LA
PARTICIPACIÓN EN LAS INSTITUCIONES
Continuamos en la lista de IU-Hortaleza el debate iniciado en la web de
Rebelión. Aunque debo
decir que me desconciertan los criterios de
publicación en dicha web. Encuentro en su portada de hoy 3 de
enero, en
el apartado de España, la réplica de Constantino
Bértolo a mi
previa réplica a la entrevista a Nines Maestro. Yendo a
la
página de España, encuentro de nuevo la réplica de
Constantino Bértolo
del 2 de enero y la entrevista a Nines del 23 de diciembre. Mi
réplica
a Nines no aparece. Y debo entrar en la página de "Izquierda
Unida en
el Rubicón", picando en "más noticias...", para encontrar
finalmente mi
réplica del 30 de diciembre precedida inmediatamente por la de
Constantino.
Sería un buen método el que yo utilizo en mis
páginas de debate:
enlazar desde las réplicas los artículos replicados. Para
facilitar el
seguimiento del debate lo hago ahora:
Constantino se dedica a descalificarme acusándome de
descalificar a
Nines Maestro. Pero no parece haber entendido mi réplica en la
que
distingo cuidadosamente entre un profundo respeto al bakuninismo desde
mi posición comunista libertaria (nada de "ironía facilona de sacar a
relucir a Bakunin") y una crítica
despiadada al
sectarismo (Constantino, a pesar de su proclamada pertenencia al PCE,
parece más proclive a defender a Corriente Roja que al PCE y a
su
proyecto político, IU, al que Nines califica como enemigo de
clase). Me
atribuye también Constantino algo que no digo ("la
deleznable insinuación de que
todo se debe a la pérdida de la condición de diputada por
parte de
Ángeles Maestro"). Eso lo dice él,
no yo, que me
limito a alabar la tarea que Nines realizó como diputada y a
lamentar
su posterior deriva política. Otros, por el contrario,
quizá se
congratulen de que cuando Nines se liberó de la deleznable
cadena de
las instituciones burguesas haya podido desplegar su potencial
revolucionario.
Vayamos pues a la cuestión de fondo, la participación en
las
instituciones, dejándonos de nominalismos.
Cuestiona Constantino, apoyando la posición de Nines, "el
participar en unas instituciones políticas que, hoy por hoy, se
muestran como un obstáculo para cualquier avance significativo
hacia la
democracia económica". Pero lo que
debería
preguntarse es si la no participación, dejando las instituciones
exclusivamente en manos de defensores del capitalismo,
permitirían
avanzar hacia la democracia económica (supongo que se refiere al
socialismo).
La posición genérica de no participar ha sido,
efectivamente, defendida
legítimamente por Bakunin. Pero en ningún caso es posible
apoyarse en
Marx o Lenin para defender dicha posición. Marx y Lenin, desde
la
utilización del método dialéctico, planteaban la
cuestión de la
participación en las instituciones desde el análisis
concreto de la
situación concreta. De modo que sólo en una
situación revolucionaria,
en la que se procede a sustituir las viejas instituciones por las
nuevas, admitirían el abandono de las primeras. Y recordemos que
Lenin
no sólo defendió la participación en la Duma
zarista como un
instrumento para ayudar a organizar a la clase obrera y proporcionarle
portavoces, sino que incluso después del triunfo de la
Revolución de
Octubre con la consigna "todo el poder a los Soviets" propugnó
la
participación en las elecciones a la Asamblea Constituyente
modelada
según las reglas de la democracia burguesa, aunque
posteriormente
apoyara también su disolución.
De lo que se trata, en cada caso, es de valorar el nivel de conciencia
y organización de la clase trabajadora y el resto de sectores
populares, y su capacidad para desarrollar instituciones alternativas.
La posición del PCE, como es perfectamente conocido, es que ello
debe
realizarse a través de la "revolución de la
mayoría", mayoría que debe
expresarse, ciertamente, en la movilización social, pero
también
electoralmente. En ningún caso propugnamos que una
minoría se alce con
el poder imponiendo su política sobre la mayoría de la
ciudadanía. Ello
no sólo es utópico en nuestra sociedad, sino que no
sería un paso hacia
la emancipación social, sino hacia una dictadura
burocrática. Y aunque
Carrillo dijo muchas tonterías, una de sus frases ("dictadura,
ni la
del proletariado") debe ser celebrada por todos los libertarios,
conscientes de a dónde ha conducido la supresión de
libertades
políticas en el Este de Europa.
