UNA
PERSPECTIVA DEL COMPLEJO MATERNO*.
Bernardo Arensburg.
Hablar del Complejo Materno es en cierta
forma retomar un concepto en desuso, Ana Freud en un artículo publicado en
el I. J. P. hace una crítica de la
excesiva extensión de los conceptos y toma como ejemplo la palabra Complejo;
“el exceso extensivo de su uso” con adjetivos diversos lentamente creó una
vaguedad conceptual frente a la cual,
como reacción, todo lo que quedó de él fueron los términos “Complejo de Edipo”
para designar las experiencias centradas alrededor de la relación triangular de
la fase fálica, y “Complejo de Castración”
para las ansiedades, deseos reprimidos etc. Concernientes a la pérdida o
a la falta de órgano sexual masculino.
En
este trabajo expresaré mi desacuerdo con el estrechamiento del C. E. y
extenderé ese desacuerdo a la introducción por Freud de dos conceptos: me
refiero a “preedípico” y al supuesto “naufragio del Complejo de Edipo”.
El “Complejo Materno” y el “Complejo Paterno”
que Ana Freud elimina junto con el “Complejo Familiar” del léxico psicoanalítico
son crucialmente importantes de comprender y de ser comentados. El C.E. es un Complejo “familiar”, se
desarrolla en el seno de las relaciones familiares y trataré de explicar porqué
no puede disociarse el “Complejo Materno” (C.M.), el “Complejo de Castración” (C.C.)
y el “Complejo Paterno” (C.P.) como los tres momentos estructurales que
delimitan la totalidad del “Complejo de Edipo” (C.E.).
Es
obvio que si aceptamos el inicio del Complejo de Edipo como transmitido por la
madre desde su C.E., es una tesis que adelanto: la relación con la madre, el
C.M., le quita sentido al planteo de una fase “preedípica”. Freud mismo en el artículo de 1923 en el
cual introduce la fase preedípica, como característica central de la sexualidad
femenina expresa en una frase significativa.
“Por una parte podemos extender el contenido del C.E. para incluir
todas....por otra podemos tomar en cuenta nuestros hallazgos nuevos diciendo
que la mujer solo alcanza el Edipo positivo normal después de haber superado un
periodo anterior gobernado por el
complejo negativo.”
El
complejo negativo en cuestión es la fijación afectiva en la madre, que la nena
comparte con el varoncito, tal fijación es considerada como homosexual y por lo
tanto un período preedípico negativo en la mujer. No comparto para nada esa imputación de homosexualidad, podríamos
presumir que este estadio en la mujer podría facilitar una homosexualidad
latente por fijación al objeto primario, pero en si no podemos definirlo ni
como homo ni como heterosexual en la nena o en el varón. Su lógica obedece a una sexualidad, o mejor
dicho a un erotismo que se gesta básicamente en la indefensión primaria del
bebé, la hilflosigkei”, que sólo la madre puede cubrir, y esa hilflosigkeit
que Lacan define como una “falta de ser” coincide con una “falta de tener” de
la madre. Falta fálica según Lacan, el
encuentro de estas dos faltas establece una complementariedad cancelatoria y
fuente de fijación para el nene y la nena.
Quiero
agregar que la falta fálica de la madre a la que se refiere Lacan no es un
concepto sencillo ni a ser aceptado textualmente a fardo cerrado. La falta de tener de la madre sin duda
contiene aspectos de falta fálica como lo sostiene igualmente Freud en sus
referencias al C.C. de la mujer, pero el falo de Lacan no es el falo de Freud,
y además creo que las faltas de la madre no tienen poco que ver con la relación
con su propio Complejo Materno y las experiencias carenciales que vive en su
curso. La falta en general es, en un
sentido amplio, motor de deseo para el hombre y la mujer. La introducción, por lo tanto en el
artículo de 1931, del término “preedípico” es una ruptura de las relaciones
dialécticas entre esos tres momentos: C.M., C.C. y C.P. que caracterizan el
C.E. como un desarrollo estructural unitario.
Por
otra parte es curioso y llamativo que después de este artículo no volverá a
usar jamás el término “preedípico” y que nunca usó el término “post-edípico” a
pesar del supuesto “naufragio” del C.E. que hubiera justificado su uso. Píensese que hasta 1939 hay ocho largos años
de creación y revisión de su obra lo que hace aún más llamativa la
omisión: “preedípico” comienza y
termina en 1931 para Freud.
