POR UN SISTEMA ELECTORAL INTEGRADOR
Rafael Pla López
miembro del C.P.N. de EUPV y profesor de Matemática Aplicada de la Universitat de València

De acuerdo con la actual Constitución Española, los partidos políticos son un canal de representación en la vida política y en las instituciones, representación que se articula a través de elecciones periódicas. Sin embargo, el actual sistema electoral español provoca que un gran número de votos no se traduzcan en una representación en las instituciones, además de generar una grave distorsión en la representación de las fuerzas políticas que obtienen suficiente respaldo para alcanzar escaños. El caso más paradigmático es el de IU+ICV, que teniendo casi un millón de votos en las últimas elecciones al Congreso de los Diputados obtuvieron únicamente 2 escaños.

Las causas de estas distorsiones son, por un lado, la falta de proporcionalidad del sistema electoral y, por otro lado, la proliferación de candidaturas con un apoyo muy reducido para obtener representación. El resultado es, por una parte, que se produce una distorsión de la voluntad popular, que en algún caso puede llegar a que posiciones minoritarias en la sociedad sean mayoritarias en las instituciones (de hecho, es fácil obtener una mayoría absoluta en el Parlamento con un apoyo electoral del orden del 40% de los votos). Y por otra parte que un gran número de votantes se sienten excluidos de las instituciones, fomentándose con ello el desapego hacia las mismas.

Para evitarlo habría que introducir modificaciones de calado en el sistema electoral, algunas de las cuales fueron incluso recomendadas por el Consejo de Estado, pero han sido bloqueadas por las fuerzas políticas que, teniendo una minoría relativamente mayoritaria de votos en su ámbito de actuación, resultan beneficiadas por el sistema actual, como es el caso del PSOE, el PP, CiU y el PNV. Sorprendentemente, el presidente Zapatero contestó a las quejas al respecto de Llamazares manifestando sorpresa por lo ocurrido, y comprometiéndose de nuevo a actuar para superar dicha situación. Al margen de la mucha o poco credibilidad que merezca, ahí van algunas sugerencias para resolver los problemas señalados.

Hay que subrayar que la principal causa de marginación de las opciones minoritarias es la pequeñez de las circunscripciones provinciales, que hace que en la gran mayoría de las provincias se elijan un número muy reducido de escaños que se reparten entre las dos candidaturas con más apoyo, fomentándose así un bipartidismo excluyente. De hecho, sólo en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y poco más suele ser posible que una tercera fuerza obtenga representación. Ello se resolvería si la circunscripción electoral para las elecciones al Congreso de los Diputados pasara a ser la Comunidad Autónoma, cosa además más congruente con la estructura política del Estado. Pero dado que la actual Constitución impone que las circunscripciones sean provinciales, ello será un tema para la Reforma Constitucional pendiente.

Sin embargo, incluso sin modificar la Constitución es posible introducir cambios en el sistema electoral para mejorar la representación. La opción más sencilla sería sustituir la Regla d'Hondt para la distribución de escaños por el sistema de Resto Mayor, que proporciona una representación más ajustada a la proporcionalidad exacta.

Veamos un ejemplo concreto: supongamos que para elegir 5 escaños se presentan 3 candidaturas, que obtienen respectivamente 44%, 42% y 14% de votos. Aplicando la Regla d'Hondt, como 44 es mayor que 14x3=42, la primera candidatura obtendrá el tercer escaño en detrimento de la tercera candidatura. La distribución será, por tanto, de 3, 2 y 0 escaños respectivamente. De ese modo, la primera candidatura, con un 44% de votos, pasa a tener un 60% de escaños (16 puntos por encima). La segunda candidatura, con un 42% de votos, pasa a tener un 40% de escaños (2 puntos por debajo). Y la tercera candidatura, con un 14% de votos, se queda con 0% de escaños (14 puntos por debajo). Para medir la distancia respecto de la proporcionalidad exacta podemos sumar las diferencias en valor absoluto, resultando 16+2+14=32 puntos de distancia.

