EUSKAL HERRIA / PAIS VASCO
Entrevista a Arnaldo Otegi
DESDE LA CARCEL EL LIDER INDEPENDENTISTA DA PAUTAS SOBRE LA ACTUAL SITUACION
John Carlin, escritor británico y autor de "El Factor Humano"
entrevista de manera escrita a Arnaldo Otegi en la cárcel de
Navalcarnero. Parte de esa entrevista ha sido recogida por El Pais.
Aquí publicamos el texto íntegro de la entrevista.
Pregunta. ¿Habla en su nombre o como dirigente de la llamada izquierda abertzale?
Respuesta. Respondo a sus preguntas desde una cárcel española, como
miembro de la dirección de la izquierda abertzale y, por tanto, le
traslado mi posición en el marco y en consonancia con las conclusiones
de nuestro debate interno y de los compromisos adquiridos tanto con la
comunidad internacional como con diferentes agentes políticos, sociales
y sindicales de Euskal Herria.
P. ¿Por qué siempre ha justificado la violencia terrorista de ETA?
R. Mi posición y la del conjunto de la izquierda abertzale ha sido la
consecuencia lógica de entender que la existencia y persistencia de la
violencia política en nuestro país obedece a razones de estricta
naturaleza política. Sin querer de ningún modo trazar paralelismos en
términos absolutos, nuestra posición ha sido similar a la mantenida
durante décadas por el Sinn Féin en Irlanda o por el propio Nelson
Mandela en Sudáfrica. Lo que ha caracterizado a nuestra posición en
este tema ha sido la insistencia en la necesidad de superación
definitiva de la violencia y el conflicto político a través del diálogo
y la negociación. Nuestro compromiso ha sido y es sincero: las armas,
todas las armas, deben desaparecer definitivamente de la ecuación
política vasca.
P. ¿Rechaza usted las extorsiones a empresarios, el denominado impuesto revolucionario?
R. Son hechos que deben desaparecer. Toda amenaza y persecución por
motivaciones políticas, toda vulneración de derechos tiene que
desaparecer. Y en ese objetivo nadie puede ser indiferente ni no
sentirse interpelado. Yo tampoco.
P. ¿Cree que matar a un guardia civil o a un concejal es el camino para lograr la independencia de Euskal Herria?
R. No existe más camino hacia la independencia que el que se desarrolle
por vías pacíficas y democráticas. No contemplamos compatible con la
estrategia independentista el recurso a la violencia armada. Esa es una
de las conclusiones a las que hemos llegado y la expresamos sin
ambigüedades. Dicho esto, espero y deseo que el pueblo español, sus
poderes públicos, sus agentes sociales, políticos, su Gobierno acepten
con la misma rotundidad que la utilización de la coacción, tortura,
ilegalización de partidos, cierre de medios de comunicación... no
pueden ni deben formar parte de su estrategia para tratar de impedir el
proyecto independentista.
P. ¿Si ETA matara mañana, lo condenaría? ¿Y el resto de Batasuna?
R. Usted me plantea una hipótesis para mí imposible, o altamente
improbable por cuanto ETA ha anunciado el cese de sus acciones armadas;
pero no quiero eludir la pregunta. Si tales hechos sucedieran, la
izquierda abertzale, en virtud de su propia reflexión y de los
compromisos adquiridos con la comunidad internacional y en aplicación
de los Principios Mitchell se opondría a tales hechos. El desmarque
realizado por la izquierda abertzale ante supuestos hechos de kale
borroka determina con claridad ese compromiso por las vías políticas y
democráticas.
P. ¿Por qué no se pudo llegar a ese punto hace tres, cuatro, cinco años?
R. Mantener una posición autocrítica permanente en torno a la
estrategia es una de nuestras señas de identidad como organización
política. Nuestras actuales posiciones son fruto de un largo proceso de
maduración que no ha estado ni está exento de complicaciones. El cambio
demuestra la madurez de nuestra amplia base social, que ha sabido
hacerlo en condiciones extremas y sin renuncia alguna a lo que hemos
sido y somos, a nuestros principios y a nuestros objetivos. Si este
cambio pudo haber sido posible o no hace cuatro o cinco años puede ser
objeto de interpretaciones diversas, lo importante es que se ha
producido a pesar de que poderosos agentes en el Estado han tratado de
impedirlo a través de la represión; nuestro encarcelamiento no tenía
otro objetivo. Pues bien, no lo han conseguido.
P. ¿No cree que la forma más sencilla de terminar con lo que ustedes
denominan el “conflicto vasco” es que ETA deje de matar y abandone las
armas?
