DISCURSO SESENTA Y UNO. DE LA PAZ


De cuánta imporancia sea la paz para los que viven en el mundo, diolo bien a entender el Hijo de Dios, Jesucristo Nuestro Señor, en diversas cosas, como fue en que no quiso nacer en el mundo sin que primero en él huviesse paz, cessando guerras y dissensiones. Y al tiempo que nació, los ángeles, muy contentos, cantaron: «Gloria se dé a Dios en el Cielo, y paz a los hombres en la Tierra». Y el mismo Señor, embiando por el mundo a predicar a sus discípulos, entre otros documentos les dio | éste: «En cualquiera casa que entráredes, la primera palabra que saliere de vuestra boca será dezir: Paz sea en este casa». Y estando para ir a morir, díxoles: «Como por herencia os dexo la paz; doyos mi paz, y no de la manera que la da el mundo». La paz del mundo mira interesse, la paz de Cristo está bañada en caridad. Ésta nos enseñó que pidiessemos, cuando dixo, haziendo oración al Padre: «Sean -dize- entre sí una cosa, como yo, Padre, lo soy contigo». No pueden ser una cosa con Cristo si no se hazen unánimes entre sí y tienen paz, para ser miembros de una cabeça, Cristo. El mismo apellido de paz tomó el Redemptor luego que resuscitó, apareciéndose a sus Apóstoles, entrando donde ellos estavan encerrados y temerosos, diziendo: «Paz sea con voso- tros. /(383r)/ Tened paz si queréis aprovecharos y que os luzga mi venida al mundo y el aver muerto en el mundo, porque donde ay paz, allí estoy Yo, y adonde ay guerra, buelvo las espaldas y apártome». Díxoles más el Salvador: «Recebid el Espíritu Santo»; para denotar que quien quisiere recebir el Espíritu Santo en sus dones, primero ha de tener paz con sus próximos. San Pablo, escriviendo a los de Corinto, en la Segunda, capítulo primero, dize: «Tened paz, y el Dios de la paz y dilección será con vosotros». Y el mismo Salvador dixo por San Mateo, en el capítulo diez y ocho: «Si dos de vosotros convinieren en la Tierra, de cualquiera cosa que pidieren se les concederá de mi Padre, que está en los Cielos. Porque dondequiera que estén congregados en mi nombre dos o tres, Yo estaré en medio dellos». ¡Oh, inestimable premio de concordia, qué más se les puede prometer a los hombres, teniendo entre sí amistad, que impetrar todo lo que pidieren, y que Cristo esté siempre en medio dellos! Semejante paz se halló en los Apóstoles, en los Discípulos, en los Mártires y Confessores de Cristo. No la pudo quebrar la crueldad de los tiranos, no la maleó las promessas del mundo, ni la deshizo el perpetuo aborrecimiento del demonio. Todas las máquinas de discordias, sola la paz, puesta en el alcáçar de la verdadera Fe, las venció. Nunca tuvieran paz en el Cielo si dexaran de tenerla en el suelo. El querer y no querer una misma cosa hizo a los santos dignos de gloria. San Augustín, en los libros de la Ciudad de Dios , dize que pueden aprender los hombres a tener paz de las criaturas, pues por ella las aves buelan a lo alto y dexan el sustento en la tierra, si veen al caçador que anda haziéndoles guerra. | Lo mismo los peces se hunden en el profundo del mar, oyendo los ruidos y assombros de las redes con que los pescadores pretenden prenderlos y quitarlos de su paz. Los animales de la tierra se esconden por la misma ocasión en las cabernas y cuevas, huyendo de los caçadores que con perros y armas les levantan guerra. Y en tanto, dize el mismo San Augustín, es buena la paz que para que dure y permanezca conviene y es necesario muchas vezes que aya guerra. Y lo que es tan pernicioso, como el derramar sangre, perder vidas, abrasar ciudades, y todo lo que en una guerra sangrienta se usa, que de suyo no es pecado, todo esso, dize, es conveniente para que se siga luego la paz y permanezca. De modo que lícito es levantar vandera, hazer gente, ir a buscar al enemigo y pelear con él, para que de aí se siga verdadera paz. Pues en estas guerras conviene que aya disciplina, que aya orden y se proceda sabiamente, y que los capitanes consideren todos los inconvenientes y casos que pueden suceder, porque la palabra que a otros suele escusar o disminuir la culpa, en ellos no tiene lugar, que es dezir: «No pensé». El que tiene a su cargo gente de guerra, todo lo ha de pensar, lo que sucede y lo que puede suceder, y teniendo cuidado que la disciplina militar se guarde, sucederá bien. En este Discurso, que princi palmente trata de la Paz , como cosa tocante a ella que es la disciplina militar, también se acomodará aquí, poniéndose exemplos de lo uno y de lo otro. Aunque primero quiero advertir, con el mismo San Augustín, que la paz es una serenidad de la alma, es tranquilidad de la mente, simplicidad del coraçón, vínculo del amor y junta de caridad. No puede, dize el mismo santo, tener con- cordia /(383v)/ con Cristo el que tuviere discordia con el cristiano. «Mala es la luxuria -añade-, mala la gula, mala la ociosidad; mas de cualquiera destos vicios saca algún deleite o gusto el que le comete. Solamente la discordia no tiene gusto ni deleite». Hora, veamos los exemplos.


[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]


[1] En el principio del mundo, cuando crió Dios los animales, fue de dos en dos, macho y hembra, y al hombre formó solo, y dél son todos los demás procreados, y esto para encomendar la paz y unidad entre los hombres. Y es del Génesis , capítulo primero.

