Núm. 2

REVISTA DE DERECHO
VNIVERSITAT DE VALÈNCIA
(ESTUDI GENERAL)

Noviembre  2003

DOCTRINA

     

   Elecciones en Mexico: entre la desilusion, la desafeccion y la apatia*.

 Carlos Luis Sánchez y Sánchez**.

 

Introducción.

El 6 de julio del 2003 se celebraron las primeras elecciones de carácter intermedio en México;  con un gobierno emanado de las filas de un partido  de oposición, el Partido Acción Nacional (PAN). Elecciones  en las  que ya no estuvo al frente del Poder Ejecutivo un Presidente salido de las filas  del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el cual ejerció el poder  durante más de setenta años ininterrumpidamente. 

Ya han transcurrido  tres años de gobierno del Presidente Vicente Fox Quesada y  la ciudadanía acudió a las urnas en escaso margen. Con un padrón de electores nacional de casi 65 millones de personas, se registró un índice de abstencionismo histórico, el más alto observado en un proceso electoral federal; alcanzando hasta el momento de escribir este artículo el 59%, según las cifras oficiales del Instituto Federal Electoral (IFE).

El descenso de participación necesita una interpretación en sí misma, así como también los propios resultados finales que arrojó el proceso electoral el pasado 6 de julio. Los cuales reflejan un reacomodo de fuerzas contrastante con lo observado hace tres años.

Este artículo realiza una primera aproximación a las causas que han producido esta abstención así como de los resultados electorales y sus implicaciones.

A través de un análisis del sentido del voto tomando como base a un nivel descriptivo los datos oficiales y  utilizando la información que arroja los ítems o tópicos, utilizados por la encuesta de salida que realizó el Diario mexicano   Reforma el 6 de julio del 2003,  veremos lo que significa y las  consecuencias que tiene el pasado proceso electoral para la vida política del país.

  

1. De dónde venimos: el trayecto.

México había sido gobernado durante más de setenta años de 1929 al 2000 por un solo partido, el Partido Revolucionario Institucional. Dentro de la tipología establecida por Giovanni Sartori sobre los partidos y sistema de partidos, el PRI se constituyó en un partido hegemónico; el cual solo tuvo una competencia formal y constante  en la figura del Partido Acción Nacional, creado en 1939 y de tinte conservador.

El fuerte control que tenía PRI sobre los órganos estatales y electorales no permitió la alternancia en el ámbito estatal sino hasta finales de los años ochenta, y siguió controlando en su totalidad  el Congreso sólo hasta 1997 en que pierde la mayoría necesaria para sacar adelante por sí solo, cualquier iniciativa legislativa.

 Lo anterior sin duda fue producto de una sociedad cada vez más diferenciada y plural, que impulsó un cambio político gradual centrado en lo electoral; a través de un conjunto de reformas electorales[1] que definieron la naturaleza del proceso de democratización mexicano.

Las sucesivas reformas electorales condujeron a la conformación de instituciones encargadas de vigilar el cumplimiento de las normas electorales, centradas en establecer reglas de participación equitativas entre los distintos partidos políticos; respecto al uso de recursos públicos para las campañas; tope de gasto de las mismas; acceso en tiempo  a los medios de comunicación; pero principalmente en vigilar que el voto de la ciudadanía fuera respetado, no inducido ni vulnerado en cualquier forma.

Esto se logró con la creación en 1990 del Instituto Federal Electoral (IFE), organismo encargado hasta la fecha de organizar y certificar la legalidad de las elecciones federales en México; situación que se consolidó, con la consecución de su autonomía en 1996 de cualquier injerencia gubernamental.

La certidumbre de que la voluntad de la sociedad en las elecciones sería respetada, condujo a una ampliación en la participación y a la diferenciación en la emisión del voto; en el sentido de no darle la mayoría a un solo partido. Lo cual se vio reflejado por primera vez en la historia del país en la conformación del Congreso en 1997, producto de las elecciones federales intermedias de ese mismo año.

Al respecto hay que resaltar que la plena instauración de un modelo de democracia liberal, procedimental, fue la base que condujo al cambio del principio de legitimidad del Régimen político mexicano.

En este sentido pasamos

De una legitimidad fundada en el pacto revolucionario, su expresión en una normatividad jurídica tendencialmente democrática y el funcionamiento práctico de ambas fuentes de validación del poder a través de un sistema autoritario de gobierno, a un nuevo pacto social por el que el ejercicio democrático del voto es la expresión efectiva de la legitimidad, a una normatividad cada vez más adecuada a los parámetros de la democracia política y la construcción de un sistema que, si bien aún no puede catalogarse como plenamente democrático dejado atrás muchas de las prácticas que conformaron al autoritarismo en México[2].

 

2. El Escenario de la Alternancia: El 2 de julio del 2000.

En un contexto de un amplio bagaje de reformas políticas, de diversificación de la sociedad; de un sistema de partidos fortalecido; de libertades políticas, y sobre todo de contiendas electorales cada vez más intensas y competitivas; que producen gobiernos sin presencia mayoritaria de un solo partido en la conformación del Congreso, ya sea este estatal o federal, y que son reguladas por una autoridad electoral legitima y creíble,  Vicente Fox Quesada arribó a la Presidencia de México, el 2 de julio del 2000. 

