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EL CONCILIO DE TRENTO
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Domingo Martínez de Irala seguía buscando la mítica sierra de la Plata. Cruzó la gran llanura del Chaco y el 6 de enero de 1543, encontró un promisorio puerto de montaña en el que fundó la que, por la fecha, llamó Ciudad de los Reyes. El 2 de febrero estaba de regreso en Asunción, donde informó al gobernador, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, que proyectó una nueva expedición para ir más allá. No obstante, la zona estaba poblada por los indios guaicurú, a los que las demás tribus consideraban invencibles. Los españoles tuvieron que empezar a entablar alianzas con sus enemigos. Para ello, el gobernador envió una expedición bajo el mando de Francisco de Ribera. Una segunda expedición, dirigida por Hernando de Ribera, volvió con leyendas sobre El Dorado y sobre un pueblo de mujeres guerreras, o Amazonas.

Las Leyes nuevas habían conmocionado las colonias españolas en América. El virrey de México, Antonio de Mendoza, escribió al emperador Carlos V pidiéndole que permitiera las herencias de encomiendas, aunque el obispo de la ciudad, Juan Zumárraga, puso su empeño en garantizar su cumplimiento. Zumárraga trataba de evitar la dispersión de los indios, e impulsaba su educación fundando escuelas y tratando de que pudieran ganarse la vida cultivando la tierra. A él se le debe la introducción de la imprenta en México.

Las consecuencias más traumáticas de las Leyes nuevas se dieron en Perú, donde los encomenderos se declararon en rebeldía abierta bajo la dirección de Gonzalo Pizarro. El gobernador, Cristóbal Vaca de Castro, no podía hacerse con la situación, así que el emperador decidió nombrar un virrey, cargo que recayó en Blasco Núñez Vela.

El 14 de abril regresó a México la expedición de Bartolomé Ferrer, que había bordeado la costa occidental de Norteamérica hasta un punto más al norte de California, territorio que se llamó entonces Columbia.

El emperador Carlos V casó a su hijo Felipe con María, la hija del rey Juan III de Portugal. Tras recaudar fondos en España y pedir préstamos a Portugal, Carlos V dejó a Felipe como regente de España (a sus dieciséis años) y se lanzó a invadir Francia. El Delfín Enrique lo obligó a levantar el sitio de Landrecies, mientras el sultán Solimán I amenazaba Viena y el pirata Barbarroja atacaba las costas italianas. El marqués del Vasto logró ahuyentar a los piratas, pero Barbarroja se unió en Marsella a la flota francesa.

Ese año murió el duque de Gandía, Juan de Borja, y fue sucedido por su hijo Francisco, que renunció entonces a su cargo de virrey de Cataluña.

También murió el margrave Jorge de Ansbach, y fue sucedido por su hijo Jorge Federico, de cuatro años.

En el Congo murió el rey Alfonso I, y fue sucedido por García I.

Una joven de veintinueve años llamada Catalina Parr ascendió a la posición más arriesgada de Europa: la de reina de Inglaterra, al convertirse en la sexta esposa del ya cincuentón Enrique VIII.

El rey Fernando I de Bohemia y Hungría casó a su hija Isabel con Segismundo, el hijo del rey Segismundo I de Polonia. Tenían dieciséis y veintitrés años, respectivamente.

En Chile, Pedro de Valdivia recibió finalmente los refuerzos que había solicitado para proseguir la conquista.

El Papa Paulo III creó la Congregación del Índice, encargada de confeccionar una lista con los escritos contrarios a la doctrina católica. La condena de libros se estaba poniendo de moda, y no sólo por motivos religiosos. Ese mismo año, el Consejo Real de Francia prohibió dos libros de un humanista, matemático y filósofo llamado Pierre de la Ramée, más conocido como Petrus Ramus. Se titulaban Dialecticae partitiones y Aristotelicae animaduersiones, y su delito era contradecir a Aristóteles.

