Los que vivieron
los años trágicos de la Guerra Civil, la posguerra y el exilio han sido
reticentes a contar su experiencia. En algunos casos podía ser por “no
tener que recordar”. En otros “para no ofender”. Pero en el fondo creo
que las personas que vivieron esa experiencia se han enfrentado a la
incomprensión de las generaciones posteriores, incluso de sus mismos
descendientes. No puedes recordar “a otros” lo que viviste cuando tus
interlocutores no te dejan suficiente espacio para hacerlo
Como hijo de
exiliado (¿también exiliado?) fue todo un descubrimiento para mí y para
mis hermanos cuando la Dra. Elena Aub pasó horas en casa con mi padre,
Arturo García, escuchando lo que él podía contar de su pasado y del de
mi familia, en el marco de una importante investigación histórica. Antes
de ese momento, en edad adolescente, no comprendía lo que realmente le
había ocurrido a mi familia. Antes del regreso a España, mi padre era
una persona muy ocupada, un recurso escaso. Después de nuestra llegada a
Valencia, en 1971, mi padre se entregó casi en exclusiva a la vida
familiar. Pero no fui consciente hasta tiempo después del privilegio que
disfruté por haberme formado, junto a otros hijos de refugiados, en el
Colegio Madrid de México D.F. La verdad es que algo le debo al
franquismo, puestos a buscarle el lado positivo…… La obra educativa de
la República en México arraigó en dicho país dando frutos hasta nuestros
días, como ha puesto en evidencia el Profesor José Ignacio Cruz en su
enorme trabajo sobre las instituciones educativas del exilio en México.
Arturo García es
un valenciano atípico. Es una persona que ha podido cerrar un ciclo que
se inicia en julio de 1936, que se acentúa en febrero de 1939 (con la
caída de Cataluña), que continúa en julio de 1939 con la partida del
barco Mexique al puerto de Veracruz, y que empieza a cerrarse 32 años
después con el retorno a España. Incluso es un ciclo suficientemente
prolongado para evaluar con perspectiva la experiencia de los años de
democracia en la España moderna. Muchos otros no pudieron cerrar el
ciclo. Unos porque murieron como fruto de la represión. Otros porque
simplemente iniciaron una nueva vida y arraigaron en México. Y algunos,
aunque podían, no quisieron volver (incluso alguno se negó a volver
mientras en España no hubiera un régimen republicano).
Si tuviera que
caracterizar el libro de Arturo García, podría calificarlo como de libro
de viajes:
Un viaje por el
espacio físico de un México todavía inexplorado. El libro es un ejemplo
de ese realismo mágico que García Márquez ha reflejado en sus obras. La
“realidad es de lo más imposible” dijo una vez el escritor colombiano.
Arturo García no tuvo que inventar nada. Sólo contar lo que vivió, como
aquel tiempo que recorría las Tierras Altas de México proyectando
películas de Cantinflas y Jorge Negrete a los indígenas totonacas.
Un viaje por el
tiempo. Son decenas de personajes, algunos muy conocidos, otros menos
los que reviven en su libro. Muchos de ellos lo dieron todo a cambio de
nada, y trabajaron por España y por México, mucho antes de que se
hablase de las ONGs y de la cooperación internacional en el sentido de
hoy. Son personas que Arturo García sitúa en diversas categorías:
desterrados, transterrados, aterrados y algún que otro enterrado.
Un viaje por los
sentimientos, como queda bien expuesto en la amistad que Arturo García
mantuvo a lo largo de los años con Amador, su compañero de escaladas en
las montañas de la España de preguerra, en las antípodas ideológicas con
mi padre, pero con un sentimiento de lealtad que prevaleció a lo largo
de los años, a pesar de las dificultades
Un viaje
ideológico, que lleva a Arturo García a cambiar fuertes convicciones por
ideas y simples pensamientos, en un ejercicio de autocrítica y de
crítica a los dogmatismos que dominaron la historia de España. Al final,
lo que perdura es la honestidad y la buena fe, por encima de los “ismos”.
Hoy día, este
tipo de textos resulta ser más necesario que nunca. A mi entender, a más
de 65 años del final de la Guerra Civil, la sociedad española no se ha
recuperado completamente de la pérdida intelectual y humana que supuso
el exilio republicano. Afortunadamente, hace un cuarto de siglos
elegimos vivir en libertad y democracia. Lo hicimos intuitivamente,
porque sospechábamos que los autoritarismos no conducían a nada
positivo. Pero nos habíamos quedado con el disco duro de España en
blanco. Perdimos escuelas de pensamiento que habrían seguido dando sus
frutos para el progreso humano de nuestra sociedad.
Es un error
olvidar el pasado. La mayoría de nuestros ascendientes no tienen, no
tenían nada de que avergonzarse. Las generaciones actuales no podían
menos que beneficiarse de recoger la experiencia de nuestros mayores.
Por eso, la función de este texto, además de entretenido, es pedagógica,
gracias a la iniciativa de publicación del Patronato Sud-Nord de la
Fundación de la Universitat de València, cuyo Presidente Josep María
Jordan nos acompaña. La profesora de dicha universidad, Dra. Nuria
Tabanera ha realizado un serio trabajo de introducción situando la
autobiografía en su contexto histórico.
Conocedoras de
este acto de presentación en la Sociedad Económica de Amigos del País de
Valencia, han sido muchas las personas que han enviado una felicitación
por la publicación del libro, además de asociaciones culturales y de
descendientes del exilio. Con la realización de esta presentación, la
Sociedad Económica de Amigos del País sigue contribuyendo a la
recuperación de nuestra memoria, no como un simple ejercicio histórico,
sino como una expresión de voluntad de seguir trabajando por los
principios que guiaron a las personas que lucharon por un mundo mejor
para nosotros
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