¿Tiene
este artículo y la eliminación del C.M. con los debates de las analistas
mujeres con y contra Freud alrededor de la femineidad? Es muy probable.
Creo
que Freud otorgó a lo paterno una prevalencia fundamental en lo que se refiere
al C.E., por ejemplo en el trabajo sobre Leonardo, que es justamente un trabajo
que muestra avatares que relacionan una evolución del C.M. al C.P. Freud dice “el complejo paterno-materno”,
¿porqué paterno va primero si cronológicamente es obvio que es anterior. En El Yo y el Ello hay un curioso
desliz; afirma que la primera identificación es con el padre, para decir acto
seguido “más bien con el padre y con la madre” frase que tiene la clara
estructura de un lapsus. ¿Hay en él un
paterno-centrismo ideológico?, habría que revisar los relatos de la
correspondencia con Fliess de los inicios de la conceptualización de lo Edípico
para tener una imagen más clara. Por
otra parte, en la época de la vigencia de la teoría de la seducción traumática
de los inicios “el seductor, decía, siempre era el padre”. A lo largo de los años esto cambió no sólo
en el abandono de esa teoría sino también en la importancia que llega a darle a
la madre como primera seductora y erotizadora en sus manipulaciones de
los cuidados del bebé y agregaría que desde sus anhelos fusionales
coetáneos con él y su deseo oral, formulado como “te comería” - decir nada infrecuente y a veces
acompañados por una abundante salivación refleja.
Se
puede pensar que Tótem y tabú es una
obra clave para la comprensión del C.E. y que efectivamente la estructura de la
reflexión freudiana remite a una dinámica edípica que instaura, desde el aposteriori
del asesinato del padre, y culpa mediante, una eficacia normativa, legislante
del padre muerto, para prohibir el incesto y la repetición del asesinato del
padre que son en el fondo la solución del C.E. en su polo paterno. Tótem
y tabú otorga a la imago paterna todo el peso de la legalidad edípica. Esa solución deja sin embargo residuos
añorantes como lo prueban las ulterioridades, la erección del tótem como
sustituto y persistencia de la interdicción desplazada del padre asesinado y la
comida totémica.
Pero
por cierto no puede reducirse el Complejo de Edipo a un código anti-incesto y
de sometimiento a la autoridad y la falicidad del padre. La historia comienza con el deseo, el deseo
de lo no tenido, el buscar lo faltante, a saber las hembras del padre, madres
de la fratría y tal vez madre real de más de alguno de sus cortejantes.
En
resumen hasta ahora he hablado del estrechamiento del C.E. en lo que se refiere
a sus inicios maternos, vale decir de sus estrechamientos hacia atrás, hacia el
inicio.
Pero
el concepto de “Naufragio del Complejo de Edipo” es a su vez un estrechamiento
hacia delante, hacia sus proyecciones más allá de la pubertad y la adultez.
El
“naufragio” o “sepultamiento” del C.E. es en alemán Untergang, se trata de un vocablo de rica polisemia pero todos sus
múltiples usos apuntan a un final radical de algo, su ya no ser. Preguntaría si alguien ha visto alguna vez,
dentro o fuera de su práctica analítica, un ser caracterizado por un no ser de
su C.E. o de sus residuos más o menos notorios.
No
hay naufragio que no deje restos, aunque sea en el oculto fondo marino,
comparable al de la represión que como sabemos no pierde su eficacia en cuanto a efectos. La clínica y la existencia muestran que las
secuelas del complejo de Edipo y Castración son, para bien o para mal, una
afectación de todo el decurso de la vida incluyendo la aceptación de la
maternidad y la paternidad por el hombre y la mujer.
Antes
de entrar en la exposición nuclear, debo hacer una afirmación que probablemente
ustedes me han escuchado más de una vez: No existe en el campo de las teorías psicoanalíticas, ninguna
que sea más específica ni más comprehensiva que la teorización del complejo de
Edipo y si se piensa en el artículo de 1931 y en el naufragio, esa virtud magna
del complejo de Edipo se diluye; Freud mismo lo dice (pag.226-vol.21) en un
reconocimiento paradojal y que, de hecho, si se lee la frase anterior que le da
todo su sentido al complejo materno, resulta un sin sentido. La frase es: “Debemos retractar la
universalidad de la tesis de que el complejo de Edipo es el núcleo de las
neurosis”.