Girolamo Cardano y Ludovico Ferrari viajaron a Bolonia, donde tuvieron ocasión de hablar con Hannibal della Nave, yerno de Scipione del Ferro, que les enseñó un pequeño libro manuscrito de su suegro en el que explicaba elegantemente el método de resolución de las ecuaciones de tercer grado. Por consiguiente, Tartaglia no era realmente el descubridor del método, y Cardano consideró que esto invalidaba el juramento de silencio que le había hecho. Cardano abandonó entonces su vida de jugador, ocupó una plaza de profesor de medicina en la universidad de Pavía (aunque, cuando la guerra obligaba a cerrarla, trasladaba sus clases a la de Milán) y empezó a escribir un libro sobre álgebra. Mientras tanto, Niccolò Tartaglia publicaba la primera traducción al italiano de los Elementos, de Euclides.

Un flamenco llamado Andries Van Wessel, más conocido como Andrés Vesalio, obtuvo una cátedra de anatomía en Bolonia. Cuatro años antes se había hecho famoso por su Epistola docens uenam auxillarem dextri cubiti in dolorem laterali secandam, y ahora publicaba una obra completa sobre anatomía, titulada De corporis humani fabrica libri septem. En ella combatía algunas opiniones de Galeno y otros autores antiguos. En 1544 fue nombrado médico del emperador Carlos V.

En febrero Gerardus Mercator fue arrestado y encarcelado junto con varias personas más, todos acusados de herejía. Parece ser que las sospechas sobre él se basaban en que había estado recabando mucha información para confeccionar sus mapas, y ello había alarmado a las autoridades, por si se trataba de un espía francés.

En abril, un indio peruano llamado Huallpa, encontró una veta de plata en una colina que los incas consideraban sagrada. Se lo comunicó a su amo, pero éste no le creyó, así que se dedicó a extraer la plata por su cuenta, con la ayuda de un amigo.

El ejército francés derrotó en Cerisoles a las tropas imperiales dirigidas por el marqués del Vasto, aunque el rey Francisco I no pudo aprovechar la victoria, ya que tuvo que retirar buena parte de sus tropas para hacer frente a una incursión de Carlos V en Champaña y a una invasión inglesa en Picardía. Enrique VIII atacaba Francia para evitar que ésta interfiriera en la guerra que estaba librando contra Escocia.

Álvar Núñez Cabeza de Vaca había salido de Asunción al frente de una expedición en busca de la Sierra de la Plata, pero el 25 de abril regresó sin haber realizado ningún progreso. En su ausencia, los colonos habían tenido la ocasión de hacer planes. Estalló una rebelión y el gobernador fue encarcelado, acusado de "gobierno personalista" y de proteger a los indios. El gobierno quedó en manos, naturalmente, de Domingo Martínez de Irala.

El 15 de mayo llegó a Lima el virrey de Perú, Blasco Núñez Vela, donde fue recibido por el gobernador Cristóbal Vaca de Castro. El virrey venía con el firme propósito de implantar las Leyes nuevas y el gobernador trató de explicarle que no iba a ser fácil, pues había logrado vencer a los almagristas con el apoyo de los pizarristas y éstos no querían saber nada de leyes nuevas. Núñez Vela interpretó como desacato la prudencia de Vaca de Castro y lo hizo arrestar. Luego recibió a Gonzalo Pizarro como representante de los encomenderos, el cual le exigió los cargos de capitán general y justicia mayor de cuzco. El virrey se los concedió y Pizarro se dedicó entonces a reunir un ejército de descontentos.

Finalmente, un encomendero llamado Francisco de Carvajal, al que, tras la batalla de Chupas, Vaca de Castro había nombrado general, logró que Núñez Vela fuera depuesto, desterrado y, en su lugar, Gonzalo Pizarro fuera nombrado gobernador del Perú. Vaca de Castro aprovechó estos incidentes para fugarse y escapar a España a través de Panamá. Allí fue acusado de enriquecerse irregularmente y pasó tres años en prisión.