R. Lo que usted denomina como conflicto vasco es muy anterior al
nacimiento de ETA. Que desaparezca la violencia armada de ETA no supone
la desaparición del conflicto entre el País Vasco y el Estado. El cese
definitivo de la lucha armada iniciada por ETA hace 51 años daría por
finalizada la vertiente armada del conflicto, pero no lo resolvería.
Nosotros proponemos una sencilla fórmula de aritmética democrática para
la solución definitiva del conflicto político: reconocer la identidad
nacional del pueblo vasco y el derecho y el respeto a que la ciudadanía
vasca decida libre, pacífica y democráticamente su futuro sin más
límite que la propia voluntad popular. Esta fórmula permitiría cerrar
definitivamente el conflicto político y, además, es una fórmula cada
vez más extendida, incluso, en la Unión Europea. Los ejemplos de
Irlanda, Escocia, Flandes, Montenegro, Groenlandia, Islas Faroe...
demuestran la fortaleza y virtualidad
democrática de las reivindicaciones de la izquierda abertzale.
P. ¿Por qué se ha de confiar en ustedes o en ETA después de lo ocurrido en la T-4 y después de tantas treguas fallidas?
R. Quiero manifestarle en primer lugar que somos receptivos y
respetuosos con los sectores que se manifiestan “escépticos” sobre la
sinceridad de nuestras posiciones y lo hacen desde la buena fe, pero
somos especialmente críticos con otros sectores, especialmente de la
clase política, que utilizan el escepticismo como supuesto argumento
para mantenerse en posiciones absolutamente “inmovilistas”, porque se
encuentran cómodos en la actual situación de bloqueo. Bien, todos
tenemos razones para desconfiar de nuestros adversarios, para
desconfiar de sus intenciones presentes o futuras. Pero necesitamos
avanzar. Frente a esta realidad de desconfianza multidireccional hemos
adoptado una posición de principio que nos permite avanzar: el adoptar
decisiones y desarrollarlas de forma unilateral, depositando en nuestro
pueblo y en la comunidad internacional la confianza y garantía única de
la evolución del proceso democrático. El proceso
democrático en esta fase no depende, pues, de la existencia de
compromisos previos, ni de la confianza en determinado Gobierno. Hemos
dado por absolutamente superado ese esquema. Es evidente que en fases
más avanzadas el proceso exigirá de dinámicas, acuerdos y compromisos
de carácter multilateral, pero solo alcanzaremos esa fase si somos
capaces de generar las condiciones necesarias desde la movilización de
la sociedad, la complicidad de la comunidad internacional por una
solución democrática y la materialización de gestos y acciones de
carácter unilateral.
P. ¿Es usted de los que consideran que la lucha armada de ETA no tiene futuro? ¿Cuándo llegó a esa conclusión?
R. Quiero plantear mi respuesta en dos ámbitos diferenciados. En primer
lugar, si hablamos del futuro en términos estrictamente operativos,
creo que ETA podría seguir prolongando su actividad armada, con mayor o
menor intensidad, durante muchos años, manteniéndola además con un
cierto apoyo social. Esa organización ha demostrado a lo largo de 50
años que es capaz de regenerarse y mantenerse operativa a pesar de la
represión que se ejerce sobre ella. No estamos, pues, frente a una
organización que haya sido derrotada policialmente.
En el ámbito político, sin embargo, y es un fenómeno que se da a escala
internacional, se observa con claridad el tránsito de la gran mayoría
de organizaciones de carácter político-militar con identidades y
naturalezas socialistas y trasformadoras, desde posiciones insurgentes
a posiciones de carácter y estrategias democrático-populares. Bolivia,
El Salvador, Nicaragua, Uruguay son un buen ejemplo de lo que digo. En
definitiva, creo que una estrategia eficaz para la consecución de
nuestros objetivos debe descansar sobre nuestra capacidad exclusiva de
seducción democrática. Por tanto, la izquierda abertzale, considerando
variables geopolíticas, económicas y sociales y, fundamentalmente,
analizando la situación específica del proceso político vasco, lo ha
interiorizado así, y lo ha puesto negro sobre blanco en su documento de
conclusiones. No es sustancial el conocer cuándo llegué yo a dicha
conclusión, lo relevante para el futuro es
que nuestras bases, de manera abrumadora, la han hecho suya en el debate que acabamos de realizar.
P. ¿Comparte la idea de Eguiguren de que para ETA y la izquierda
abertzale es más fácil renunciar a la llamada lucha armada por decisión
propia que como resultado de una negociación?
