ACTUALIDAD Y CARACTER DE UN PROYECTO NACIONAL Seminario de Estrategia. PT Brasil. San Pablo, 8 de Agosto de 1997 Mónica Baltodano 1
De entrada quiero señalar las premisas personales que sustentan mis puntos de vista sobre este polémico tema de la Actualidad y Carácter de un Proyecto Nacional. En primer lugar, mi experiencia militante como Miembro de la Dirección Política de una de las organizaciones revolucionarias de América Central, que me permite combinar la experiencia de la lucha guerrillera, la gestión desde el gobierno de la Revolución Sandinista y hoy desde nuestro papel de principal partido y primera fuerza de oposición en mi país. Y la limitante de que nuestra experiencia se ha tenido que desarrollar en el marco estrecho de uno de los países más pobres de América Latina. En segundo lugar, quiero dejar claramente establecido que los propósitos y finalidad de mis reflexiones e interrogantes, están motivados por un interés político concreto, militante, de búsqueda de respuestas a la acción sin cuartel en la lucha anti-capitalista, al imperativo ético de combatir la opresión y ello desde mi perspectiva irrenunciable de búsqueda de una sociedad igualitaria, participativa, socialista y democrática. Paso al tema haciéndome y sugiriendo nos hagamos las siguientes interrogantes. -¿De qué se trata este asunto de la Actualidad y Carácter de un Proyecto Nacional? -¿Cuáles son los objetivos que nos proponemos? -¿A través de qué clases de combates se puede librar esta lucha? -¿Qué posibilidades de éxito tienen nuestros objetivos? -¿Tenemos puntos de vista sólidos y claramente definidos que nos liberen de las inconsistencias y fragilidades que nos puedan preservar o disminuir los riesgos de costosas derrotas? -¿Los propósitos que perseguimos están éticamente justificados de modo que podamos asegurar su incidencia sobre las formas y medios de lucha de manera continúa y generalizada? -¿Tenemos claramente identificado y definido al adversario y a nuestros aliados potenciales? Según Albert Narath, Presidente de unos conocidos laboratorios norteamericanos, cuyo producto principal son bombas nucleares, cito: "El hecho es que una guerra real, una guerra económica global continua y nuestra seguridad nacional sigue en riesgos" 2 Si bien se nos hace la concesión de que las guerras ya nos son para la conquistas de territorios, no es menos cierto que ellas continúan e incluso se acrecientan en las conquistas de mercados, en una nueva revalorización de las categorías, según las cuales nuestros Estados Nacionales y sus ciudadanos son simple y puramente mercados en disputa. En este contexto, la pertinencia de nuestras interrogantes, está referida a que toda fuerza política que concibe su lucha como un combate, tiene que remitirse a estas preguntas para la elaboración de una línea de acción que procura la eficiencia y el éxito de la lucha. Cuando en mis reflexiones previas a encontrarme con ustedes hoy, he buscado las respuestas a estas preguntas a las que obliga la Estrategia, debo admitir, con toda honestidad, que mi primera reflexión fue: Los revolucionarios no estamos sentados "sobre un lecho de rosas". Las respuestas disponibles hasta ahora al primer interrogante introducen grandes turbulencias e inquietudes al conjunto de mis preguntas iniciales. Quienes hemos hecho de la acción política nuestra vida cotidiana, preocupados por el que hacer concreto, por las demandas de la acción directa que se desprende de nuestra íntima vinculación con la población y afanados por buscar respuestas a sus angustias, esperanzas y expectativas, recurrimos a las ciencias humanas, para ampliar y aclarar nuestro discernimiento y es aquí donde precisamente nos encontramos con graves turbulencias que tienen estremecida y conflictuada la hasta ayer armoniosa relación entre el conocimiento de la realidad y la acción política, creándose en mi opinión un peligroso abismo entre la teoría y la acción, entre el pensamiento actual y los sujetos tradicionales de la acción política. Los paradigmas teóricos que han fundamentado tradicionalmente nuestras propuestas al orden existente se encuentran sometidos a la férrea crítica de los hechos recientes, al tiempo que los ideólogos liberales, e incluso muchos llamados de izquierda, se encadenan al prodigio de los medios electrónicos de comunicación, para poner en entredicho nuestros referentes