En España, las acusaciones de Hernán Cortes contra el virrey de México, Antonio de Mendoza, hicieron que la Corona enviara al visitador Tello de Sandoval, pero Mendoza salió bien librado.

Miguel Díaz de Armendáriz fue enviado como visitador al Nuevo Reino de Granada, para asegurar el cumplimiento de las Leyes nuevas. No tardó en enviar a España al gobernador de Cartagena, Pedro de Heredia. Sebastián de Belalcázar había acabado haciéndose con el gobierno de la región, gobierno que ahora le disputaba Jorge Robledo, que, absuelto de las acusaciones de que había sido objeto, había regresado con el título de mariscal y reclamaba las ciudades que él mismo había fundado y que Belalcázar le había arrebatado. Por último, Belalcázar recibió también a Blasco Núñez Vela, que reclamaba ayuda para imponerse en el Perú.

Rodrigo Contreras, el gobernador de Nicaragua, fue acusado por los colonos ante la Santa Inquisición de enriquecerse ilícitamente y de maltratar a los indios. Fue absuelto, pero se le quitó el gobierno y se le confiscó una parte de sus bienes.

Por su parte, Francisco de Orellana convenció a las autoridades de que no había abandonado a Gonzalo Pizarro, sino que le había sido imposible volver en su auxilio, y consiguió ser nombrado gobernador de las tierras que había descubierto, que recibieron el nombre de Nueva Andalucía.

Pedro de Valdivia fundó al norte de Chile la ciudad de La Serena, y el puerto de Valparaíso cerca de Santiago. Mientras, sus capitanes Francisco de Villagrán y Francisco Aguirre exploraban un tramo de costa más al sur de Santiago, y el genovés Juan Bautista Pastene llegaba casi al extremo sur del continente.

El año anterior, fray Bartolomé de Las Casas había rechazado el obispado de Cuzco, en Perú, pero ahora aceptaba el de Chiapas, en México. Fue consagrado en Sevilla y se dispuso a zarpar de nuevo hacia América, para ensayar de nuevo sus teorías de evangelización pacífica.

Ruy López de Villalobos había tratado en vano de establecerse en las Filipinas. A pesar de que tenía órdenes explícitas de no acercarse a las Molucas, se dirigió a ellas y ayudó a los reyezuelos indígenas contra los portugueses.

Sebastiano Caboto publicó un mapamundi.

En septiembre, el emperador Carlos V y el rey Francisco I de Francia hicieron las paces por cuarta vez. El tratado de Crépy establecía el mismo reparto territorial del tratado de Niza y acordaba el matrimonio del duque Carlos de Orleans (el segundo hijo de Francisco I) y María, la hija de dieciséis años del emperador, que aportaría como dote el Franco Condado. En una cláusula secreta, Francisco I se comprometía a ayudar a Carlos V a resolver el problema religioso en Alemania y a emprender una guerra contra los turcos. Por otra parte, Francisco I continuó la guerra contra los ingleses, que habían ocupado Boulogne. El pirata Barbarroja vio zanjada su alianza con Francia y marchó a Estambul.

Gerardus Mercator fue liberado de la cárcel después de siete meses de arrresto. Tras registrar su casa, confiscar sus posesiones y las torturas oportunas, no se había encontrado en él ningún signo de culpabilidad. Otros de los detenidos con él no corrieron la misma suerte. Fueron hallados culpables de no creer el en purgatorio, o en la presencia real de Cristo durante la eucaristía, y fueron quemados en la hoguera, o enterrados vivos. También influyó en su liberación el apoyo de la universidad de Lovaina. No obstante, tuvo que pagar todos los gastos derivados de su encarcelamiento.

Ese año murieron:

El rey Gustavo I de Suecia logró que el parlamento reconociera el carácter hereditario de la monarquía. Luego selló un acuerdo político y comercial con Francia que le protegió de las ambiciones danesas.