El
C.E. en su abordaje total permite comprender las subteorías, pulsiones,
fijación, regresión, represión, mecanismos de defensa, formación del
inconsciente, etc. pero ninguna de ellas individualmente es capaz de dar cuenta
del C.E.
Estas
reflexiones me han llevado tal vez, a una posición radical y extrema que
seguramente me hace vulnerable a serias críticas
Haré
un breve resumen de esta posición:
1º) En la experiencia Edípica de la madre dejan
huellas las tres etapas del esquema, tal como en el varón, en ellas se apoya y
se origina el “Deseo Materno” y este inicia, con la concepción, una transmisión
o si se quiere una puesta en juego intergeneracional del inicio de una
ontogenia edípica en el bebé. Freud ha
puesto en el centro del deseo materno la compensación del C.C. y el anhelo de
un bebé del padre, no negaría la vigencia de estos factores pero pienso que el
C.M. vivido por ella con su madre y otros muchos factores configuran y
alimentan el Deseo Materno.
2º) Los eventos modeladores del infante y del
niño a lo largo del C.M. son múltiples y variables en su calidad y en sus
efectos: No me adentraré íntimamente en ellos pero enuncio algunos de gran
primacía con la seguridad de no llenar la lista:
a)
El anhelo de apego, la formación de un objeto fin, el corolario de ambos en un
autismo primario normal (Mahler), un vínculo simbiótico (idem).
La
inscripción de la pulsión de muerte y la emergencia de un narcisismo Absoluto,
experiencias de dolor y la vivencia de lo que Lacan llama “cuerpo fragmentado”,
b)El
pecho como objeto (Freud, Klein), la emergencia del estadío del espejo y del
narcisismo primario, la vivencia omnipotente de His majesty the Baby, la
ausencia de la madre y la presencia del extraño como paradigma de lo
“no-madre”, la opción de la madre como objeto y las carencias y pérdidas como
fuente de autoerotismo. Los celos y la
emergencia de la escena primaria. Las
teorías sexuales infantiles incluyendo a la madre fálica.
c)
El pasaje a la fase fálica, la masturbación con fantasías maternas o
sustitutivas. El concepto de falo de la
fase fálica.
d)
Los inicios de la angustia de castración relacionados con la falicidad o no
falicidad de la madre.
En
este proceso el C.C. marca un límite al Complejo materno y a la seducción
materna, impone una condena al goce fálico-genital, condena que creo que la
represión no logra nunca resolver radicalmente porque reprime al objeto, madre,
pero no logra lo mismo con la concupiscencia fálica que persiste, resiste y
retorna en toda su potencia en la pubertad; e incluso como lo hipotetiza Freud
mismo con un retorno del Complejo ¿supuestamente resuelto con el
naufragio? Se gestan además en su curso
angustias y modificación del Yo
4º) El Complejo Paterno no es un tema que tenga
la intención de desarrollar hoy sin embargo, no se puede soslayar el sentido
dialéctico que lo caracteriza; es en cierta forma la antítesis y el intento de
síntesis de lo que en una buena parte del Complejo Materno ha estructurado en
el sujeto, establece un corte en las modalidades vinculares con la madre, una
ley.
5º) Las ulterioridades del Complejo Paterno: no
es una novedad el sostener que en el desarrollo del devenir del sujeto no hay
soluciones radicales, ni disolución radical de la historia en una
rehistorificación que deje al sujetoadulto limpio de su pasado. Conceptos como el retorno de lo reprimido,
la compulsión de repetición, el uso extensivo y no sólo patológico de la
desmentida, los momentos de retorno de la omnipotencia, de la dependencia, la
ambivalencia, los celos y la envidia, apuntan hacia lo insoluble de lo infantil
en el adulto. Quien se atreva a
negar la vigencia de estos fenómenos en su vida o no tener conciencia de ello
no puede menos que calificarse de “normópata” o del que se miente a sí
mismo desde lo que Hegel llamó “Belle âme”
y que Lacan retomó inteligentemente y en cierta medida también Melanie Klein en
el concepto de Identificación Proyectiva, e incluso Freud en su vejez, en el
concepto de “la roca viva”, a ser considerados no solamente como obstáculos a
la cura sino como residuos de la
historia edípica de cada uno, eficaces en mayor o menor grado pero
omnipresentes en la especie humana a fuer de tal. Me anticipo a la posible acusación de un radical pesimismo, creo
que no sólo el histérico sufre de reminiscencias sino el género humano en
general pero que dentro de esa universal afectación cabe múltiples fuentes de
placer y de plenitud vital, garantizadas no solamente por la sublimación o la
capacidad de reparación y autoreparación, sino también y tal vez, sobretodo por
la flexibilidad y la riqueza de las capacidades de desplazamiento que permiten
encontrar recursos de satisfacciones de las cuales diría que más que simbólicas
e intelectuales son corpóreas, concretas y si no, por lo menos imaginativas,
hijas de una alianza entre el Yo y la fantasía creativa que se alimenta de modificaciones
de lo éllico en el Preconsciente.