R. No conozco con detalle la tesis que usted menciona, por lo que sería
un tanto aventurado por mi parte plantear una valoración al respecto.
P. ¿En qué ha cambiado desde su discurso de Anoeta su percepción sobre la posibilidad de superación de la violencia?
R. Mis convicciones son hoy más sólidas de las que eran entonces.
Créame si le digo una cosa con absoluta certeza y rotundidad: si el
debate que hemos realizado ahora se hubiera realizado con anterioridad
a la declaración de Anoeta es muy probable que el proceso de paz
anterior no se habría frustrado.
P. ¿Cree que ETA estará alguna vez dispuesta a dejar de matar sin contrapartidas políticas?
R. Desde la declaración de Lizarra-Garazi, y con mayor claridad desde
la declaración de Anoeta -que ha vuelto a ser aceptada por ETA en su
reciente entrevista-, el ámbito para la negociación y el acuerdo
político corresponde en exclusividad a las formaciones políticas. A ETA
le corresponde alcanzar acuerdos en el ámbito de las consecuencias del
conflicto: presos, víctimas, desmilitarización... La decisión de
suspensión temporal o definitiva de su lucha armada no debe ni puede
estar sujeta a la existencia de acuerdos de naturaleza política entre
fuerzas políticas, aunque es evidente que un clima de dialogo
incluyente, junto con medidas perfectamente aplicables desde el respeto
a la legalidad (presos enfermos, libertad de los presos que han
cumplido sus condenas...), favorecerían indudablemente la toma de
decisiones por parte de ETA.
P. ¿Están ustedes presionando a ETA para que declare un fin definitivo y también irreversible a la violencia?
R. Créame si le digo que ETA no es una organización que adopte sus
decisiones en función de la mucha o poca presión a la que se le someta.
En cualquier caso, puedo confirmarle que llevamos años utilizando
nuestro pensamiento político para influir en decisiones que permitan
abrir una nueva fase con la desaparición de la violencia política y la
consolidación de un escenario de diálogo y negociación hacia soluciones
definitivas.
P. Tras el fracaso de ese proceso el actual Gobierno ve imposible
reanudar una negociación si no se produce antes un abandono definitivo
de la violencia ¿Cree que hay otra alternativa?
R. Me parece que situar el escenario final como punto de partida no nos
permite avanzar. Pienso, no obstante, que esa petición puede estar
motivada por las frustraciones habidas en procesos anteriores. En este
sentido, creo que la garantía para superar los graves errores cometidos
-por todos- pudiera encontrarse en el compromiso con los principios
Mitchell y en una adecuada monitorización del conjunto del proceso por
parte de agentes internacionales que cuenten con la confianza de todas
las partes.
P. Los partidos democráticos consideran insuficiente la tregua anunciada por ETA ¿Está de acuerdo? ¿Y por qué?
R. Con el paso del tiempo se puede observar que tal homogeneidad de la
que tanto se hace gala no es tal. Eso es todavía mucho más evidente en
el País Vasco, en donde cuando se habla de una posición homogénea se
refieren a la que mantienen el PSOE y el PP. La posición de estos
partidos, con la calculada complicidad del PNV, me hace recordar la
táctica del avestruz. Deben negar cualquier cambio en nuestras
posiciones, porque no hacerlo les obligaría a cambiar las suyas y eso
les produce gran vértigo y refleja su enorme debilidad política. Diría
para finalizar que al albur de las reacciones suscitadas por las
iniciativas de la izquierda abertzale y el paso dado por ETA podríamos
reformular en términos políticos el Principio de Arquímedes: el grado
de crispación y escepticismo con respecto al nuevo escenario es
directamente proporcional al interés por mantener la actual situación
invariable.
P. ¿En qué puede haber cambiado la actual dirección de ETA para que sea
diferente a otras que también hablaron de tregua y acabaron matando?
R. Fundamentalmente, en que existe un mandato de las bases de la
izquierda abertzale que no admite ambigüedades y que debe ser asentido.
P. En su último comunicado, ETA sugiere que está dispuesta a sentarse a
analizar la situación con los firmantes de la declaración de Bruselas,
pero ni siquiera hace suyos los contenidos de la declaración ¿No le
parece que eso es insuficiente?
R. Corresponde a los firmantes de dicha declaración hacer las
valoraciones pertinentes en torno a lo manifestado por ETA, y quiero
destacar que han mostrado su disposición a conformar un “Grupo de
Contacto Internacional” en relación con un posible proceso de diálogo y
negociación. En ese sentido, estoy convencido de que actúan y actuarán
con total seriedad, honestidad e imparcialidad.