[2] Isaac Patriarca, teniendo casa poblada en Geraris, donde residía Abimelech, rey de Palestina, como estuviesse rico y poderoso, fue embidiado y compelido a salir de aquella tierra. Fuese a donde pensó vivir con quietud y paz, y asentó casa en Bersabé. Donde, temiendo su poder y grandeza el mismo rey Abimelech, que le avía echado de su tierra, vino a verse con él y a pedirle su amistad y que tuviessen paz. Concedió Isaac lo que le era pedido, olvidándose de la injuria recebida, y con juramento de ambas partes hizieron capítulos de paz, y le celebró un combite a él y a todos los que venían con él. Pudiera vengarse, siéndole en aquella ocasión superior en fuerças, mas assí como no quiso llevarlo por violencia echándole de su tierra, assí no quiso negarle su amistad, pudiendo ofenderle. Y para mostrar más su ánimo sin passión, le combidó a comer y le regaló en la comida, siendo tanto como esto amigo de paz. Es del Génesis , capítulo veinte y seis.

[3] Deve advertirse que ay una paz entre los malos que puede llamarse conjuración, y es mala y detestanda, y ésta se halló entre los hijos de Jacob Pa- triarca | contra Josef, su hermano, que se concordaron en matarle; sino que Rubén procuró que fuesse echado en una cisterna, y Judas, que, sacándole de allí, le vendiessen a Ismaelitas. Y por merced de Dios vivió Josef, a quien la maldad de sus hermanos tenía a punto de muerte. Y desta paz dixo Cristo, por San Mateo, capítulo dézimo: «No vine a poner paz, sino cuchillo»; con que semejente paz fuesse cortada y apartada. Es del Génesis, capítulo treinta y siete.

[4] David, perseguido de Saúl, huía dél, y pudiendo dañarle no lo hizo. Cortóle en una cueva parte de su vestido, quitóle de su cabeçera la lança y un frasco de agua estando dormido, para que hiziesse esto fe de que pudo matarle y no lo hizo, desseando bolver en su gracia. Lo cual visto por Saúl, quedó convencido y rendido, por donde hizo con él pazes. Mas David, no ignorando la inconstancia de Saúl, por no turbarse con su presencia, passóse a Aquis, rey de Get, en Palestina, y morava en Siceleg, hasta que Saúl muerto en una batalla, él le sucedió en el reino, cuyo aborrecimiento quiso más aplacar que vengar. Y assí, la benignidad de Dios ensalçó al amador de paz. Es del Primero de los Reyes, capítulo veinte y cuatro, y veinte y seis.

[5] Y porque David, exercitado en hechos de armas, bañó diversas vezes sus manos en sangre de sus enemigos, prohibióle Dios que le edificasse templo, y a Salomón se le mandó edificar, que fue pacífico y ageno de guerras. ¿Por ventura fue notado de culpa David, el cual, favorecido de Dios, quitó las fuerças a sus enemigos? No por cierto, que antes le sirvió en ello, mas fuele vedado el edificio del templo para que sea a todos manifiesto cuánto /((384r)/ estime Dios la paz y no perturbada tranquilidad. Es del Primero del Paralipomenon, capítulo veinte y dos.

[6] También se considere que ay otra paz que deve huirse, con la cual se encubre algún engaño, y nadie tanto daña como el que finge de aprovechar. Dase por amigo para derribar a los descuidados en el hoyo, lisongea con blanduras, halaga con lisonjas, sustenta con promessas, y ocultamente aguza el cuchillo con que degüelle. Y déstos fue Joab, capitán de David. Léese en el capítulo tercero del Libro Segundo de los Reyes, que reinando David en Hebrón, vino a verse con él Abner, capitán que avía sido de Saúl, el cual algún tiempo sustentó a Isboseth, su hijo, en el reino. Era su intento de hazer paz con David, y que todo el pueblo hebreo le tuviesse por rey y le obedeciesse. Hecho el concierto y la paz, Joab, capitán de David, sobre particulares intereses y quexas que tenía dél, llamóle como para hablarle en secreto, y echóle un puñal por el cuerpo. Fue grande maldad que el siervo del rey, fingiendo amistad, matasse al amigo del rey. Tuvo malicia por dos partes, siendo grave crimen: con Abner fue traidor, y con David, ingrato. El mismo Joab, como parece en el Segundo Libro de los Reyes, capítulo veinte, hizo otra maldad semejante, y fue que, saliéndole al encuentro Amasa, hombre valeroso en hechos de armas, porque se temía que le avía de llevar su cargo de general, díxole:
-Sea Dios contigo, mi hermano;
y llególe a dar paz en el rostro, y con un puñal de un golpe le dexó muerto. Tuvo embidia de sus méritos, y ganó para sí nota de traidor, mostrándose más cruel con el amigo que con el enemigo. Con muy justa causa, luego que Salomón tomó el | govierno del reino, aviendo Joab añadido nuevas culpas a las viejas, pretendiendo el reino para otro hermano del mismo Salomón, le mandó matar. Como parece en el Tercero de los Reyes, capítulo segundo.

[7] Ezequías, rey de Judá, notificándole el profeta Isaías de parte de Dios una amenaza porque mostró grandes tesoros que tenía a los embaxadores del rey de Babilonia con alguna vanagloria y jactancia, apercibiéndole que los perdería por aquella ocasión, reconociendo su culpa, respondió:
-La palabra de Dios es buena y justa. Sólo pido que en mis días goze yo de paz y verdad.
No negó que el juizio de Dios contra él era justo, sino pidió que se dilatasse, lo cual no hazía tanto por la pérdida del tesoro como por la de la paz. Y porque rogó por la paz y no por los tesoros, en tanto que vivió no vido al enemigo, passando aquella calamidad en sus descendientes, para que se viesse que la paz se deve anteponer a las riquezas. Es del Cuarto de los Reyes, capítulo veinte.

