Gracias a los que
me acompañan en la presentación de un libro sin pretensiones. No soy un
escritor, pero tengo memoria y guardo en ella la pequeña historia de uno
de los pocos supervivientes de una guerra incivil que marcó la vida de
muchos de vuestros padres, abuelos y hermanos. Y de un exilio que la
censura franquista mantuvo oculto por más de cuarenta años
Al terminar la
guerra cainita el 1º de Abril de 1939, el dictador no tuvo la grandeza
del presidente americano -Abraham Lincoln- que da fin a la guerra de
secesión, tan cruel y sangrienta como la nuestra, proclamando:
“Desde hoy no hay vencidos ni vencedores. Sólo habrá
americanos”
Por el contrario,
en la España de Franco los mutilados republicanos eran unos “jodidos
cojos” mientras los de su bando conseguían prebendas como “caballeros
mutilados
Trescientos mil
de los vencidos llenaron las cárceles de triste recuerdo y más de 30.000
españoles fueron ejecutados por haber hecho frente a un golpe militar
convertido por la ayuda de Hitler y Musolini en guerra civil. No cuento
los miles que murieron de “la enfermedad del preso”... la tuberculosis.
La hermana de
Etelvino Vega, gran jefe militar en el Ejército republicano, ejecutado
con otros 26 presos, le decía a mi mujer -Felisa en el texto- con su
acento cantarín de asturiana:
“Han fusilado a mis
siete hermanos y si hubiera tenido más... más me hubieran matado...”
Puedo asegurar
que nunca conté mis batallitas a hijos ni nietos, aunque llevó inserta
en mi pecho pegada al pulmón un pedazo de metralla...aunque formé parte
del legendario Quinto cuerpo de ejército bajo el mando de Enrique Lister..
No quise fomentar odios con el relato de la retirada de Cataluña en la
que apenas llegamos a la frontera francesa 8.000 combatientes, contando
los heridos de los 23.000 que iniciamos la retirad de Cataluña. Pero
como dijo el general de Gaulle:
“Todas las
guerras son malas porque simbolizan el fracaso de la política... pero
las guerras civiles son imperdonables porque la paz no renace con el fin
de la contienda...” Más de medio
millón de españoles -soldados, paisanos, viejos, mujeres y niños-
padecieron el exilio durante los primeros meses. Y 200.000 de ellos, lo
sufrieron de por vida. Sin embargo me enorgullece haber sido uno de los
que se enfrentaron a las armas de Hitler y Musolini en España,
anticipándonos a la lucha contra el agresivo eje nacifascista al
extenderse la II guerra mundial
En el campo de
concentración de Saint Cyprien y después atenuado en Agde, hambre,
miseria y enfermedades sin servicio sanitario... la colitis por el agua
contaminada llevaba a miles a defecar a la orilla de nuestro
Mediterráneo que, por la fila kilométrica de posaderas haciendo sus
necesidades, llamábamos Avenida Daladier, el firmante del Pacto de
Munich. que nos llevó a la Guerra Mundial con su Paz para el milenio.
Derrotados, pero
no vencidos, bajo la protección del general Lázaro Cárdenas, se inició
el exilio a México de más de 20.000 desterrados... Catedráticos, hombres
de ciencia, médicos, poetas, artistas y hombres que, sin dotes
sobresalientes, ni bagaje universitario, como yo, que aportaron con su
iniciativa empresarial nueva savia a la economía mexicana....De ahí mi
afirmación de que nuestra guerra civil española la ganó... México
Treinta dos años
de exilio de los que, para no cansaros, leeré de mi obra sólo lo
siguiente porque todavía lo sueño: ...“al principio es la jungla en
penumbra por el tupido techo de ramas, lianas y hojas gigantes. Bajo el
espeso silencio, roto a nuestro paso por la algarabía de extraños
animales, sigues al arriero por la inquietante ciénaga sin desviarte
para no quedar atrapado en un sumidero. Con el agua en los ijares del
caballo, estribos en corto para no mojarte, adivinas iguanas o
armadillos y vislumbras los caimanes que se deslizan por el agua de
brillos acerados
Y de pronto te
ciega la luz del sol. Es la sabana con sus venados saltarines,
tigrillos, los tristes coyotes y las juguetonas nutrias de los arroyos.
Puedes confiar en tu montura porque avisa la proximidad de la serpiente
de cascabel o la respetable pitón, tan codiciada por su piel. Y al
llegar a la playa sin fin te sumerges en un sobrecogedor silencio,
apenas turbado por el graznido de los pelícanos y el romper de las olas.
A veces, con el sol de la mañana a tus espaldas puedes otear la aleta de
un tiburón, enormes cagüamas y en alguna ocasión una manada de
ballenatos en reposo”.
