Núm. 2 |
REVISTA DE
DERECHO |
Noviembre 2003 |
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Elecciones en Mexico: entre la desilusion, la desafeccion y la apatia*. Carlos Luis Sánchez y Sánchez**.
Introducción. El 6 de julio del 2003 se celebraron las primeras elecciones de carácter intermedio en México; con un gobierno emanado de las filas de un partido de oposición, el Partido Acción Nacional (PAN). Elecciones en las que ya no estuvo al frente del Poder Ejecutivo un Presidente salido de las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el cual ejerció el poder durante más de setenta años ininterrumpidamente. Ya han transcurrido tres años de gobierno del Presidente Vicente Fox Quesada y la ciudadanía acudió a las urnas en escaso margen. Con un padrón de electores nacional de casi 65 millones de personas, se registró un índice de abstencionismo histórico, el más alto observado en un proceso electoral federal; alcanzando hasta el momento de escribir este artículo el 59%, según las cifras oficiales del Instituto Federal Electoral (IFE). El descenso de participación necesita una interpretación en sí misma, así como también los propios resultados finales que arrojó el proceso electoral el pasado 6 de julio. Los cuales reflejan un reacomodo de fuerzas contrastante con lo observado hace tres años. Este artículo realiza una primera aproximación a las causas que han producido esta abstención así como de los resultados electorales y sus implicaciones. A través de un análisis del sentido del voto tomando como base a un nivel descriptivo los datos oficiales y utilizando la información que arroja los ítems o tópicos, utilizados por la encuesta de salida que realizó el Diario mexicano Reforma el 6 de julio del 2003, veremos lo que significa y las consecuencias que tiene el pasado proceso electoral para la vida política del país.
1. De dónde venimos: el trayecto. México había sido gobernado durante más de setenta años de 1929 al 2000 por un solo partido, el Partido Revolucionario Institucional. Dentro de la tipología establecida por Giovanni Sartori sobre los partidos y sistema de partidos, el PRI se constituyó en un partido hegemónico; el cual solo tuvo una competencia formal y constante en la figura del Partido Acción Nacional, creado en 1939 y de tinte conservador. El fuerte control que tenía PRI sobre los órganos estatales y electorales no permitió la alternancia en el ámbito estatal sino hasta finales de los años ochenta, y siguió controlando en su totalidad el Congreso sólo hasta 1997 en que pierde la mayoría necesaria para sacar adelante por sí solo, cualquier iniciativa legislativa. Lo anterior sin duda fue producto de una sociedad cada vez más diferenciada y plural, que impulsó un cambio político gradual centrado en lo electoral; a través de un conjunto de reformas electorales[1] que definieron la naturaleza del proceso de democratización mexicano. Las sucesivas reformas electorales condujeron a la conformación de instituciones encargadas de vigilar el cumplimiento de las normas electorales, centradas en establecer reglas de participación equitativas entre los distintos partidos políticos; respecto al uso de recursos públicos para las campañas; tope de gasto de las mismas; acceso en tiempo a los medios de comunicación; pero principalmente en vigilar que el voto de la ciudadanía fuera respetado, no inducido ni vulnerado en cualquier forma. Esto se logró con la creación en 1990 del Instituto Federal Electoral (IFE), organismo encargado hasta la fecha de organizar y certificar la legalidad de las elecciones federales en México; situación que se consolidó, con la consecución de su autonomía en 1996 de cualquier injerencia gubernamental. La certidumbre de que la voluntad de la sociedad en las elecciones sería respetada, condujo a una ampliación en la participación y a la diferenciación en la emisión del voto; en el sentido de no darle la mayoría a un solo partido. Lo cual se vio reflejado por primera vez en la historia del país en la conformación del Congreso en 1997, producto de las elecciones federales intermedias de ese mismo año. Al respecto hay que resaltar que la plena instauración de un modelo de democracia liberal, procedimental, fue la base que condujo al cambio del principio de legitimidad del Régimen político mexicano. En este sentido pasamos De una legitimidad fundada en el pacto revolucionario, su expresión en una normatividad jurídica tendencialmente democrática y el funcionamiento práctico de ambas fuentes de validación del poder a través de un sistema autoritario de gobierno, a un nuevo pacto social por el que el ejercicio democrático del voto es la expresión efectiva de la legitimidad, a una normatividad cada vez más adecuada a los parámetros de la democracia política y la construcción de un sistema que, si bien aún no puede catalogarse como plenamente democrático dejado atrás muchas de las prácticas que conformaron al autoritarismo en México[2].