históricos proclamando a la Izquierda en la Orfandad, sin respuestas ni propuestas alternativas a los rápidos y dramáticos cambios de los dos últimos decenios. Así, cuando nos referimos a las economías nacionales, a los Estados nacionales que constituyen el marco y entorno natural de desenvolvimiento de nuestras existencias como sujetos políticos o simplemente como ciudadanos nos encontramos con que esta realidad ha sido seriamente trastocada y desnaturalizada. La unidad económica de funcionamiento y de análisis es el sistema global de interacciones: no hay más economías nacionales, ni políticas económicas nacionales, según Manuel Castells, Profesor de Berkeley. Desde luego esto no quiere decir que hayan desaparecido las naciones. Los Estados Nacionales incluso pueden o juegan un papel mayor para defender intereses específicos en la economía global, pero ya no existe la posibilidad de examinar nuestras sociedades de manera autónoma, separados del sistema global que de manera diferenciada articula el conjunto de las economías que se mueven al interior de las fronteras nacionales, afectándose con ello la esencia de los Estados Nacionales (F. Dubet, M. Wieviorka, 1995). La cultura, las instituciones y las relaciones sociales que formaban un todo, en cuyo seno las clases dirigentes y los movimientos sociales se disputaban o compartían la dirección, hoy aparecen disociadas, divorciados los actores y el sistema, la nación y el mercado. O como diría Alain Touraine en su Crítica de la Modernidad: "La práctica y el sujeto histórico aparecen desgarrados". La verdad es que la nación es cada vez menos el marco simbólico de la vida económica-social y cultural; el Estado tiene cada vez más dificultades a imponerse a las lógicas económicas y financieras que operan a escala planetaria (M. Wieviorka. 1995). De hecho, todo parece indicar que el paso de la economía mundial a la economía global ha producido una ruptura entre el sujeto y el sistema, entre el sistema y el actor, entre la lógica instrumentalista que impone la economía global y la necesidad de identidad del sujeto. El hecho es que no sólo se ha erosionado el Estado, sino que el Estado-Nación, la capacidad de auto determinación se ha debilitado y sobre todo en los países del tercer mundo como efecto de la explotación planetaria y de la expansión del capital transnacional. De hecho, la erosión de la potestad del Estado alcanza ya tal dimensión que su gobernabilidad ha sido expropiada substancialmente y depositada en los centros de poder internacionales (H. Dieterich, 1995) o como dijo el expresidente Alfonsín: "se reclama un estado gerente, sin fines y consecuentemente sin política, transmisor y ejecutor de las decisiones de una elite (La Jornada 12, 9, 95). Frente a estos cambios en los que objetivamente se ha debilitado el Estado Nacional y que ha dejado de ser en buena medida el marco simbólico en el que se organizaba la modernización de la economía, la unificación cultural y el tratamiento político a las demandas sociales, debemos preguntarnos como lo sugeriría al inicio ¿Tenemos puntos de vista compartidos, sólidos y claramente definidos al respecto? Es o no cierto que el carácter nacional de las economías de los países de América Latina y sus Estados Nacionales se debilitan y se fragmentan por el peso de la globalización de la economía, las lógicas financieras y las estrategias internacionales de las mega empresas del planeta? ¿Existe acaso una armonía, una sintonía entre el análisis de la realidad y nuestras banderas y consignas políticas? Es o no cierto que se pretende relegar la participación y la realización de nuestras vidas al estrecho corral de la democracia formal? ¿Es o no cierto que hay a-sintonía entre los diagnósticos de las ciencias humanas y el pensamiento y la acción de los batallones que integran nuestro sujeto político? ¿Es o no cierto que contrariamente a los inicios de siglo e incluso hasta finales de la década de los setenta en todas partes del planeta todos luchábamos y entonábamos en los continentes sino la misma canción por lo menos la misma melodía en el combate? ¿Es esta hoy la realidad en las filas de nuestros movimientos? Creo que nuestras más urgente e imperativa tarea consiste precisamente en la que acertadamente ustedes están hoy abocados, es decir, la de afinar y concensuar nuestra estrategia de lucha. Por mi