1. Planteamiento del
tema
Con motivo de la
promulgación de la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE), la
Sociedad Española de Pedagogía ha puesto en marcha un plan de
formación del profesorado a través de la red y, en su marco, nos ha
invitado a glosar el tercero de los ejes que sustentan dicha Ley. El término
eje se ha tomado de la Exposición de motivos que señala (la cursiva
es nuestra en esta y en las citas siguientes):
Las medidas encaminadas a
promover la mejora de la calidad del sistema educativo que
contempla la presente Ley se organizan en torno a cinco ejes
fundamentales, que reflejan los principios de concepción de la Ley y,
a la vez, orientan, en términos normativos, las políticas que en ella se
formulan, desde el respeto a los correspondientes ámbitos competenciales (LOCE,
BOE, 24-III-2002, 45189).
Seguiremos el
siguiente esquema. En primer lugar se aludirá a los logros y limitaciones
surgidas tras un largo decenio de aplicación de la Ley de Ordenación
General del Sistema Educativo (LOGSE); en segundo lugar esbozaremos el
“nuevo” paradigma de escuela inclusiva y educación de calidad para todos;
por último contemplaremos el contenido del tercer eje de la LOCE, tanto
desde las limitaciones que pretende superar cuanto desde las exigencias de
la educación inclusiva, incidiendo en los aspectos o dimensiones que suponen
cambios más o menos sustanciales en relación a la legislación anterior, como
es el caso del Capítulo VII . De la atención a los alumnos con
necesidades educativas específicas. Todo ello desde la perspectiva de
impulsar la formación permanente del profesorado, pues la Ley abre
posibilidades que es preciso hacer realidad en el día a día desde la
renovación y el compromiso profesional. Nos apoyamos en trabajos
anteriores.
2. La atención a la
diversidad a examen
Este título pretende
exponer sucintamente la situación escolar y social surgida tras la
aplicación de la LOGSE, una gran Ley que ha supuesto para la educación
española logros importantes siendo, quizá, los dos más llamativos el ampliar
hasta los dieciséis años de edad el periodo de escolaridad obligatoria, y el
poner en marcha la integración en centros ordinarios de los alumnos con
necesidades educativas especiales (NEE). Dos logros cualitativamente señeros
y que han requerido notables esfuerzos al conjunto del sistema educativo y a
la sociedad, en último término. Ha significado también otros avances en el
campo conceptual y de la gestión y práctica educativas, al haber introducido
una nueva jerga científica propia del paradigma constructivista que le
sirvió de marco referencial, efectos nada despreciables.
Como
ocurrió en 1970 con la Ley General de Educación, otra gran Ley que
movilizó la educación española a niveles hasta entonces ignotos, el avance
general habido con la LOGSE tiene sus sombras y aspectos no logrados, ya
porque no percibió su importancia, ya porque no se pusieron los medios
necesarios en el momento oportuno, ya porque el ritmo del cambio es cada vez
más rápido y la realidad educativa exige que las revisiones normativas se
produzcan en periodos de tiempo más cortos, ya por todas estas y otras
razones, el caso es que varios temas requerían un tratamiento renovado. Un
análisis puede verse en Jiménez Fernández (2002).
Los
olvidos y efectos no planeados son: a) Ha ignorado la existencia de los
alumnos más capaces olvidando que son niños con NEE que es preciso
contemplar en el marco de una escuela equitativa e integradora de todos los
alumnos, si bien en 1995 un Real Decreto trató de subsanar la laguna (RD
696/1995, BOE, 2-VI-95); b) No ha atinado con la forma de integrar a un
significativo grupo de alumnos de catorce a dieciséis años de edad, que sólo
asisten a la escuela por imperativo legal y que crean importantes problemas
a centros, profesores y compañeros (Rodríguez Dieguez y col., 1998) y que,
tras permanecer en ella diez o doce años, salen al mercado de trabajo sin
titulación oficial alguna; c) El no corregir a tiempo el “efecto de
arrastre” que pudo causar inicialmente la denominada atención a la
diversidad, eufemismo que ha encerrado complejas realidades o la integración
escolar de los alumnos con discapacidades, la integración de alumnos
procedentes de medios deprivados o “compensatoria” y, más recientemente, la
inclusión cada vez mayor de alumnos extranjeros hijos de emigrantes. La
atención a la diversidad es una exigencia de toda escuela democrática pero
no puede significar que el conjunto de los alumnos obtengan resultados
académicos mediocres, como de hecho ha ocurrido (Orden Hoz y col, 1998;
OCDE, 2002); y que los profesores sean conscientes de que están penalizando
a los alumnos más brillantes, al ignorarlos en el mejor de los casos
(Rodríguez Dieguez y col., 1998; Jiménez Fernández y col, 2001, 2002). Ello
sin contar conque de un cuarto a un tercio de los alumnos suspenden
anualmente alguna o algunas de las materias fundamentales.