2. El Escenario de la Alternancia: El 2 de julio del 2000. En un contexto de un amplio bagaje de reformas políticas, de diversificación de la sociedad; de un sistema de partidos fortalecido; de libertades políticas, y sobre todo de contiendas electorales cada vez más intensas y competitivas; que producen gobiernos sin presencia mayoritaria de un solo partido en la conformación del Congreso, ya sea este estatal o federal, y que son reguladas por una autoridad electoral legitima y creíble, Vicente Fox Quesada arribó a la Presidencia de México, el 2 de julio del 2000. Con una participación de poco más del 60% del electorado, con un padrón de casi 60 millones de electores, el candidato de la Alianza por el Cambio, coalición formada por el Partido Acción Nacional y el Partido Verde, Vicente Fox obtuvo casi 16 millones de sufragios; 2 millones y medio de votos más, respecto al candidato del Partido Revolucionario Institucional, Francisco Labastida Ochoa con 13 millones y medio de votos. Quedó muy atrás el candidato de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas, postulado por el Partido de la Revolución Democrática y otros partidos minoritarios, que conformaron la coalición Alianza por México, al ser votado por poco más de 6 millones de personas. Se estaba cumpliendo en esta elección, una de las etapas más importantes del proceso de democratización mexicano; al producirse la alternancia en el poder ejecutivo. Por primera vez llegaba a la presidencia un candidato que no militaba en el Partido Revolucionario Institucional. Sin embargo el Partido Acción Nacional, no obtendría la mayoría necesaria en la Cámara de Diputados para sacar adelante por sí mismo las reformas del ahora presidente Panista. Se volvía a producir el mismo fenómeno de 1997, en que la ciudadanía se había hecho consciente de la necesidad de dividir el poder con su voto y no darle toda la fuerza a un solo partido político. De esta forma el mapa político producto la Alternancia en el poder ejecutivo y su reflejo en el Congreso entre las tres principales fuerzas, quedaba de la siguiente manera: Elección 2 de julio 2000.
Resultado de un proceso de aprendizaje y de la experiencia de haber vivido muchos años bajo un gobierno autoritario[3], la sociedad mexicana reflejaba un profundo cambio en su cultura política, en sus actitudes y creencias respeto de lo político. El ciudadano había interiorizado el poder que adquiría su participación electoral para la conformación del espectro político que habría de gobernarla, y fortalecía de esta manera el papel simbólico del Sistema de Partidos*; como los organismos destinados a expresar y representar la pluralidad política existente en la sociedad, al tiempo de que encauzan y se constituyen en el eje de la participación política plenamente reconocido frente al Estado. Al respecto José Woldenberg afirma “El proceso diferenciador del voto es manifestación de la pluralidad social real del país; expresa, a su vez, las distintas sensibilidades, diagnósticos y propuestas que coexisten en la sociedad, lo cual se confirma y vuelve a aparecer como una ola expansiva que no puede ser revertida”[4]. Miembro del PAN desde principios de los noventa, Fox pertenecía a la gama de empresarios que formó una corriente al interior del PAN que fue denominada neopanismo[5]. Ya como gobernador del Estado de Guanajuato, articuló una Asociación Civil llamada Amigos de Fox, que se encargó de organizar su precampaña en términos logísticos y financieros de 1998 a 1999. Con una estrategia de medios muy bien pensada, fincada en su experiencia en el manejo del área de mercadotecnia de la Coca-Cola de la que fue director general en México; Fox centró su precampaña y su campaña en la idea del Cambio. Auxiliado por un gran despliegue publicitario, la campaña adquirió un carácter plebiscitario, manejando como constante en los mensajes de una manera simplificada y directa, el si o el no de la permanencia* del PRI en el gobierno. De esta forma, Fox agrupó poco a poco en torno a su figura a distintos sectores de la sociedad, incluso de la izquierda; en esta caso intelectuales como Jorge Castañeda y Adolfo Aguilar Zinser, que posteriormente ocuparían cargos en su gobierno, destacando el primero como Secretario de Relaciones Exteriores en