Queridos amigos:
En primer lugar he de manifestar que, por muchas vueltas que le dé
al tema, considero este homenaje absolutamente inmerecido. Ha sido una
excesiva benevolencia de los discípulos y amigos hacia mí
humilde persona, lo que les empujo a organizar esta semana de actividades
que hoy finaliza. Jamás podré olvidar la ocasión que
me han dado de poder saludar a viejos amigos y poder hacer muchos otros.
Quiero dar públicamente las gracias a todos mis amigos y compañeros
miembros del Comité Organizador por el extraordinario trabajo que
han realizado a lo largo de todos los meses que ha durado la organización
de este Congreso; pero me gustaría hacer una mención muy
especial a Olga y Vicente. Jamás podré olvidar el arduo trabajo
que día a día han realizado.
A vista de pájaro, recuerdo en este momento mi paso primero
por las universidades de Santiago (en la que me formé), Granada
y mi estancia hasta este momento en la de Valencia. De todas ellas, el
recuerdo más agradable para mí fue, y es, el hecho de poder
desarrollar en ellas mi labor docente y poder comunicarme científicamente
con grupos de jóvenes matemáticos dotados de unas excepcionales
cualidades para la investigación matemática.
No hubiese sido posible estar aquí hoy con todos vosotros
si no fuese por la ayuda primero de mis padres desde una pequeña
aldea de Galicia, de mis amigos Raquel y Gumersindo y en especial de mi
familia: Mi mujer Tata y mis hijos Marta, Bruno y Marcos. Si a alguien
debo agradecerle su ayuda por haber podido desarrollar hasta este momento
mi carrera universitaria dentro de un ambiente de absoluta tranquilidad
y felicidad es a mi mujer y a nuestros hijos que nos llenan de orgullo
y satisfacción viendo como todos, cada uno desde su puesto de trabajo,
está siendo útil a la sociedad.
En este momento echo de menos aquí a cinco personas que
o bien han sido o son excepcionales amigos:
Por razones de salud y por razones familiares, no está
presente René Deheuvels, con quien tuve el privilegio de aprender
en París algunos temas que serían fundamentales para poder
desarrollar mi humilde labor de investigación a lo largo de mi carrera.
Recuerdo que mi primer artículo de investigación fue
una pequeña nota que publiqué en la Revista Hispano-Americana
de la Real Sociedad Matemática Española en 1966. El recensor
de esta nota fue Luis A. Santaló. En 1967 tuve la oportunidad de
conocerle personalmente y siempre sentí una gran admiración
hacia su obra científica. Desde hace varios años intento
comprenderla. No olvidaré jamás un período de dos
semanas que hemos tenido la oportunidad de compartir en Gerona, en el que
tuve la oportunidad única de comunicarme de una manera directa con
uno de los matemáticos españoles más universales.
Quiero recordar a A. Lichnerowicz quien siempre me ayudó en
todo lo que le fue posible. Las puertas de su despacho en el Collège
de France y de su casa en París siempre estuvieron abiertas para
mí.
La fatalidad ha querido que Alfred Gray no nos acompañe
hoy. Le conocí en 1974 y con todo el orgullo me considero su introductor
en las diferentes universidades españolas. Permítanme que
les cuente una anécdota:
Durante tres años consecutivos Alfred nos visitó
como profesor invitado en las universidades de Santiago, Granada y Valencia.
Un día en esta última y delante de un plato de jamón,
que tanto le gustaba, me preguntó si el próximo año
nos veríamos en Salamanca. Me quedé sorprendido y me indicó
que le gustaría conocer Salamanca trabajando conmigo allí
en mi nuevo destino.
Mención especial merece mi primer maestro en la Universidad y
amigo Enrique Vidal. Desde la perspectiva que me dan mis años de
universitario puedo afirmar y lo afirmo que Don Enrique (como le conocíamos
cariñosamente sus discípulos) fue uno de los artífices
del despegar matemático de España en la segunda mitad del
siglo XX. Por su valía, dedicación, espíritu de lucha
y visión de futuro considero que debía ser un ejemplo para
todos los jóvenes investigadores en Matemáticas.
Quiero manifestar que lo que hice en la Universidad a lo largo de los
treinta y seis años que llevo ejerciendo en ella como profesor no
fue nada distinto, en dedicación, de la labor que hubiese desempeñado
en cualquier otro empleo en la sociedad. Sí quiero manifestar una
idea que he procurado tener siempre presente: Defender la universalidad
de la Universidad, huyendo de localismos y de grupos de presión.