parte, pienso que la vida nos impone la necesidad de recuperar la coherencia perdida porque en definitiva no puede haber lucha eficiente basada únicamente en la heroicidad o en la voluntad de lucha, hace falta que nuestras conciencias sean unívocas en tener claramente establecido nuestros puntos de vista sobre la realidad, para que ésta deje de ser una realidad dada, alienada, y se convierta en conciencia claramente asumida y me estoy refiriendo a las realidades locales entorno inmediato del ciudadano, a las nacionales y desde luego a las internacionales en ésto que hoy los cientistas sociales dan en llamar la aldea global. Sin embargo, cualesquiera que sea nuestra apreciación sobre la globalización de la Economía y su incidencia sobre nuestras realidades nacionales, todos podemos estar de acuerdo en que la estrategia básica del capitalismo en América atina hoy se resume en: Democracia electoral, economía de mercado y la reforma del Estado. Nadie escapa a las políticas que orientan la apertura exterior, el desarrollo orientado a las exportaciones, la privatización de las empresas públicas, reorganización de la política fiscal, desregulación de la economía, desarrollo del mercado de capitales y flexibilización del mercado del trabajo. Preguntamos, estas políticas bien o mal llamadas neoliberales están generalizando en América Latina el desarrollo, el progreso tecnológico, la igualdad social, la autodeterminación, la democracia real, participativa, la soberanía, la solidaridad? Estamos realmente frente a un mundo integrado o un mundo dividido? Están accediendo nuestros países a la posibilidad de desarrollar los productos de la tercera revolución industrial: La informática, biotecnología, tecnología espacial, las nuevas energías y nuevos materiales? Ciertamente NO, simplemente la economía global nos penetra al tiempo que se niega a convivir junto a países atrasados. Sencillamente nos subordina, nos somete, fragmenta y subyuga. Es o no cierto que nuestras sociedades han pasado de una posición de explotación dependiente a una inadaptación estructural a la nueva economía global? Es o no cierto que mientras algunos segmentos o islotes son integradas, la inmensa mayoría de las economías y nuestras poblaciones quedan excluidas y marginadas del progreso?. Es o no cierto que frente a esta exclusión generalizada nos empujan a la especialización de la criminalidad, las drogas, el tráfico de armas, lavado de dinero sucio, prostitución, tráfico de seres humanos? Es o no cierto que frente a la exclusión interna grandes masas de población se ven obligados a las migraciones masivas hacia los países del Centro? Es o no cierto que la exclusión ha exacerbado como respuesta desesperada los mencionados nacionalismos extremos, las sectas y los fundamentalismos de todo tipo? Es o no cierto que los millones de jóvenes de América Latina se encuentran sin identidad propia y sin proyectos de vida que les aseguren una humanidad digna y responsable? Por ello es que para mi es importante que nos hagamos la pregunta: tenemos puntos de vista claramente definidos sobre la realidad? Compañeros, a la turbulencia en el ámbito del conocimiento se suma una segunda no menos peligrosa que la primera. Es la que tiene que ver con el estado actual del sujeto histórico convocado a encabezar o propiciar las luchas por el cambio. Sería ingenuo de nuestra parte o incluso irresponsable no tomar en cuenta las grandes consecuencias del desplome del mal llamado socialismo real. De igual manera que no podemos cerrar los ojos a las alteraciones que el desarrollo reciente del capitalismo ha introducido en el seno del desarrollo de la clase obrera, tradicionalmente concebida y destinada a ser y representar el sujeto transformador y punta de lanza del combate contra el capitalismo. es o no cierto que en el último cuarto de siglo hemos asistido a un debilitamiento del papel históricamente asignado al movimiento obrero tradicional y por vía de consecuencia a la de los llamados Partidos Obreros? (Y no me estoy refiriendo al sindicalismo que en muchos países y sectores preserva su fuerza y su vigencia). Es o no cierto que el poder esta asociado ahora al manejo de la información y en la capacidad de llegar a la masa consumidora través de los medios de comunicación? Pero frente a esa realidad, también es cierto que los Partidos Políticos que sean