funciones hasta principios del 2003. Con un manejo de medios impresionante Fox apeló al voto útil, erigiéndose como la única opción, que en sus palabras, podría sacar al PRI de los Pinos. Si bien la frase anterior puede ejemplificar la parte abstracta y mercadológica de la campaña; lo más significativo de las propuestas de campaña giraban en torno: · Abatir la corrupción generada por el régimen priísta. · Combatir los altos índices de inseguridad en todo el país. · Garantizar plenamente la división de poderes en el sentido de erradicar las prácticas autoritarias del pasado, cimentadas en un uso metaconstitucional[6] de las facultades presidenciales. · Solucionar el conflicto armado, que ya había cumplido seis años, con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el Estado de Chiapas; llegando a afirmar que de llegar a la presidencia lo solucionaría en 15 minutos. · Realizar una Reforma Fiscal. · Lograr un acuerdo de libre flujo migratorio con los Estados Unidos y · Principalmente crecer económicamente a un ritmo del 7% anual y generar con ello un millón de empleos por año. El tema de la posible privatización de Petróleos Mexicanos (PEMEX), durante su mandato fue ampliamente negado, aunque si se admitió veladamente la necesidad de una profunda reforma energética. Como vemos la naturaleza de las propuestas y la fuerza de una campaña nunca antes vista en el país, aunado a una figura carismática con la que Fox contaba y que no poseían Francisco Labastida del PRI ni Cuauhtémoc Cárdenas del PRD, lograron que el candidato de la Alianza por el Cambio se alzará con el triunfo. Esto para beneplácito de amplios sectores de la sociedad, que en general cifraron altas expectativas en la administración Foxista en mejorar sus condiciones de vida durante su período presidencial. Por otro lado los empresarios y el sector financiero confiaban encontrar una situación de mayor ventaja para la inversión y el desarrollo productivo. 3. Causas y Condicionantes del Voto en 2003: El Gobierno de Vicente Fox en su primer trienio; de las altas expectativas al desencanto democrático. Se ha mencionado líneas arriba los temas sobre los que habría de girar principalmente la primera mitad de la administración de Vicente Fox. Cada uno por sí mismo alentó el voto el 2 de julio del 2000; con la idea de encontrar, tal y como lo decía el eslogan de campaña, un cambio en la forma de conducir el gobierno que en teoría conllevara la generación de políticas públicas destinadas al mejoramiento de la sociedad. De esta manera, antes de llegar a una explicación mas pormenorizada del sentido del voto en las pasadas elecciones; es necesario explicar las condiciones que sin duda generaron el comportamiento electoral el 6 de julio del 2003. A partir del 1 de diciembre del 2000, fecha en que Vicente Fox tomó protesta como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, la sociedad iba a estuvo más atenta del desempeño gubernamental en general y obviamente del Presidente de la República*. Pero también, como veremos mas adelante, no quedaría excluida del ojo de la opinión pública el papel que jugó, durante esta primera mitad del gobierno Foxista los partidos políticos y el Congreso. 3.1 El Congreso y los Partidos Políticos. Al inicio de su gobierno Vicente Fox gozaba de la aprobación del 80% de la población dada la encuesta realizada por la empresa Consulta Mitofsky[7], a principios del 2001, a tres meses de su gobierno, la aprobación seguía siendo satisfactoria ubicándose ésta en un 70%; asimismo un 55% de la población encuestada afirmaba que nos encontrábamos frente a un cambio real de sistema. Alentado por los resultados de esta y otras encuestas, y proclive a orientar su gobierno con base en la información vertida en los sondeos de opinión, Vicente Fox se sintió fortalecido al inicio del sexenio para impulsar las reformas necesarias para encauzar el perfil de su gobierno. Sin embargo, los problemas comenzaron cuando desestimó el hecho de que no contaba con la mayoría necesaria en ambas Cámaras del Congreso, de Diputados y Senadores, para concretar su agenda legislativa al menos en dos aspectos centrales: 1) Promover una reforma fiscal centrada en gravar con el impuesto al valor agregado (IVA), a los alimentos y a las medicinas y 2) Realizar una