Por el contrario, aplicando Resto Mayor se calcularía por una regla de tres la proporción exacta de escaños que le correspondería a cada candidatura. Así, de un total de 5 escaños, a la primera candidatura, con un 44% de votos, le corresponderían 2'2 escaños, con lo que obtendría de momento 2 y tendría un resto de 0'2. A la segunda candidatura, con un 42% de votos, le corresponderían 2'1 escaños, con lo que obtendría de momento 2 y tendría un resto de 0'1. Y a la tercera candidatura, con un 14% de votos, le correspondería un resto de 0'7 escaños. Dado que quedaría el quinto escaño por asignar, éste le correspondería a la tercera candidatura, por tener el resto mayor. De ese modo, la distribución sería de 2, 2 y 1 escaños respectivamente: la primera candidatura, con un 44 % de votos, pasaría a tener un 40% de escaños (4 puntos por debajo); la segunda candidatura, con un 42% de votos, pasaría a tener un 40% de escaños (2 puntos por debajo); y la tercera candidatura, con un 14% de votos, pasaría a tener un 20% de escaños (6 puntos por encima). Por tanto, la distancia respecto a la proporcionalidad exacta sería de 4+2+6=12 puntos, notoriamente menor que con la Regla d'Hondt. De hecho, puede demostrarse que en todos los casos el sistema de Resto Mayor es el que proporciona una distribución de escaños con una distancia mínima a la proporcionalidad exacta.

Quedaría pendiente de resolver el problema de la proliferación de candidaturas con escaso apoyo. Para ello podría recurrirse, junta al sistema de Resto Mayor, a un sistema de preferencias generalizadas, de modo que cada votante pueda poner en su papeleta su primera opción, su segunda opción, etc. Entonces se contarían en primer lugar los votos en primera opción, y para la candidatura que hubiera obtenido un resto menor, éste se distribuiría proporcionalmente entre las candidaturas que en sus papeletas hubieran aparecido como segunda opción. Ello se repetiría hasta que todos los escaños hubieran sido asignados o quedaran únicamente dos restos y un escaño por asignar, que se asignaría al resto mayor.

Supongamos, por ejemplo, que para los mismos 5 escaños se presentan 5 candidaturas, 2 de derechas (D1 y D2), 1 de centro (C) y dos de izquierdas (E1 y E2), obteniendo los siguientes resultados en primera elección: D1 el 10% de votos, con lo que tendría un resto de 0'5 escaños; D2 el 32%, con lo que le corresponderían 1'6 escaños, obteniendo de momento 1 con un resto de 0'6; C el 44%, con lo que le corresponderían 2'2 escaños, obteniendo de momento 2 con un resto de 0'2; E1 el 8%, con lo que tendría un resto de 0'4 escaños; y E2 el 6%, con lo que tendría un resto de 0'3 escaños.

Dado que el resto menor es el de la candidatura C, su resto de 0'2 se distribuiría según las segundas opciones de sus papeletas. Supongamos que entre ellos la mitad opta en segunda opción por D2 y la otra mitad por E1. En tal caso dicho resto se distribuiría entre ellos, quedando D2 con un resto de 0'6+0'1=0'7 y E1 con un  resto de 0'4+0'1=0'5.

Ahora el resto menor pasará a ser el de la candidatura E2, 0'3. Supongamos que sus votantes han optado en segunda opción por E1. En tal caso dicho resto de 0'3 se sumará al de E1, quedando con un resto de 0'5+0'3=0'8.

Llegados a este punto quedan en liza los restos de D1 (0'5), D2 (0'7) y E1 (0'8). Dado que entre ellos el resto menor es el de D1, se examina la segunda opción de sus votantes. Si éstos han optado en segunda opción por D2, dicho resto se añadirá al de D2, sumando 0'7+0'5=1'2 escaños, con lo que se asigna a D2 un nuevo escaño (pasará así a tener 2) quedando con un resto de 0'2.

Dado que se han asignado ya 2 escaños a D2 y 2 escaños a C, queda 1 escaño por asignar, y los restos pendientes de D2 (0'2) y de E1 (0'8). Dado que el resto mayor es el de E1, se le asigna a éste el quinto escaño.

De este modo, todos los votantes contribuyen de alguna forma a la asignación de escaños, y pueden sentirse representados por ellos sin necesidad de haber renunciado a votar en primera opción por su candidatura preferida. Este sistema electoral, por tanto, auna las ventajas de ser proporcional e integrador.

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