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EL MUNDO, 25 DE JUNIO DE 2008 - Columna 31

 

Paisaje no revelado

 

JOSÉ LUIS RUBIO
PREMIO REY JAIME I

 

http://www.uv.es/~jlrubio/

 

El paisaje expresa la síntesis del funcionamiento del mundo natural. El ser humano mantiene una relación ambivalente con la belleza del entorno que nos cobija y nutre pero en el que también subyacen fuerzas que fácilmente pueden poner en peligro la vida. Nuestra relación con el paisaje es todo menos sencilla. La interacción con el paisaje genera simultáneamente respuestas y valoraciones de los sentidos y, por otra parte, procesos de abstracción, mental que incluyen el anhelo humano de entender su significado.

 

Existe una componente sensorial y subjetiva: ¿podemos calificar como bello al paisaje y a la naturaleza? Realmente no hay escalas de comparación. El entorno natural es lo que es. Si en el Planeta hubiéramos tenido una atmósfera sulfurosa, otra configuración geológica y, por ende, otras formas de vida, probablemente también en algún momento nos quedaríamos arrobados ante la contemplación de ese distinto escenario de paisaje y de esa distinta naturaleza. Sin embargo, existe algo más que el nivel de la experiencia estética. ¿Cómo se puede explicar si no la profunda conmoción interna que puede provocamos la contemplación de un paisaje o de un momento especial del mundo natural y que todos hemos experimentado? Existe un, todavía no bien explicado, nivel profundo de conocimiento que nos vincula. Junto a la apreciación de los sentidos también concurre un indefinido proceso mental de intento de interpretación de la esencia de la naturaleza. Esta interpretación puede haberse desarrollado a lo largo de la evolución como factores indicativos de alguna ventaja evolutiva o de seguridad que aportan distintas pautas de paisaje. ¿Por qué existen paisajes o escenarios tan mayoritariamente atractivos para el ser humano? Bajo una primera interpretación estética, en términos de tonalidades, texturas o formas, pueden existir sutiles respuestas adaptativas que permanecen ocultas en nuestra mente.

 

En una importante encuesta para determinar los paisajes más atractivos para el ser humano, se identificaron factores como presencia de agua, visión desde una posición de cierta altura y paisaje de bosque aclarado, como los más atractivos. Esta encuesta parece indicar que en la parte de nuestro cerebro primitivo, los aspectos de subsistencia, defensa y protección y, quizás reminiscencias de la transición bosque-sabana de los primeros homínidos, todavía juegan un papel importante en nuestro subconsciente.

 

Hoy día el paisaje es territorio, suelo, agua, flora, historia, sentimiento, trabajo y mito. Es la expresión de una complejidad misteriosamente organizada. Nos emociona y no sabemos porque. Podemos vivir perfectamente desarraigados de la expresión de la belleza natural en forma de paisaje, pero ella está ahí siempre altiva, impasible e inasible y siempre afanosamente, en marcha y sin parar, en su enigmático destino en el que sin embargo viajamos juntos. El paisaje nos enriquece y aumenta nuestra dimensión mental, emocional y estética cuando abrimos puertas a la pertenencia y a la vinculación con el mundo natural. Por otra parte aporta una componente dolorosa porque también simboliza el hecho de que se nos ha negado entender el sentido profundo del paisaje y del mundo natural al que sin embargo pertenecemos.

 

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