A
esta altura de mi escrito se me hace evidente la imposibilidad de exponer
detalladamente y de un modo sistemático el Complejo Materno en su completud.
Me
limitaré a abordar lo que considero su momento inicial, el Deseo Materno desde
diversos enfoques de su dinámica y sus efectos.
Antes
que nada quiero desmitificar aspectos idealizantes con que frecuentemente se
revisten sus bondades y altruismos para decir que, como la mayor parte de los
fenómenos humanos, sus contenidos mentales manifiestos no se condicen con los
contenidos latentes inconscientes. Nos
encontramos aquí, como en lo demás, frente a dos discursos paralelos y no
necesariamente concordantes.
No
olvidemos que el primer modelo del deseo apunta hacia la identidad de
percepción y que persigue, no sólo una satisfacción ya perdida sino que además
inalcanzable fuera de lo imaginario. No
pocos elementos, pensamientos, fantasías del deseo materno escapan a esta
caracterización o están ignorados en el transfondo de su estructura
inconsciente.
He
dicho en otro contexto que el Deseo materno es el “elan vital” sin el cual el
bebé perecería, como lo ha mostrado antes un novelista citado por Freud, Daudet en “El Narbad” y en la pionera
investigación científica de Spitz que muestran el aspecto dañino e incluso
mortal de la ausencia del deseo materno, a esta altura del saber pediátrico y
psicoanalítico esto es cosa sabida y sin embargo se cometen errores en el
manejo hospitalario de los bebés de efectos graves por falta de conciencia,
recursos, descuidos, etc.
Creo
haberle oído decir a Bion en Buenos Aires algo así como “más vale un mal pecho
presente que un buen pecho ausente, lo que sería una metáfora pertinente que
acepto a pesar de mis dudas respecto a los enfoques “mamario-céntricos”. Pero en todo caso cabe suponer que en
general, una presencia mala es en la práctica o no benéfica, o si breve
inquietante y ansiógena; el carácter no benéfico, incluso maléfico puede
observarse, y personalmente lo he observado por lo menos en dos casos y
presumiblemente en un tercero con no tanta certeza. Se trataba de madres, o abuelas que las sustituían, ambas en
duelo, dedicadas a una crianza pasiva, sin estímulos, muda verbalmente, sin
sacar de la cuna, sin canciones de cuna, ni arrumacos, sin mecer en los
brazos. Estas personas sobrevivieron,
crecieron, cumplieron seria y contraidamente con destinos profesionales buenos
e incluso exitosos, pero sus vidas amorosas estaban marcadas por fracasos
reiterados, sus dudas respecto al valor de su identidad eran múltiples, con
escasa investidura narcisista de la imagen del Self.
En
otros casos el deseo materno pasa muy precozmente de una a otra hermana o
hermano con muy escasa diferencia de edad, la mínima absoluta, el resultado es
una anorexia y una adicción grave en una, un carácter violento, conflictivo,
antisexual en otra y los residuos de una depresión anaclítica y una
caracteropatía depresiva-obsesiva en un tercero.
Vale
decir que la ausencia del deseo materno, su patologización depresiva u otra, su
labilidad, término que enfatizo, trae desgracias, patología y en los extremos
muerte biológica, de origen psicógeno.
El trabajo de Green sobre el Complejo de la madre muerta, remite a un discurso
patógeno semejante; sus “agujeros”, el ausentamiento de aspectos esenciales de
la estructura humana y de la vigencia del Principio del Placer se hacen
evidentes por esa patología del deseo materno.
