces
marqués Federico Gonzaga. Luego marchó a Alemania,
donde trató de resolver las diferencias doctrinales entre
católicos y protestantes en la dieta
de Augsburgo. El Papa no envió ningún
representante y se negó a aceptar cualquier conclusión
que acordara la dieta. Por su parte, Lutero no pudo asistir porque
seguía pesando sobre él la condena del emperador, pero, a
petición del príncipe elector Juan de Sajonia,
dirigió la elaboración de la llamada confesión de Augsburgo, cuya
redacción última, compuesta de veinticinco
artículos, en latín y en alemán, corrió a
cargo de Melanchthon, que adoptó un estilo conciliador. Fue
también Melanchthon quien la expuso en la dieta, que
inició sus sesiones el 21 de junio.
El emperador encargó a los teólogos católicos que
la refutaran, y Melanchthon replicó a la refutación con
una Apología, Carlos V
se negó a recibirla y dio a los protestantes un plazo de seis
meses para ponerse de acuerdo con el Papa. Por su parte, las ciudades
de Estrasburgo, Memmingen, Constanza
y Lindau presentaron a la
dieta la Confessio tetrapolitana,
en cuya redacción participó Martín Bucero.
A la dieta de Augsburgo asistió un joven español de
diecinueve años llamado Miguel
Servet. Unos meses antes había terminado en Tolosa sus
estudios de derecho y ahora era secretario de fray Juan de Quintana, el confesor de
Carlos V. Intersado en la polémica religiosa, afirmó que
se encontraba nec cum istis, nec cum
illis (ni con los unos ni con los otros), y se instaló en
Basilea dispuesto a poner por escrito sus opiniones. Inmediatamente
chocó con Ecolampadio, que en una carta a Zuinglio dijo de
Servet que era altanero, orgulloso y
disputador.
Jacques Lefèvre d'Etaples redactó la primera
traducción al francés del Nuevo Testamento. Poco
después abandonó Estrasburgo para dirigirse a Nérac, en Francia, bajo la
protección de la reina Margarita de Navarra (la hermana del rey
Francisco I de Francia). Su discípulo, Guillaume Farel,
convirtió al protestantismo el principado de Neuchâtel, limítrofe
con la Confederación Helvética, que pertenecía a
la casa de Orleans.
Por otra parte, Antonio
María Zaccarià, un médico italiano de
veintiocho años recientemente ordenado sacerdote, fundó
la orden de los clérigos
regulares de san Pablo, con el propósito de renovar el
clero en el seno del catolicismo.
Un filólogo y humanista francés llamado Guillaume Budé
convenció al rey Francisco I para que fundara el Colegio de los lectores reales, un
cuerpo de profesores de hebreo y lenguas clásicas, remunerados
por el estado. El año anterior, Budé había
publicado unos Commentaires sur la
langue grecque, y tiempo atrás había escrito el
tratado De asse, sobre
monedas antiguas.
El gobernador persa de Bagdad decidió someter la ciudad a la
soberanía turca, pero el sha Thamasp I logró
reconquistarla, a raíz de lo cual, el sultán
Solimán I le declaró la guerra.
Andrea Doria atacó Argel, el cuartel general del pirata
Barbarroja, aunque no consiguió tomarla.
Los españoles llevaron un gran contingente de esclavos negros
a San Juan de Puerto Rico, para fomentar la agricultura, hecho que se
repetiría en los siglos siguientes cada vez que escaseó
la mano de obra.
Pietro Bembo estaba ahora en Venecia, donde el año anterior había sido nombrado bibliotecario de San Marcos. Ahora publicaba sus Rimas, inspiradas en petrarca, y destinadas a ejemplificar su doctrina sobre el valor literario de la lengua italiana.
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