Con una participación de poco más del  60% del electorado, con un padrón de casi 60 millones de electores, el candidato de la Alianza por el Cambio, coalición formada por el Partido Acción Nacional y el Partido Verde, Vicente Fox obtuvo casi 16 millones de sufragios; 2 millones y medio de votos más, respecto al candidato del Partido Revolucionario Institucional, Francisco Labastida Ochoa con 13 millones y medio de votos.  Quedó muy atrás el candidato de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas, postulado  por el Partido de la Revolución Democrática y otros partidos minoritarios, que conformaron la coalición Alianza por México, al ser votado por poco más de 6 millones de personas.   

Se estaba cumpliendo en esta elección, una de las etapas más importantes del proceso de democratización mexicano; al producirse la alternancia en el poder ejecutivo. Por primera vez llegaba a la presidencia un candidato que no militaba en el Partido Revolucionario Institucional. 

Sin embargo el Partido Acción Nacional, no obtendría la mayoría necesaria en la Cámara de Diputados para sacar adelante por sí mismo las reformas del ahora presidente Panista.  Se volvía a producir el mismo fenómeno de 1997, en que la ciudadanía se había hecho consciente de la necesidad de dividir el poder con su voto y no darle toda la fuerza a un solo partido político.

De esta forma el mapa político producto  la Alternancia en el poder ejecutivo y su reflejo en el Congreso entre las tres principales fuerzas, quedaba de la siguiente manera:

Elección 2 de julio 2000.

 

Partido.

Votos.

Presidente.

%

Votos

Diputados.

%

Escaños.

Partido Acción Nacional.

PAN

15,998,172

42.5

14226,082

41.4

207

Partido Revolucionario Institucional.

PRI

13,575,291

36.1

13,734,261

42.2

211

Partido de la Revolución Democrática.

PRD.

6,257,353

16.64

6,952,853

10%

50

 

Resultado de un proceso de aprendizaje y de la experiencia de haber vivido muchos años bajo un gobierno autoritario[3], la sociedad mexicana reflejaba un profundo cambio en su cultura política, en sus actitudes y creencias respeto de lo político.

El ciudadano había interiorizado el poder que adquiría su participación electoral para la conformación del espectro político que habría de gobernarla, y fortalecía de esta manera el papel simbólico del Sistema de Partidos*; como los organismos destinados a expresar y representar la pluralidad política existente en la sociedad, al tiempo de que encauzan y se constituyen en  el eje de la participación política  plenamente reconocido frente al Estado.

Al respecto José Woldenberg afirma “El proceso diferenciador del voto es manifestación de la pluralidad social real del país; expresa, a su vez, las distintas sensibilidades, diagnósticos y propuestas que coexisten en la sociedad, lo cual se confirma y vuelve a aparecer como una ola expansiva que no puede ser revertida”[4].

Miembro del PAN desde principios de los noventa, Fox pertenecía a la gama de empresarios que formó una corriente al interior del PAN que fue denominada neopanismo[5]. Ya como gobernador del Estado de Guanajuato, articuló una Asociación Civil llamada Amigos de Fox, que se encargó de organizar su precampaña en términos logísticos y financieros de 1998 a 1999. 

Con una estrategia de medios muy bien pensada,  fincada en su experiencia en el manejo del área de mercadotecnia  de la Coca-Cola de la que fue director general en México; Fox  centró su precampaña y su campaña en la idea del Cambio.

Auxiliado por un gran despliegue publicitario, la campaña adquirió un carácter plebiscitario, manejando como constante en los mensajes de una manera simplificada y directa, el si o el no de la permanencia*  del PRI en el gobierno.

De esta forma, Fox agrupó poco a poco en torno a su figura a distintos sectores de la sociedad, incluso de la  izquierda; en esta caso intelectuales como Jorge  Castañeda y Adolfo Aguilar Zinser, que posteriormente ocuparían cargos en su gobierno, destacando el primero como Secretario de Relaciones Exteriores en funciones hasta principios del 2003.

Con un manejo de medios impresionante Fox apeló al voto útil, erigiéndose como la única opción, que en sus palabras, podría sacar al PRI de los Pinos.  

Si bien la frase anterior puede ejemplificar la parte abstracta y mercadológica de la campaña; lo más significativo de las propuestas de campaña  giraban en torno:

·        Abatir la corrupción generada por el régimen priísta. 

·        Combatir los altos índices de inseguridad en todo el país.

·        Garantizar plenamente la división de poderes en el sentido de erradicar las prácticas autoritarias del pasado, cimentadas en un uso metaconstitucional[6] de las facultades presidenciales.

·        Solucionar el conflicto armado, que ya había cumplido seis años,  con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el Estado de Chiapas; llegando a afirmar que de llegar a la presidencia lo solucionaría en 15 minutos.

·        Realizar una Reforma Fiscal.

·        Lograr un acuerdo de libre flujo migratorio con los Estados Unidos y

·        Principalmente crecer económicamente a un ritmo del 7% anual y generar con ello un millón de empleos por año.

El tema de la posible  privatización de Petróleos Mexicanos (PEMEX), durante su mandato fue ampliamente negado, aunque si se admitió veladamente la necesidad de una profunda reforma energética.

Como vemos la naturaleza de las propuestas y la fuerza de una campaña nunca antes vista en el país, aunado a una figura carismática con la  que Fox contaba y que no poseían Francisco Labastida del PRI ni Cuauhtémoc Cárdenas del PRD, lograron que el candidato de la Alianza por el Cambio se alzará con el triunfo.

