ACERCA DEL PROBLEMA DE LAS NACIONALIDADES, O SOBRE LA "AUTONOMIZACIÓN"
(del "testamento" de Lenin)

En mis obras acerca del problema nacional he escrito ya que el planteamiento
abstracto del problema del nacionalismo en general no sirve para nada. Es
necesario distinguir entre el nacionalismo de la nación opresora y el
nacionalismo de la nación oprimida, entre el nacionalismo de la nación
grande y el nacionalismo de la nación pequeña.

Con relación al segundo nacionalismo, nosotros, los integrantes de una
nación grande, casi siempre somos culpables en el terreno práctico histórico
de infinitos actos de violencia; e incluso más todavía: sin darnos cuenta,
cometemos infinito número de actos de violencia y ofensas. No tengo más que
evocar mis recuerdos de cómo en las regiones del Volga tratan
despectivamente a los no rusos, de cómo la única manera de llamar a los
polacos es "poliáchishka", de que para burlarse de los tártaros siempre los
llaman "príncipes", al ucraniano lo llaman "jojol", y al georgiano y a los
demás naturales del Cáucaso los llaman "hombres del Cápcaso".

Por eso, el internacionalismo por parte de la nación opresora, o de la
llamada nación "grande" (aunque sólo sea grande por sus violencias, sólo sea
grande como lo es un esbirro) no debe reducirse a observar la igualdad
formal de las naciones, sino también a observar una desigualdad que de parte
de la nación opresora, de la nación grande, compense la desigualdad que
prácticamente se produce en la vida. Quien no haya comprendido esto, no ha
comprendido la posición verdaderamente proletaria frente al problema
nacional; en el fondo sigue manteniendo el punto de vista pequeñoburgués, y
por ello no puede por menos de deslizarse a cada instante al punto de vista
burgués.

¿Qué es importante para el proletario? Para el proletario es no sólo
importante, sino una necesidad esencial, gozar, en la lucha proletaria de
clase, del máximo de confianza por parte de los componentes de otras
nacionalidades. ¿Qué hace falta para eso? Para eso hace falta algo más que
la igualdad formal. Para eso hace falta compensar de una manera o de otra,
con su trato o con sus concesiones a las otras nacionalidades, la
desconfianza, el recelo, las ofensas que en el pasado histórico les produjo
el gobierno de la nación dominante. Creo que no hacen falta más
explicaciones ni entrar en más detalles tratándose de bolcheviques, de
comunistas. Y creo que en este caso, con relación a la nación georgiana,
tenemos un ejemplo típico de cómo la actitud verdaderamente proletaria exige
de nuestra parte extremada cautela, delicadeza y transigencia. El georgiano
que desdeña este aspecto del problema, que lanza desdeñosamente acusaciones
de "social-nacionalismo" (cuando él mismo es no sólo un "social-nacional"
auténtico y verdadero, sino un basto esbirro ruso), ese georgiano lastima,
en esencia, los intereses de la solidaridad proletaria de clase, porque nada
retarda tanto el desarrollo y la consolidación de esta solidaridad como la
injusticia en el terreno nacional, y para nada son tan sensibles los
"ofendidos" componentes de una nacionalidad como para el sentimiento de la
igualdad y el menoscabo de esa igualdad por sus camaradas proletarios,
aunque lo hagan por negligencia, aunque la cosa parezca una broma. Por eso,
en este caso, es preferible exagerar en cuanto a las
concesiones y a la suavidad para con las minorías nacionales, que pecar por
defecto. Por eso, en este caso, el interés vital de la solidaridad
proletaria, y por consiguiente de la lucha proletaria de clase, requiere que
jamás miremos formalmente el problema nacional, sino que siempre tomemos en
consideración la diferencia obligatoria en la actitud del proletario de la
nación oprimida (o pequeña) hacia la nación opresora (o grande).

V. I. Lenin
Taquigrafiado por M. V.
31.XII.22

Comentaris de Rafael Pla