[8] Después que Nabucodonosor destruyó a Jerusalem y llevó captivos a Babilonia muchos de los principales de los judíos, para las reliquias de aquella gente que todavía quedavan, unos huidos y otros escondidos, dexó por rey en Palestina a Godolías. Vino a verse con él Ismael, hijo de Natania, del linaje real, estando en Masfat el Godolías. Hospedóle a él y a otros que le acompañavan; regalóle, dándole a comer espléndidamente. El Ismael, ingrato a tan buenas obras, le mató con otros muchos babilonios que residían en aquella ciudad de Masfat, para quedar con el señorío de la tierra. No se avía divulgado la fama desta crueldad, cuando el mismo Ismael, sa- biendo /(384v)/ que ivan de Siquem, Silo y Samaría ochenta hombres a las reliquias de Jerusalem, para ofrecer allí sus dones, salió a ellos y rogóles que fuessen a ser hospedados de Godolías, cuya fama en semejantes obras de piedad y benevolencia, especialmente con peregrinos, era grande. Fueron ellos creyendo que les dezía verdad, y entrando en la ciudad los mató a los más dellos. Y assí, este maldito tirano mostrava paz con la boca, y en su coraçón meditava muertes y derramamientos de sangre. No hiziera tanto daño si se declarara que era enemigo, porque el peligro visto con facilidad se evita, y lo mismo el enemigo declarado que lo es. Lo dicho se refiere en el capítulo cuarenta y uno de la Profecía de Jeremías.

[9] Valeroso capitán fue Judas Macabeo, y su intento de menear las armas y andar siempre con campo armado entre soldados, sufrir sus cóleras y condiciones ásperas, buscar de dónde les hazer pagas; todo era para que Dios fuesse servido, y su pueblo, gozando de perfeta paz, pudiesse libremente exercitarse en obras santas y buenas, y no ofenderle. Para esto tuvo costumbre de hazer oración siempre que avía de entrar en alguna batalla, con lo cual salía de todas vencedor. Mas una vez, como parece en el capítulo 9 de su Libro , aviendo de pelear con Bachides, capitán del rey Demetrio, el contrario traía mucha gente, él, poca (y aun de éssa, al tiempo de venir a las manos se le desapareció, huyendo la mayor parte). El cuidado y pena de ver, o que avía de huir, siéndole a él a par de muerte, o avía de pelear, y peleando se ponía en peligro de ser vencido y muerto por la disparidad de los dos campos, olvidóse de tener ora- ción. | Diose la batalla, y aunque al principio y por la parte que él peleava iva vencedor y llevó a su contrario de vencida, mas por la otra fue su gente desbaratada, y por las espaldas ivan siguiéndole, hasta que, hallado, fue muerto. Buen medio es para alcançar victoria la oración, y aun contra las ordinarias guerras que nos haze el demonio es de grande importancia, que esto quiso darnos a entender el Redemptor del mundo, cuando, para aver de entrar en campo con Lucifer y correr con él tres lanças, primero ayunó cuarenta días, estando los más de aquel tiempo en oración, como consideran los santos.

[10] Antíoco Eupator, no pudiendo ganar el alcáçar de Sión por fuerça de armas, procurólo con engaño. Juró guardar paz a los cercados, levantó el cerco, recibiéronle en la fuerça, y hizo en ella tanto daño como si la ganara por armas, y a los que no pudo domar con el cerco, con la paz fingida los destruyó. Es del Primero de los Macabeos , capítulo sexto.

[11] Alcimo, sacerdote de los judíos, aviéndose passado a Demetio, rey de Assia, vino con Bachides, capitán suyo, y mucha gente a Jerusalem. Dio muestra de que no les venía a hazer mal, fiáronse dél, diziendo que era de linaje de sacerdotes, que no les haría daño, y cuando los tuvo assegurados mató sesenta varones de los assideos, con que dexó a Jerusalem bañada en sangre. Es del Primero de los Macabeos, capítulo séptimo.

[12] Trifón, prepósito de Antíoco el Moço, rey de Siria, con ambición de reinar, pareciéndole que para este fin le era impedimento Jonatás Macabeo, hízosele amigo, ofrecióle la ciudad de Tolemaida, llevóle a ella /(385r)/ para entregársela, y entrando dentro, hizo cerrar las puertas y prenderle. Recibió después por su libertad cien talentos y dos hijos del Jonatás, a los cuales el padre quitó las vidas, y quedóse con el dinero. A nadie hizo Trifón tanto daño como a los que se confiaron dél. Es del Primero de los Macabeos, capítulo treze.

[13] Tolomeo, hijo de Abobi, prefecto de Hiericó, recibió por huéspedes en su casa a Simón Macabeo, suegro suyo, y a dos hijos, sus cuñados Matatías y Judas, con la madre y suegra suya. Honrólos y regalólos, y | viéndolos descuidados, mandólos prender, y al cabo los mató. Esta paz pareció a la del bodegonero con los puercos, que los engorda para matarlos. Es del Primero de los Macabeos, capítulo diez y seis.

[14] De Herodes y Pilato leemos en el Evangelio que eran entre sí enemigos, y se hizieron amigos para quitar la vida a Jesucristo. Assí, los hombres facinorosos, la voluntad de hazer mal los juntó, aviéndolos apartado el aborrecimiento, y fueran menos dañosos si perseveraran en sus antiguas contiendas y enemistades.

Lo más de lo dicho se coligió de la Divina Escritura. |


[EJEMPLOS CRISTIANOS]


[1] San Gregorio Taumaturgo, obispo de Neocesarea, hizo grandes maravillas, como lo denota su nombre, y entre otras fue una de dos hermanos, que partiendo entre sí la herencia de su padre, que eran muchas possesiones y tierras, levantóse entre ellos un terrible fuego sobre agua, y era una gran laguna donde se matava mucho pescado. Queriéndola cada uno de su parte, vino el negocio a que hizieron gente, y querían llevarlo por armas. Púsose de por medio San Gregorio, y visto que no bastava a poner paz entre ellos con los medios que dava, y que estavan ya juntos para darse batalla cerca de la laguna y se esperavan muchas muertes, púsose en oración San Gregorio la noche antes, y permaneciendo en ella, la agua toda se consumió, y la tierra se levantó a igualar con la que estava fuera, de modo que ni aun rastro de la laguna quedó. Venida la mañana, y visto por los dos ferozes hermanos que ya no avía por qué se matar, hizieron pa- zes | entre sí, admirados de tan grande maravilla como Dios avía hecho por la oración de San Gregorio, su siervo. Dízelo San Gregorio Niseno en su Vida.

