DISCURSO SETENTA Y TRES. DE SUEÑOS Y VIGILIAS
Diversas especies ay de sueños. Uno es natural, y es el por quien juzgan los filósofos de los
humores, porque si sueñan que veen ríos y fuentes, entienden que reina la flema; si fuerças y
violencias, es cólera; si muertos y cosas tristes, melancolía; si fiestas y regozijos, sangre. Otra
especie de sueño es visiones, cuando debaxo de alguna se muestra cosa verdadera, como las vacas
gruessas y flacas que vido Faraón y denotaron tres años estériles y abundosos. Es otra especie
oráculo, cuando del Cielo es descubierto al- gún
| misterio al que duerme, como a los Magos que no
bolviessen a Herodes, y a Josef que huyesse en Egipto con la Sagrada Virgen y su Soberano Hijo.
Otra especie de sueño es la ilusión y fantasma, en que se sueñan cosas que se vieron o se imaginaron;
aun a las vezes sin imaginarse y vin verse suceden por parte del demonio, que se atreve a burlar con
el que está dormido, no atreviéndose ni aun de mil leguas a llegar si estuviera despierto, como
sucede a personas muy religiosas y honestas, que sabe el demonio que en vigilia le iría muy mal
con ellos y acomételos dormidos, con sueños torpes, por atormentarlos. De
/(464r)/ Sueños y Vigilias trata el presente
Discurso.
[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]
[1] Durmiendo estava Adam cuando le sacó Dios una de sus costillas, cubrióla de carne y formó a
Eva, la primera muger, como parece en el capítulo segundo del Génesis. Jacob, dormido estava
cuando se le apareció una escala que tenía su principio en el suelo y su remate en el Cielo, a la cual
estava Dios arrimado, y subían y baxavan ángeles por ella, y refiérese en el capítulo veinte y ocho
del Génesis. Josef soñó que el sol y la luna, con onze estrellas, le adoravan, y por referir este sueño
a sus hermanos levantó contra sí gran polvareda y se vido en muchos peligros, como parece en el
capítulo treinta y siete del Génesis. Faraón soñó en Egipto un sueño de siete vacas gruesas y otras
siete flacas, y que éstas se comían y tragavan a aquéllas, como también se dize en el Génesis,
capítulo cuarenta y uno. Y Nabucodonosor anduvo también soñando de una estatua, que le pareció
ver de diversos metales, de que se trata en el
Libro de Daniel. Y yo lo llevo con la brevedad que pide
el averlo escrito estendidamente en otras partes estas historias.
[2] El Apóstol San Pedro exhorta en su
Canónica que velemos, porque el demonio anda como león
bramando por hazer daño a los que duermen, y assí a muchos les ha sucedido mucho mal durmiendo.
Durmiendo Lot se aprovecharon dél sus hijas, como parece en el capítulo diez y nueve del
Génesis. A Sansón, durmiendo le cortaron sus cavellos, con que perdió las fuerças, siéndole ocasión que
perdiesse también la vida; y es del Libro de los Juezes
, | capítulo diez y seis. Isboset, hijo del rey
Saúl, y que tenía ya parte en su reino, durmiendo fue muerto; refiérese en el
Segundo de los Reyes, capítulo cuarto. Durmiendo Jonás se levantó la tempestad, y fue, despierto, lançado en la mar y
tragado de la ballena; y dízese en su Libro
, capítulo primero. Durmiendo Tobías cegó, y consta del
capítulo segundo de su Libro. Holofernes, durmiendo fue degollado por Judit; véase el capítulo
treze de su Historia. Saúl, durmiendo, fue despojado del frasco y lança, y estuvo su vida en la
cortesía de David, a quien él aborrecía de muerte; escrívese en el
Primero de los Reyes, capítulo veinte y seis. Durmiendo Sisara fue muerto con un clavo que le puso Jael por la cabeça; es del
Libro de los Juezes, capítulo cuarto. Durmiendo el labrador, vino su enemigo y sembró en su campo
zizaña sobre el trigo que él tenía sembrado; escrívelo en el capítulo treze San Mateo. Y durmiendo
San Pedro, fue reprehendido de Cristo; también lo dize San Mateo, capítulo veinte y seis. Y
finalmente, durmiéndose las vírgines locas, se quedaron fuera de las bodas, que también lo afirma
el mismo San Mateo, capítulo veinte y cinco.
[3] Queriendo Judas Macabeo dar batalla a Nicanor, aunque le era muy inferior en número de
gente, mas vido en sueños al santo Pontífice Onías ya muerto que hazía oración por el pueblo, y a
Jeremías que le dava una espada con que peleasse. Con esto tomó tanto ánimo que alcançó una
famosa vitoria. Refiérese en su Primero Libro
, capítulo quinze.
Lo dicho se coligió de la Divina Escritura. |
[EJEMPLOS CRISTIANOS]
[1] En Antioquía se apareció San Andrés a Pedro Sacerdote y le declaró dónde hallaría el hierro de
la lança con que fue atravessado el pecho del Salvador, el cual estava escondido en un templo de
San Pe- dro, | en la misma ciudad de Antioquía; y fue en tiempo que la tenían cercada turcos y
padecían dentro della los cristianos grande hambre. Descubierta tan ilustre reliquia, los ciudadanos
recibieron grande /(464v)/ contento, y cobrado ánimo, llevando el hierro santo en una lança el
obispo Niceno, salieron a la pelea los cristianos contra los paganos y alcançaron vitoria, venciendo
a Corbana, capitán de Belfech, rey de Persia, que se bolvió mal padeciendo con lo que pudo librar
de su gente. Es de Fulgoso, libro primero.