El rey Cristián III de Dinamarca nombró duque de Holstein-Gottorp a su hermano Adolfo. El ducado de Holstein no pertenecía en realidad a Dinamarca, sino que era una parte del Sacro Imperio Romano que los reyes de Dinamarca poseían a título personal desde que Cristián I lo heredara de su madre.

Hacia finales de año, estaba claro que la veta de plata que había encontrado el indio Huallpa era "algo grande" o, en quechua, potochi. Por ello, tanto la mina, como la colina, como la aldea que empezó a formarse por la afluencia de buscadores de plata, fueron conocidas con el nombre de Potosí, nombre que iba a representar por antonomasia las riquezas del Nuevo Mundo.

En 1545 hubo mucho tránsito destacado entre España y América:

El virrey de Nueva España, Antonio de Mendoza, fundó la universidad de México, la primera universidad americana.

En la India, Francisco Javier pasó de Cochin a Ceilán.

En Vietnam, uno de los partidarios de la derrocada dinastía Le, logró con ayuda portuguesa convertir sus dominios en un reino independiente de la dinastía Mac, con capital en Hue. El nuevo reino recibió el nombre de la dinastía fundadora: Nguyen.

El rey Fernando I de Bohemia y Hungría tuvo que firmar una tregua con el sultán otomano Solimán I por la que se comprometía a pagar un tributo y reconocía a su rival Juan Segismundo como rey de la parte oriental de Hungría (Transilvania).

Ese año murieron:

El ejército inglés tomó e incendió la ciudad de Edimburgo.

Cardano publicó su Ars magna, donde exponía los métodos de resolución de las ecuaciones de tercer y cuarto grado atribuyendo cada resultado a su descubridor: Del Ferro, Tartaglia y Ferrari. El libro contiene el primer cálculo conocido con números imaginarios (aunque sin entender muy bien el fondo del asunto). Concretamente, dice algo así como:

Si no nos calentamos la cabeza y simplemente multiplicamos 5 + por 5 - obtenemos 25 - (-15). Por lo tanto, el producto es 40.

El Papa Paulo III nombró duque de Parma a su hijo Pedro Luis de Farnesio (lo que suponía mutilar en su favor los Estados Pontificios).

Benvenutto Cellini dejó la corte del rey Francisco I de Francia y regresó a su ciudad natal, donde empezó a trabajar en un busto en bronce del duque Cosme I de Médicis.

Un cirujano del ejército francés llamado Ambroise Paré publicó un tratado titulado Método para tratar las heridas producidas por arcabuz y otras armas de fuego. En él descarta la teoría de que los heridos de bala mueren envenenados por la pólvora, pero su principal aportación consistió en sustituir la cauterización con hierros candentes por la ligadura de las arterias.

Finalmente, tras varios intentos frustrados por las guerras y otros incidentes diplomáticos, Paulo III pudo convocar un concilio para abordar el problema de la reforma protestante. Aunque había sido convocado para nueve meses antes, la demora con la que llegaban los obispos (y, a decir verdad, también su falta de interés) hizo que el concilio de Trento no pudiera inaugurarse hasta el 13 de diciembre, y contó únicamente con la presencia de 34 obispos católicos, la mayoría italianos, y ningún protestante, a pesar de que éstos habían sido invitados. El concilio fue presidido por el cardenal Hércules Gonzaga. Entre los representantes del Papa estaban los jesuitas Pedro Laínez y Alfonso Salmerón, mientras que el emperador envió al teólogo Domingo de Soto. Como representante del emperador acudió Diego Hurtado de Mendoza, hermano del virrey de México. (En las sesiones posteriores el número de participantes fue mayor. Por ejemplo, se calcula que a lo largo de todo el concilio llegaron a intervenir 163 españoles.)