La
idea de una escuela comprensiva y diversificada sigue siendo social y
conceptualmente válida; sin embargo, la investigación pedagógica y la
experiencia escolar habida en los últimos años muestran que está siendo
aplicada reductívamente.
3. Postmodernidad y
sociedad inclusiva
La mundialización,
internacionalización, sociedad global y términos más o menos análogos, han
abierto formas nuevas de gestión y control social que parecen
ahondar la brecha de la pobreza entre países y dentro de los países.
El reparto de la riqueza muestra desequilibrios agudos y ello, junto a los
problemas surgidos por la forma abusiva de explotar los recursos
(deforestación, capa de ozono, sequía...), ha impulsado el nacimiento de una
nueva conciencia social que predica un desarrollo más humano, más
equitativo y que corrija la creciente exclusión social. El
postmodernismo, movimiento interdisciplinar, contempla la diversidad
cultural, étnica o de género y observa que pese al avance general habido en
amplias zonas del mundo, existen disparidades notorias y dependencias
injustificadas, sin que el modelo o modelos de desarrollo y educación
imperantes en la era de la modernidad, hayan sido capaces de reducir la
brecha de la desigualdad en los diversos ámbitos sociales y de convivencia.
Desigualdad manifestada en la distribución de la riqueza, del poder no
material, de la calidad de la educación, de la participación en la gestión
social y cultural y de la autoconciencia en cuanto capacidad para construir
y modelar nuestra identidad y camino.
La educación es
uno de los ámbitos interpelados por la nueva corriente dado que el currículo
escolar no ha sabido responder a las necesidades de las personas y grupos
“diferentes”, al no haber sido capaz de reflejar el discurso de las minorías
culturales y étnicas, de los movimientos feministas, de las clases
trabajadoras o de los estudiantes más y menos capaces. Ha sido una escuela
con un currículo para la clase social dominante y con ella ha mostrado
cierta solvencia; la nueva escuela debe ofrecer una educación de calidad
similar para todos los grupos que contemple la equidad sin perder eficacia.
Esa escuela de calidad y de valor igual para todos, plantea un fuerte
revisionismo a los sistemas educativos y sus prácticas y les pide que sean
capaces de integrar a todos los individuos en el marco de un único
sistema escolar (Jiménez Fernández, 2003).
3. 1. Educación de
calidad para todos, un derecho de justicia y una exigencia ética
La escuela inclusiva es,
en último término, la nueva utopía de la educación, el nuevo
paradigma. En términos pragmáticos puede concebirse como un nuevo paso de
rosca en el movimiento hacia la integración y normalización del
conjunto de la población escolar, dentro de los centros y currículos
ordinarios. En los últimos años, el avance hacia una mayor inclusión escolar
ha encontrado dos soportes fundamentes en: a) Los informes y
declaraciones de los Organismos Internacionales sobre la educación en el
mundo, y b) La investigación sobre las prácticas de la escuela
comprensiva e integradora y sobre el grado de eficacia mostrado
en la integración de los alumnos “diferentes” o en la atención a la
diversidad.
La
Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) significó un gran
avance en el camino hacia la igualdad de los seres humanos; sin embargo la
proclamación de un derecho no lleva aparejada su reconocimiento real y por
ello en los años recientes, la UNESCO ha insistido en que los derechos
humanos son derechos a exigir para toda la humanidad. Tres encuentros han
sido particularmente importantes en la configuración renovada de “educación
de calidad para todos”, la Conferencia Mundial sobre Educación para
Todos: Satisfacción de las Necesidades Básicas de Aprendizaje, celebrada
en Jomtien (Tailandia) (UNESCO, 1990); la Conferencia Mundial sobre
Necesidades Educativas Especiales: Acceso y Calidad (UNESCO/MEC, 1995)
celebrada en Salamanca (España) y la Conferencia Mundial sobre la Mujer
celebrada en1995 en Beijing (China). Debemos citar otro tipo de estudio de
alto interés para avanzar en la comprensión de la inclusión/exclusión social
y de una nueva ética universal (Staay, 1999). Nos referimos al Informe
mundial sobre la cultura. Cultura, creatividad y mercados (UNESCO,
1999).