[2] En la Vida de San Gregorio Nazianzeno
, escrita por Gregorio Presbítero y referida por Surio,
tomo tercero, se dize que estando el mismo Nazianzeno estudiando en Atenas tuvo un sueño
maravilloso, y fue que le parecía estar sentado estudiando, y que dos hermosíssimas mugeres se le
assentaron a sus lados, haziéndole grandes amores y caricias. Él, algo enojado de ver su desemboltura,
preguntóles sus nombres y qué era su intento. Respondiéronle:
-No te pese, o Gregorio, de que te hagamos caricias y nos juntemos contigo, porque has de
saber que la una de nosotras es la sabiduría, y la otra, la castidad, y hanos embiado Dios a ti para
que toda tu vida te acompañemos y tengamos contigo buena amistad.
Quedó él con esta visión contentíssimo, y púsole aliento para proseguir en sus estudios.
[3] Siendo San Ambrosio arçobispo en Milán, se le aparecieron en sueños San Gervasio y Protasio
Mártires, y le declararon dónde estavan sus cuerpos, los cuales él sacó y puso en lugar más decente
y honrado. Y en tiempo del emperador Honorio se apareció en sueños Gamaliel a Luciano Sacerdote
y le declaró dónde estava su cuerpo y el de Abibón, su hijo, junto con el del protomártir San
Estevan. Y esta aparición y sueños tuvo por tres vezes, a lo cual dando crédito, fue al lugar señalado
y descubrió a los santos cuerpos, y en memoria desto celebra la Iglesia en tres días de agosto la
Invención de San Estevan. Es de Surio, tomo cuarto.
[4] Embió el emperador Honorio a Ma- selcereo
| con exército a Africa para que recuperasse algunas
ciudades que le tenía usurpadas Gildón, contrario cuyo. Llegando en aquella provincia, soñó que
San Ambrosio, ya muerto, se le aparecía, y le dezía, hiriendo con un báculo la tierra:
-Aquí, en este proprio lugar.
Y el día siguiente dio la batalla al enemigo en aquel sitio, y con facilidad le venció. Es de
Fulgoso, libro primero.
[5] El emperador Mauricio soñó que un hombre llamado Focas dava la muerte a él y a todos sus
hijos. Despertó y procuró saber si en su exército se hallava hombre de tal nombre, y después de bien
mirado hallaron que se llamava assí un notario. Parecióle al emperador que era locura temerse de
un hombre de tan baxa fortuna; no hizo caso dél, y no passó mucho tiempo que, rebelándose contra
él su exército y buscando quién sería cabeça y a quién obedecerían, eligieron a aquel Focas. Tomó
nombre de emperador, y queriendo ir a Constantinopla contra Mauricio, él se retiró a Calcedonia,
donde fue preso y muerto con sus hijos por la gente de Focas. Refiérelo Fulgoso, libro primero.
[6] Justo, patricio romano, imperando Constancio, tenía cargo de juez en Piceno. Éste soñó que de
su muslo salía un vestido de púrpura, que era insignia de rey. Refiriólo por vía de donaire a otros
sus amigos. Vino a orejas del emperador, temió que se levantaría con el imperio y mandóle matar.
Quedó dél una hija llamada Justina, hermosíssima por estremo. Vídola en un vaño Severa Augusta,
muger de Valentiniano, y alabóla de muy hermosa a su marido, en lo cual hizo una insigne necedad
que le llovió en la cabeça, porque le dio gana de verla al emperador Valentiniano, y, vista, hizo
publica un mandato suyo, de que fuesse lícito al que quisiesse tener dos mugeres juntamente, y mal
que le pesó a la suya, le dio aquélla por igual, y hizo aquel casamiento,
/(466r)/ no de cristiano, sino como si fuera moro, y cumplióse el sueño de Justo, padre de Justina. Refiérelo Fulgoso, libro
primero.
[7] Entre los monges solitarios de Egipto estava uno llamado Juan, famoso en vida santa y en
milagros. Diole antojo a la muger de un tribuno romano de verle, y fue de suerte que perdía la vida
por ello. El marido habló al ermitaño, rogándole la visitasse. Él respondió que estava determinado
de no ver muger en su vida, y que no pensava mudar propósito. Importunóle el tribuno, y él le dio
palabra que de noche se le aparecería en sueños, y cumpliólo, de suerte que sin averle antes visto la
muger, dio señas verdaderas de su persona y traje, declarando las palabras de consuelo que le dixo,
sin faltar en cosa alguna. Refiérelo Fulgoso, libro primero.
[8] Embió San Benedicto dos de sus monges a Tarracina para que edificassen un monasterio de su
orden, y diziéndoles que se hallaría con ellos y les daría la traza que el monasterio avía de tener,
ellos fueron, y no viniendo el santo, bolviéronse y quexávanse que no cumplió con ellos. Díxoles el
santo que se acordassen de un sueño que avían tenido acerca de aquel caso, y trayéndole ellos a la
memoria, bolvieron y siguieron lo que por él les fue dicho y declarado. Es de la
Vida deste santo, y refiérelo Marulo.
[9] Escrívese que en el desierto donde Evagrio era abad se hallavan monges que dormían assentados
para mortificarse y no tomar entero contento en lo que es tan necessario para el sustento de la vida.
Refiérelo Marulo.