P. ¿Qué le diría ahora a la dirección de ETA si estuviera frente a ella?
R. Que siendo coherente con la caracterización unilateral de esta fase
del proceso, y haciéndose eco tanto de la petición expresada por la
declaración de Bruselas como la expresada y suscrita por el conjunto de
organizaciones de la izquierda abertzale con otras fuerzas políticas,
sociales y sindicales decrete una tregua unilateral, permanente y
verificable por la comunidad internacional.
P. ¿Cuál es el calendario concreto que usted augura en estos momentos para ETA? ¿Y para la llamada izquierda abertzale?
R. Estamos al inicio del camino. Para nosotros, los objetivos en esta
primera fase, paralelamente a la progresiva articulación del espacio
independentista, son los recogidos en la declaración de Gernika, que
consistirían en alcanzar un escenario de no violencia con garantías y
normalización política progresiva, que permitiría al proceso entrar en
una fase de diálogo y negociación hacia acuerdos políticos.
P. ¿Cree posible que los presos de ETA con condena pendiente puedan
salir de prisión antes del abandono definitivo de la llamada lucha
armada?
R. En primer lugar, manifestar y dejar constancia de que la actual
estrategia judicial y penitenciaria está absoluta y totalmente
instrumentalizada por el Ejecutivo. Aplicando estrictamente la
legalidad, decenas de presos y presas políticos vascos deberían estar
en libertad. En la política a la que se nos somete es perfectamente
aplicable el dicho de que “el fin justifica los medios”. Quiero volver
a reclamar la libertad para todos los compañeros y compañeras
gravemente enfermos, así como para quienes han cumplido sus condenas.
Dicho esto, entiendo que la liberación del conjunto de presos y presas
políticos vascos solo es posible en un escenario de fin definitivo de
la lucha armada de ETA y de encauzamiento del conflicto por vías de
diálogo y negociación política.
P. ¿Los presos de ETA son considerados parte legítima de ETA, con voz en las decisiones, por los que siguen libres?
R. No soy militante de ETA. No puedo responder a su pregunta.
P. Si ETA anunciara el fin definitivo de la violencia, ¿cuál cree que
debiera ser en el futuro la “salida” para los presos de la
organización? ¿Establecería diferencias entre aquellos con delitos de
sangre y los que no? ¿Cuáles?
R. La salida del conjunto de presas y presos políticos vascos debe
encauzarse en el contexto del desarrollo de un proceso de diálogo y
negociación. Es prematuro hacer conjeturas o introducir matices al
respecto en la actual fase. Sin embargo, y en mi opinión, cualquier
acuerdo en torno a la salida escalonada de los presos y las presas debe
ser abordado sin más demora por parte de ETA y del Gobierno. En este
sentido, me parece reseñable el que ETA en su última entrevista
manifieste su disposición a abordar este tema con urgencia y sin
condicionarlo a la existencia o no de acuerdos políticos de carácter
resolutivo. El Gobierno debería explorar esta disposición exigiendo las
garantías que estime oportunas; eso nos acercaría a un escenario de
soluciones, sin lugar a dudas.
P. ¿Por qué habrían de aceptar las víctimas de ETA la salida de la cárcel de los asesinos de sus familiares?
R. Siempre hemos manifestado nuestro respeto por las opiniones de las
víctimas, que, queremos volver a reseñar, existen en todas las partes.
Sus opiniones, sus preocupaciones, sus miedos... deben ser escuchados,
atendidos y resarcidos en la medida de nuestras posibilidades. Desde el
mutuo reconocimiento y el respeto, debemos ser capaces, sin que quepa
el olvido, de construir un futuro mejor para las siguientes
generaciones tanto de Euskal Herria como del conjunto del Estado
español.
P. ¿Qué les diría a las víctimas de los atentados que usted no ha condenado para que confiasen en sus palabras?
R. Creo que, en este momento, el que yo me propusiera ganarme la
confianza de esas personas con palabras y gestos no sería un objetivo
plausible. Me limitaré a señalarles que en el acuerdo suscrito en
Gernika se recoge “la necesidad del reconocimiento, reconciliación y
reparación de todas las víctimas”. En esa dirección estamos dispuestos
a recorrer el camino que sea necesario.