Un hecho que me ha resultado muy importante desde el momento en que
comencé mis trabajos en Geometría Diferencial (y ello debido
al ejemplo que nos daba Don Enrique) fue el hecho que siempre procuré
y tuve la oportunidad de poder hablar y discutir con insignes matemáticos
de la especialidad. Ello me ha dado unas posibilidades enormes de viajar
y conocer a otras personas y otras culturas. Esta posibilidad de comunicarse
es una faceta muy importante en la vida universitaria que yo aconsejaría
a todos los jóvenes investigadores y, con mayor razón, cuando
nos estamos moviendo en un mundo que cada día nos parece más
pequeño y más globalizado.
En esta dirección no puedo olvidar las reuniones científicas
en las que participé de una manera directa en sus Comités
de Organización, primero en Santiago en los años 1967 y 1971
y más tarde en Valencia con la organización de los Congresos
Internacionales de Peñiscola en los años 82, 85 y 88 sin
olvidar el Workshop que, en colaboración con D. Johnson, se organizó
en Valencia en 1985. Algunos de los asistentes a estas actividades están
hoy presentes aquí y pienso que pueden valorar el interés
científico que han tenido estas reuniones.
Todos los que de alguna manera nos dedicamos a la investigación
en Matemática Pura, nos hemos dado cuenta de su dificultad y muchas
veces de su incomprensión por parte de la sociedad en la que nos
ha tocado vivir. Siempre he considerado de un interés fundamental
buscar aplicaciones concretas de las Matemáticas. En esta dirección
me encuentro muy satisfecho de la labor que viene desarrollando Ximo Gual
aplicando las teorías de la Geometría Integral a la Medicina
a través de la Estereología. Espero poder encontrar tiempo
para poder dedicarme yo mismo también a estas cuestiones.
Ha supuesto para mi una gran satisfacción ver como a lo largo
de los últimos años la Matemática Española
ha alcanzado cotas que eran inimaginables hace unas décadas. Ello
fue posible gracias a la buena dirección por parte de muchos profesores,
pero sobre todo por la valía y dedicación de los jóvenes
matemáticos españoles. Una de mis grandes satisfacciones
a lo largo de mi actividad científica ha sido, sin duda alguna,
poder observar como aquellos jóvenes que comenzaban a estudiar conmigo
algunas cuestiones que nos interesaban a ambos son hoy profesores en siete
universidades españolas y como se han convertido en la mayoría
de los casos en insignes matemáticos que ya han creado potentes
escuelas científicas cada uno en su especialidad. Constituye para
mi un gran orgullo y satisfacción ver como mis discípulos
me sobrepasan en sus tareas científicas.
Personalmente, considero que la tenacidad es una gran virtud
para poder llevar adelante cualquier proyecto que se comience. Es muy importante
pelear y no darse uno nunca por derrotado de antemano. Los que me conocen
de una forma más directa, saben que jamás tuve miedo de las
dificultades que se me presentaban, ante un nuevo reto de mi carrera profesional,
siempre que tuviese el convencimiento que estaba en el camino correcto.
Si hubiese sido de otra manera posiblemente no hubiese salido nunca de
la Universidad de Santiago, donde por cierto me encontraba muy cómodo
tanto por razones personales como profesionales.
Como una anécdota guardaré con cariño el
recuerdo de la experiencia de cómo, con la ayuda y colaboración
de muchos amigos y compañeros, se pudo llevar a cabo la reconstitución
de la RSME cuando ésta se encontraba en una situación de
total inactividad. Deseo, y estoy convencido que así será,
que la RSME se convertirá en los próximos años en
la Sociedad que, por su vida y sus actividades, refleje exactamente el
momento dulce que está viviendo la Matemática Española.
Quiero recordar a todos los profesores que han sido compañeros
míos en las universidades de Santiago, Granada y Valencia con los
que siempre he procurado mantener una cordial y sincera amistad.
Puedo aseguraros que jamás olvidaré las vivencias de
esta última semana y espero que algún día en
un futuro próximo (quizás cuando ya no me dedique profesionalmente
a las Matemáticas) pueda volver a visionar las grabaciones de las
actividades que se han llevado a cabo aquí, para así rememorar
estos momentos
Quiero daros las gracias a todos los que me habéis acompañado
durante estos días. Espero y deseo que el Congreso que ha finalizado
hoy os haya sido provechoso y tener todos la seguridad que dejáis
un amigo en Valencia.