Analicemos los acontecimientos de Bolivia: en una situación
prerrevolucionaria, los trostkistas han apoyado la constitución
de una
Asamblea Popular formada por representantes de los sectores sociales en
lucha, opiniéndose tanto a la consigna de Asamblea Constituyente
como a
la convocatoria de Elecciones Legislativas y Presidenciales. Pero
cuando el desarrollo de los acontecimientos condujo a la
celebración de
tales Elecciones, evidenciándose el apoyo popular a las mismas y
las
expectativas de la candidatura de Evo Morales, los trostkistas llamaron
a votar dicha candidatura, demostrando así su lucidez
política y su
capacidad de análisis marxista de la situación concreta.
Naturalmente, la situación de España tiene poco o nada
que ver con la
de Bolivia: ni estamos en una situación prerrevolucionaria, ni
hay
expectativas a corto plazo de que una candidatura de izquierda real
pueda conseguir un apoyo electoral mayoritario. Pero, ¿justifica
ello
no participar? ¿Con qué alternativa? Si precisamente la
situación de
"atraso de las masas", su falta de conciencia y de movilización,
limita
las posibilidades electorales, ¿puede pensarse que se dan las
condiciones para poner en pie unas instituciones alternativas que
sustituyan a las actuales? Y lo mismo vale para la organización
sindical de los trabajadores. Podemos criticar las renuncias de las
direcciones de los sindicatos mayoritarios, pero sólo desde la
participación en ellos podemos contribuir a organizar y elevar
el nivel
de conciencia y de movilización de la mayoría de la clase
trabajadora.
Calificar como "enemigo de clase" a la mayoría de la "clase en
sí",
además de ser una aberración idealista, no es
precisamente el camino
para impulsar la "clase para sí", es decir, la conciencia de
clase
revolucionaria (y digamos entre paréntesis que los trabajadores
y
trabajadoras que padecen el paro, la precariedad y la falta de derechos
laborales entienden perfectamente qué significa la
reivindicación de
"empleo digno" frente a las propuestas de reformas laborales
antiobreras, y no entenderían que renunciáramos a luchar
por dicha
reivindicación a la espera de poder terminar con la
explotación
capitalista).
No nos engañemos. El problema no es que haya muchos comunistas
en el
Congreso de los Diputados. El problema es que no haya. De hecho, parece
haber sólo un diputado que asuma, no ya las posiciones del PCE,
sino
los acuerdos mayoritarios del Consejo Político Federal de IU.
Ello,
naturalmente, deberá hacernos replantearnos muchas cosas, pero
no el
abandono de las instituciones, abandono que por otra parte es una
perspectiva probable, tal como van las cosas, por falta de apoyo
electoral.
Naturalmente, no se trata de centrar todos los esfuerzos en "entrar en
las instituciones". Ello, además, sería baldío.
Sólo desde una amplia
movilización social es posible conseguir apoyo electoral para
candidaturas alternativas. Como dijera también Julio Anguita, la
tarea
principal de los comunistas no es la conquista del poder, ni por
vía
insurreccional ni por vía electoral, sino la articulación
de tejido
social con voluntad de alternativa a lo existente. Y claro está
que es
necesaria una división del trabajo, y que quienes nunca hemos
tenido un
cargo público podemos recibir el apoyo y a su vez apoyar el
trabajo de
quienes estén en el Parlamento representando nuestras posiciones
políticas. Pero también es necesaria una
autocrítica colectiva por
haber dejado expedito el paso a las instituciones a tantos oportunistas
y arribistas (y añadiría "y tantas", dejando claro que no
me refiero a
Nines). Y no es contradictorio apoyar una amplia convergencia
política
y social de izquierdas, en la calle y en las instituciones, priorizando
la movilización y autoorganización social, y al mismo
tiempo defender
que hacen falta comunistas en el Parlamento.