[10] San Hilarión dormía sobre juncos estendidos en dura tierra, y de semejante cama usó hasta su
muerte, y con esto evitava la maldición del profeta Amós, que dize en el capítulo sexto: «¡Ay de los
que duermen en camas de marfil y se dan a ilícitos regalos!». Es de San Gerónimo en su
Vida. |
[11] Pastumio, todo el tiempo que bivió en el desierto tuvo por cama el suelo, y algunas vezes
esparcía por él espinas y abrojos. Pretendía en esto que no se descuidasse su espíritu por mucho
tiempo de Dios, sino que dixesse con Isaías, en el capítulo veinte y seis: «Mi alma te dessea, Señor,
en la noche». Es del De Vitis Patrum.
[12] Onofre, ni tuvo texado ni lugar cierto donde dormir. Allí dormía donde le hallava la noche en
el desierto, y era su sueño más velar que dormir, y hazía lo que David aconseja en el
Salmo ciento y treinta y tres: «De noche, estended vuestras manos al propiciatorio santo, y bendecid al Señor».
Es del De Vitis Patrum.
[13] Arsenio era de tan breve sueño que solía dezir que le bastava al monge solitario dormir una
hora, y cuando se veía molestar del sueño, mostrando enojo, dezía: «Éste es un mal siervo, que
viene sin que le llamen». Los sábados en la noche tenía esta costumbre, que se le ponía el sol a las
espaldas estando orando, y venía el domingo, y saliendo le dava en los ojos, y no dexava la oración,
de suerte que siempre peleó con el sueño, y los sábados enteramente salía con vitoria; los otros días
era tan breve que parecía aver vencido a la naturaleza. Refiérelo Surio en el cuarto tomo. Y este
exemplo de Arsenio es más para admirar que para imitar, porque quitar cuatro o seis horas de sueño
al cuerpo es faltar en la salud, lo cual no es lícito.
[14] San Gerónimo, escriviendo a Eustoquio, donzella santa, dize: «Si alguna vez, contradiciéndolo
yo, el sueño me hazía guerra y me vencía, estendía mi cuerpo sobre la desnuda tierra, y brevemente
cumplía con esta necessidad, y quedava afrentado cuando en esto me sentía con descuido; porque
con dificultad resistirá al demonio el que con facilidad es vencido del sueño.
[15] San Martín, obispo de Turón, tendía sobre la tierra un cilicio, y sobre él que- brantava
/(465v)/ el sueño un poco, y vencía el regalo dél con la dureza de la cama, de manera que nunca durmió con
tanto descanso y seguridad que no sintiesse venir aquel ladrón que, aportillando el muro, entra con
daño notable de los que duermen con descuido. Tiene esta propiedad el demonio, que siempre vela
para perder poco a poco a los que no velan. Es de Severo Sulpicio.
[16] El mismo San Martín, visitando su obispado, fue recebido en una iglesia, dándole la sacristía
por posada. A la hora del dormir entró en su aposento, y viendo la cama, que era curiosa y regalada,
mostró sentimiento desto. Derribó a una y otra parte hasta la xerga, que era de paja, y sobre las
tablas desnudas se recostó. Estando medio dormido, por aver caído la xerga sobre un brasero de
lumbre, pegándose él fuego, ardía todo el aposento. Levantóse el santo prelado medio dormido, y
con la grande confusión, aunque llegó a la puerta no pudo abrirla. Púsose en oración, y luego la
llama se apagó, y el humo se consumió, y quedó libre, pudiendo dezir con David,
Salmo diez y nueve: «Provaste mi coraçón, Señor, y visitásteme en la noche; examinásteme con fuego y no se
halló en mí maldad o culpa». Pudo la llama levantada de repente turbar el sueño liviano del que
dormía sobre tablas, mas dañarle no pudo, porque a los que duermen assí, el Señor vela sobre ellos.
Es de Severo Sulpicio.
[17] San Bernardo Abad fue muy amigo de quebrantar el sueño con vigilias, y para que otros lo
fuessen, solía dezir: «El monge, cuando duerme demasiado, está muerto para con Dios, y ni para sí
ni para otro es provechoso». A esta sentencia podemos juntar la contraria, y dezir: «El monge que
guarda vigilias quebrantando el sueño, para con Dios bive, y para sí y para el próximo es útil y
provechoso». Destas dos contrarias sentencias ninguno puede ignorar (sino el que durmiere con el
espí- ritu | más que con los ojos) cuánto se aventaja el velar y la vigilia al sueño y al dormir
demasiado, cuánto aproveche la vigilia y cuánto dañe el sueño, cuánto uno se deva huir y lo otro
dessear. Es de la Vida de San Bernardo, libro primero, capítulo cuarto. Y en el mismo lugar se dize
que si durmiendo alguno de los monges le oía roncar San Bernardo, después le reprehendía, diziendo
que no era dormir religiosamente, en lo cual, como en otras cosas, se requiere modo y modestia.
Pues si tiene por vicio San Bernardo que los monges ronquen durmiendo, también lo será el dormir
demasiado tiempo, pues aquello que se duerme demasiado se pierde cessando las acciones
espirituales. Y el Eclesiástico, en el capítulo onze, dize: «Por la mañana siembre tu semilla, y por la
tarde no estén ociosas tus manos». En lo cual se nos pide que procuremos siempre hazer buenas
obras, sin perder tiempo, cuya pérdida es irremediable. Refiérelo Marulo, libro primero.
[18] Germano, obispo antisiodorense, tenía un lecho compuesto de saco y ceniza, para que no
lecho, sino lloro y lugar más de dolor que de quiete pudiera llamarse. Adonde estando echado el
varón snato, se oía sospirar y gemir. De modo que, siendo breve el tiempo que estava en el lecho,
porque siempre se levantava de noche a maitines, mucho menos era lo que dormía. ¡Oh felice
Germano, que durmiendo en ceniza te levantaste a vida sempiterna, subiendo a la compañía de
Cristo y de sus santos! ¡Qué pequeño trabajo mereció tan grande descanso! Es de Surio, tomo
cuarto.