[2] Ubaldo, obispo eugubino, como no fuesse parte con palabras para aplacar a los vezinos de su ciudad y viniessen a las armas, sin defensa alguna entró en medio de las espadas y lanças, y derribándose en tierra, entendiendo que estava herido dexaron la cuestión, compadeciéndose dél, y assí acabó, tendido en tierra, lo que no pudo levantado, haziéndole osado y que no temiesse la muerte el amor de la paz, la cual hizo que amassen los que primero tanto la aborrecían, con este su osado aviso. Sucedió también en su tiempo que el emperador Frederico, teniéndose por ofendido en cierto caso de los de Fugubino, cargólos de un grave pecho, y quiso rehenes para la seguridad de la paga. Visto esto, fue a verse con el Ubaldo, y súpole dezir tales cosas, que perdonó el dinero y bolvióles /(385v)/ los rehenes, honrando grandemente al siervo de Dios. Y desta manera, el buen pastor, en tanta turbación de sus ovejas nunca descansó hasta assegurarlas, siéndoles impetrador de la paz que no esperavan, y mensajero cierto. Refiérelo Laurencio Surio, tomo tercero.

[3] Ivón, sacerdote, y claro por milagros, estando discordes una madre con su proprio hijo, procuró poner paz entre ellos, y no siendo parte toda su diligencia y solicitud, dixo una Missa por ellos, y inmediatamente, sin hablarles persona alguna, por sí mismos, con sólo el divino favor, él se conoció por hijo, y ella, por madre. Y dionos exemplo, que si no podemos con medios humanos poner paz entre discordantes, que ocurramos a los divinos, haziendo por ellos oración, porque la paz no es don de hombres, sino de Dios. Es de Surio, tomo tercero.

[4] Pafuncio, abad solitario, tuvo revelación de Dios que estava cierto hombre en la ciudad de Heraclea, igual a él en merecimiento. Buscóle y hallóle, el cual era casado, tenía muger y hijos, aunque después del segundo parto guardavan castidad; eran justos, piadosos, y principalmente tenían cuidado, si sabían de algunos en aquella ciudad que estuviessen desavenidos, procuravan ponerlos en paz. Parece que un hombre casado y que vivía en la ciudad no se comparara a un solitario, si no diera en tan santo y meritorio exercicio como es procurar la paz, lo que el santo abad Pafuncio no podía hazer por estar apartado del trato y conversación de hombres. El continuo cuidado de reconciliar discordantes y ablandar ánimos airados hizo a un hombre, que residía en- tre | hombres, digno de ser igualado en merecimiento a los santos que habitavan en el desierto.

[5] No sin grande causa el abad Agatón se gloriava de que nunca se acostó a dormir sin que huviesse aplacado su ira contra otros, y la de otros contra sí, cumpliendo aquel breve aunque muy meritorio precepto, que dize, y refiérelo David en el Salmo treinta y tres: «Aparta de ti lo malo y haz bien; busca la paz y síguela». El mismo abad Agatón solía dezir: «Los iracundos, a Dios y a los hombres son odiosos». Assí como la humildad conserva la paz, assí la iracundia levanta disensiones y destruye la concordia. Es del De Vitis Patrum.

[6] Juan Abad, visitando a Pesio Anacoreta y preguntándole en qué avía aprovechado por cuarenta años que estava en soledad, respondióle que nunca el sol, que lo vee todo, le vido a él, antes que se pusiesse, aver comido alguna cosa. El abad Juan dixo a esto:
-Pues ni a mí me vido airado;
no teniendo por menor mérito el no airarse que el afligir el cuerpo con hambre y ayuno de cada día. Es del De Vitis Patrum.

[7] Después de cansados bien de rezar dos solitarios monges, tomando un poco de recreación hablando entre sí, dixo el uno al otro:
-Ora, aunque fuesse de burla, ¿no reñiríamos los dos, como riñen los que están allá en el siglo?
El otro respondió:
-Si os da gusto esso, riñamos un poco; y sea sobre que yo diré que es mía aquella piedra, y vós diréis que es vuestra, y sobre esto reñiremos, aunque ha de ser de burla la riña, y sólo para entretenernos.
El otro vino en el con- cierto, /(386r)/ y assí dixo el uno:
-Aquella piedra es mía, y nadie toque a ella.
El otro, olvidado del concierto y buelto a su natural, dixo:
-Pues si es vuestra, séalo en hora buena, que de mí seguro estáis que no os la quitaré, ni tocaré.
Y con esto se acabó la riña y quedaron en la paz que de primero. Y refiérese en el De Vitis Patrum.

[8] Poniendo la corona del reino de Bretaña a Edgaro, fuele revelado a Dunstano, arçobispo de Canturia, que tendría suma paz aquel reino en tanto que viviesse. Y assí fue, porque reinó diez y seis años, y huvo grande quietud y tranquilidad. Assentó paces perpetuas y amistad grande con los reyes vezinos. En el mar tuvo cuidado que no huviesse cossarios, ni ladrones en tierra, y el cuidado que puso fue medio para salir con su intento. En las fieras, que suelen ser carnizeras y matan a otras, él lo fue con ellas, y por este fin él pidió por tributo a Guidualdo, rey gualdrense, que le diesse cada año treinta lobos, y esto por acabar semejantes bestias y dexar en paz las ovejas. Ninguna cosa consintió en su reino que fuesse agena de paz. Tan grande amor de paz no se resfrió en él, sino siempre creció, hasta que se vido en la quiete y paz eterna del Cielo. Dízelo Osberto en la Vida de Dunstano, y refiérelo Laurencio Surio, tomo tercero.