Esto para beneplácito de amplios sectores de la sociedad, que en general cifraron altas expectativas en la administración Foxista en mejorar sus condiciones de vida durante su período presidencial. Por otro lado los empresarios y el sector financiero confiaban encontrar una situación de mayor ventaja para la inversión y  el desarrollo productivo.

3. Causas y Condicionantes del Voto en 2003: El Gobierno de Vicente Fox en su primer trienio; de las altas expectativas al desencanto democrático.

Se ha mencionado líneas arriba los temas sobre los que habría de girar principalmente la primera mitad de la administración de Vicente Fox. Cada uno por sí mismo alentó el voto el 2 de julio del 2000; con la idea de encontrar, tal y como lo decía el eslogan de campaña, un cambio en la forma de conducir el gobierno que en teoría conllevara la generación de políticas públicas destinadas al mejoramiento de la sociedad.

De esta manera, antes de llegar a una explicación mas pormenorizada del sentido del voto en las pasadas elecciones; es necesario explicar las condiciones que sin duda generaron el comportamiento electoral el 6 de julio del 2003.

A partir del 1 de diciembre del 2000, fecha en que Vicente Fox tomó protesta como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, la sociedad iba a estuvo más atenta del desempeño gubernamental en general  y obviamente del Presidente de la República*. Pero también, como veremos mas adelante, no quedaría excluida del ojo de la opinión pública el papel que jugó, durante esta primera mitad del gobierno Foxista los partidos políticos y el Congreso.

3.1 El Congreso y los Partidos Políticos.

Al inicio de su gobierno Vicente Fox gozaba de la aprobación del 80% de la población dada la encuesta realizada por la empresa Consulta Mitofsky[7], a principios del 2001, a tres meses de su gobierno, la aprobación seguía siendo satisfactoria ubicándose ésta en un 70%; asimismo un 55% de la población encuestada afirmaba que nos encontrábamos frente a un cambio real de sistema.

Alentado por los resultados de esta y otras encuestas, y proclive a orientar su gobierno con base en la información vertida en los sondeos de opinión, Vicente Fox se sintió fortalecido al inicio del sexenio para impulsar las reformas necesarias para encauzar el perfil de su gobierno.

Sin embargo, los problemas comenzaron cuando desestimó el hecho de que no contaba con la mayoría necesaria en ambas Cámaras del Congreso, de Diputados y Senadores,  para concretar su agenda legislativa al menos en dos aspectos centrales:

1)     Promover una reforma fiscal centrada en gravar con el impuesto al valor agregado (IVA), a los alimentos y a las medicinas y

2)     Realizar una reforma en el sector energético principalmente en el sector eléctrico, que si bien nunca aceptó la privatización del mismo, si contemplaba en todo momento la apertura del sector al capital privado. 

Al no encontrar en principio una respuesta positiva de la oposición a dichas reformas, el Presidente de la República optó por la confrontación con el Congreso; en especial con la Cámara de Diputados encargada de aprobar en primer instancia cualquier iniciativa legislativa.

Asimismo, la intención de gravar a los alimentos y medicinas fue acogida de muy mala manera por los ciudadanos; lo cual si bien no influyó de manera considerable en la aprobación de su gestión, si fue objeto de un rechazo público que llego a experimentar de manera directa el Presidente[8].

Al considerar sólida su posición frente a la opinión pública, Vicente Fox  pensó que los legisladores de oposición se sentirían presionados de alguna manera en aprobar su agenda legislativa. Sin embargo no fue así; la mayoría priísta en la Cámara de Diputados y Senadores hizo sentir su fuerza y junto con el Partido de la Revolución Democrática, bloquearon cualquier pretensión de gravar con el IVA a los alimentos y medicinas y no se diga la reforma en materia energética.

La línea seguida en Presidencia fue la de la descalificación sistemática del papel del Congreso; acusándolos reiteradamente de obstaculizar el avance del país, Fox varias veces optó por respaldar sus propuestas utilizando lo que en opinión pública se denomina Going Public[9] o ir al público, afirmando en sus mensajes a la nación la imposibilidad de llevar a cabo todas las reformas necesarias en su gobierno, debido a las trabas que, a su juicio, los sectores de la oposición PRI Y PRD, le colocaban en  el Congreso.

Con esto el Presidente esperaba presionar al poder legislativo, sin embargo no tomó en cuenta que la relación de la sociedad mexicana con sus representantes no es igual que en los Estados Unidos, en donde el llamado al público que hace el Presidente puede tener una repercusión inmediata debido al estrecho contacto que existe entre representante y representados, vínculo incluso de muchos años atrás, al existir la posibilidad de la reelección consecutiva y permanente.

En ese caso el Going Public puede funcionar si el legislador siente una presión de sus representados, independientemente si es o no del mismo partido del Presidente, si el elector considera que la petición de apoyo Presidencial es justa y ve que no tiene una respuesta satisfactoria de su legislador, este al momento de presentarse nuevamente a las elecciones pudiera no ser reelecto.

En México al no existir la reelección de diputados y senadores de manera inmediata cualquier presión en este sentido es nula, puesto que básicamente hoy en día la posibilidad de ser postulado depende más de la lealtad y disciplina hacia el partido que hacia el electorado.

En suma, se privilegió la confrontación[10] la cual  se prolongó ya en el período preelectoral y electoral al 6 de julio pasado*. En vez de impulsar una estrategia de negociación política con ambas fracciones de oposición, el poder ejecutivo se enfrascó en una pugna que  a la larga desgastó a ambas partes.