[19] San Vicente Ferrer, del Orden de Predicadores, fue muy templado en el sueño, porque el día
todo de ordinario le gastava en dezir Missa, en predicar y en oír confessiones, y lo más de la noche,
en rezar y en lección de la Sagrada Escritura
. Parte della bien pequeña dava al sueño, y tenía tres
camas: una de sarmientos, otra, /(466r)/ de heno, y otra, de saco. Es de Surio, tomo 2.
[20] San Pedro, inquisidor del mismo Orden de Predicadores, y del mismo grado de santidad,
imitóle en el mismo modo de vida, porque el día predicava y dezía Missa, y consolava almas; de
noche, orava y estudiava. Desta manera, caminando por los passos de los santos, llegó a conseguir
el premio que ellos consiguieron, con palma y corona de mártir. Dízelo San Antonio en su
Tercera Parte Historial.
[21] Ni fue menor a los nombrados San Bernardino, del Orden de los Menores, el cual, antes que
fuesse religioso, bivió vida religiosa. Levantávase de noche a tener oración, que era con mayor
quietud y devoción. Passó a la religión con presupuesto de acrecentar tanto las vigilias y el no
dormir como acrecentava el estado, y lo que aprendía de noche velando, esso enseñava de día
predicando. Y muchos que estavan dormidos en pecados viejos con sueño de muerte, por medio de
su predicación despertaron para salud y vida. Y si no fuera en el sueño tan templado, nunca en el
servicio de Dios se viera tan aventajado. Es de San Antonio de Florencia, y refiérelo Marulo.
[22] Santa Paula, biuda nobilíssima, aventajándose en santidad a la nobleza, como cayesse en una
fiebre mortal, afirma San Gerónimo que nunca pudo acabarse con ella que la llevasse en una cama
con algún regalo, sino que sobre la tierra dura puso unas mantas de sayal, y sobre ellas, su cuerpo.
Allí passava el día y la noche en vigilia orando, hasta que la fiebre se cansó, viéndose con tan poco
regalo, y la dexó. Dízelo San Gerónimo en las
Loas de la misma Paula.
[23] Léese que en el monasterio de la Tebaida, donde estava Santa Eufrasia, era costumbre de las
monjas dormir en el suelo sobre cilicios, y si alguna tenía sueño deshonesto y era burlada del
demonio, venido el día se acusava delante de la abades- sa
| con grande dolor de su alma. Bien se dexa entender que quien sentía tanto y se dolía de un deleite soñado, que el dormir le era más
ocasión de cuidado que de quietud y contento, pues siempre avía temor si el demonio avía de llegar
a hazerle guerra con semejantes ilusiones. Adelantávase Eufrasia a las demás en este caso, que si
tenía algún mal sueño, macerávase con ayuno estraordinario de dos o tres días, y dormía sobre
ceniza. Deste modo, más razón tenía de soñar si comía, estando traspassada de hambre, que sueños
deshonestos. Es del De Vitis Patrum.
[24] Otilia, abadessa en un monasterio del ducado de Babiera, tenía por cama un pellejo de osso, y
por almohada, una piedra. Era más rigurosa para sí en todo lo que es penoso del convento que para
sus súbditas. Durmiendo, pues, sobre la piel del osso, y gastando el tiempo de quiete más en velar
que en dormir, acozeó al osso de que habla Jeremías, capítulo tercero de los
Trenos, diziendo: «Hase tornado para mí como osso que pone assechanças» (y habla del demonio, y al que David,
figurando a Cristo, quitó la vida). Y en el poner la piedra debaxo de la cabeça agradó al que dize de
sí que fue piedra angular, que es Dios. La virginidad tiene tanto peligro de ser vencida y destruida
que, para conservarse y guardarse, conviene que aya vela y vigilia, porque el sueño le es temido
enemigo, causando floxedad y caimiento, por donde viene a perderse. Refiérelo Marulo, libro
primero.
[25] Murió un padre de familias en Milán, y pedían a su hijo cierta suma de dinero, la cual avía
pagado, y por no saber dónde estava la carta de pago, procedíase con rigor en daño del moço; a
quien en sueños se apareció su padre y le señaló dónde hallaría la carta de pago. Despierto, fue al
lugar señalado y halló la carta, con que se libró de la injusta demanda. Trae a San Agustín por autor
Fulgoso, libro primero. /(466v)/
[26] Gabriel Gondelmario Veneciano estava enfermo. Vido en sueños que venían a él los Apóstoles
San Pedro y San Pablo, y que le sanavan y declaravan como sería presto Papa. Y todo sucedió assí,
porque quedó sano y fue electo en Sumo Pontífice, y se llamó Eugenio Cuarto. Es de Fulgoso.
[27] Llorava la muerte del cardenal Nicolao Albergati, del título de Santa Cruz, un grande amigo
suyo, llamado Tomás Sarzano. Apareciósele el mismo cardenal en sueños y díxole que no llorasse,
porque estava gozando de Dios, y que supiesse que sería Papa. Fue electo en obispo de Bolonia el
mismo Sarzano, y embiado por legado a Alemania, y en el camino, estando en Milán, refirió este
sueño a Francisco Fidadelfo, su amigo, y no passó mucho tiempo que se cumplió el sueño, porque
fue electo en Papa y se llamó Nicolao Quinto. Es de Fulgoso.