[9] El capitán Belisario, embiado por el emperador Justiniano a Italia contra los godos, que destruían la tierra, truxo un exército tan bien compuesto y con tanta paz entre sí, que passando diversas vezes por partes donde avía árboles frutíferos, con ir bien cansados, no se halló que alguno le- vantasse | el braço para coger de la fruta. Desto se entendió que no fue mucho vencer al enemigo, que traía sus gentes libres y maldisciplinadas, aunque eran en número mucho mayor. Es de Fulgoso.

[10] Grimoaldo, duque de Benevento Lombardo, como viniesse contra él un exército poderoso del rey de Francia, cuando llegó cerca salió del real con su gente, dexando en él alhajas y comidas esplendidas, las mesas puestas, y mucho vino. Llegaron los franceses, y estando ciertos que de temor el duque avía huido, començaron a robar, y cargados de despojos, sentáronse a comer y bever con tanto descuido como si estuvieran en sus proprias casas. Cuando Grimoaldo entendió que estavan bien borrachos y dormidos, rebolvió sobre ellos y hizo grande matança, cobrando lo perdido y lo que el enemigo traía, que cuando mucho se perdió el vino que avían bevido. Refiérelo el Eborense.

[11] Teniendo cercada a Tolemaida franceses y venecianos, al tiempo que se iva recuperando la Tierra Santa, vieron un día passar una paloma, colgando de su cuello una carta. Diéronle tanta grita que la derribaron en tierra. Tomaron la carta y vieron que era del rey de Siria, que les embiava a dezir que se defendiessen tres días, que él sería con ellos y descercaría la ciudad. Mudaron la carta en otra que dezía que en ninguna manera le esperassen, porque impedido en negocios de grande importancia, no podía darles favor. Ataron la carta a la paloma, la cual tenía su querencia en la ciudad. Boló a ella, y tomada la carta y leída, diéronse a los cristianos, con algunos partidos a su propósito. /(386v)/ El rey, cuando vino y entendió que estavan los cristianos apoderados en la ciudad, bolvió atrás, y dexó aquel intento como escusado. Es del Eborense.

[12] Iva el sobervio Atila con intento de destruir a Roma con un grande exército de bárbaros. Salióle al camino el santo Pontífice León, y tales cosas le supo dezir que le aplacó y convirtió su furor en paz, que confirmó con los romanos. Véase su Vida en la Primera Parte del Flos Sanctorum.

[13] El abad Pastor solía dezir que cuando nos dan ocasión para perder la paz y descomponernos, devríamos considerar que no ay en nosotros causa de indignación, sino de paciencia. Fue dezir que cuanto más uno mirare dentro y fuera de sí, hallará que no tiene cosa por que ensobervecerse, sino muchas por que humillarse. Es del Marulo, libro tercero.

[14] El Papa Calixto Tercero desseó grandemente que tuviessen entre sí paz los príncipes cristianos, por lo cual instituyó el año de mil y cuatrocientos y cincuenta y cinco que al mediodía se diesse plegaria en que particularmente se ruega por la paz de los reyes cristianos. Dízese en su Vida.

[15] Cesario, en un sermón, escrive que aviendo dado sepultura en una misma cueva a dos cabeças de vandos que murieron en un día, oyóse después en ella ruido, como que peleavan y se herían dos personas. Entraron dentro y vieron que los dos cuerpos se mordían, acoceavan y lastimavan malamente. Sacaron de allí al uno, y diéronle sepultura en otra parte. Y resultó deste caso que los dos linajes tuviesen después entre sí bue- na | paz.

[16] Agravio haría yo a un sacerdote de mi tiempo a quien yo traté y conversé diversas vezes si me olvidasse dél en este Discurso de Paz , en que tiene mucha parte; y la tiene de presente gozando de Dios, como piadosamente se cree que le goza, conforme a su buena vida. Éste fue Pedro de la Plaça, capellán en el hospital de San Juan Baptista, que fundó el ilustríssimo Cardenal y Arçobispo de Toledo, don Juan Talavera, extramuros de la ciudad de Toledo. Por veinte y ocho años que residió en él, y muchos dellos por importunación de los patronos tuvo el cargo de Capellán Mayor, que es de mucha honra, y aun a tiempos el de administrador, por estar ausente el proprietario, nunca tuvo desabrimiento ni descompostura, ni de una palabra de mal sonido con persona alguna, y esto no por falta de zelo para castigar y emendar lo necessario, antes lo hazía con tal modestia y pacificación de su rostro, que los reprehendidos quedavan enmendados y persuadidos a la virtud, por el respeto que le tenían, conociendo su mucha bondad y valor. Ayudávale a esta paz escusar ocasiones que suelen perturbarla, y fue una, que en todo el tiempo que residió en la casa no entró en aposento particular della, sino estando alguno enfermo o siendo llamado a algún negocio grave. Otra fue que en un brasero que se pone en el hospital, en el refectorio, en tiempo de frío, nunca se llegó, ni en otro que se enciende en la sacristía de la Capilla de San Pedro, en la Santa Iglesia de Toledo, donde era Capellán. Iva todos los días bien de mañana en el invierno el largo camino que ay desde el hospital a la iglesia, teniendo allí /(387r)/ una capellanía del arçobispo don Sancho de Rojas, la renta de la cual, que sería cuarenta mil maravedís, sin guardar cosa para sí dava a sus padres, que eran pobres y los tenía ausentes. En semejantes lugares suélense hablar palabras ociosas, y otras que despiertan iras y rancores. Él quería padecer antes el frío del invierno que perder su paz en alguna ocasión. Ayudó assí mismo a esta compostura y quietud el darse mucho a la oración, aunque tenía el tiempo tan ocupado que admirava cómo con él cumplía a negocios tantos y tan importantes. Porque, junto con ir cada día dos veces, mañana y tarde, a su capilla, y no faltar en los oficios y cargos del hospital, era contador de la renta y hazienda, que es oficio que pide todo un hombre. Los patronos le ocupavan en negocios graves, y fue uno la ocasión de su muerte, porque, embiándole al reino de Granada al tiempo que se rebelaron los moriscos, a un pueblo llamado Fiñana, donde el hospital tenía de renta casi dos mil ducados, y por la guerra andavan a mal término, aviéndolo allanado, bolvió al hospital en fin de julio del año de mil y quinientos y ochenta, y cayó enfermo, y al día séptimo de la enfermedad, que fue en veinte y nueve días del mesmo mes de julio, con la paz y quietud que vivió, murió. Poco antes que muriesse, llamó a todos los capellanes y les hizo una plática celestial, encargándoles la | paz y conformidad entre sí y la caridad con los próximos, y abraçándolos a todos, desde a poco se fue al Cielo, de edad de cincuenta y un años. Enterráronle en la capilla del mismo hospital, junto a la reja del Santíssimo Sacramento. Y todos los que le conocían le llamavan el Santo Plaça, porque sin lo que dél se ha dicho, era honestíssimo, y se tenía por cierto que conservó estado de virgen. Era muy limosnero, y alabávase de que nunca le faltava qué dar a pobres. Hazía una mortificación estraña en la comida, de dexar ordinariamente el comer fruta, que con ser Toledo tan abundante della, tan sabrosa, y de tanta diversidad, con que se entendía que le era de mucho gusto, sólo usava de alguna endrina de Mayo, que es de las primeras que salen por las plaças, y lo demás dexávalo, contentándose con una comida templada, que era un poco de carnero o huebos. Acuérdome que le conversé diversas veces y le vi muchas, y siempre con una alegría y rostro risueño, que era testimonio de su limpia consciencia. De lo dicho estoy tan cierto, que me determiné ponerlo en memoria, assí por lo que toca a la paz que conservó siempre con los próximos, como por el exemplo raro de mortificación en no llegarse el invierno a la lumbre, como el dexar de comer fruta en verano. |