P. ¿Qué es ETA hoy para usted? ¿Cómo la definiría?
R. Hoy en día, ETA es la organización que ha suspendido sus acciones
armadas, que está dispuesta a declarar un alto el fuego permanente y
verificable, que expresa su voluntad de superación definitiva de la
violencia y renuncia a cualquier injerencia en el desarrollo de las
conversaciones que desarrollen los agentes políticos, y que se
compromete a respetar los acuerdos que se alcancen.
P. Las sentencias judiciales se refieren al conglomerado de ETA que
incluye a Batasuna. ¿Qué diferencias ve usted entre los grupos,
organizaciones o movimientos dentro de ese conglomerado?
R. Ni yo, ni Batasuna, ni ninguna organización de la izquierda
abertzale formamos parte de ningún “conglomerado”. La teoría del
“entorno” no es más que una invención jurídico-policial para justificar
nuestras detenciones, ilegalizaciones y encarcelamientos. Así que
vuelvo a aprovechar la ocasión para responder a la pregunta que el
señor Rubalcaba nos hace permanentemente sobre nuestra elección entre
votos y bombas. Nuestra elección son los votos y la movilización, y la
organización popular. ¿Cuál es la suya? Porque resulta curioso observar
que junto al PP sus máximos desvelos son impedir por lo civil o por lo
criminal que podamos presentarnos a las elecciones y podamos así
recabar los votos de la ciudadanía.
P. ¿Cuál es el vínculo de la izquierda abertzale con ETA?
R. No existen vínculos de carácter orgánico, si es a eso a lo que se refiere.
P. Dirigentes de la izquierda abertzale aseguran que ya no hay
interlocución directa, que no hay conexión directa entre ETA y la
izquierda abertzale ¿Es cierto? ¿Cuándo y por qué se produjo ese
distanciamiento, esa separación?
R. La izquierda independentista contemporánea surge durante el
franquismo de la mano del nacimiento de ETA como organización
antifascista y abertzale. Nuestra coincidencia con ETA se limita
exclusivamente a compartir objetivos estratégicos: la independencia y
el socialismo para Euskal Herria.
P. ¿Qué opina de la kale borroka? ¿Tienen los dirigentes de la izquierda abertzale capacidad y autoridad para controlarla?
R. En una altísima proporción los hechos que se han atribuido a la kale
borroka en los últimos meses tienen un origen desconocido cuando no
directamente muy sospechoso. Estos hechos han sido instrumentalizados
política y mediáticamente para intentar deteriorar nuestra credibilidad
política y poner en duda la sinceridad de nuestra apuesta. Además,
estos “actos” oxigenan políticamente a las posiciones del llamado
“constitucionalismo”, que, a falta de argumentos sólidos para oponerse
a la apertura de un nuevo ciclo, se agarra a estos hechos como a un
clavo ardiendo.
Independientemente de estas consideraciones sobre hechos que han
acaecido recientemente, y en respuesta a su pregunta, la posición de la
izquierda abertzale es coherente con la estrategia política que ha
adoptado, y así, ese tipo de actos no solo se sitúan fuera de la
estrategia y la reflexión que han decidido las bases de la izquierda
abertzale, sino que van directamente en su contra y, por tanto, merecen
el rechazo en términos políticos.
P. ¿Cree factible una ruptura definitiva entre ETA y la llamada
izquierda abertzale? ¿Se puede convertir ETA en una especie de Real
IRA, disidente, marginada y condenada por el resto de la izquierda
abertzale?
R. Tengo la impresión y constancia de que existen en el Estado sectores
poderosos que apuestan decididamente por un escenario de mantenimiento
de la violencia armada -lo más residual posible- acompañado de nuestro
distanciamiento definitivo de la misma, por encima de un escenario de
superación integral de la misma. Esto es, la versión española de los
“securocratas” británicos. La hipótesis de una “ETA-Auténtica” es
altamente improbable, por no decir imposible. No contemplamos ese
escenario y nuestro esfuerzo está encaminado hacia una superación
justa, estable y democrática del conflicto en términos globales.
P. La nueva postura de la izquierda abertzale es vista como un simple
movimiento táctico para conseguir la legalización y presentarse a las
elecciones. ¿Por qué se ha de pensar lo contrario?
R. Le agradezco en primer lugar que encabece su pregunta hablando de
nuestra nueva postura, algo que todavía algunos se niegan a aceptar.
Mire, quienes están realmente obsesionados con las próximas elecciones
son fundamentalmente -también hay otros- el PSOE y el PP, que
consideran nuestra presencia o no en las mismas, los unos como la
prueba del algodón de la existencia o no de negociaciones; y los otros,
como el ejercicio que hacen de exhibir “músculo” frente al PP.