[28] Ambrosio Grimaldo Ginovés, al tiempo que Felipe, duque de Milán, tenía la señoría de Génova,
hallóse en la isla de Quíos, la cual tenían cercada los venecianos. Soñó el Grimaldo una noche que
le matava una serpiente que echava llamas por la boca. Por este sueño que tuvo acordó de otro día
no salir a la pelea, que de ordinario tenían ginoveses y venecianos. Mas visto que avían llegado a
poner escalas en los muros y que subían algunos, padeciendo peligro el fuerte, no se lo sufrió su
coraçón, sino que fue a favorecer los de su parte. Quiso levantar la cabeça sobre el muro para ver
dónde estava el mayor peligro, y vino una bala de cierta lombarda que le dio en la cabeça y le mató.
Dízelo Baptista Fulgoso.
[29] Marco Marulo remata su primer libro, en que trata esta materia de sueños, diziendo que todas
las donzellas y continentes que dessean bivir en castidad y lim- pieza,
| y proponen de guardar integridad de cuerpo y alma, deven tomar muy a cargo el tener vigilias y dormir poco, para conseguir
de Dios semejante merced. Aparegen las lámparas, porque si viniere el Esposo a la media noche de
repente les sea fácil salir a recebirle y entrar con él al regozijo de bodas, y gozarle eternalmente en
su bienaventurança. Y por el contrario, deven huir el caer en la suerte de las vírgines locas, las
cuales cuando el Esposo vino estavan durmiendo, y despertando con sobresalto, quisieron comprar
óleo cuando todas las puertas de los que podían venderle estavan cerradas. Y assí, las lámparas
muertas quedaron en tinieblas, no siendo dignas de entrar en la bienaventurança, pagando lo merecido
por su mucho dormir. «Velad -dize el Salvador por San Marcos en el capítulo treze-, porque no
sabéis cuándo vendrá el Señor, o sobretarde, a la media noche, al amanecer, o por la mañana, y
viniendo de repente os halle dormidos». En especial nos amonestan los Profetas que de noche
velemos: David, en el Salmo ciento y treinta y tres
: «A la media noche -dize- me levantava para confessar su nombre». Isaías, capítulo veinte y seis, dize, hablando con Dios: «Mi alma tuvo de Ti
desseo en la noche». Y Jeremías, en los
Trenos, capítulo segundo: «Levántate -dize-, y al principio
de tus vigilias derrama como agua tu coraçón en la presencia de Dios; levanta a Él tus manos por las
almas de tus pequeñuelos». Y para dezirlo de una vez, el mismo silencio de la noche y la quietud de
todas las criaturas nos amonestan que nos empleemos en contemplar las cosas celestiales y hazer
oración a Dios, para que, levantados de la tierra y teniendo nuestros desseos en el Cielo, nos lleguemos
a Dios y seamos dél premiados. Hasta aquí es de Marco Marulo.
/(467r)/
EXEMPLOS ESTRANGEROS
[1] Iva Alexandre Magno contra Jerusalem, y siendo su condición sugetarlo todo y a nadie respetar,
salió a él Jado, príncipe y sacerdote de los judíos, vestido con vestiduras sacerdotales y bien
acompañado de otros ministros del templo y gente seglar. Visto por Alexandre, baxó de su cavallo
y arrodillósele y concedióle cuanto por él le fue pedido. Desto se admiraron sus privados y,
preguntando la causa, respondió:
-La noche passada vi en sueños a Dios vestido de aquel hábito, y amenazóme si hazía algún
daño a esta gente, y assí no me arrodillé a este hombre, sino a Dios.
Esto es de Josefo, y refiérelo Fulgoso.
[2] Entre paganos ha avido algunos muy templados en el sueño, como también menospreciavan
todo regalo y deleite y amavan el trabajo y la templança, aunque esto no lo hazían con afecto y gana
del Cielo como los cristianos, sino por estudio de la sabiduría y ser señalados en la república. Y
entre otros fue uno Diógenes Sinopeo Cínico, el cual, en el traje sin policía, en la comida sin gusto
y en el dormir sin regalo, ninguno se vido entre gentiles que le hiziesse ventaja. Traía un solo
vestido, comía yervas, dormía en el suelo, y cuando quería más regalo entrávase en una tinaja o
cuba. Esto todo consagró Diógenes, no a piedad, sino a naturaleza y ser particular en la república.
Dízelo Sabélico, libro segundo.
[3] Aristóteles, cuyo ingenio fue mostruo de naturaleza, y tan amigo de vigilias y dormir poco que,
cansado ya y quebrantado de noche por el estudio, iva a la cama, y tomando una bola de metal en la
mano, sacávala fuera, teniendo debaxo una bacía de alambre para que si el sueño fuesse adelante y
passasse del tiempo limitado que él le dava, cansada la mano despidiesse la bola, y dando en la
bacía | fuesse despertador, con que bolvía a velar y proseguir sus estudios. Refiérelo Sabélico, libro
segundo.
[4] Aníbal Barchino, hijo de emperador, siendo moço y estando en el campo con sus soldados,
dormía en tierra rebuelto un manto militar. Aunque esta aspereza no se le atribuye a piedad sino a
severidad, no a templança, sino a pertinacia, porque le fuera mejor dormir que, velando, meditar
cómo levantar guerras dañosas para sí y para sus ciudadanos. Dízelo Sabélico.
