INTERVENCIÓN EN EL COMITÉ FEDERAL DEL PCE DEL 19 DE JUNIO DE 1999
Rafael Pla López

Mantenemos las tradiciones de éste Comité Federal de incumplir el orden del día. Ello es especialmente grave ante el punto de la guerra de Yugoslavia, cuyas graves implicaciones requieren un debate y un acuerdo específico de este Comité Federal.

A este respecto, hay que reafirmar nuestra justa posición en contra de la OTAN y sus bombardeos, incluyendo el calificar a Javier Solana como lo que es. Y a quienes dicen que no se le puede equiparar a Milosevic hay que contestarles que, efectivamente, Milosevic es un pequeño criminal de guerra, mientras que Solana es un gran criminal de guerra: es otro orden de magnitud. Y los criminales de guerra no pueden garantizar la paz en Kosov@. Por ello, debemos ser críticos con el desenlace de la guerra y exigir la salida de la OTAN de los Balcanes.

Pero al mismo tiempo el PCE, sin asumir el discurso manipulador sobre la llamada "limpieza étnica", debería haber explicitado su defensa de derecho de autodeterminación de todos los pueblos de los Balcanes, incluyendo el de Kosov@. Y no se entiende que el PCE haya suscrito manifiestos internacionales que se pronuncian por la integridad territorial de Yugoslavia sin especificar que únicamente frente a agresiones externas. Y os lo dice quien ha defendido la necesidad de ámbitos internacionales de debate entre partidos comunistas y de la izquierda revolucionaria, acuerdo del Congreso que ha sido tergiversado en el texto publicado sustituyendo "revolucionaria" por "transformadora". Pero participar en ámbitos de debate no puede suponer renunciar a nuestras posiciones. Y la defensa del derecho de autodeterminación, frente a la represión nacional contra el pueblo kosovar y frente al intento de anular la soberanía de Yugoslavia, nos hubiera permitido clarificar nuestra posición tanto frente a la OTAN como frente al gobierno de Yugoslavia.

Respecto al resultado electoral, pueden haber repercutido errores específicos.

Por un lado, si en las elecciones anteriores del mismo tipo obtuvimos el mejor resultado de la historia, los electores percibieron que nuestra actuación llevó a poner Córdoba, Málaga o Asturias en manos del PP.

Por otro lado, si la separación de NI era inevitable, la forma en que se hizo, después de haber aguantado tanto, metiendo en el paquete la disolución de diversas organizaciones supuestamente soberanas, no ayudaba a desarrollar nuestro proyecto federal y participativo. Cuestiones como la interferencia en el debate sobre el nombre de nuestro referente en Catalunya abundaban en el mismo sentido.

Pero por encima de estas cuestiones específicas, podemos decir (y sabéis que no soy nada propenso al culto a la personalidad) que las razones de fondo de nuestro descalabro electoral las dio Julio Anguita en el informe presentado ante la penúltima Asamblea de IU, advirtiendo que si no cambiábamos la forma de trabajar, desarrollando una dinámica participativa y movilizadora de base, los resultados no se consolidarían y nuestro proyecto no saldría adelante.

Y miremos cómo el BNG y EH, desarrollando dicho trabajo de base, han incrementado sustancialmente su apoyo electoral (¡que piense en ello quienes cuestionan nuestro apoyo al Pacto de Lizarra!). Deberíamos aprender de dichas fuerzas, como también del antiguo estilo de trabajo de nuestro partido.

Pero si queremos avanzar por dicho camino de la participación y la vinculación a los movimientos sociales, deberemos cambiar también nuestras formas de trabajar.

Deberemos reflexionar cómo los sistemas de listas cerradas minimizan la participación de la base, reducida a optar entre opciones predeterminadas o resignarse a refrendar acuerdos cupulares. Y no se trata de sustituirlos por sistemas mayoritarios que aplastan a las minorías, sino de desarrollar sistemas que aúnen proporcionalidad y listas abiertas, que los hay.

Y hay que cambiar también nuestras formas de organización interna como partido, comenzando por este Comité Federal, que debe asumir la responsabilidad de decidir, después del debate, sobre propuestas concretas, únicas o alternativas. Seguir por las Agrupaciones, orientadas a debatir y tomar acuerdos a ejecutar en su espacio de actuación. Y terminar con el Congreso, cuya función de órgano máximo de decisión no puede ser escamoteada.

Pero lo cierto es que el espacio electoral de IU se ha visto reducido en la práctica al núcleo de voto al PCE, revelando el agotamiento del camino seguido por IU como experiencia concreta, ¡no del proyecto de convergencia política y social de la izquierda real desarrollando un movimiento político y social que no ha llegado a ser IU! Es necesario refundar IU, sin excluir cambios de denominación que expresen los cambios reales (hemos visto una experiencia semejante al norte de España). Y quizá pudiéramos comensar por salir del surrealismo de un país donde el PP no es popular, el PSOE no es socialista e IU no está unida. Podríamos adoptar el nombre de nuestro proyecto europeo en ascenso: Izquierda Unitaria.

Sólo por este camino podremos conseguir que nuestro proyecto renazca de sus cenizas.