Por un lado, la situación de los partidos políticos en sí misma empezó a decantarse, su papel quedó cuestionado como instancias de representación; además de que  la política de  confrontación seguida desde Presidencia coadyuvó a vulnerar aún más la  imagen negativa del Congreso frente a la sociedad;  herencia del período autoritario, en que la división de poderes era inexistente y el Congreso era solo una instancia presencial que convalidaba cualquier iniciativa presidencial en la época en que el  PRI tenía la mayoría absoluta.

La posibilidad de llegar a acuerdos fue prácticamente nula durante estos tres años y condujo a una parálisis legislativa que ante los ojos de la ciudadanía mostraba a unos legisladores más preocupados por sus intereses partidistas y particulares y a un Presidente y su gabinete incapaz de construir acuerdos.

Asimismo, la legitimidad y credibilidad de los Partidos Políticos quedó aún más en entredicho debido a los escándalos de corrupción en que se vio envuelta la forma en que se financiaron las campañas en el 2000.

Esto debido por un lado, al uso de recursos públicos por parte del PRI y de financiamiento extranjero al que presuntamente recurrió el PAN, el partido del Presidente, a través de la organización Amigos de Fox la cual se encargó de recaudar los fondos para la campaña.

El PRI habría presuntamente desviado para este efecto 500 millones de pesos de Petróleos Mexicanos (PEMEX), por medio del sindicato petrolero y  el PAN habría obtenido 125 millones de pesos de empresas del extranjero, en un esquema de triangulación financiera que habría sido operado por el empresario Lino Korrodi, amigo cercano del Presidente de la República y otrora encargado de las finanzas de la organización “Amigos de Fox”.

 Avenirse de fondos públicos de forma irregular, como presuntamente lo hizo el PRI o de recursos del extranjero como se presume lo hizo el PAN; puso de facto en duda el carácter equitativo y legal de la competencia del 2000 y cuestionó el grado de independencia del gobierno y de los partidos en general respecto de intereses privados.

Cabe resaltar que el modelo de financiamiento público[11] cobra una mayor vigencia en la incipiente democracia mexicana, en virtud de que vendría a erigirse como el pilar de una independencia que permitiera a los partidos actuar como verdaderos artífices de la representación política de toda la nación, y así  mantenerse  al margen de presiones corporativas o de grupos de interés.

Si tomamos en cuenta que uno de los pilares que ayudo a fortalecer el Sistema de Partidos en México fue la asignación transparente de recursos provenientes del Estado[12] por conducto del Instituto Federal Electoral, y que la bolsa asignada por el mismo para actividades de campaña en el 2000, a los tres principales partidos políticos PRI; PAN y PRD ascendió a mil millones de pesos  y el tope de gastos para la elección presidencial se estipuló en 491 millones de pesos.  El hecho de posible de haber recurrido a fuentes externas tipificadas como ilegales en el Código Federal de Instituciones y Procesos Electorales (COFIPE), representó  un duro golpe en la confianza depositada por los ciudadanos en los partidos políticos.

3.2 Factores Externos.

La situación antes descrita, fue un factor que indudablemente incidió en el común de la gente al momento de encarar el proceso electoral del 2003. El tremendo juego de cifras y las condiciones poco claras del financiamiento, hizo mella en una sociedad con profundas desigualdades sociales y que, conforme avanza el sexenio hasta la fecha no ha visto satisfechas las expectativas de crecimiento económico y desarrollo productivo que incidan directamente en su poder adquisitivo.

Esto si consideramos que la promesa de crecer al 7% anual rápidamente se vino abajo debido a la recesión que mantiene los Estados Unidos, lo cual afectó directamente al país, dada la estrecha relación comercial que con la nación norteamericana se mantiene. Sumado a los índices de inflación que en el 2001, el primer año de gobierno, fue del 6.4% logrando disminuir  para el segundo año a un 5%.

El crecimiento del PIB el primer año de gobierno fue del 0.3%y en el 2002 del 0.9% según cifras oficiales del Banco de México.

Además de que en dos años y medio el país experimentaría una caída formal en el empleo del 4.5% equivalente a 570mil empleos perdidos.

Si agregamos que la posibilidad de un acuerdo de libre flujo migratorio con los Estados Unidos se canceló, debido a la agenda internacional del vecino del norte que se ha enfocado concretamente en la lucha contra el terrorismo, dados los ataques que sufrió de todos conocidos, el 11 de septiembre del 2001.

En cuestiones como la situación económica mundial y otros como el del 11S. completamente imprevisibles, el gobierno Foxista hubo de encontrarse con factores que seguramente no consideró que podrían presentarse, que afectaron directamente su política exterior y su política económica centrada en la relación con los E.U..

4. La Voz de los Votos: Los resultados electorales del 6 de julio del 2003.

El contexto en que se desarrolló la campaña y el primer período del gobierno de Vicente Fox; su relación con el Congreso; la situación de los Partidos Políticos durante el mismo y el difícil escenario económico nacional; alimentado por la compleja situación internacional, incidió directamente en los resultados electorales en la reciente jornada electoral del  6 de julio del 2003.

En este proceso se renovó la totalidad de la Cámara de Diputados*, conformada por 500 miembros, 300 diputados de mayoría relativa o elección directa[13] y 200 de representación proporcional[14]; los cuales son asignados conforme a una lista y en virtud del número de votos alcanzado por cada partido.