[5] Escipión Africano se levantava antes de amanecer y se iva al Capitolio, y solo allí con Júpiter y,
por dezir mejor, con el demonio, meditava la destruición y ruina de Cartago, muertes y
derramamientos de sangre de cartagineses. También le fuera a éste mejor dormir y que nunca se
levantara de la cama que velar para dar medios en la destruición de Cartago y aun de Roma, porque
faltando a los romanos guerras con estrangeros, como les faltó destruida Cartago, bolvieron las
espadas contra sí, y por guerras civiles vinieron a destruirse. Refiérelo Sabélico, libro segundo.
[6] Teniendo escuela de filosofía Sócrates, soñó una noche que tenía en su seno un cisne que
henchía el mundo de música sonorosa y dulce. Trúxole otro día a Platón niño, su proprio padre que
le enseñasse, y visto por él, manifestó el sueño y dixo que se entendía por aquel niño Platón, que su
dotrina sería dulce y sonorosa en todo el mundo, como lo fue. Refiérelo Fulgoso, libro primero.
[7] Publio Cornelio Rufo soñó que estava ciego; recordó y hallóse aver cegado. Es de Fulgoso.
[8] Estando enfermo Galeno vido en sueños un hombre que le dixo:
-Si te sacares alguna sangre de la mano, entre el dedo
/(467v)/ pulgar y el índice, serás sano.
Despertó, sacóse la sangre y quedó sin mal alguno. Dízelo Fulgoso, libro primero.
[9] Una matrona romana biuda soñó que estava en un huerto suyo y que le davan una raíz de
cinorrodón, que es rosa silvestre, y le dezían:
-Escrive a tu hijo, que con ésta sanarán los tocados de rabia.
Tenía a su hijo en España a esta sazón, en cierta guerra que por los romanos se proseguía en
Portugal; pareciéndole que no dañaría, sino que podría aprovechar darle aquel aviso, escrivióle y
diósele. Llegó la carta a tiempo que estava mordido de un perro rabioso y començava a espantarse
de ver agua. Visto el aviso de su madre, procuró aquella raíz y quedó sano. Refiérelo Fulgoso, libro
primero.
[10] Sergio Galba, emperador de Roma, hizo un collar con piedras de mucho precio y dezía que era
para una estatua y ídolo de la Fortuna. Hecho el collar mudó parecer y diola a otra de Venus que
estava en el Capitolio, y la siguiente noche apareciósele la figura propria de la Fortuna, a quien
quería dar el collar, y mostrándose enojada con él, dixo:
-Pues me quitaste lo que me prometiste, yo te quitaré lo que te di.
Sucedió luego la muerte violenta a Galva en Roma. Esto fue embuste del demonio. Escrívelo
Fulgoso, libro primero.
[11] Vido en sueños Vespasiano un hombre incógnito que le dixo:
-Cuando vieres un diente de Nerón entiende que comiença tu felicidad.
No passó mucho tiempo quando, muerto Nerón por sus crueles hechos y despedaçado su
cuerpo, vino a las manos de cierto médico un diente suyo. Éste se le llevó a Vespasiano,
congraciándose con él, diziendo que ya Roma era libre de aquel monstruo. Y siguióse luego ser
elegido en capitán de cierta gente el Vespasiano, y, de lance en lance, subiendo y mejorándose, vino
a ser emperador. Refiérelo Fulgoso, libro primero.
[12] Amílcar, capitán cartaginés, tenía
| cercada la ciudad de Siracusas en Sicilia. Parecióle en
sueños oír una boz que le dixo:
-Mañana cenarás dentro de la ciudad.
Cuando despertó, recibió mucho contento creyendo que era oráculo y que le prometía el
vencimiento el día siguiente, y que sería señor de la ciudad. Llamó su gente, hízolos aparejar a dar
un combate, asegurándolos con la victoria y teniéndola por cierta; descuidóse en un puesto donde
estava, salieron los de la ciudad y captiváronle. El combate cessó y la victoria quedó por los
siracusanos, y Amílcar cenó dentro de la ciudad bien de mala gana, cumpliéndose lo que el demonio
le avía dicho, que quiso hazerle aquella befa adevinando lo que podía suceder. Dízelo Valerio
Máximo, libro primero.
[13] Alcibiades soñó que le cubría con su manto una amiga que tenía, y dávale mucho contento el
sueño. Matáronle sus enemigos y sola aquella muger tuvo ley con él, que le amortajó el cuerpo y
hizo dar sepultura. Es de Valerio Máximo, libro primero.
[14] Dos ciudadanos de Arcadia llegaron a Megara, y el uno fue recebido por huésped en casa de
cierto amigo suyo; el otro aposentóse en un mesón. Y el primero vido en sueños a este segundo que
le dava bozes que fuesse y le librasse del mesonero que le tratava la muerte. Levantóse despavorido
deste sueño, y a los primeros passos reparó, pareciéndole que era en vano, siendo sueño y cosa de
burla. Tornóse a la cama y durmióse. Segunda vez se le apareció el amigo con heridas de muerte y
rogóle que, pues le avía dexado morir, a lo menos no dexasse su muerte sin vengança, porque
pretendía el mesonero llevar el cuerpo sobre un carro cubierto de basura y echarlo en el muladar. Ya
no se lo sufrió el ánimo, sino que, acompañado de gente de la casa donde estava, fue al mesón, vido
salir el carro y descubrióse el homicidio, por donde, instando en ello el de Arcadia, hizo morir al
mesone- ro /(468r)/ por justicia y vengó al amigo. Y todo fue rodeo del demonio. El cuento es de
Valerio Máximo, libro I.