3.2. La escuela
inclusiva: Elementos esenciales
Dicha escuela nace de
concebir que la educación y la inclusión social de todas las personas
no es sólo un derecho individual sino una exigencia ética y una
cuestión de justicia. La igualdad de oportunidades en educación no puede
ir separada de la equidad intracentros e intercentros, por una parte,
y por otra, ha de plantearse como un proceso a observar a lo largo
del sistema educativo. Es un conjunto de principios y valores que
deben tener reflejo en las prácticas escolares , en sentido
amplio, en términos de calidad y eficacia.
Puede
definirse como la escuela que: a) Asume las diferencias individuales
y las valora como riqueza; b) Da a todos los alumnos una
educación de calidad similar adaptada a sus necesidades de aprendizaje;
c) La ofrece en un ambiente normalizado donde todos siguen un único
currículo con las diferenciaciones necesarias; d) Aumenta la
participación e inclusión de todos los alumnos y profesores en sus
respectivos centros, y e) Muestra una eficacia similar con
todos los alumnos y grupos.
Elementos esenciales de la escuela inclusiva serían (Kearny, 1996; Landers
y Weaver, 1997; Tilstone, Florian y Rose, 1998; Bartolomé, 2000; Booth,
Ainscow y otros, 2000; Cardona, 2003):
a) La percepción de
las diferencias humanas y de la diversidad que le acompaña
El avance hacia una escuela
única para todos es socialmente fuerte y requerirá esfuerzos sostenidos y en
ocasiones dolorosos. Los otros, sean éstos las personas con discapacidad,
los de otras culturas, los muy inteligentes o las mujeres que han vivido
recluidas al ámbito privado, no pueden pasar a percibirse como iguales
complementarios sin dolor y sin recelo. Y sin embargo, para la educación
inclusiva es esencial percibir la diferencia del otro y de los otros
como riqueza y desafíos humanos y no como amenaza, deficiencia o límite.
Todos los niños tienen “un valor igual” (Gerschel, 1998). No significa
aparentar que todos tenemos las mismas capacidades; sino asumir la
diversidad dando a cada uno oportunidades de calidad similar para que se
integre y progrese. Ha supuesto la revisión y reducción de sistemas
educativos duales y paralelos ya sean estos aplicados a la educación
especial del discapacitado (Gartner y Lipsky, 2002), del superdotado (Delaubier,
2002) o a los “guetos” sociales (Bartolomé, 2000).
.
b) Diversidad humana
e igualdad de oportunidades
Hay dos dimensiones
a destacar o ética y de eficacia. Desde la perspectiva ética se trata
de aceptar la diversidad y reducir la separación y la exclusión de
los alumnos acudiendo a prácticas escolares innovadoras que, aunque estarán
moduladas por las creencias y expectativas del profesorado, no pueden
ignorar que “todos tenemos las mismas necesidades” y que la inclusión
debe ser un proceso a lo largo de la vida. Desde la dimensión práctica o
de eficacia, se trata de poner el acento en modelos de organización
escolar y en normas de convivencia que promuevan la participación,
aceptación y mejora en todos los alumnos. El lugar de emplazamiento del
alumno es importante pero necesita ir acompañado de unos valores y prácticas
escolares incluyentes (Wolger, 1998).
c) La importancia del
contexto y de la organización escolar que sustenta el aprendizaje
Una sólida línea de
investigación viene documentando la importancia de la organización escolar
en el rendimiento de los alumnos (Smyth, 1985; Good y Brophy, 1986; Rivas
Navarro, 1986; Kulik y Kulik, 1991; Sammons y col, 1995), rendimiento que
debe valorarse en su dimensión académica, personal y social. El contexto
es físico, social y ético y el ideario de la escuela, perceptible en el
clima del centro, forma parte del paisaje en el que se sitúa el currículo.
El clima social del centro expresado en un sistema de normas que recoge
deberes y derechos, rutinas y rituales y una red de interacciones entre los
miembros de la comunidad, proporciona los cimientos del currículo. Sin un
cierto sentido de comunidad el currículo es un constructo sin fundamento.
Aiscow ( 2002) señala seis dimensiones a contemplar para estimular la
búsqueda y aplicación de enseñanzas y aprendizajes más inclusivos:
dirección, participación, planificación colaborativa, coordinación,
investigación y reflexión y desarrollo profesional, dimensiones que vienen a
coincidir con las enumeradas por la profesora Bartolomé (2000) desde la
educación multicultural.
d) ¿Dificultades para
el aprendizaje o dificultades percibidas y creadas por la propia escuela?