reforma en el sector energético principalmente en el sector eléctrico, que si bien nunca aceptó la privatización del mismo, si contemplaba en todo momento la apertura del sector al capital privado. Al no encontrar en principio una respuesta positiva de la oposición a dichas reformas, el Presidente de la República optó por la confrontación con el Congreso; en especial con la Cámara de Diputados encargada de aprobar en primer instancia cualquier iniciativa legislativa. Asimismo, la intención de gravar a los alimentos y medicinas fue acogida de muy mala manera por los ciudadanos; lo cual si bien no influyó de manera considerable en la aprobación de su gestión, si fue objeto de un rechazo público que llego a experimentar de manera directa el Presidente[8]. Al considerar sólida su posición frente a la opinión pública, Vicente Fox pensó que los legisladores de oposición se sentirían presionados de alguna manera en aprobar su agenda legislativa. Sin embargo no fue así; la mayoría priísta en la Cámara de Diputados y Senadores hizo sentir su fuerza y junto con el Partido de la Revolución Democrática, bloquearon cualquier pretensión de gravar con el IVA a los alimentos y medicinas y no se diga la reforma en materia energética. La línea seguida en Presidencia fue la de la descalificación sistemática del papel del Congreso; acusándolos reiteradamente de obstaculizar el avance del país, Fox varias veces optó por respaldar sus propuestas utilizando lo que en opinión pública se denomina Going Public[9] o ir al público, afirmando en sus mensajes a la nación la imposibilidad de llevar a cabo todas las reformas necesarias en su gobierno, debido a las trabas que, a su juicio, los sectores de la oposición PRI Y PRD, le colocaban en el Congreso. Con esto el Presidente esperaba presionar al poder legislativo, sin embargo no tomó en cuenta que la relación de la sociedad mexicana con sus representantes no es igual que en los Estados Unidos, en donde el llamado al público que hace el Presidente puede tener una repercusión inmediata debido al estrecho contacto que existe entre representante y representados, vínculo incluso de muchos años atrás, al existir la posibilidad de la reelección consecutiva y permanente. En ese caso el Going Public puede funcionar si el legislador siente una presión de sus representados, independientemente si es o no del mismo partido del Presidente, si el elector considera que la petición de apoyo Presidencial es justa y ve que no tiene una respuesta satisfactoria de su legislador, este al momento de presentarse nuevamente a las elecciones pudiera no ser reelecto. En México al no existir la reelección de diputados y senadores de manera inmediata cualquier presión en este sentido es nula, puesto que básicamente hoy en día la posibilidad de ser postulado depende más de la lealtad y disciplina hacia el partido que hacia el electorado. En suma, se privilegió la confrontación[10] la cual se prolongó ya en el período preelectoral y electoral al 6 de julio pasado*. En vez de impulsar una estrategia de negociación política con ambas fracciones de oposición, el poder ejecutivo se enfrascó en una pugna que a la larga desgastó a ambas partes. Por un lado, la situación de los partidos políticos en sí misma empezó a decantarse, su papel quedó cuestionado como instancias de representación; además de que la política de confrontación seguida desde Presidencia coadyuvó a vulnerar aún más la imagen negativa del Congreso frente a la sociedad; herencia del período autoritario, en que la división de poderes era inexistente y el Congreso era solo una instancia presencial que convalidaba cualquier iniciativa presidencial en la época en que el PRI tenía la mayoría absoluta. La posibilidad de llegar a acuerdos fue prácticamente nula durante estos tres años y condujo a una parálisis legislativa que ante los ojos de la ciudadanía mostraba a unos legisladores más preocupados por sus intereses partidistas y particulares y a un Presidente y su gabinete incapaz de construir acuerdos. Asimismo, la legitimidad y credibilidad de los Partidos Políticos quedó aún más en entredicho debido a los escándalos de corrupción en que se vio envuelta la forma en que se financiaron las campañas en el 2000. Esto debido por un lado, al uso de recursos públicos