EXEMPLOS ESTRANGEROS


[1] Escrive Heródoto en el Prólogo que se le vinieron a rendir los iones a Ciro, a quien él avía primero rogado con la paz y su amistad, y no la aceptaron. Propuso a los embaxa- dores | este cuento:
-Avéis de saber -dize- que un tañedor de flauta, viendo los peces que andavan por el mar, començó a tañer en la ribera, pareciéndole que a su música saldrían /(387v)/ algunos a tierra, y, como no saliessen, echó la red, con que sacó muchos dellos. Y viéndolos dar saltos en la arena, díxoles: «Dexad, por amor de mí, de bailar sin son, pues cuando os le hazía no bailastes».
Y con esto, despidió a los embaxadores.

[2] Epaminundas, capitán de los tebanos, tenía su exército contra los lacedemonios, y porque se llegó el tiempo de elegir los magistrados y ser él pretor, aviéndose de hallar presente, convínole ir a Tebas. Dexó en el campo un hijo suyo llamado Estesimbroto y mandóle expressamente que no diesse batalla al enemigo por más ocasión que se le ofreciesse. Sucedió que, entendido por los lacedemonios que faltava Epaminundas del campo, desafiavan al hijo para que saliesse a pelear, y porque no lo hazía mofávanse dél, haziendo grandes atrevimientos en su presencia. Y fue esto de modo que un día, viendo que por burlar dél andavan desmandados y como que se les dava poco, salió a ellos y alcançó una insigne victoria. Vino el padre. Fue a recebirle muy contento por la honra que le avía ganado. Epaminundas le coronó con corona de triumfo, y luego, porque avía ido contra lo que le mandó, le cortó la cabeça. Los cristianos no alabamos el hecho que este bárbaro hizo, sino el intento y zelo de que la disciplina militar se guarde. Refiérelo Fulgoso, libro segundo.

[3] Sintiendo mucho Sexto Tarquino que los gabios estuviessen revelados a su padre, el rey Tarquino, fingió que se desavenía dél y passóse a ellos, los cuales le dieron mucha parte en el govierno de la ciudad. Visto que no podía ya mucho con ellos, embió un criado a su padre para saber dél su voluntad. Tarquino, oído el men- saje, | entróse con el mensajero en un huerto, y no se fiando bien dél, tomó un cuchillo y anduvo cortando algunas hiervas, como dormideras, que se levantavan sobre las otras, y sin darle respuesta, le embió. El hijo, visto que de palabra nada le dezía, preguntóle:
-¿Qué hizo mi padre cuando leyó la carta?
Respondió:
-No otra cosa, sino entrarse en un huerto y derribar la hierva que se levantava sobre la otra.
Entendió Tarquino que le dezía en esto que fuesse derribando cabeças de las principales. Hízolo assí, y salió con su intento de sujetar la ciudad y tierra a su padre.

[4] Estando cercada de cartagineses la ciudad de Siracusas de Sicilia, su rey Agatocles, que tenía un buen exército en el mar, embió a mandarles que fuessen a hazer guerra a Cartago, la cual por estar sola de gente de guerra, teniéndola en Sicilia, se vido en grande aprieto, y embiaron a toda furia a llamarlos que bolviessen y defendiessen sus casas y dexassen las agenas. Es de Valerio Máximo, libro séptimo.
[5] Ningún contrario tuvieron los romanos que tantas victorias alcançasse de ellos como Aníbal Cartaginés, y de ordinario era con astucias y mañas. Con estos modos venció la batalla de Trebia, otra en Trasimeno y otra en Canas, con que puso a punto de acabarse el Imperio Romano. Vídose encerrado una vez por Fabio Máximo entre dos montes, donde parecía impossible poder salir en salvo su exército, y con cargar bueyes sobre los cuernos de hazes de leña ligera y ponerles fuego, siendo de noche, embiándolos delante de su gente, con este embuste espantó a los /(388r)/ romanos, que atemorizados se apartaron un poco y dexaron lugar abierto, por donde el cartaginés salió libre con su gentezilla para hazer mayores males y daños a los romanos. Refiérelo Sabélico, libro sexto.