Es este un concepto importante en
cuanto que viene a significar que buena parte de las dificultades atribuidas
a los alumnos son dificultades creadas por la propia institución que excluye
de la normalidad todo aquello que desconoce, es inhabitual y puede
significar ruido y necesidad de cambio en su quehacer habitual. Por ejemplo,
son varias las investigaciones que señalan que los chicos de otras culturas
que desconocen el idioma del país receptor son fácilmente diagnosticados
como alumnos con NEE (Gómez Dacal, 1986; Gerschel, 1998) cuando lo que
necesitan es aprender a expresarse y a ser respetados. Aparcados en un aula
especial, sus posibilidades de ayuda adecuada y de movilidad ascendente
quedan muy reducidas. En el caso de los chicos con discapacidad, el haber
acentuado la importancia del emplazamiento antes que la calidad de las
experiencias recibidas, y el haber dado al experto “externo” un papel
fundamental en su formación, ha contribuido a que profesores y compañeros se
impliquen muy parcialmente en la educación de estos alumnos “especiales” y
su capacidad de interacción y progreso quedan limitadas.
El racismo, el sexismo, el clasismo, la
homofobia, la discapacidad y la intimadación (bullying), comparten
una raíz común que es la intolerancia a la diferencia y el abuso de poder
para crear y perpetuar desigualdades. Hacer a los centros escolares más
inclusivos, puede suponer a sus profesores un doloroso proceso de
cuestionamiento respecto a sus propias prácticas y actitudes
discriminatorias (Booth, Ainscow y col, 2000, 21).
e) Evaluación,
actitudes y expectativas del profesor
Ámbito donde la
investigación viene aportando datos sobre los sesgos del profesorado al
evaluar a los alumnos desde sus propios planteamientos y prejuicios (Rosenthal
y Jacobson, 1968; García Yagüe y col. 1986; Grant y Sleeter, 1986; Gipps y
Murhy, 1994), resultando perjudicados los alumnos pertenecientes a “grupos
marginados”. Así en el caso del género el profesorado suele inclinarse más
por los chicos muy capaces que por las chicas de capacidad similar (Daignault
y col., 1999); invierte más medios y tiempo en atender a los chicos con
discapacidad que a las chicas de características similares (Daniels y col,
1996); mantiene creencias, actitudes y comportamientos sexistas respecto de
determinados tipos de formación profesional (González y Sánchez, 1999) y son
las propias chicas las que están asumiendo el papel protagonista en la
liberación femenina, a veces sin el necesario apoyo escolar (Jiménez
Fernández y col., 2001; Pérez Alonso-Geta, 2002). Respecto de la “raza” hay
evidencia de que los chicos de grupos culturalmente marginados son
prontamente diagnosticados con dificultades de aprendizaje, trastornos
emocionales y categorías similares (Campbell, 1982; Gómez Dacal, 1986;
Daniels y col., 1996), extremo que no ocurre u ocurre en proporciones muy
inferiores cuando dichos alumnos asisten a centros donde la población de su
“raza” son mayoría. Los investigadores señalan que se debe controlar el
género, la etnia, el tipo de necesidad identificada y la forma de provisión
escolar que se sigue, tanto a nivel nacional como autonómico, pues las
pautas de emplazamiento y de acción subsiguientes están cometiendo
injusticias que es preciso corregir (Gerschel, 1998).
4. La LOCE y sus planteamientos sobre educación inclusiva
Desde la literalidad del
tercer eje, parecen evidentes las resonancias en dicho texto legal de los
principio de la educación inclusiva o educación de calidad similar para
todas las personas, términos que utiliza a lo largo de sus planteamientos y
articulado. En la Exposición de motivos se lee :
El tercero de los ejes
que inspira la concepción reformadora de la presente Ley consiste en
reforzar significativamente un sistema de oportunidades de calidad para
todos, empezando por la educación infantil y terminando por los niveles
postobligatorios. ... en el contexto de una sociedad basada en el
conocimiento, la educación y la formación se han convertido hoy en los
elementos clave para el logro de los objetivos de progreso personal,
social y económico. Precisamente por ello, nuestro sistema de educación
y formación debe asimilarse a una tupida red de oportunidades que
permita a cada individuo transitar por ella y alcanzar sus propios objetivos
de formación. El sistema educativo debe procurar una configuración
flexible, que se adapte a las diferencias individuales de aptitudes,
necesidades, intereses y ritmos de maduración de las personas,
justamente para no renunciar al logro de resultados de calidad para
todos.