El 7 de enero de 1546 se celebró la segunda sesión del concilio de Trento. El debate se centró sobre el método que habría de seguirse. Una de las cuestiones más destacadas fue el sistema de votación. Se propuso un sistema de voto por naciones, pero al final se optó por el voto individual, lo que suponía que los obispos italianos, a los que les resultaba más fácil llegar hasta Trento, estarían casi siempre en mayoría.

El virrey del Perú, Blasco Núñez Vela, provisto de un reducido ejército en el Nuevo Reino de Granada, avanzó hacia el sur y el 18 de enero se enfrentó con Gonzalo Pizarro en Añaquito, al norte de Quito. Núñez Vela cayó de su caballo y un esclavo le cortó la cabeza. Belalcázar fue hecho prisionero, aunque fue liberado poco después.

El 4 de febrero se celebró la tercera sesión del concilio de Trento. Se empezó el debate por una cuestión profunda: cuál sería el nombre del concilio. Se propuso el de Sínodo que representa a la Iglesia Universal, pero eso podía sugerir que el concilio tenía más autoridad que el Papa, así que se cambió por el de Sacrosanto sínodo tridentino, inspirado por el Espíritu Santo, presidido por tres legados de la Sede Apostólica. Luego se siguió discutiendo sobre el orden de los temas a tratar. El emperador y algunos prelados, como el obispo de Trento, pretendían que el concilio sirviera para acercar las posiciones de católicos y protestantes, por lo que proponían que se empezara discutiendo la reforma de la Iglesia, con la esperanza de que ello animara a los protestantes a presentarse en el concilio; sin embargo, imperaba el criterio de que se trataran primero las materias dogmáticas discutidas por los herejes. Lo máximo que lograron los imperiales fue que ambas materias se debatieran alternativamente.

En México se descubrieron dos nuevas vetas de plata en Zacatecas, al norte de Nueva Galicia.

Bartolomé de Las Casas pasó a la capital mexicana, donde causaron gran escándalo sus Avisos y reglas para los confesores, que establecían, entre otras cosas, que, antes de confesarse, el penitente debía liberar a cuantos esclavos tuviere.

La Corona Española decidió cancelar la concesión a los Welser en Venezuela. En contra de lo estipulado, no habían descubierto minas, ni fundado ciudades, ni edificado nada. Sólo habían esclavizado indígenas y extorsionado colonos.

Enrique VIII de Inglaterra y Francisco I de Francia firmaron la paz, aunque los ingleses conservaron Boulogne en su poder.

El 8 de abril se celebró la cuarta sesión del concilio de Trento. En ella se reafirmó el credo aprobado por el concilio de Nicea. Se estableció que las únicas fuentes de la revelación divina eran la Sagrada Escritura y la tradición. Ésta se dividía a su vez en la Tratidio Christi y la Traditio apostolorum (Spiritu Sancto dictante). En suma, que cuando murió el último apóstol se acabó la revelación, lo que tácitamente condenaba la doctrina luterana según la cual todo cristiano tiene autoridad para interpretar la Biblia. Hubo siete obispos que negaron valor incluso a la tradición de los apóstoles, pero fueron derrotados. Como texto de la Biblia se declaró auténtica la Vulgata de san Jerónimo, sin que ello implicara la negación de autenticidad para los textos primitivos, y se dispuso la confección de una versión revisada para subsanar los posibles errores introducidos por las copias durante la Edad Media.

El 17 de junio se celebró la quinta sesión del concilio de Trento. En ella se condenaron los abusos en la predicación y se definió la doctrina sobre el pecado original. Esto llevaba al espinoso problema de cómo se salva uno del pecado original, pero se dejó para la sesión siguiente.

Mientras tanto, Carlos V trataba de que los protestantes acudieran al concilio. La liga de Smalkalda rechazó una invitación-ultimátum y el emperador declaró la guerra al duque Juan Federico de Sajonia y al landgrave Felipe de Hesse. Casi sin combatir, fue tomando una serie de plazas a lo largo del Danubio.