[6] Estava Aníbal huido de Cartago en casa de Antíoco, rey de Siria, el cual le embió por capitán de un exército de mar contra los romanos, y estando a vista la una armada de la otra, llevava Aníbal recogidas en arcas grande cantidad de serpientes. Echólas en la agua; vistas de los romanos, començaron a tener temor, el temor les hizo afloxar en la pelea y esto les puso en huida. Es de Sabélico, libro sexto.

[7] Mitrídates, rey de Ponto, siendo vencido de Lúculo, capitán romano, salió huyendo de la batalla, y viendo que le ivan dando caça y siguiendo a las espaldas, él derramava moneda y joyas de que él iva bien proveído. Con esto detuvo a los que le seguían, y por pequeño interesse dexaron otro mayor, librándose de sus manos Mitrídates. Dízelo Sabélico, libro sexto.

[8] Vino Quinto Metelo a España contra los celtíberos, y teniendo cercada la ciudad de Trebia, y no hallando modo como expugnarla, acordó de levantar el real y traer el exército de unas partes en otras, teniendo confusa toda la provincia, no sabiendo dónde descargaría aquel ñublado. Estavan ya cansados sus soldados; preguntóle uno, que era privado suyo, qué pretendía hazer con aquel modo inusitado de pelear. Él, muy enojado, respondióle:
-¿Qué me preguntas? Dígote de verdad que si entendiesse que la camisa que traigo sabe mis intenciones, me la desnudaría y echaría en el | fuego.
Después de tener cansados y descuidados a los celtíberos, dio de improviso sobre Trebia, y con poca dificultad la ganó. Refiérelo el Eborense.

[9] Bien guardó el orden de disciplina militar Publio Cornelio Escipión, viniendo de Roma a Numancia, donde estava el exército romano con poco provecho y notable daño, defendiéndose dellos valerosamente los numantinos. Luego que entró en el real desterró dél bodegueros y malas mugeres, que se contaron dos mil dellas. Hizo exercitar a los soldados en actos militares, y assí alcançó victoria de aquella gente. Lo mismo hizo Metelo contra Iugurta, que halló el exército romano bien diferente de lo que convenía para hazer guerra a tan fuerte contrario en su propria tierra: desterró a los que vendían manjares cozidos o assados; no quiso que soldado alguno tuviesse criado que le sirviesse, ni bestia de carga para llevar las municiones, diziendo que esto haze floxos a los soldados; mudó el real a otra parte donde no tenían el regalo y comodidad de descanso, y reformando el exército, alcançó la victoria pretendida. Dízelo Valerio, libro segundo.

[10] Graves castigos hizieron algunos capitanes romanos en los que dexando sus vanderas se passavan al enemigo, aviéndose apoderado dellos. Quinto Fabio Máximo mandó cortar las manos a ciertos romanos que se passaron de su real al del contrario, aviéndolos vencido, y quiso que este espectáculo atemorizasse a los demás para no caer en semejante culpa. Escipión el Africano, aviendo ganado a Cartago, a los que halló allí que dexaron su real, si eran romanos los /(388v)/ hizo poner en cruzes, y si de otra nación, degollar. Escipión el Menor, a los que halló culpados en este crimen mandó echar a bestias fieras. Y Paulo Emilio, venciendo al rey Perseo y hallando romanos en su exército, mandó que fuessen despedazados por elefantes. Los cartaginenses tenían por ley que si algún capitán iva contra lo determinado en la República, aunque le sucediesse bien, le mandavan cruzificar, diziendo que el buen sucesso era del cielo y la culpa de no obedecer a sus mayores, suya. Refiérelo Valerio en el libro segundo, y dize que en tanto fue de provecho la disciplina militar al pueblo romano, que de una pobre casa de Rómulo hizo ciudad señora del mundo.

[11] Siendo dictador de Roma Papirio y capitán general suyo con título de maestro de cavallos Quinto Fabio Rutilano, porque aviéndole él mandado lo contrario dio batalla a los samnites, aunque los venció y hizo huir, por aver quebrantado la arte y disciplina militar, en presencia del exército le mandó desnudar y açotar con varas reziamente el dictador. Y si no fuera rogado del Senado y pueblo romano, passara adelante con el castigo. Dízelo Valerio Máximo, libro segundo.

[12] Postumio Tiburto, dictador romano, a su hijo Aulo Postumio, que avía engendrado y en su niñez regalado y en su mocedad adoctrinado, siendo de costumbres loables, que amava a su padre y patria, porque salió de su real sin licencia del padre, aunque hizo en el campo del enemigo hechos maravillosos, fue por él mandado matar. Lo mismo hizo Manlio Torcuato, cónsul romano, estando en campo contra Geminio Mecio, capitán de Toscana; siendo provocado por | él a singular batalla, sin licencia del padre salió a él y vencióle. Bolvió con su cabeça y presentóla al padre, el cual mandó que le cortassen la suya, teniendo por menor daño carecer él de un valiente hijo que el exército romano de la disciplina militar. Es de Valerio Máximo, libro segundo.

[13] Juliano, segundo emperador, trayendo guerra con los persas, supo que tres capitanías avían huido de mucho menor número de enemigos que ellos eran. Mandó degollar a diez de los que primero huyeron, y fue ocasión que se mostrassen más valientes los otros, viendo que avía igual peligro en huir que en esperar al enemigo. Refiérelo Fulgoso, libro segundo.

