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CONTRA ECHELON, PGP

Justo cuando los vientos de fronda que soplan del Imperio amenazan las libertades ciudadanas, el Parlamento Europeo acababa de denunciar oficialmente la existencia del proyecto británico-norteamericano Echelon para vulnerar la privacidad de las comunicaciones por Internet. Excusándose en la persecución del terrorismo, el narcotráfico o váyase a saber qué, los servicios de información del Imperio se arrogan el derecho de interceptar cualquier mensaje enviado por correo electrónico. Naturalmente, sin ningún control ni autorización judicial o similar, como se requiere en el Estado Español para interceptar las comunicaciones postales o telefónicas, y por tanto sin ninguna garantía de que se utilice para los fines proclamados y no, por ejemplo, para el espionaje industrial o la vigilancia de los más pacíficos movimientos contra la globalización capitalista.

Naturalmente, la eficacia de Echelon es muy limitada, y dada la imposibilidad de procesar toda la información que circula en Internet, se limitan a los mensajes que contienen determinadas palabras que consideran "sospechosas". Por ello mucha gente, para saturar Echelon, termina mensajes inocuos con una coda de palabras provocadoras. Otra opción, claro, es encriptar los mensajes. Los mandamases del Imperio lo saben, e intentan restringir el uso de la encriptación, con poco éxito hasta ahora.

Una de las formas más usuales (y seguras) de encriptación es el llamado PGP, siglas de Pretty Good Privacy, o Privacidad Buena y Bonita... y Barata, dado que se trata de un programa gratuito de libre distribución. Precisamente sobre el mismo los compañeros de Nodo50 tuvieron la gentileza de impartir un curso en la Fiesta del PCE.

El PGP es un sistema de doble clave, pública y privada, similar al que se utiliza, por ejemplo, para encriptar mensajes en Netscape, pero mucho más seguro. La clave pública, que se utiliza para encriptar los mensajes, pero que no permite desencriptarlos, puede distribuirse libremente a todos los corresponsales (por ejemplo, suele acompañar a una firma digital), mientras que la clave privada, que es la única que permite desencriptarlos, debe ser celosamente guardada por su propietario. Naturalmente, para enviar a alguien un mensaje encriptado debe hacerse con su clave pública, para que sólo él pueda desencriptarlo con su clave privada. Por ello, sólo podremos enviar mensajes encriptados a aquellas personas de las que tengamos su clave pública.

Así pues, para participar en una "Red Segura" cuyos mensajes queden ocultos de miradas indiscretas puede contratarse una firma digital, obteniendo así la pareja de claves, o bien escoger la opción más segura y gratuita del PGP. Para ello, se debe comenzar descargándose desde http://www.pgpi.org el programa de instalación en la versión adecuada para el ordenador y el sistema operativo de que se disponga (la última contrastada es la 5.5.3i; la "i" significa internacional, más segura que la utilizada en los USA, sometida a restricciones legales, como la prohibición de usar una longitud de clave de 2048 bytes; naturalmente, cuando más larga sea la clave más difícil será de romper). A partir de ahí, se trata de instalar el programa en el disco duro y comenzar a practicar con él, primero encriptando y desencriptando texto y ficheros y después encriptando mensajes. De quien se anime a ello, espero recibir primero su clave pública (contratada con una firma digital o en PGP) y luego un mensaje encriptado. Ojo, usad texto simple para encriptar y que no ocupe más de 20 Kb, no me saturéis el buzón. Y no utilicéis muletillas como "Querido camarada" :-), que ayudan a romper la clave.