EL AMOR ROMÁNTICO
Rafael Pla López

Últimamente menudean artículos denostando el "amor romántico" como una manifestación del patriarcado. A la hora de explicarlo, se caracteriza por su carácter "posesivo" y de "dominación", singularmente sobre las mujeres.

Sin embargo, probablemente la estrategia de combatir el patriarcado vinculándole el "amor romántico" tenga pocas posibilidades de éxito, siendo dudoso que mucha gente, especialmente joven, acepte la renuncia al "amor romántico" si se pone como condición para dicho combate, lo que puede reducir éste a un carácter elitista y minoritario. Por otra parte es dudosa dicha vinculación entre "amor romántico" y patriarcado, dado que tal "amor romántico", incluyendo por cierto sus componentes posesivos, aparece también con frecuencia en relaciones homosexuales, tanto entre hombres como entre mujeres. Posiblemente fuera más inteligente centrar las críticas en los componentes posesivos y de dominación, sin pretender que para acabar con ellos haya que renunciar globalmente al "amor romántico". Y desde luego, personalmente no estoy dispuesto a aceptar que mi amor por mi compañera, fallecida el año pasado, no fuera romántico por el hecho de que no incluyera posesividad y celos.

El problema, claro, es qué queremos decir cuando utilizamos el adjetivo "romántico". Si nos remitimos al diccionario, encontramos distantas acepciones:

La primera y la segunda se refieren al "romanticismo" como movimiento cultural (que según la Wikipedia se origina en Europa a finales del siglo XVIII como reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el Neoclasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos).

La tercera acepción es "Apropiado para el amor o que lo produce". Y la cuarta es "Sentimental, generoso y soñador". Y ciertamente, en este sentido genérico no tiene porqué vincularse a una posesividad dominante.

Puede ser útil también remitirnos a los clásicos, en este caso al Friedrich Engels de "El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado", Así, en el capítulo 2 sobre la familia puede leerse: "Nuestro amor sexual difiere esencialmente del simple deseo sexual, del "eros" de los antiguos. En primer término, supone la recipropidad en el ser amado; desde este punto de vista, la mujer es en él igual que el hombre, al paso que en el "eros" antiguo se está lejos de consultarla siempre. En segundo término, el amor sexual alcanza un grado de intensidad y de duración que hace considerar a las dos partes la falta de relaciones íntimas y la separación como una gran desventura, si no la mayor de todas".

Y he de decir que el planteamiento de Engels encaja en mi propia definición "cibernética" de enamoramiento, formulada como la conversión de la relación con la persona amada en un objetivo primario, de modo que su misma presencia produce placer (refuerzo positivo) y su ausencia produce dolor (refuerzo negativo). Ello puede ser inevitable a partir de una alta intensidad de los sentimientos. El problema es en qué medida deriva en posesividad y celos.

Señalemos que los celos, como expresión más directa de la posesividad, habitualmente no derivan tanto de la pérdida del ser amado como del temor a dicha pérdida. Y lo que expresa es una inseguridad en la relación, el temor a que el contacto del ser amado con otra persona pueda llevar a dicha pérdida.

Pero la posesividad de los celos no deriva directamente del amor "romántico", sino del desamor ambiental, de la precarización extendida al amor que lo hace ver como aislado, excepcional e inseguro.

Por otra parte, el enamoramiento puede también estar vinculado a otra característica: la asunción de los objetivos del ser amado como objetivos propios. Ello puede derivar del componente positivo del enamoramiento: asumir los objetivos del ser amado como vía para asegurar su presencia que es el objetivo primario. Voy a poner un ejemplo trivial: cuando mi compañera y yo planeábamos un viaje, a mi me daba igual donde ir porque lo que me importaba era estar con ella, de manera que asumía directamente sus deseos para el viaje.

Pero esa asunción de los objetivos del ser amado, al desarrollarse, puede llevar a priorizar su bienestar por encima del bienestar propio. Esto, que algunos llaman "amor verdadero", se corresponde también con la cuarta acepción de "romántico" del diccionario, como manifestación de generosidad. Ello puede ser compatible con sentimientos dolorosos de celos a raíz de un abandono, pero excluye cualquier forma de violencia o de coacción hacia el ser amado.

Así, en vez de rechazar el "amor romántico" hay que aspirar a un amor romántico y verdadero, cuya consolidación y extensión requiere de un ambiente amable, en el que el apoyo mutuo sea el comportamiento social habitual. Por ello, puede también legítimamente llamarse amor comunista.