[15] Calfurnia, muger de Julio César, la noche antes que fuesse muerto en el Senado, soñó que le
veía junto a sí herido de grandes heridas. Despertó con mucho sobresalto, contóle el sueño y rogóle
que no saliesse aquel día de casa. Mas, pareciéndole a él que era pusilanimidad por el sueño de una
muger dexar de ir al Senado, fue allá y dentro dél le dieron veinte y dos puñaladas, quedando allí
muerto. Dízelo Valerio Máximo, libro primero. Y fue possible que el demonio, viendo que estavan
los conjurados determinados de matarle aquel día, y como no era possible defenderse dellos, hizo
aquel assombro con Calfurnia, para ser creído otras vezes en sueños supersticiosos y malos.
[16] Venía en un navío el poeta Simónides, y llegando a un puerto vido cierto cuerpo muerto de
hombre en la arena, y con piedad natural salió y diole sepultura. Quedó allí aquella noche, y el
muerto que enterrró se le apareció y dixo que en ninguna manera saliesse otro día del puerto.
Hízolo assí, y aunque fue de los que venían con él en el navío rogado y importunado que no los
dexasse, y porque dezía que temía tempestad, hecho burla dél estando el tiempo muy quieto, ellos
navegaron, y presto se levantó tormenta que los ahogó a todos. Y el poeta Simónides, que lo vino a
entender, nunca acabava de agradecerlo al que le libró de muerte. Es de Valerio Máximo, libro
primero.
[17] Tenía el rey Cresso dos hijos, de los cuales el mayor, llamado Arym, era la lumbre de sus ojos,
avía de heredar su reino y estava ya apossessionado de su coraçón. Parecióle una noche en sueños
una figura que le dixo que presto le vería muerto a hierro. Era gentil supersticioso y creyó al
demonio, siendo suya aquella invención, y porque le creyó ordenó
| Dios que pagasse aquel pecado, con otros de que era deudor, en que el hijo muriesse semejante muerte y temprana, sin valerle los
reparos que el padre hizo para estorvarla. Solía el moço ir a la guerra en negocios del reino, ya le
hazía Cresso que se estuviesse en casa; tenía en su alcáçar una sala de armas, hizo passarlas todas
a casa del vezino; los criados que solían acompañarle llevando sus espadas, ya todos andavan
desarmados. Sucedió que vinieron los caçadores del rey a dezirle que avía parecido en las vertientes
del monte Olimpo un feroz puerco y que hazía daño en sus vassallos. El rey acordó con gente de
armas irle a matar. Importunóle el hijo que le llevasse consigo, pues su muerte no estava destinada
en diente de puerco, sino en hierro. El padre quiso darle aquel contento, pues tantos le estorvava a
los que el moço era inclinado acerca de hechos de armas. Van a la caça, parece el puerco. Iva de la
una parte el padre y de la otra el hijo, el hijo sin armas, el padre con una gineta o lança. Arrojósela
con grande ímpetu al puerco, no le hirió ni tocó, passó adelante y dio al hijo. Hirióle y matóle. Y de
que esto sucedió assí echa su firma Valerio Máximo en el libro primero.
[18] Astiages, rey de los medos, soñó que de la urina de una hija suya era toda Asia sumergida y
ahogada. Parecióle que también iría él en aquel diluvio en lo que significava. Fueron llamados y
rogados hechizeros para que declarassen aquel cuento, y resumiéronse que nacería della un hijo, el
qual tendría la propriedad de la urina que vido, siendo señor de Asia. Quiso estorvarlo y pretendió
dar traça como si naciesse hijo, ni tuviesse alas ni manos, de modo que ni pudiesse ser ni valer,
dándole un padre de lodo. Y assí lo hizo, que la embió a tierra de Sayago, casándola, no con la
nobleza de Media, sino con un pisacardos en Persia. El casamiento se hizo sin que sonasse en él
clarín ni vihuela de /(468v)/ arco, sino un tamboril mal templado y una flauta. Nació Ciro, y el
sospechoso abuelo, que estava a la mira y quisiera que no fuera lo nacido hijo, sino hija y parlática
ya que avía de nacer, avisado de que tenía parecer y brío (y aun si acaso le vido) se le figuró que
tenía en sus manos espada y le amenaçava con ella. Entrególe a un privado suyo, hombre de confiança
llamado Harpago, para que le llevasse a un monte y allí le matasse, dexando su pequeño cuerpo por
manjar a bestias y aves, de modo que, cabiendo a bocado, unas por los aires, otras por los montes,
no tornassen los miembros a juntarse y, cobrando vida, al fin se cumpliesse el sueño. Harpago llevó
el infante al monte, descubrióle el rostro y parecióle tan bien que su vista, aunque no usava de
manos, le ató las suyas para que no le matasse. Juzgó que era lo mismo, y dexósele al sol de Dios en
aquel desierto, a quien su abuelo le dava por pasto para que también fuessen sus verdugos, y pues
animales y aves se le avían de comer, también sirviessen de cozineros y le guisassen matándole. El
niño por quien mirava Dios más que su abuelo, y le tenía señalado y aun le avía puesto nombre
antes que naciesse para que diesse libertad a su pueblo, que estava desterrado de aquella tierra,
cumpliéndose el destierro, y bolviesse a la propria de Jerusalem y su comarca, como lo hizo, y lo
dize el profeta Isaías en el capítulo cuarenta y cinco, embió un pastor por aquella parte y llegó
primero que alguna ave o animal, y visto el niño y que tenía aderezos de más precio y valor que
cuanto avía en su casa, llevóle a ella, entrególe a su muger, que con mil ganas y cantares le dio el
pecho, teniéndole cargado de leche que otro hijuelo que avía parido no supo mamar. Crióle, hízose
buen moçuelo, y con un cuarto que tenía de nobleza, sin estorvarlo otro del padre villano ni otro de
la leche villana que mamó, ni el tercero de ser criado entre villanos, sólo
| uno, que fue de la madre que le parió, bastó a que tenía brío de rey. Y si se juntavan otros pastorcillos a jugar con él, él avía
de ser en todos los juegos el principal. Si a los maestros, era él el maestro; si a los desposados, era
él el desposado; si a los ladrones, era él el corregidor; y si a los reyes, él se ponía corona, aunque
fuesse de mimbres. Entretenido pues un día en este último juego, aviéndole hecho rey los otros
garçones, a uno, porque no le obededió, açotó, y no se fiando de verdugo, quiso ser verdugo rey.