[14] Rigiendo el exército Septimio Severo, emperador romano, por ser enfermo de la gota y andar en una litera, parecióles a algunos capitanes que su hijo Antonio Basiano era más apto para aquel oficio. Tratavan de hazerlo assí, entendiólo Severo, mandó llamar a las cabeças de aquella rebelión, y en su presencia fueron muertos. Todos los demás se arrodillaron pidiéndole perdón y fue dificultoso de alcançarle. Perdonólos diziendo:
-Sabed, soldados, que yo no govierno el exército con los pies, sino con la cabeça.
Bien se entiende que con mayor severidad castigara otra rebelión, pues usó este modo con los que a su hijo, a quien avía de dexar el imperio en muerte, tratavan de dársele en vida. Es de Fulgoso, libro segundo.

[15] Antonio Basiano Caracalla, emperador, hijo de Severo, fue siempre en las conquistas del Imperio el primero en los trabajos. Iva a pie largas jornadas y muchas vezes llevava la insignia y vandera. Ni porque llegasse cansado usava de manjares delicados; comía /(389r)/ en compañía de otros soldados el pan que él mismo cozía en rescoldo. Bevía en vaso de madera, y con esto estava sano y era amado de sus soldados, y guardava la disciplina militar. Es de Fulgoso, libro segundo.

[16] Alexandro Severo, emperador, fue consumado en la disciplina militar. Siendo de veinte años, y criado en grande regalo, tomó a cargo el exército y no avía soldado que tan áspera vida hiziesse como él. Comía lo que comían los soldados y levantadas la alas de su tienda para que todos le viessen. Si algún soldado agraviava a su huésped, castigávale con severidad. Si los veía pisar los sembrados, dezíales si consintieran lo mismo en sus haziendas. Pagava por su mano a los soldados sin querer que el dinero passasse por otra agena, temiendo que no hiziesse algo menos. Dezía que el soldado ha de estar vestido y bien mantenido y que en su bolsa traiga algún dinero, porque la falta en lo semejante los trae a desesperación. Con esto los traíchìa bien disciplinados y obedientes. Supo en Antioquía que ciertos hombres de a cavallo se entretenían en baños y comidas, gastando superfluamente sus pagas. Mandólos prender, y porque el exército se alborotó y tomaron armas contra él, salió a ellos y puesto en medio de todos los reprehendió ásperamente y les mandó que se quitassen las armas y las dexassen en tierra. Y a sola esta palabra suya temió el exército y le obedeció. Ni se contentó con esto, sino que mandó a los vezinos de Antioquía que llevassen aquellas armas al alcáçar y casa real, y los soldados callaron sin resistir su mandato, hasta que viéndolos penados por lo hecho los perdonó y bolvió a su oficio. Es de Fulgoso.

[17] El emperador Aureliano escrivió una carta a cierto vicario suyo en que particulariza todo lo necessario a la disciplina militar, y dize assí: «Si quieres ser tribuno, o si por mejor dezir, quieres vivir con esse cargo, ten vigilancia en que ningún soldado sea ladrón. Ninguno haga menos a su huésped pollo o gallina, ni tome oveja al vezino, no cargue de uvas en la viña que no plantó ni cabó, ni pise los sembrados cuando saliere en ordenança. A su huésped pídale oleo, sal y leña, y conténtese con ello; lo demás páguelo. Ni dexe llorando a persona alguna de la posada donde se aloxare. Sus armas estén acicaladas y no le falte alguna de las importantes. No vaya hecho ropero cuando passare de una ciudad a otra. Dexe el vestido viejo y conténtese con el nuevo. La paga llévela en la bolsa y no la dexe en la taverna. El collar, la armila y el anillo tráigalo consigo. El cavallo en que ha de entrar en la batalla, él mismo le almohaze y limpie. Si entre los despojos del enemigo se hallare alguna bestia de carga, no la venda. El mulo y el jumento que lleva la munición sea tratado por él como proprio. Ayúdense unos soldados a otros y como siervos a sus señores entre sí se sirvan. Honren al médico y cúrelos sin paga. A los agoreros y hechizeros ninguna cosa les den. Muéstrense honestos en sus aloxamientos, y el que levantare pleito o diferencia sea castigado». Documentos maravillosos son éstos y dignos que el cristiano los reciba y abrace. Refiérelo Fulgoso.

[18] Levantando su exército Marco Escauro, capitán romano, de cierto campo, fue visto un árbol que estuvo en medio de los soldados cargado de fruta y bien sazonada, y fue testimonio /(389v)/ de cuán sujetos y bien disciplinados los tenía. Es de Fulgoso.

[19] Passava por la Menor Asia con su exército el gran Tamorlán y llegó a él una labradora llorando y quexándose de que un soldado suyo le avía comido un queso y no se lo pagó. Mandó hazer alto y que el exército se detuviesse, y a la muger dio lugar que buscasse el que le hizo semejante agravio. Buscóle y hallóle. Negava el soldado, la muger afirmava el caso. Dixo el Tamorlán:
-Aquí más se ha de creer essa muger que no tú. Yo quiero que se te abra el pecho con un cuchillo y si no pareciere el queso, que la muger padezca la misma pena.
Rompieron el pecho al soldado. Pareció el queso y de la hazienda del muerto pagaron a la muger el precio del queso y embiáronla. Con ser tan riguroso este pagano en guardar la disciplina, te- nía | su exército de suerte que por él vino a ser señor de grande parte del mundo.

[20] Por lo mucho que simbolizan entre sí la paz y la disciplina militar, pues, como se ha dicho, la guerra es lícita para que della resulte paz verdadera y firme, y en la guerra conviene que aya disciplina militar para que se alcance victoria, y assí, para remate del Discurso, y bolviendo a la paz, concluyo con lo que escrive Eliano, De animalibus, libro primero, capítulo tercero. Dize, pues, de un pece llamado capitón, tan amigo de paz, que si vee otro pece que está en lo profundo del mar sin moverse, aunque podría comérsele, siendo menor que él es, no lo haze sin que primero le menee la cola y vea si tiene vida y quiere irse, y cuando ya está cierto de que no vive, susténtase dél.

Fin del Discurso de Paz. |