Asimismo, se renovaron las gubernaturas de seis estados de la República: Sonora, Nuevo León, San Luis Potosí, Campeche, Colima y Querétaro. Además de celebrarse elecciones para diputados locales en el Distrito Federal y los estados de Jalisco, Guanajuato y Morelos.

Teniendo la oportunidad de comparar los resultados con los de la elección anterior y habiendo descrito algunas de las condiciones que pudieron incidir en las preferencias, debemos de intentar una lectura mayor del sentido de los votos emitidos el 6 de julio.  Analizarlos  de manera más profunda utilizando para tal efecto los datos de la exit poll o encuesta de salida, publicada por el diario Reforma, y sabes así cuáles son las características del elector  que acudió a votar y lo más importante, las implicaciones que tiene el sentido de su voto en función de:

1)     La evaluación que con los resultados se hace del desempeño del primer presidente electo producto de la alternancia.

2)     Cómo se encuentra a los ojos de la ciudadanía, dado el alto grado de abstencionismo y los resultados observados, el funcionamiento de las principales instituciones democráticas: El Congreso y el  Sistema de Partidos y hacer de esta manera  un primer análisis del estado que guarda las percepciones y creencias que tiene la sociedad mexicana sobre el principio de representación política. 

De esta manera con el 59% del abstencionismo el mayor nunca antes registrado en unas elecciones federales intermedias desde 1961, tenemos que la conformación de la Cámara de Diputados entre los tres principales partidos políticos, con una votación total de 26 millones 968 mil 371, de una lista nominal de casi 64 millones 710 mil 596 ciudadanos, quedó de la siguiente manera:

6 de julio 2003.

Partido.

Escaños

%

Partido Acción Nacional.

PAN

153

32.8

Partido Revolucionario Institucional.

PRI

224

36.9

Partido de la Revolución Democrática.

PRD.

93

18.8

 Los partidos que en términos netos aumentaron su votación fueron principalmente el PRI y el PRD, que pasaron de 211 a 224 diputados el primero, y de 50 a 95 diputados el segundo.

El más afectado resulta ser el otrora triunfador Acción Nacional, que descendió en su votación en 54 diputados, de contar en la anterior legislatura con 207 pasará a tener para el próximo ejercicio legislativo 153.

Asimismo, se ve uno de los primero efectos del alto abstencionismo en el hecho paradójico de que, si bien el PRI aumentó su presencia en términos de curules para la próxima legislatura, descendió en términos de votación y  por lo tanto de porcentaje, con respecto de la lista total de electores. De contar en el 2000 con el 42.2% de los sufragios descendió a un 36.9%.

Por otro lado, el PRD es el que saca mayor ventaja de la situación que provocó el abstencionismo; al aumentar no solo de curules, sino de porcentaje de un 10% que tenía en el 2000 pasa a tener el 18.6% del total de la votación.

 

Elecciones en Perspectiva Comparada. 2000/2003.

Partido.

Elección 2000

Escaños/Porcentaje.

 

Elección 2003

Escaños/Porcentaje.

Partido Acción Nacional.

PAN

207

41.4%

153

32.8%

Partido Revolucionario Institucional.

PRI

211

42.2%

224

36.9%

Partido de la Revolución Democrática.

PRD.

50

10%

95

18.8%

 Si tomamos en cuenta que la votación efectiva, significó el 41 por ciento del total de los electores posibles; el pronunciado abstencionismo sin duda pone en tela de juicio la representatividad del sistema de partidos en México hoy en día.

Lo anterior cobra una vigencia inusitada, si tomamos en cuenta que el PRI que notablemente vio una recuperación en su presencia en la Cámara de Diputados, su votación neta, de casi un millón de votos, sólo representa al 15% del total del padrón electoral, la más baja en toda su historia.
Podemos hablar que la conformación en términos simbólicos de la nueva Cámara de Diputados, estará constituida por minorías. Si consideramos que con su votación total, en comparación con el padrón de electores el PAN representa el 13.6% con 8 millones 845 mil 625 votos; y el PRD con poco más de medio millón sólo al 7.8%.  De esta manera 37 millones 742 mil 225 personas, 59% del padrón,  se quedaron sin representación o mejor dicho optaron por no tenerla. 
Así, cualquier iniciativa de ley que afecta directamente a los ciudadanos y que necesita para poder ser aprobada el 51% de los votos de los diputados, necesitaría por ejemplo, el concurso de todo el PRI y contar con ayuda de la tercera parte de la fracción perredista; o por otro lado del PAN y el PRD juntos, más la participación de tres diputados que podrían provenir de los partidos pequeños en su caso.

Cabe destacar que la pretensión del Presidente Fox de contar con una mayoría absoluta o relativa,  que le permitiera aprobar con facilidad las reformas que considera necesarias, por ejemplo en materia energética fracasa. Será necesaria  de ahora en adelante una fuerte estrategia de negociación con todas las fuerzas políticas representadas en el Congreso.

Lo único destacable de la jornada es que se mantiene la constante desde 1997, en que ningún partido político por sí mismo obtiene la mayoría en la Cámara de Diputados.