Respecto
a la negatividad de la presencia no faltaría tampoco que decir, la persistencia
del deseo materno, cuando tiene éxito y no es revulsivamente rechazada, logra
alienar al sujeto en una adicción materna, le impide atravesar las líneas
normalizantes del C.C. y el C.P.
Me
visita un señor entre los 50 y los 60, su analista de otra ciudad ha enfermado
y no podrá seguir atendiéndolo, busca desesperadamente a alguien a lo largo y a
lo ancho de la geografía peninsular y mi impresión es que no lo encontrará,
como no lo encontró en el analista anterior, analista que lo atendió fielmente
durante 8 años a cinco sesiones semanales y excepcionalmente a seis. ¿Cuál es su motivo de consulta? No se define
bien, no es una impotencia eréctil, pero sin embargo no puede penetrar a una
mujer, en los ocho años el síntoma no ha experimentado cambio alguno. Frecuenta cotidianamente lugares de Streap Tease y tiene relaciones
exclusivamente con las streapsers,
especialmente rusas, con las cuales es una especie de protector, padre, madre,
guardián de sus niños y de sus madres, con una de las cuales la hija quiso inducirlo
a que formara pareja, obviamente sin éxito.
La madre del paciente, ya mayor, cautela los bienes heredados de éste
(del padre) y lo llena de todo el dinero que necesita; es mucho pero su
parquedad en el vestir, su apariencia de pobre, etc. revelan que sus gustos más
importantes son el análisis y las streapsers. Su padre murío joven, su única hermana ayuda
a la madre y él vive episódicamente con ellas.
Lo vi dos veces, me tomó aparentemente una gran simpatía pero no se
quedó a tratarse porque la streapser
rusa se iba de Valencia y era su única amistad y además su madre lo
requería. No he vuelto a verlo.
No
he hablado aún de las patologías del deseo materno que se ligan a la escisión
del deseo materno y que pueden traer efectos patógenos en el niño.
Trazo
un gráfico de la situación inicial y su estructura:
La
madre del Deseo materno no busca solo el bebé que colma su falta, es un ser
mundano y una buena parte de su falización gira alrededor de lo mundano, su
belleza y seducción, el deseo conyugal, su creatividad intelectual, sus
habilidades laborales, su capacidad de hacer dinero y muchos etceteras[1].
El
hecho es que cuando las fuentes narcisistas falizantes para la madre se cargan
del lado a-c. en exceso, el lado a-b. del deseo materno se puede empobrecer tan
patogénicamente, como cuando se sobrecarga excesivamente a-b en desmendro de
a-c. A juicio de muchos autores
franceses y con resultados en investigaciones serias y metodológicamente
impecables, la patología psicosomática precoz e infantil temprana se
alimentaría de lo que llamo el empobrecimiento de a-b.
Por
lo demás, por déficit o exceso de a-c, por cualquier exceso o falta
cuantitativa de tensión en los otros dos lados del triángulo implica dolor,
vivencia del propio cuerpo como desamparo, algo ajeno, etc. es en resumen un
arresto al placer precoz y como dice Freud en “la negación” incrementa lo
expulsivo de la vivencia inasimilable de no-yo y crea un externo realidad que
no podemos menos que considerar esquizoparanoide-persecutorio en su evocación,
escindido; en este punto expreso uno de mis escasos acuerdos con el pensamiento
de Klein, ella por lo demás reconoce que su concepción de la Identificación
Proyectiva se inspiró en este trabajo de Freud.
¿Cuál
es la vía de equilibrio, de salida de los impases del deseo materno?