Permítame reseñarle que la única y verdadera razón para intentar no
legalizarnos e impedir nuestra presencia en las elecciones es
sencillamente porque nuestra sola presencia en los comicios provocaría
el derrumbe y caída como un castillo de naipes de toda la realidad
virtual que se ha construido en torno al “cambio” en la CAV.
Simplemente, porque volvería a quedar en evidencia una vez más la
existencia de un bloque popular mayoritario en claves nacionales vascas
y
autodeterministas. Además, nuestra fortaleza electoral volvería a
demostrar la absoluta falsedad de las soflamas en torno a una supuesta
debilidad o incluso derrota política. Así que el avestruz prefiere
seguir con su cabeza bajo tierra. La izquierda abertzale no ha renovado
su apuesta pensando en las próximas elecciones, sino en las próximas
generaciones.
P. ¿Si no consiguen la legalización no están condenados a desaparecer?
R. Rotundamente no, y la prueba más evidente es que tras largos años de
persecución, detenciones e ilegalizaciones hoy seguimos estando no solo
presentes, sino que además estamos marcando, en buena medida, la agenda
política de nuestro país.
P. ¿No deberían incorporar en sus estatutos una condena expresa a la
violencia terrorista de ETA para ser creíbles si quieren concurrir a
las elecciones?
R. En primer lugar, señalar que nuestra apuesta busca un escenario
donde tal condena o similar no sea necesaria por la desaparición de la
violencia política. Y dicho eso, a la izquierda abertzale se le deben
exigir exactamente las mismas garantías y condiciones que a cualquier
otra formación política a la hora de registrarnos como partido o
movimiento político. Si no es así, seguiremos siendo víctimas de la
aplicación arbitraria y antidemocrática de auténticas leyes de
excepción. En este sentido, y como anécdota, le citaré como Eduardo
Punset en su libro El poder de la mente manifiesta su asombro con
ciertos sectores políticos en España que van exigiendo a otros el carné
de demócrata cuando ellos jamás lo han sido.
P. Con la perspectiva actual, ¿cuál es su valoración de la Ley de Partidos y la sentencia de Estrasburgo?
R. La Ley de Partidos es un instrumento diseñado y elaborado ad hoc
para intentar neutralizar a la izquierda abertzale y que permite al
Estado manipular la voluntad democrática de la ciudadanía vasca. Los
vascos y vascas ocupamos el único espacio geográfico de la Unión
Europea en donde sus instituciones no son representativas de la
voluntad popular. La sentencia del Tribunal de Estrasburgo –en cuya
elaboración, por cierto, participó un jurista español- está ahora
siendo esgrimida por Turquía para ilegalizar partidos kurdos, mientras
la UE exige pruebas de democratización efectiva del régimen turco para
integrarse en la Unión; o por ultraortodoxos, como el ministro israelí
Lieberman, para ilegalizar a los palestinos en Israel, hecho que es
denunciado por la comunidad internacional.
P. ¿Sigue pensando que fue el PNV y no ETA quien se equivocó en 1977 al
optar por participar en las elecciones? ¿No tiene que hacer ninguna
autocrítica la izquierda abertzale por seguir negando durante años el
carácter democrático del sistema político actual?
R. Ha sido el propio PNV y, más recientemente, CiU, a raíz de la
sentencia del Tribunal Constitucional, quienes nos han dado la razón a
quienes planteamos la ruptura democrática con el franquismo. La tesis
central que defendimos entonces fue que el modelo que se pactó en el 77
no podría en ningún caso evolucionar hacia el reconocimiento
plurinacional del Estado y el respeto al derecho de autodeterminación
de las diferentes naciones del Estado español. Hoy, esta tesis es
incuestionable, de tal manera que organizaciones políticas y sindicales
que avalaron la transición en Euskal Herria, hoy comparten plenamente
la tesis que nosotros defendimos en el 77 y que la izquierda abertzale
ha mantenido en estos más de 30 años con coherencia en su actividad
institucional y de masas.
Sobre el carácter “democrático” del sistema político español habría
mucho que debatir y discutir. Empiezo haciéndole una “concesión”; el
sistema político español está reconocido y es considerado como
democrático por el conjunto de la comunidad internacional; es pues, un
sistema que ha sido homologado por las democracias occidentales; esto
no admite discusión.