4.1 ¿Quién votó y Quién no voto el 6 de julio?.
Se puede afirmar que las personas que acudieron a votar el día de la elección, representan en mayor medida lo que se denomina voto duro de los partidos, el voto volátil o útil, el que le dio el triunfo a Vicente Fox fue el gran ausente el día de la jornada.
Esto puede comprobarse si tomamos como base de aproximación la encuesta de salida[15] realizada por el Diario mexicano Reforma, el mismo día de la jornada electoral, con la cual podemos entender un poco más el sentido del voto en las pasadas elecciones.
La afirmación de que fue el voto duro de los partidos, el que mayoritariamente salió a las urnas el 6 de julio, lo demuestra en primera instancia, el hecho de que al preguntar sobre el interés en la Campaña y la Evaluación Política y Económica del Sexenio, el 28% de la muestra respondió que siguió con mucho interés la campaña; de este grupo se destaca los que lo hicieron en la misma proporción en virtud de la orientación de su voto.
Por lo tanto los que respondieron que votaron por el PRI, el PRD y el PAN afirman que siguieron la campaña con mucho interés en un 38%, 31% y 19% respectivamente. A su vez las cifras coinciden con los que respondieron que no tuvieron tanto interés, pero que declaran haber votado por el PRI el PAN y el PRD en la misma proporción.
Asimismo los que declaran aprobar la gestión de Fox en un 43%, coincide con su identificación panista, a su vez los que la desaprueban en un 55% y 23% se declaran priístas y perredistas respectivamente.
La situación se repite con los que piensan que al momento de la elección la situación del país ha mejorado con un 52% son panistas, frente a un 14% que también lo piensa pero que se identifica como afín al PRD y un 25% al PRI.
Los que creen que ha empeorado con un 47% son partidarios del PRI frente a un 20% del PAN y un 16% del PRD.
Los issues[16] aquí mencionados se han referido a la estabilidad de los sistemas políticos y el nivel de información sobre las campañas.
Sobre la identificación partidista y el papel de las ideologías las cifras se empalman como pensamos.
Los que votaron considerando que son de izquierda la cifra mayoritaria fue de un 38% la cual coincide con los que votaron y se consideran militantes yo/simpatizantes del PRD en un 84%.
Llama la atención que los que votaron considerándose de centro hayan votado en un 39% tanto por el PRI como por el PAN; esto coincide con los que declaran haber votado por el PRI y el PAN por identificarse con el partido, en un 86% y 85% respectivamente. Los cruces sin duda revelan bastante.
La cifra se despega un poco sobre los que se consideran de derecha y votaron por el PRI en un 43% y por el PAN en 32%.
De lo anterior concluimos que existe una correlación directa en la emisión de voto el 6 de julio del 2003, entre ideología e identificación partidista.
El espectro queda dibujado de la siguiente forma:
PRD = Izquierda. Votan por él los que se consideran de Izquierda en su mayoría.
PAN = Se equilibra entre Centro y Derecha, el voto de los que se consideran de ambas corrientes se reparte en este partido.
PRI = Derecha y Centro. El voto en este caso lo obtuvo en mayoría por los que se consideran de Derecha y de forma cercana para los que se consideran de Centro.
La afirmación de la predominancia del voto duro se confirma también cuando se pregunta por quien se votó en el 2000.
Los que ahora votaron por el PRI declaran en franca mayoría haber votado por su candidato en ese entonces Francisco Labastida en un 82%.
Lo anterior se repite con Cuauhtémoc Cárdenas; los que le votaron en el 2000 afirman haberlo hecho ahora por el PRD en un 78%.
El PAN no es la excepción, y aunque el porcentaje es menor respecto a los anteriores, los que votaron por Fox se mantienen fieles al PAN en estas elecciones en un 58%, respecto a los que decidieron cambiar su voto por el PRI en un 14% y por el PRD en un 15%.
Por otra parte el PRI observa una mayoría del 45% en la zona norte del país, enclave identificado con el panismo; esto confirma la recuperación de la gubernatura del Estado de Nuevo León, el estado mayor industrializado del país y que había sido gobernado durante dos sexenios por el PAN.
Cabe destacar también el hecho de que en el estado de Jalisco, gobernado actualmente también por Acción Nacional, el PRI obtenga en estas elecciones la mayoría en el Congreso Local con 19 diputados de 40 en disputa, seguido de cerca por el partido en el gobierno con 17.
Finalmente la distribución de voto por rangos de edad, nivel de estudios y ocupación, la cual queda de la siguiente forma:
El voto entre la gente de 18 a 29 años se equilibra entre el PRI y el PAN con 32% y 35%, es significativo que muy atrás quede el PRD con 16% ya que comúnmente había sido un partido identificado con los jóvenes, lo que indica que ha perdido un grado de votos significativo en este sector.
En las personas entre 30 y 49 años el PRI saca ventaja con 39% seguida por el PAN con 31% y el PRD con 19%.
El PRI tuvo en las pasadas elecciones su mayor índice de voto en las personas con 50 años o más, con un 40% muy abajo el PAN con 31% y el PRD con 20%.
Las personas con educación básica, sector que en su mayoría se encuentra muy abajo en ingreso y que seguramente sintió más fuerte la recesión en estos tres años, votó en su mayoría por el PRI en un 44%. Por el PAN lo hicieron la gente con estudios universitarios y los estudiantes en un 38% y 33% respectivamente; el voto duro del panismo se encuentra en su mayoría en esos sectores junto con la gente de educación media en donde saca ligera ventaja del PRI con 36% frente a 35% que voto por el tricolor*.
Esto también explica la concordancia de la gente que voto por ambas opciones en un 37% cuya ocupación es de empleado**.
A su vez, las amas de casa 40%; los jubilados 36%; y los Patrones o dueños de su propio negocio 40%; al igual que los profesionistas con 36% votaron ahora por el PRI; seguidos, en todos los casos, como segunda fuerza por el Partido Acción Nacional.
Finalmente, la tendencia seguida desde 1997 de no otorgarle a ninguna fuerza la mayoría en el Congreso se confirma en las respuestas vertidas en la encuesta que sostienen su preferencia en un 48%, de que el Presidente sea de un partido diferente a la mayoría en el Congreso Federal y por otro lado un 52% afirma que prefiere que ningún partido tenga la mayoría en la Cámara de diputados.
Esto significa un suspiro de alivio, ya que pesar del alto grado de abstencionismo y de que en gran medida esta elección la decidió el voto duro de los partidos, el electorado mexicano mantiene su madurez y confirma su orientación democrática expresión de su pluralidad y diversidad política, así como su afán en la búsqueda de consensos, esta nueva composición de la Cámara es una nueva apuesta por ello.
Aunque con los resultados oficiales y los de la encuesta de salida se confirma la presencia destacada del PRI,PAN y PRD la tendencia en estas elecciones fue a fortalecer un bipartidismo entre los dos primeros; el PRI se coloca como tercera fuerza política nacional.
Sin embargo, si tomamos en cuenta que el conjunto de los diputados que integrarán la LIX legislatura representa sólo al 22 por ciento de los ciudadanos con posibilidad de votar, esto nos lleva a concluir con dos hipótesis que sin duda habrán de trabajarse más profundamente en un futuro: 1) Que el alto grado de abstencionismo observado el pasado 6 de julio del 2003, se erige como el catalizador del descontento y desaprobación del desempeño presidencial y 2) Pone en tela de juicio la credibilidad política del principio de representación del sistema de partidos en México.
Finalmente podemos decir que si bien Ronald Inglehart afirmó que la tendencia ha sido que “los valores de las poblaciones occidentales han ido cambiando de un énfasis abrumador sobre el bienestar material y la seguridad física, hacia un énfasis mucho mayor en la calidad de vida”[17].
Esa condición no se cumple hoy en día del todo en México, aunque ya contamos con un sistema de partidos plenamente establecido, que se ha observado un profundo cambio en la forma de acercarse y percibir lo político, tenemos un nivel educativo alto y una cultura política más desarrollada y orientada hacia valores democráticos, y sobretodo que existe una sociedad más consciente de lo que significa su participación, o incluso, como es el caso analizado su no participación; a partir de la conciencia del valor que adquiere su voto para la confirmación de un gobierno o su renovación o en este caso desaprobación.
Aún así, la profunda desigualdad económica confirma que las expectativas centradas en el mejoramiento económico y el hecho de verse satisfechas o no, todavía son el incentivo mayor al momento de acudir a votar por una opción política u otra, o abstenerse de hacerlo incluso.
De esta manera, la apuesta de todos los actores políticos deberá ser el recuperar a ese 59% que se abstuvo de votar el 6 de julio; que más allá de su representación numérica es gente de carne y hueso, que espera verse representado en la construcción de acuerdos que conlleven el mejoramiento social.