Mas no se crea
que el México profundo era un paraíso. A falta de guerrillas, partidas
de forajidos asolaban rancherías y demasiados jóvenes morían en peleas y
represalias familiares. Persistía la viruela negra -erradicada en el
resto del mundo-, la malaria perniciosa que afecta al sistema nervioso
central y otras enfermedades endémicas tropicales, como la colitis por
amebas de la que no se libra ningún cristiano. Viajé miles de horas a
caballo, aquel animal pequeño, nervioso y resistente por horas, en
almadía o cayuco y en un maldito día a bordo de un camión cargado de
dinamita, entre torrenteras, con un grupo de evangelistas “gringos”hacia
las minas de antimonio de Tlaxiaco.
Lo que llamo mi “desexilio”,
la vuelta a la “Terreta”, lo pasé por un tiempo con el mismo ánimo que
describe Max Aub en su libro “La Gallina Ciega”... ”Indignado por la
desmemoria colectiva, la deformación de la historia impuesta por los
vencedores, el afán de trepar, la inmoralidad imperante y la
mediocridad, ignorancia y conformismo de muchos. Juicios contundentes en
exceso, sin matizar, porque ignoraba el sacrificio de gente como los
“Diez de Alaquás”. Treinta y dos años de exiliado me habían convertido
en un “trasterrado” -aquél que se acomoda a una nueva patria- y temí
trasformarme en un “enterrado” por la tragedia del desarraigo hasta que
me instalé e n el barrio donde vivo, cerca de los Viveros de mi
infancia. Pero si en México éramos “los refugiados españoles”, aquí
pasamos a ser por años “los mexicanos”.
Me salvó de la
inopia franquista mi comida semanal con unos camaradas artilleros
republicanos, de los que quedamos dos con más de noventa años, y una
mente que olvida lo que comió ayer pero no lo que vivió desde su más
tierna infancia: tragedia, drama, comedia y astracanadas a lo fallero
La entrevista con
Elena Aub, enviada por el Instituto de Antropología de la Universidad
Autónoma de México -cuatro horas contando mi vida- sobre los exiliados
que retornaron a su patria de origen, me animó a trasladar -negro sobre
blanco- mis recuerdos.
Mas tarde, se me
ocurrió confeccionar una pequeña edición artesanal de 25 ejemplares como
recuerdo de mis bodas de oro celebradas en la villa de Rocafort en que
vivió parte de nuestra guerra civil el poeta Antonio Machado.
A partir de
entonces he reído y llorado -¿quien dice que con los años se pierde
sensibilidad?- perfilando mis peripecias, recordando sobre todo a mis
amigos, los que llamo “mis queridos fantasmas”, como los hermanos
Castillo que permitieron con su legado a la Universidad de Valencia la
creación del Patronat Sud-Nord. Solidaritat y Cultura. También donaron a
la Universidad de Extremadura un 25 % para unas becas de estudio -tan
extremeños como valencianos- y a una Asociación Católica de Ayuda -no
obstante ser agnósticos- que, según periódicos de Cáceres y cartas en mi
poder, se empleó en la compra de un caserón donde al poco tiempo servían
400 comidas a jóvenes de pocos recursos. No olvido tampoco algún
espectro como Rodrigo Royo, el editor del semanario SP, falangista
furibundo que me contaba en México su entrevista con Fidel Castro y la
proposición que le hizo en persona al Caudillo de las Españas de formar
un eje Castro- Perón- Franco.
He tratado de
escribir con respeto, pero con la verdad de los hechos- reflexionando,
yo que me considero ciudadano del mundo, sobre la mentira del fin de la
Historia y un mundo que llaman globalizado, para mi compartimentado: con
los ricos por un lado, los simplemente satisfechos en medio y los
humildes de todas las razas muertos de hambre
Hoy, cumplidos
mis primeros noventa años, no tengo ideología alguna. Sólo ideas y buena
voluntad hacia mis semejantes. Ciudadano del mundo sin abandonar mi amor
a la “Terreta”, una parte de esta piel de toro que llamamos España, con
una historia común por muchos siglos que muchos niegan por motivos
raciales, económicos o partidistas, mientras otros explotan su nombre en
beneficio propio. Creo también en una Europa sin fronteras a pesar del
NO reciente, al tiempo que desecho la Europa de los pueblos, más bien
tribus, que predican los nacionalismos excluyentes que, con su constante
victimismo son germen de conflictos.
Agradezco a la
vida que me ha dado tanto -como dice el cantor- la oportunidad de ver
consolidada la democracia en España, ese régimen de alternancia en el
poder que es el menos malo de los conocidos. Y confío en que la
transición política, modélica para muchos en su primera fase, ya
consolidada su estructura, entre de una vez en la segunda y definitiva
fase descubriendo a las generaciones presentes y futuras la verdad de lo
que aconteció en cuarenta años de dictadura. Porque hay demócratas de
nuevo cuño que todavía roncan el “Cara el Sol” cuando duermen.
Y termino
abundando en lo que escribió una hija del exilio... “el primer signo de
amor y amistad es desnudar la memoria, pero de mayor importancia -a mi
entender- es entregarla a los demás”....Gracias....Muchas gracias.
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