Pero, no es menos cierto que posee enormes déficits, fruto de la forma
en que se gestó. ¿Cree, por ejemplo, que la democracia española
superaría el test de Montesquieu sobre la división de poderes? ¿Cree
realmente que un país que aparece todos los años en los informes de,
por ejemplo, el relator oficial de la ONU para la prevención de la
tortura es realmente democrático? ¿Cree que un sistema que permite que
las élites financieras dispongan de nuestras vidas y haciendas sin
ningún tipo de control democrático es un sistema democrático? ¿Cree que
un sistema que mantiene todavía decenas de miles de cuerpos asesinados
por el fascismo franquista en las cunetas con miedo o incapacidad para
resituar su memoria histórica es un sistema democrático?
Repito, nuestra posición a este respecto como militantes socialistas es
extremadamente crítica. Creo no obstante que la segunda Transición es
ya inevitable en el Estado español. Se podrá retrasar, pero es
imposible de evitar. Nosotros ya estamos preparados para encabezarla
con ánimo constructivo y exclusivamente por vías pacíficas y
democráticas.
P. En mayo de 2006 reconoció tres errores de la izquierda abertzale: el
planteamiento sobre Navarra, transmitir la impresión de querer imponer
su ideario y dar a entender que el sufrimiento ajeno les era
indiferente. ¿Cree que cuatro años después esos errores siguen
cometiéndose?
R. Creo que hemos consolidado las bases políticas suficientes para
superar esos errores y para garantizar que no se vuelvan a repetir y,
con ello, dotar de eficacia y profundidad a nuestra estrategia política.
P. ¿Sus palabras en busca de una solución política pacifica al problema
vasco son irreversibles? ¿O existen hipotéticas circunstancias en las
cuales volvería usted a apoyar la violencia como instrumento político?
R. Nuestra posición con respecto a una solución pacífica y democrática
del conflicto es irreversible y no contemplamos ningún horizonte, ni
hipotéticas circunstancias que vayan a hacer variar esta posición.
P. ¿Qué pensó y que hizo al conocer el atentado de la T-4? ¿Llamó a sus interlocutores de Loiola? ¿Qué les dijo?
R. Lo primero que hice es interesarme por conocer si se habían
producido daños de carácter personal como consecuencia del atentado,
cosa que desgraciadamente se confirmó. A continuación pensé que años de
esfuerzo por abrir vías de solución dialogadas al conflicto habían sido
desaprovechadas otra vez. Compartí, creo, con el conjunto de la
sociedad vasca y española un sentimiento de angustia y decepción.
Aquella misma mañana me reuní con Jesús Eguiguren, ambos estábamos
realmente impactados con la noticia. Intenté convencerle -creo que en
vano- de que debíamos hacer algo para intentar salvar el proceso de
diálogo. Le insistí en que no debíamos tirar la toalla y me comprometí
a hacer algún gesto por nuestra parte.
Al día siguiente, en rueda de prensa, exigimos a ETA que volviera a la
situación de tregua permanente. ETA lo aceptó, pero a esas alturas el
nivel de confianza mutuo que tanto esfuerzo nos había costado alcanzar
estaba roto.
P. ¿Cuál fue su papel en la anterior negociación?
R. Fui yo el que, a nivel personal, inició los contactos informales con
diferentes personas cercanas al PSOE, en un momento en el que ni
siquiera podíamos atisbar que podríamos alcanzar algún día un escenario
de diálogo y negociación a nivel oficial y público. Aquellos contactos,
que duraron años, nos permitieron estar preparados para cuando la
oportunidad se produjese. En las conversaciones y negociaciones de
Loiola o Ginebra fui el responsable de la delegación por parte la
izquierda abertzale.
P. Tras el tiempo transcurrido, ¿cuál cree que fue la clave de la ruptura del proceso?
R. Existen diferentes claves para entender el fracaso (relativo, en
cualquier caso, puesto que, por ejemplo, nuestra posición actual no
puede entenderse sin tener en cuenta la profunda autocrítica que hemos
hecho en torno a nuestra posición y actitud en el proceso de dialogo),
como el deterioro de las confianzas, los incumplimientos de los
acuerdos -incluido mi encarcelamiento, por ejemplo-, o la prohibición
de manifestaciones de la mano de la Audiencia Nacional, hecho que no es
casual. Y que se ha vuelto a repetir ahora.