 


Bibliografía.
Ricardo Becerra, Pedro Salazar y José Woldenberg. “La Mecánica del Cambio Político en México. Elecciones, Partidos y Reformas”, México, Cal y Arena, 2000.
 
Julio Labastida Martín del Campo y Antonio Camou (coords.), “Globalización, identidad y democracia. México y América Latina”,México, IISUNAM/Siglo XXI Edi.
 
Juan J. Linz. “An Authoritarian regime: Spain”, Nueva York Free Press, 1970.
 
 Klaus Von Beyme. “Los Partidos Políticos en las Democracias Occidentales”, Madrid, CIS/Siglo XXI, 1986.
 
José Woldenberg. “México: La Agenda Política del Futuro Inmediato”, en Julio Labastida y Antonio Camou (coords.), Globalización, identidad y democracia. México y América Latina, México, IISUNAM/Siglo XXI Editores, 2001.
 
Jorge Carpizo “El Presidencialismo Mexicano”, México, Siglo XXI, 2000.
 
Joseph Hughes. “Presidents and the people: The partisan story of Going Public”, Texas, University Press, 2002.
 
José Woldenberg. “La Construcción de la Democracia” México, Plaza y Janés, 2002..
 
Ismael Crespo y Pablo Oñate. “Las campañas electorales y sus efectos en la decisión del voto. Vol I. Métodos y Técnicas para el estudio de las campañas electorales”, Valencia, Tirant Lo Blanch, 2002.
 
Ronald Inglehart. “El cambio cultural en las sociedades industriales avanzadas”, Madrid, CIS/Colección Monografías No.121, 1991.


