NI DENTRO NI FUERA DEL EURO, SINO TODO LO CONTRARIO
Rafael Pla López

A estas alturas de la película está claro que el Euro, una moneda única no sólo sin unificación política, sino acompañada por el desmontaje neoliberal de la función socioeconòmica de los Estados, era una trampa saducea, Algunos ya lo dijimos, claro, cuando nos opusimos al Tratado de Maastricht (http://www.uv.es/pla/maastricht). Pero a estas alturas, salir del Euro puede ser otra trampa, orientada a recortar más todavía el poder adquisitivo de los sectores populares a través de devaluaciones monetarias. Hay que explorar, por tanto, otras alternativas, como la que proponía en mi comunicación en el debate de IU sobre Europa en junio de 2013, "Soberanía democrática y monedas locales".

Pues bien, la situación actual de Grecia puede llevar a su Gobierno a lo que puede ser la única alternativa racional si la Troika le cierra el grifo de los euros: emitir pagarés como medios propios de pago sin abandonar formalmente la zona euro. De este modo, quienes en Grecia dispongan de euros podrán seguir utilizándolos, dado que su circulación seguirá vigente, pero los nuevos pagos que deba hacer el Estado griego, a pensionistas, funcionarios o suministradores locales, los haría mediante pagarés, denominados en euros (sin necesidad de volver al dracma), y que podrían ser intercambiados por euros contantes en el momento en que el Estado dispusiera de liquidez en dicha moneda.

Naturalmente, los impuestos al Estado podrían abonarse mediante la devolución de dichos pagarés. Y el sistema será sostenible si se plantea en el marco de un equilibrio presupuestario, de modo que los gastos totales del Estado (en pagarés) sean iguales a sus ingresos a través de impuestos.

Claro que no habría equivalencia entre la cantidad de pagarés que una empresa o persona particular recibiera directamente del Estado y los impuestos que deba pagar. Especialmente con una fiscalidad progresiva, les sectores más pudientes deberían abonar más de lo recibido del Estado. Pero dicha disparidad se cubriría a través de la circulación de pagarés entre la población. Es decir, un funcionario o pensionista recibiría su paga en pagarés, y de ella una parte le serviría para abonar sus impuestos, y otra parte para pagar bienes o servicios privados, cuyos ofertantes utilizarían a su vez los pagarés para abonar sus propios impuestos.

Ciertamente, el que el sistema sea sostenible con un equilibrio presupuestario no implica que no encuentre dificultades. En particular, puede encontrarse con campañas de boicot para rechazar los pagarés. Para contrarrestarlos habrá que combinar la acción coercitiva del Estado, obligando a aceptar pagarés como medio de pago local, y la potenciación de una conciencia que será tanto social como nacional en defensa de los medios de pago propios del país.

El sistema de pagarés puede funcionar de forma prolongada o ser un método transitorio hasta recuperar la liquidez en euros. A medida que ésta aumentara, los pagos del Estado mediante pagarés podrían pasar a ser un porcentaje decreciente de los mismos. En todo caso, no hay motivo para suponer que la emisión de pagarés sea un primer paso para salir de la zona euro. En California se han estado emitiendo "certificados" para paliar la falta de dólares, y nadie ha afirmado que California estuviera saliendo de la "zona dólar".

Por otra parte, los pagarés no serían una panacea, dado que sólo podrían jugar un papel de moneda local. Para los intercambios con otros países habría que seguir utilizando euros, lo cual sólo sería sostenible con un equilibrio de la balanza comercial. Ello puede requerir la supresión o reducción drástica de gastos improductivos como los militares. Y en dicho marco, el que los turistas saquen euros en metálico en sus propios países puede ser no sólo una medida de prudencia, sino de solidaridad con el pueblo griego al aumentar los euros en circulación en su país. Naturalmente, ello sería más efectivo con una Banca Pública que evite la especulación.

Y en todo caso, en la medida en que, en una economía de mercado, el dinero juega un papel de "lubricante" de la economía, los pagarés podrían jugar dicho papel estimulando el mercado interno y por ende la producción local y eventualmente la exportación.

En todo caso, hay que recalcar que sin medios de pago propios un gobierno está condicionado por aquéllos que le proporcionan los medios de pago, y que pueden utiizarlos como instrumento de presión, por ejemplo para la realización de recortes sociales. Y ello vale tanto para el gobierno de un Estado como para gobiernos de entidades menores, Cuando se vislumbra la posibilidad de que fuerzas populares accedan a gobiernos en distintos ámbitos, deben estar dispuestas a llevar a cabo la emisión de medios de pago propios si no quieren condenarse a la impotencia. Por el contrario, una actuación decidida en ese terreno puede neutralizar los chantajes y generar mejores condiciones para auditar las deudas existentes y negociar los sistemas de financiación. En vez de conducir al aislamiento y la marginación, puede ser la vía para una mejor integración en un sistema más justo.