capaces de articularse nacionalmente, que tengan la capacidad de impactar a través de movilizaciones multitudinarias, partidos con amplia presencia en la sociedad, que hacen funcionar las redes y células de manera permanente, para que ellas sean portadoras de información alternativa deben ser capaces de disputar ese poder. También es cierto que los movimientos sociales han tomado una fuerza inusitada en estas nuevas condiciones, por ejemplo nadie podría desconocer la importancia del papel desempeñado por los movimientos feministas, ecologistas etc. en los países centrales y periféricos, poniendo en evidencia un nuevo factor de rebeldía y búsqueda de afirmación de los nuevos sujetos que no se originan precisamente en las reivindicaciones inmediatas a las que estábamos acostumbrados. Sin embargo, seria un error desprender de estas nuevas realidades que ha llegado la hora final de los partidos y organizaciones políticas. En mi opinión, es precisamente por la polidiversidad de los movimientos, y de la gama de sus acciones, que se impone la experiencia de nuestras organizaciones políticas, de nuestros partidos, para dar coherencia a estas nuevas realidades, puesto que en definitiva, la sociedad sigue siendo organizada de manera tal que los partidos políticos seguirán siendo la forma privilegiada para dimensionar las luchas y la vía preferencial de acceso al poder. Me estoy refiriendo a que se vuelve necesario afinar nuevamente la problemática del sujeto o sujetos que en estas nuevas condiciones deben convertirse en los agentes del cambio y pivotes de la lucha. Por mi parte me niego a aceptar la tesis de que ya no existe sujeto portador del cambio y la revolución y que el único camino que queda a los revolucionarios es el de adaptación y por lo tanto la sumisión al capitalismo. Así como el capitalismo no actúa de manera generalizada en el planeta, en el sentido que no unifica, ni homogeniza el progreso en todos los países, es decir, que al igual que su acción es diferenciada, de igual manera la estrategia de lucha en nuestros países tiene que tener formas diferenciadas y sujetos diferenciados que se correspondan con nuestras realidades locales. Es por ello que corresponde a cada movimiento establecer claramente sus objetivos nacionales, identificar y definir al adversario y sus aliados y desde luego, determinar los medios y sus formas de lucha. Es decisivo tener una estrategia nacional de lucha, no importa si todavía no tenemos a mano una respuesta alternativa compartida, sobre las cambios mas recientes en el planeta. No es acaso cierto que entre el desarrollo del conocimiento nuevo y la asunción en las conciencias de las masas tiene que transcurrir un tiempo necesario? Tenían acaso los rebeldes de la Comuna de París el conocimiento de la globalidad de los cambios. No tuvieron acaso que esperar hasta la segunda mitad del siglo XIX para dotarnos de mejores instrumentos cognoscitivos? En este sentido, queda por ejemplo fuera de toda comparación posible el rol que corresponde al movimiento obrero o sindical en Brasil con el papel que le correspondería a estas fuerzas prácticamente inexistentes en el caso de Nicaragua. Dicho esto quiero ubicar el centro de mi reflexión y la orientación de mi mensaje, tomando en cuenta algunos aspectos de la experiencia de la revolución sandinista. Primero, las Rutas o cursos estratégicos, tradicionalmente admitidas para alcanzar las transformaciones revolucionarias en nuestros países, han puesto en evidencia graves limitaciones. De manera, que el simple hecho del cambio no garantiza ni su permanencia , ni su carácter revolucionario; y el que por otra parte, muchos agentes del cambio parecieran manifestarse desde fuera y frecuentemente al margen de los actores considerados tradicionalmente como los predeterminados por la historia para llevarlas a cabo y; Segundo: en un período de aparente reflujo revolucionario, de euforia neoliberal y de hegemonía de la economía de mercado, la táctica para la promoción de los cambios podría ser la del asedio perpetuo, multiclasista y multisectorial a la hegemonía del capital y su cultura de opresión. Por ello, el examen crítico de nuestros presupuestos teóricos, debería estar acompañada de una táctica política flexible promotora del consenso y de la incorporación a la lucha de las más diversas expresiones de rebeldía posibles. Desde la