David

Todas las mañanas, exceptuadas las de los lunes porque es día de descanso para los que trabajan en los Museos, se forma una larga cola delante de la Galería de la Academia de Florencia.

Y es que allí "vive" el David que esculpió Miguel Angel. Todo visitante está convencido de que no puede abandonar la ciudad con la cabeza alta si no lo ha visto. Desde los que hacen de su contemplación un placer hasta los que piensan que vaya un robo, que pagar para ver solo esto (lo demás no lo miran). Incluso los que identifican viajar e ir de compras. También los que ese mismo día quieren darse un paseíto por Arezzo y llegarse hasta Asís para presumir de cuántas cosas han visto en tan poco tiempo.

Y allí está, de pié, mirando a su adversario, fruncido el ceño, ojos como llamas, desafiante, todo el cuerpo de mármol –venas, cabellos, músculos- en tensión.

Villa Borghese es el parque más amplio de Roma. Pasearse por él es asegurarse un tiempo delicioso y relajante. Al centro del parque está el Museo Borghese, nombre del llamado cardenal-sobrino por ser sobrino del Papa. Su posición privilegiada en el aspecto social y en el aspecto económico le permitió una magnífica colección e obras de arte.

Al centro de una de sus salas está David. Violencia y acción. Bernini escoge el momento en que lanza la piedra de la honda a la cabeza de Goliat. La figura se retuerce como una columna salomónica y brilla gracias al perfecto acabado de la materia destacando una poderosa anatomía. A su alrededor, pequeños grupos de sinceros admiradores.

A la puerta del Museo del Bargello en Florencia se forma una cola bastante cortita. Sin embargo, vale mucho la pena visitarlo. Es un austero palacio, antigua residencia del jefe de policía (bargello) de la ciudad.

Allí volvemos a encontrar a David, esta vez en bronce. Ya ha culminado su hazaña y está satisfecho de ella. Es la imagen de la victoria. Donatello nos lo presenta muy joven, seguro de si mismo, sonrisa presuntuosa. Sus armas, espada y piedra, cada una en una mano, para descubrirnos su identidad. Un pie aplasta la cabeza de Goliat, el poderoso enemigo.

Pero en lo profundo de la Edad Media descubrimos otro David.

Está en la Portada de las Platerías de la Catedral de Santiago de Compostela. Es una figura en altorrelieve, muy estilizada que se adapta al marco que la arquitectura le permite. Entronizado, rica túnica de amplios y geométricos pliegues. Majestuoso. Lleva corona: es el rey de Israel. Allí está desde hace siglos con un instrumento musical en las manos (una giga según unos, un rabel, según otros), ladea la cabeza mirando al cielo. Recita sus salmos que compuso con su corazón profundamente arrepentido.

Alabad al Señor en su templo

alabadlo en su augusto firmamento

Alabadlo por sus obras magníficas

alabadlo en su inmensa grandeza

Todo ser que alienta alabe al Señor...

En la Plaza de las Platerías todo es animación y bullicio, a veces, verdadera algarabía.

Por las puertas de la Catedral entran y salen, salen y entran peregrinos, turistas, fieles cristianos... A veces, algunos grupos se detienen y escuchan, con más o menos atención, las explicaciones más o menos monótonas de un guía más o menos cansado.

Rara vez alguien busca, entre todas las demás, la figura de este David rey que sólo desea alcanzar el perdón de Dios por medio del amor expresado en música y poesía.

Sin embargo, es su retrato favorito. Estoy segura.

María Dolores Cortina Orts