por parte del PRI y de financiamiento extranjero al que presuntamente recurrió el PAN, el partido del Presidente, a través de la organización Amigos de Fox la cual se encargó de recaudar los fondos para la campaña. El PRI habría presuntamente desviado para este efecto 500 millones de pesos de Petróleos Mexicanos (PEMEX), por medio del sindicato petrolero y el PAN habría obtenido 125 millones de pesos de empresas del extranjero, en un esquema de triangulación financiera que habría sido operado por el empresario Lino Korrodi, amigo cercano del Presidente de la República y otrora encargado de las finanzas de la organización “Amigos de Fox”. Avenirse de fondos públicos de forma irregular, como presuntamente lo hizo el PRI o de recursos del extranjero como se presume lo hizo el PAN; puso de facto en duda el carácter equitativo y legal de la competencia del 2000 y cuestionó el grado de independencia del gobierno y de los partidos en general respecto de intereses privados. Cabe resaltar que el modelo de financiamiento público[11] cobra una mayor vigencia en la incipiente democracia mexicana, en virtud de que vendría a erigirse como el pilar de una independencia que permitiera a los partidos actuar como verdaderos artífices de la representación política de toda la nación, y así mantenerse al margen de presiones corporativas o de grupos de interés. Si tomamos en cuenta que uno de los pilares que ayudo a fortalecer el Sistema de Partidos en México fue la asignación transparente de recursos provenientes del Estado[12] por conducto del Instituto Federal Electoral, y que la bolsa asignada por el mismo para actividades de campaña en el 2000, a los tres principales partidos políticos PRI; PAN y PRD ascendió a mil millones de pesos y el tope de gastos para la elección presidencial se estipuló en 491 millones de pesos. El hecho de posible de haber recurrido a fuentes externas tipificadas como ilegales en el Código Federal de Instituciones y Procesos Electorales (COFIPE), representó un duro golpe en la confianza depositada por los ciudadanos en los partidos políticos. 3.2 Factores Externos. La situación antes descrita, fue un factor que indudablemente incidió en el común de la gente al momento de encarar el proceso electoral del 2003. El tremendo juego de cifras y las condiciones poco claras del financiamiento, hizo mella en una sociedad con profundas desigualdades sociales y que, conforme avanza el sexenio hasta la fecha no ha visto satisfechas las expectativas de crecimiento económico y desarrollo productivo que incidan directamente en su poder adquisitivo. Esto si consideramos que la promesa de crecer al 7% anual rápidamente se vino abajo debido a la recesión que mantiene los Estados Unidos, lo cual afectó directamente al país, dada la estrecha relación comercial que con la nación norteamericana se mantiene. Sumado a los índices de inflación que en el 2001, el primer año de gobierno, fue del 6.4% logrando disminuir para el segundo año a un 5%. El crecimiento del PIB el primer año de gobierno fue del 0.3%y en el 2002 del 0.9% según cifras oficiales del Banco de México. Además de que en dos años y medio el país experimentaría una caída formal en el empleo del 4.5% equivalente a 570mil empleos perdidos. Si agregamos que la posibilidad de un acuerdo de libre flujo migratorio con los Estados Unidos se canceló, debido a la agenda internacional del vecino del norte que se ha enfocado concretamente en la lucha contra el terrorismo, dados los ataques que sufrió de todos conocidos, el 11 de septiembre del 2001. En cuestiones como la situación económica mundial y otros como el del 11S. completamente imprevisibles, el gobierno Foxista hubo de encontrarse con factores que seguramente no consideró que podrían presentarse, que afectaron directamente su política exterior y su política económica centrada en la relación con los E.U.. 4. La Voz de los Votos: Los resultados electorales del 6 de julio del 2003. El contexto en que se desarrolló la campaña y el primer período del gobierno de Vicente Fox; su relación con el Congreso; la situación de los Partidos Políticos durante el mismo y el difícil escenario económico nacional; alimentado por la compleja situación internacional, incidió directamente en los resultados electorales en la