Diría
que hay uno fundamental, por parte de la madre, la reconducción de su fantasía
edípica en un momento adecuado fuera del deseo materno extremo hacia un
equilibrio de su vida conyugal, de su mundaneidad y de su amor materno. Lacan, refiriendose a lo que llama el
segundo tiempo del Complejo de Edipo, dice: “la madre le significa al niño que
el Falo está en otra parte, en el Padre”, frase que como todo lo que dice Lacan
no debe asumirse al pie de la letra, pero que implica que la trayectoria
edípica debe cumplirse, es decir para le nena y el nene investir al padre, no
sólo de afecto o incluso de una cierta valencia erótica en la nena, sino
también como representante, yo no diría del “cabeza de familia”, o el Falo, o la
ley, sino como una investidura que da un sello de integridad, de no escisión,
de no discordia irracional a la estructura familiar, que es tal vez la forma
como el “complejo paterno” se hace llevadero, como diferente del ejercicio del
poder como lo señala I. Berenstein, y lo sostendría cualquier ser no machista y
con tres dedos de frente. Entre
paréntesis cuando digo machista no me refiero sólo a los hombres; más de una prospectiva o real paciente
analítica me ha dicho, “jamás me analizaría con una mujer”, ciertamente ella
hace ahí un enunciado fálico, que puede devenir grave obstáculo para el
análisis, el enunciado implícito es “lo tengo, el falo, porque te tengo” y no
lo necesito de quien carece de él como lo supongo desde una identificación
proyectiva.
Terminaré
por resumir, si alcanzo las conclusiones teóricas que he derivado de Freud
especialmente y de una pesquisa informática en el “P.E.P. versión 3” (CD rom),
colección informatizada de las 10 más importantes revistas anglosajonas,
prevalentemente americanas pero de un curioso cosmopolitismo de autores en que
las referencias a las escuelas inglesas y francesas incluyendo a Lacan no
faltan. Son 10 revistas, desde el nº1
de I.J.P., 1922 si no me equivoco, hasta 1999 inclusive. Sin faltar un solo número o artículo.
Resumo
las principales actitudes relevadas de 14 artículos, que van desde 1933 hasta
1999, situándose la mayoría entre mediados de los 80 hasta fines de los 90.
Las
actitudes solidarias con las tesis freudianas postulan que el Deseo Materno
surge del C.C. y el anhelo de un bebé del padre.
Las
actitudes que van con Lacan, que hacen mayoría.
El
deseo materno se alimenta de la falta fálica en la mujer y pretende colocar al
bebé en el lugar del falo no habido, constituirlo imaginariamente como tal, de
algún modo se hace intervenir el Falo simbólico lo que a mi me impresiona más
bien, si de esa sustitución se trata como una estructura imaginaria.
Un
artículo brillante y de difícil lectura se apoya en un Lacan tardío y suena
mucho más plausible. En el deseo
materno coexiste la internalización del
falo simbólico como aceptación de la filiación y algo específicamente
femenino que sería algo así como una función Matriz, apoyada en un objeto faltante “a” por ende pero transformado por
la eficacia simbólica y al encuentro de los sexos en la subjetividad.
Una
posición de crítica a Lacan y a Freud gestionada.
Un
solo artículo kleiniano, que no creo haber entendido bien, donde el deseo
materno surge del hallazgo del pecho bueno y su internalización, lo demás del
artículo es un asalto al pensamiento de Freud y Lacan.
Un
caso de alienación en el deseo de la madre.
Un
artículo a mi juicio muy bueno que apela al pensamiento de Kristeva, de Chaseget
Smirgel y Joyce Mc.Dougall. y que define el Deseo materno como un efecto de
triangulación.
Finalmente
en el plano personal pienso que el Deseo materno se liga efectivamente a la
falta, a una necesidad inalcanzable de completarse, esa vivencia se gesta tanto
en la condición de acreedor como de deudor del C.E. tanto en el polo Materno
como Paterno. Deseo materno puede
considerarse como el cumplimiento de una deuda de filiación del cual el padre
es el principal acreedor y el bebé es un don para ambos abuelos.
Por
otro lado hay una condición acreedora de la hija con respecto a la madre y
desea, desde esa deuda que reivindica, que desea ser la madre que hubiese
querido tener y tener el bebé que hubiese deseado ser para esa madre.
En
lo que se refiere a la triangulación y al falo, evidentemente el Deseo materno
puede darse como un anhelo intersubjetivo, en que la mujer recibe el falo no
para cubrir una carencia fálica sino para intentar la creación de un vínculo de
tres. Más allá de toda idealización a
este trío siempre le faltará algo, como a todo deseo.
Mi
deseo en la gestación de esta conferencia, no puede tampoco liberarse de ese
destino de falta, les ruego por lo tanto ser benévolos y espero no haberles
aburrido.
Valencia,
Noviembre de 2002.
Transcripción
informática: Isabel Hurtado Serrano