Ese año murieron:

También murió la esposa de Girolamo Cardano, pero él al parecer no tenía tiempo para condolencias, ya que se había convertido en el médico y el matemático más famoso de la época. Su Ars magna era uno de los libros más vendidos. Fue nombrado rector del Colegio de físicos (entiéndase de médicos) y recibía ofertas de los personajes más ilustres de Europa, que se disputaban sus servicios como médico.

Niccolò Tartraglia publicó su libro Preguntas e inventos diversos, dedicada principalmente al álgebra y en particular a la resolución de las ecuaciones de tercer grado, pero que contenía también material sobre balística y explosivos. Además, acusaba de robo a Cardano por haber publicado su método sin permiso. Ludovico Ferrari le escribió una carta reprochándole tales acusaciones y retándolo a un debate público. Tartaglia prefería un debate con el propio Cardano, así que respondió a Ferrari tratando en vano de involucrarlo en la disputa.

François Rabelais publicó el tercer libro de Pantragruel, dedicado a Margarita de Navarra, pero la Sorbona condenó la obra por herética y el escritor se trasladó a Lyon.

La Compañía de Jesús estaba creciendo vertiginosamente. Sus miembros eran seleccionados y formados muy cuidadosamente, y la mejor forma de emplearlos a la espera de alguna tarea específica era la enseñanza. En los dos últimos años habían fundado varios colegios en España (en Valladolid, Alcalá, Valencia y Gandía). Tras la muerte de su esposa, el duque de Gandía, Francisco de Borja, decidió ingresar en la orden.

En Ginebra, por lo que a la omnipotencia y conocimientos teológicos se refiere, costaba distinguir quién era Calvino y quién era Dios: desde su regreso, había desterrado a setenta y seis descontentos y ejecutado a otros cincuenta y ocho. Por esas fechas inició una agria polémica epistolar con Miguel Servet, que, por algún extraño motivo, seguía sin digerir eso de que tres pudieran ser uno sin ser más de uno. En 1547 Servet envió a Calvino un manuscrito de su Christianismi restitutio, donde atacaba por igual a católicos y reformados y afirmaba que ambos habían falseado la doctrina del cristianismo primitivo.

El calvinista John Knox empezó a dar clases en la universidad de Edimburgo, pero fue apresado junto con otros protestantes y enviado a galeras en Francia.

El rey Enrique VIII de Inglaterra condenó a muerte por alta traición a Henry Howard, el conde de Surrey. Su delito fue un intento de restaurar el catolicismo en Inglaterra. Howard fue un destacado poeta, uno de los padres de la poesía inglesa moderna. Sus Canciones y sonetos fueron publicados diez años después de su muerte, y representaron la aclimatación a la lengua inglesa de las formas petrarquistas. También destacan sus traducciones de la Eneida, el Eclesiastés y los Salmos.

El gran príncipe Iván IV de Moscú cumplió diecisiete años, se casó con Anastasia Romanovna y se proclamó Zar de todas las Rusias, es decir, se declaró oficialmente heredero de los emperadores bizantinos, de acuerdo con una tradición ya muy asentada en Rusia. El joven zar se dispuso a gobernar por sí mismo, asesorado por un Consejo personal.

En Portugal empezaba a destacar un poeta de veintisiete años llamado Luis de Camões. Cuando aún era estudiante había compuesto un Anfitrión en redondillas, con el mismo argumento que la comedia de Plauto. Dos años atrás había escrito la comedia El rey Seleuco, que trataba sobre la cesión que Seleuco hizo de su esposa a su propio hijo. Los contemporáneos relacionaron el argumento con ciertas murmuraciones que se daban sobre el rey Juan III y esto hizo caer en desgracia al autor, que había abandonado la corte y ahora se exiliaba a Ceuta, donde perdió el ojo derecho.

Nicolás Copérnico
Índice La batalla de Mühlberg