* Agradezco en todo momento al Dr. Pablo Oñate el impulso para escribir este artículo, como testimonio de un momento importante de mi país; vivido durante una estancia de investigación a su cargo en la Universidad de Valencia en España.
** Egresado de la Maestría en Estudios Políticos y Sociales del Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
[1] Para abundar más al respecto ver: Ricardo Becerra, Pedro Salazar y José Woldenberg. “La Mecánica del Cambio Político en México. Elecciones, Partidos y Reformas”, México, Cal y Arena, 2000.
[2] Julio Labastida Martín del Campo y Antonio Camou (coords.), “Globalización, identidad y democracia. México y América Latina”,México, IISUNAM/Siglo XXI Editores, 2001 p.170.
[3] Por autoritario entendemos la definición establecida por Juan J. Linz que entiende al autoritarismo “como un régimen de pluralismo limitado no responsable, que no cuenta con alta movilización ni extensiva ni intensiva y solo un líder, o un pequeño grupo, ejerce el poder bajo límites poco claros, pero bajo cierta previsibilidad”. Juan J. Linz. “An Authoritarian regime: Spain”, Nueva York Free Press, 1970.
* En este sentido el Sistema de Partidos en México vendría a cumplir con las condiciones establecidas por Klaus Von Beyme par su funcionamiento en el sistema político: 1) La función de búsqueda de objetivos (ideologías y programas); 2)La función de articulación y agregación de intereses sociales; 3)La función de movilización y socialización de los ciudadanos en el sistema, sobre todo con ocasión de las elecciones y 4) La función de reclutamiento de elites y formación de gobiernos. Ver: Klaus Von Beyme. “Los Partidos Políticos en las Democracias Occidentales”, Madrid, CIS/Siglo XXI, 1986.
[4] José Woldenberg. “México: La Agenda Política del Futuro Inmediato”, en Julio Labastida y Antonio Camou (coords.), Globalización, identidad y democracia. México y América Latina, México, IISUNAM/Siglo XXI Editores, 2001.p.164
[5] Asi se denomina a los integrantes que no formaban parte del sector tradicional del PAN, y que en ese entonces se habían agrupado en torno de la figura de Manuel Clouthier, candidato presidencial en 1988.
* Frases como: “Vota por el Cambio”, “YA”, o “Sacar al PRI de los Pinos”, (la residencia oficial) fueron emitidos durante la campaña.
[6]Ver Jorge Carpizo “El Presidencialismo Mexicano”, México, Siglo XXI, 2000.
* Cabe destacar al respecto la permanencia aún fuerte de una de las características que por mucho tiempo han definido a la cultura política mexicana; su fuerte raigambre presidencialista, la creencia generalizada del poder omnímodo del Presidente de la República, capaz de tener injerencia y poder de decisión en cualquier ámbito de la vida gubernamental.
[7] Consultar www.consulta.com.mx
[8] En varias giras de trabajo que realizó el Presidente la gente que se le acercaba le manifestaba directamente, que si bien habían votado por él, estaban en contra de la pretensión de aumentar el gravamen en los productos básicos.
[9] Ver por ejemplo. Joseph Hughes. “Presidents and the people: The partisan story of Going Public”, Texas, University Press, 2002.
[10] Incluso cualquier posibilidad de acuerdo con los partidos considerados pequeños se canceló cuando el Partido Verde, que había formado parte de la coalición de Alianza por el Cambio, anunció en vísperas del segundo informe de gobierno que rompía cualquier nexo con la administración Foxista.
* Aquí la consigna como eslogan de campaña fue de parte del PAN: “Quítale el freno al Cambio”.
[11] Son tres las vías de financiamiento público: 1) Para Actividades ordinarias 2) Para gastos de campaña en año electoral y 3) Por actividades específicas y de promoción de la cultura política democrática.
[12] Al respecto José Woldenberg nos dice: “Las razones que sustentan el financiamiento público a os partidos también pretenden hacerse cargo de cuatro asuntos más: de transparentar el origen de los recursos, de garantizar la independencia de los partidos, de tener condiciones adecuadas de equidad en la competencia y de evitar la tentación de acudir a fuentes ilegítimas de financiamiento”. José Woldenberg. “La Construcción de la Democracia” México, Plaza y Janés, 2002, p.293.
Como vemos la viabilidad de dichos principios, que sin lugar a dudas ayudan a dar credibilidad al el proceso electoral y a legitimar al gobierno en sí mismo se vieron seriamente vulnerados dadas las circunstancias ya relatadas.
* Esta Cámara junto con la de Senadores conforman el poder legislativo; cabe destacar que la renovación de esta última será hasta el 2006, coincidiendo nuevamente con la elección de diputados y con la elección Presidencial.
[13] Son aquellos que obtienen la mayor votación en su distrito, llegando a representar cada diputado de 270 a 300 mil personas.
[14] Se eligen basados en listas regionales que representan los partidos por cincuncripción electoral, cada circunscripción esta conformada por un número determinado de Estados. Actualmente son cinco circunscripciones, las listas funcionan a partir de otorgar determinado numero de diputados a cada partido, a partir del porcentaje de votos que obtiene en cada circunscripción. Un diputado de estas características llega a representar a casi medio millón de personas. Las circunscripciones están conformadas como sigue: Circunscripción I:
[15] La encuesta le fue aplicada a 2498 personas en 150 secciones electorales en 32 estados de la República en localidades urbanas, mixtas y rurales. Tiene una confianza del 95%. Para mayor informacion consultar www.reforma.com.mx sección encuestas.
[16] Ver Ismael Crespo y Pablo Oñate. “Las campañas electorales y sus efectos en la decisión del voto. Vol I. Métodos y Técnicas para el estudio de las campañas electorales”, Valencia, Tirant Lo Blanch, 2002.
* Se hace referencia a los colores distintivos del emblema del Partido: Verde, Blanco y Rojo.
** En este caso son personas que pueden desempeñar labores muy generales en el sector privado o público.
[17] Ronald Inglehart. “El cambio cultural en las sociedades industriales avanzadas”, Madrid, CIS/Colección Monografías No.121, 1991 p.XXXIV.