Sin embargo, la clave fundamental es que el Gobierno, y en buena medida
ETA, se manejaban frente a las dificultades inherentes a todo proceso
de diálogo y negociación con un esquema que pivotaba en la creencia de
que la amenaza de la represión o de la reanulación de los atentados
eran una fórmula eficaz para hacer variar las posiciones de la otra
parte y desbloquear los atascos que se producían a la hora de llegar a
acuerdos. Este esquema ha demostrado que, lejos de solucionar los
bloqueos, no hace sino provocar bloqueos mayores, enquistando las
diferencias en lugar de superarlas. Este esquema no sirve para avanzar,
y desde nuestro punto de vista, es un esquema superado y que no debe
ser utilizado por ninguna de las partes.
P. ¿Qué procesos judiciales tiene pendientes?
R. Antes hablábamos de la instrumentalización de la judicatura al
servicio de estrategias políticas que se diseñan en Ferraz o en Génova.
Tanto yo como mis compañeros y compañeras somos fichas para demostrar
la “firmeza” del Gobierno, por un lado; o para sabotear el nuevo
escenario (objetivo también del PP, que tiene gran influencia en la
judicatura). Pronto seré juzgado en la Audiencia Nacional, junto a dos
compañeros, por presentar una propuesta de paz en Anoeta, acusados de
apología del terrorismo. Y seremos juzgados, entre otros, por el
ilustrísimo magistrado Enrique López (vocal y portavoz del CGPJ y
candidato al Constitucional a propuesta del PP), así que nos sabemos
condenados de antemano. No existen causas “judiciales” contra nosotros,
solo persecución política envuelta en literatura jurídica.
P. ¿Se ha entrevistado en la cárcel con dirigentes socialistas o del
Gobierno central o autonómico? ¿En caso afirmativo, quiénes, cuándo y
con qué fin?
R. No he mantenido ningún encuentro o comunicación de esa naturaleza.
En cualquier caso, puedo mostrarle mi disposición absoluta al diálogo y
al encuentro. En este momento, tengo una solicitud de una delegación de
Eusko Alkartasuna para entrevistarse conmigo, para lo que ya he
solicitado la pertinente autorización.
P. ¿Cómo vive en la cárcel? ¿Cómo es su vida?
R. Mi vida en la cárcel no es sustancialmente diferente de la de
cualquier otro preso o presa políticos vascos. El deporte, la lectura y
el estudio ocupan buena parte de mi actividad. Procuro “aprovechar” mi
estancia forzosa para, siguiendo las recomendaciones de Nelson Mandela,
intentar prepararme y formarme aún más en la perspectiva de seguir
aportando mi grano de arena en la tarea de forjar una alternativa
socialista e independentista para nuestro pueblo.
P. Está usted en la cárcel y una mayoría le considera un extremista
incapaz de apostar por la paz y condenar a los violentos ¿No ha pensado
en abandonar la política, la vida pública?
R. No me considero una persona “extremista”, esta etiqueta ha sido
fabricada por determinados medios de comunicación que beben de fuentes
muy próximas a los servicios policiales y de la inteligencia españoles.
Le aseguro que quienes han compartido conmigo tareas políticas de
diversa índole a nivel nacional o internacional no comparten de ningún
modo esa afirmación. Por otro lado, le aseguro que nunca he pensado
abandonar mi compromiso militante, que me acompañará hasta el final de
mis días.
P. ¿Cree que volverá a la política democrática, a sentarse en el Parlamento vasco alguna vez?
R. Sin lugar a dudas, y déjeme hacerle una predicción: me sentaré en la
bancada del grupo mayoritario en la Cámara, el de los independentistas
de izquierda. Esto sucederá probablemente más tarde de lo que nosotros
desearíamos, pero mucho antes de lo que desearían nuestros adversarios.
P. ¿Qué piensa de Patxi López?
R. Patxi López es el lehendakari de la CAV y sabe que no representa a
la mayoría social en esa comunidad. Es rehén del PP y, en parte, del
cargo institucional que ocupa. Quiero trasmitirle un mensaje: además de
calificar de “insuficientes” nuestros pasos, que sea valiente y dé
alguno, por muy insuficiente que sea; por ejemplo: que diga como su
compañero Montilla que Euskal Herria es una nación y tiene derecho a
decidir su futuro libre y democráticamente.
P. ¿Y de Eguiguren?
R. Jesús es una persona muy comprometida con la búsqueda de una
solución justa y democrática al conflicto. Por encima de muchas
diferencias, después de la larga e intensa relación que hemos
mantenido, siento aprecio por él. Cuando se alcance un escenario de
solución, los que ahora le critican en su propio partido y mantienen
una posición de “campeones de la firmeza”, y quienes apostamos por una
salida democrática, nos sentaremos a charlar alrededor de un buen café.