reciente jornada electoral del 6 de julio del 2003. En este proceso se renovó la totalidad de la Cámara de Diputados*, conformada por 500 miembros, 300 diputados de mayoría relativa o elección directa[13] y 200 de representación proporcional[14]; los cuales son asignados conforme a una lista y en virtud del número de votos alcanzado por cada partido. Asimismo, se renovaron las gubernaturas de seis estados de la República: Sonora, Nuevo León, San Luis Potosí, Campeche, Colima y Querétaro. Además de celebrarse elecciones para diputados locales en el Distrito Federal y los estados de Jalisco, Guanajuato y Morelos. Teniendo la oportunidad de comparar los resultados con los de la elección anterior y habiendo descrito algunas de las condiciones que pudieron incidir en las preferencias, debemos de intentar una lectura mayor del sentido de los votos emitidos el 6 de julio. Analizarlos de manera más profunda utilizando para tal efecto los datos de la exit poll o encuesta de salida, publicada por el diario Reforma, y sabes así cuáles son las características del elector que acudió a votar y lo más importante, las implicaciones que tiene el sentido de su voto en función de: 1) La evaluación que con los resultados se hace del desempeño del primer presidente electo producto de la alternancia. 2) Cómo se encuentra a los ojos de la ciudadanía, dado el alto grado de abstencionismo y los resultados observados, el funcionamiento de las principales instituciones democráticas: El Congreso y el Sistema de Partidos y hacer de esta manera un primer análisis del estado que guarda las percepciones y creencias que tiene la sociedad mexicana sobre el principio de representación política. De esta manera con el 59% del abstencionismo el mayor nunca antes registrado en unas elecciones federales intermedias desde 1961, tenemos que la conformación de la Cámara de Diputados entre los tres principales partidos políticos, con una votación total de 26 millones 968 mil 371, de una lista nominal de casi 64 millones 710 mil 596 ciudadanos, quedó de la siguiente manera: 6 de julio 2003.
Los partidos que en términos netos aumentaron su votación fueron principalmente el PRI y el PRD, que pasaron de 211 a 224 diputados el primero, y de 50 a 95 diputados el segundo. El más afectado resulta ser el otrora triunfador Acción Nacional, que descendió en su votación en 54 diputados, de contar en la anterior legislatura con 207 pasará a tener para el próximo ejercicio legislativo 153. Asimismo, se ve uno de los primero efectos del alto abstencionismo en el hecho paradójico de que, si bien el PRI aumentó su presencia en términos de curules para la próxima legislatura, descendió en términos de votación y por lo tanto de porcentaje, con respecto de la lista total de electores. De contar en el 2000 con el 42.2% de los sufragios descendió a un 36.9%. Por otro lado, el PRD es el que saca mayor ventaja de la situación que provocó el abstencionismo; al aumentar no solo de curules, sino de porcentaje de un 10% que tenía en el 2000 pasa a tener el 18.6% del total de la votación.
Elecciones en Perspectiva Comparada. 2000/2003.
Si tomamos en cuenta que la votación efectiva, significó el 41 por ciento del total de los electores posibles; el pronunciado abstencionismo sin duda pone en tela de juicio la representatividad del sistema de partidos en México hoy en día.
Lo anterior cobra una vigencia inusitada, si
tomamos en cuenta que el PRI que notablemente vio una recuperación en su
presencia en la Cámara de Diputados, su votación neta, de casi un millón
de votos, sólo representa al 15% del total del padrón electoral, la más
baja en toda su historia. Cabe destacar que la pretensión del Presidente Fox de contar con una mayoría absoluta o relativa, que le permitiera aprobar con facilidad las reformas que considera necesarias, por ejemplo en materia energética fracasa. Será necesaria de ahora en adelante una fuerte estrategia de negociación con todas las fuerzas políticas representadas en el Congreso. Lo único destacable de la jornada es que se mantiene la constante desde 1997, en que ningún partido político por sí mismo obtiene la mayoría en la Cámara de Diputados.
4.1 ¿Quién votó y Quién
no voto el 6 de julio?.
Bibliografía.
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