Fueron los azotes de su mano, y tales que al tercero día tenía las señales tan vivas y frescas en su
cuerpo como luego que las recibió. Fue el moço delincuente a su padre, contóle el caso. Era pastor
del abuelo y rey Astiages. Llevóle algunos requesones y naçulas, y de camino quexóse del castigo
que se avía hecho en su hijo. Cargó la mano en las quexas por descargarse de la pena que avía
recebido viéndole açotado y con título del justicia. Quiso el rey grande ver al rey chiquito, y en
viéndole diole aire de su hija Mandanes. Hablóle y reprehendióle por qué açotava con tan dura
mano. Respondió:
-Hiziéronme rey; no me obedeció. Delito es que merece buenos açotes.
A cabo de afirmarse el rey que tenía parte en aquella sangre y brío, llamó al criado Harpago;
confessó la verdad. El rey dissimuló con él, mas jurósela a buelta de ojos y pagósela en un combite
que le hizo, porque le dio a comer entre otras cosas bien disfraçado a su propio hijo, sin que lo
entendiesse. Preguntóle, acabada la comida, si quedava contento, y respondió:
-Quédolo como quien ha estado a la mesa de un poderoso rey.
Mandó luego sacar la cabeça del hijo en un plato y dixo Astiages:
-Éssa es la cabeça del venado que tan bien te ha sabido. Y desta manera dan los reyes a
comer a los que les sirven con el almuerço que tú a mí me serviste. Mandéte matar a mi nieto;
dístele la vida. Y por lo mismo la has /(469r)/
quitado a tu hijo.
Harpago, ahogando mil sospiros en su pecho, y tragándose mil lágrimas que corrían de sus
ojos, dixo:
-Todo lo que, señor, hizieres tengo por bueno.
Y si el rey cuando conoció a su nieto se la juró, aora le pagó Harpago, jurándosela con el
doblo. Y aguardó tiempo en que el nieto creció. Y siendo buen moço, valiente y esforçado, diole un
memorial de todo el caso. Despertóle a tener ira y cólera con quien quiso ensuciarle la sangre y
quitarle la vida cuando no podía defenderla. Ofrecióle gente y dineros, y diérale, si regateara, vida
y alma por verse vengado. Al cabo Ciro tomó la empresa, levantó guerra al abuelo y fue fácil de
vencerle, porque de persona a persona hazíale ventaja, y de fuerças a fuerças tenía grande mejora,
queriendo más los súbditos servir y obedecer a un señor moço, liberal y bien acondicionado, que a
un viejo avaro y melancólico. No quiso mostrarse Ciro con el abuelo cuanto áspero pudiera. Diole
ración y quitación, embiándole a Hircania a que comiesse, no tanto como solía y quería, sino lo que
le bastava, y él quedó señor de todo. De lo que se ha dicho, aunque breve como suele, es autor
Valerio Máximo.
[19] Para remate deste Discurso de Sueños
se advierta que no por los exemplos que se han visto de
oráculos del Cielo crean todos los que sueñan que, siendo buenos los sueños, son de Dios y
revelaciones suyas, pues cuando su Magestad hizo cosas semejantes fue pretendiendo negocios de
gran importancia; ni tampoco, siendo de otra suerte y del demonio, como también se han visto
algunos exemplos, deve hazerse caso dellos, porque siempre es su
| pretensión hazer mal y daño, como parece en que si finge alguna vez que es alma que anda en pena, y parece en sueños al otro y
dize que si le dizen cuatro o seis Missas, que volará al Cielo, y ay aquí grande engaño, porque
cuando dize esto echa mano de alguno que fue gravíssimo pecador y acabó mal, muriendo en
pecado mortal y condenándose, para que quien lo oye juzgue y crea que, pues aquél está en Purgatorio,
que él irá derecho al Cielo, y con esto se descuide y condene. Nunca jamás por ocasión del sueño se
dexe de hazer cosa que sea obligación hazerla, ni se haga lo que sería malo hazerse, porque sería
particular pecado. Como el que soñasse que yendo a Missa le matan, y déxase por esto de ir a oírla
día de obligación: el no oír Missa sería pecado, y el dar crédito al sueño también sería pecado.
Considérese assí mismo que si en algunos casos de gentiles, como los que se han aquí escrito, y
fueron del demonio, se vido que salieron ciertos y verdaderos, no son éstos tantos como millares de
otros que también dixo y salió mentiroso; de modo que se escriven los que acertó, y no los que
mintió, como de ordinario sucede en los astrólogos que se hallan a cada rincón: si una vez dizen que
lloverá tal día y aciertan, cobran fama y nómbranlos por autores de muchas cosas que están por
venir, en las cuales, aunque mientan en todas, cállase y dissimúlase. En conclusión digo que de
sueños en el tiempo en que bivimos no se haga caso para recebir pena o contento, porque de ordinario
son ocasionados por la disposición de los humores, o porque se bevió mejor o peor vino. |