perspectiva del asedio perpetuo a la opresión y al capital deberíamos proponernos generar el hecho del cambio, el acto emancipador hoy y ahora, en cada trecho, en cada espacio disponible, contemos o no con una visión compartida de la economía global, contemos o no con el concurso de las contradicciones de las Fuerzas productivas y las relaciones de producción, contemos o no, con la posibilidad de la toma del poder político por un partido o una vanguardia, por los medios que fuesen. La esencia de nuestra manera de pensar sandinista, se orienta en materia del que hacer transformador, hacia la disputa de todos los espacios. Políticos, económicos o ideológicos; hoy y ahora, sin despreciar ninguna lucha, ningún acto de insubordinación, sin marginar ninguna orientación o ruta, resistiendo y avanzando, cuestionando lo opresivo y subyugante y afirmando los pasos y las ideas liberadoras. En esta última dirección, en Nicaragua decimos: todas las vías están abiertas para insubordinarse, para intentar transformar las cosas y con ello buscar como transformarnos nosotros mismos en permanentes sujetos de cambio. Sea esta la de una "asonada", la lucha de barricadas, el mitin del Barrio o la acción sindical, la acción deliberativa de la Universidad o la defensa de la tierra en el campo, la defensa de la ecología o las reivindicaciones de los marginados de las zonas urbanas, de la lucha parlamentaria o la lucha callejera, defendiendo la propiedad democratizada por la Revolución, disputando y arrancando a la burguesía lo que se pueda de la propiedad y el mercado. Estimulando la lucha gremial, la emancipación de la mujer, la acción cooperativa y por qué no?, incluso si fuera necesario como dijera recientemente nuestro Secretario General: "hay momentos en que hay que defender la paz y la Democracia con las armas." En fin promoviendo la lucha de clases sin desestimar la emergencia en el terreno de la vida de los nuevos Movimientos sociales, dando lugar a todas las expresiones de la conciencia posible y sus manifestaciones, promoviendo la fraternidad, la audacia, la cooperación, la solidaridad, entre quiénes luchan revelándose al orden establecido. No pretendemos con ello negar la validez de las grandes propuestas históricas, solo debemos evitar la irresponsabilidad de sentarnos a esperar a que la Profecía se cumpla. No se trata tampoco de erigir el pragmatismo y la atomización de la acción como paradigma de la acción revolucionaria, o muchísimo menos de hacer coro al pesimismo claudicante o a la crítica estéril de la "intelligencia" frustrada por los reveses de la lucha por el socialismo. Se trata a nuestro juicio de afinar cada vez más nuestros sensores para percibir la acción permanentemente renovadora de la conciencia crítica y las luchas, acompañándolas con la paciente tarea de articularlas con la herencia doctrinaria del pensamiento revolucionario, el acumulado histórico de nuestros éxitos y fracasos, pero sobre todo y es uno de nuestros énfasis actuales, atentos y vigilantes, para incorporar al caudal emancipador, las nuevas ideas y los plurisectoriales actos de rebeldía. Nuestra sugerencia no pretende tampoco hacer la apología de la acción en detrimento de la teoría. Tampoco pretendemos que las rutas tradicionalmente admitidas para la promoción de los cambios revolucionarios se hayan terminado, no. Lo que pretendemos sugerir, es que la lucha por los cambios no se agota así como los cambios revolucionarios no se garantizan en definitiva con las transformaciones graduales de la economía, de la vida material, o la democratización del Estado, la política y sus Instituciones. Así, en la Nicaragua Sandinista se llevaron a cabo radicales transformaciones económicas y políticas. En un país esencialmente agrario, haber democratizado la propiedad rural, entregando a los agentes del cambio, la mitad de la tierra cultivable del país, no era poca cosa. Sin embargo, ello no pudo evitar que la conciencia del campesino, del ciudadano rural, siguiera empeñada por las cadenas del pasado. Ello se puso en evidencia, sin ambig=81edad alguna, en los reveses políticos sufridos por la Revolución en el 90 y el 96. Las transformaciones de la economía, del Estado y sus Instituciones, dieron sus innegables frutos transformadores, pero resultaron a su vez precarios para nutrir y sustituir la amplitud de la conciencia sumisa, mediatizada por la milenaria explotación. La Revolución Sandinista, aniquiló de raíz los aparatos militares y policiales del antiguo régimen, sin embargo, la fuerza arrolladora de los aparatos armados de la revolución, resultaron ineficaces para contribuir a contener, la expresión derechizante del voto, que condujeron al revés político de la Revolución en 1990. Más trascendente que las transformaciones económicas de las estructuras de poder, resultó en el momento crítico, el mensaje eclesial del Cardenal de la reacción, reactivando la conciencia sumisa, enajenada, que había sobrevivido a los cambios revolucionarios. A contrario semsu, las reiteradas victorias políticas de la reacción, la restauración del imperio del mercado, la globalización de la economía y el amplio respaldo político del imperialismo, no han garantizado, ni garantizan, por lo menos hasta ahora, la estabilidad del actual régimen de la reacción y la contrarreforma. Se levantan frente a su hegemonía, pretendida universal, por una parte, las transformaciones materiales y políticas de la revolución y sobre todo - y en ello mi énfasis - la conciencia transformada y la voluntad de lucha de una significativa parte de la población, que no acepta más la sumisión y la dependencia. De aquí mi respetuosa insinuación: a nuestros grandes esquemas doctrinarios, y a su necesidad, debemos sumarles la necedad de su cuestionamiento critico, su permanente adecuación y renovación y que por otra parte la polidiversidad de los actos de insumisión, su multisectorialidad, requieren del acompañamiento de la indispensable labor intelectual, que permita dar unidad y coherencia a semejante complejidad y desafío. Seguros en que la realidad y la teoría revolucionaria se engranarán, en la lucha sin cuartel para fluir y hacer andar las ruedas de la historia. Los himnos de victoria del capitalismo resuenan por todo el planeta. Sin embargo, no es la primera vez que ello ocurre. En esta época de aparente reflujo del Movimiento Revolucionario, enfrentemos la situación con serenidad estratégica. No importa que el capitalismo haya desarticulado nuestras fuerzas, no importa que haya quienes defeccionen de nuestras filas, no importa que florezcan las elaboraciones teóricas para justificar la desmoralización y hasta la traición. La fuerza del capitalismo sigue entrañando los gérmenes de su debilidad. Basta navegar en Internet para darse cuenta de ambas cosas. Lo más importante, lo crucial y decisivo, es nuevamente preservar la voluntad de lucha y trazarnos la línea de acción correcta, en esta coyuntura en que el combate pareciera ser favorable a nuestro enemigo. Es de estas coyunturas que se reclama del Movimiento Revolucionario firmeza en el combate y la mayor flexibilidad táctica y estratégica. La intransigencia principista, el dogmatismo, deberían tener muy poco o ningún espacio en nuestras mentes y corazones. Este es el momento de acumular todas las fuerzas posibles para enfrentar al adversario y ello solo es posible abriendo nuestro espíritu y sobre todo nuestra práctica a la participación de todos al combate. Finalmente quiero decirles que me siento honrada de haber sido invitada a compartir con Uds., dirigentes del mas importante partido revolucionario del mas estratégico país de América Latina. Valoración de mi partido el Frente Sandinista. Me siento agradecida por la paciencia que han tenido de escuchar a la representante de un pequeño país centroamericano que seguramente no tiene nada que enseñarles a Uds., revolucionarios que han tenido que librar sus luchas en el escenario mas complejo del hemisferio y que constituyen la esperanza soñada de los patriotas de América. Quiero decirles que asistí a este evento, con la seguridad de que en ustedes, en su partido, en su fuerza social, en su Dirección Política descansan muchas esperanzas de los miserables y excluidos de nuestra América y segura, que aunque diversos, UNIDOS SALDREMOS VICTORIOSOS. Junto a Uds. mis hermanos de lucha evoco el espíritu siempre vivo de Sandino y el Che. y el ejemplo de todos aquellos que se desprendieron de todo por la causa de la justicia de la libertad y la igualdad que sigue siendo hoy la causa del socialismo.
1 Mónica Baltodano: Comandante Guerrillera, Miembra de la Dirección Nacional del FSLN, Diputada ante la Asamblea Nacional. 2 Noam Chomsky-H.Dieterich. La Sociedad Global, p.52