La propia diversidad del alumnado
aconseja una cierta variedad de trayectorias; pero, de acuerdo
con la Ley, es responsabilidad de los poderes públicos que cualquiera de
ellas esté igualmente abierta al futuro, asegure a todos la
adquisición de competencias cualificadoras para las posteriores etapas
educativas, formativas o laborales, y garantice una calidad equivalente
de los diferentes procesos formativos (LOCE, BOE 24-XII-2002, 45190).
Destacamos los
aspectos nucleares que pueden ser decisivos para conformar en la
práctica una educación de calidad para todos.
a)
Concepción de la educación como un proceso inclusivo y formativo a lo largo
del ciclo vital
Las oportunidades
educativas se configuran a lo largo y ancho del ciclo vital. La etapa de
cero a seis años sufre un importante revisionismo. Desaparece de la
Estructura del Sistema Educativo la educación preescolar de 0 a 3 años,
periodo al que asigna la finalidad de “la atención educativa y asistencial a
la primera infancia”, que en la práctica pasa a ser de carácter
asistencial antes que educativo. Esta medida se percibe como un
retroceso, al margen de que la LOGSE no lograra desarrollar plenamente
su carácter educativo. Cara a lograr la escuela y la sociedad inclusiva,
esta decisión no apoya la conciliación de la vida familiar y laboral de la
mujer, ni supone apoyo al fomento de la natalidad y de la recuperación
demográfica de nuestro país. El Informe sobre el estado y situación del
sistema educativo. Curso 2001/2002 del Consejo Escolar del Estado recoge
estas ideas al tiempo que:
insiste...en la necesidad de un Plan
Estatal de Educación Infantil que...garantice la existencia de plazas
gratuitas para todos los niños y niñas de 0-3 años que así lo demanden
(Consejo escolar del Estado, 2002, 37).
Queda
fortalecida la educación infantil de tres a seis años al ser gratuita en
los centros públicos y garantizarse la existencia de plazas, extenderse a
los alumnos con NEE e incorporar nuevos contenidos como iniciación al
aprendizaje de una lengua extranjera y a las tecnologías de la información y
la comunicación. En los dos últimos cursos de esta etapa prácticamente
estaban escolarizados todos los alumnos (Consejo escolar del Estado, 2002,
29) y era esperable que se consolidase y ampliase.
Por lo
demás, la estructura general del sistema educativo prácticamente no sufre
variaciones; sí sufre una variación cualitativa, un cierto giro global
hacia el fortalecimiento de una escuela con más mecanismos para aumentar la
inclusión (¿y la exclusión?). Se aprecia en medidas como: a) La
importancia concedida al diagnóstico precoz del alumno en la
educación primaria cara a evitar tempranamente el fracaso, mediante
medidas de refuerzo y atención individualizada (Art. 16.4), medidas de
refuerzo y apoyo que se prevén igualmente para el primer ciclo de la ESO y
que podrían extenderse también al segundo ciclo (Art.25). Prevé que al menos
cada curso académico se revisará la aplicación de medidas de carácter
individual, que aplicadas “indefinidamente” podrían terminar limitando
las posibilidades del alumno antes que su contrario, añadimos; b) Prevé la
posibilidad de repetir y de acelerar curso (Arts. 17, 29 y 43); c)
Otorga un papel central a la evaluación en los diferentes niveles que
permitirá a profesores y centros conocer su grado de eficacia y tomar
decisiones sobre su propia organización escolar y prácticas docentes; d)
Otorga una importancia capital a la autonomía de los centros y a la
cultura escolar que deben engendrar.
b) Objetivos como
progreso a tres niveles o personal, social y económico.
Educación integral e
integradora. Los objetivos personales apuntan a la educación afectiva
redimensionada desde diversos ámbitos. La tan citada inteligencia
emocional (Goleman, 199 ), sería el punto de encuentro entre la
capacidad y la formación, por un lado, y el conocimiento y manejo del mundo
afectivo, por otro, y es dimensión crítica en las creaciones humanas y en
la solución de problemas como la violencia de género. Los creadores y
los genios combinan las sensaciones de ambos hemisferios o la razón y la
emoción cuando realizan sus mejores trabajos; la violencia de género está
causada en buena medida por una falta de manejo de las emociones, que acaece
cuando uno de los miembros, normalmente el varón, siente que pierde el
control (¿irracional?) sobre el otro y no es capaz de ponerse en su lugar
para tratar de analizar en qué le asiste y en qué no le asiste la razón y
cómo mejorar el conflicto. Tiene otras manifestaciones en la construcción
de la propia identidad, tema primordial en el caso de los alumnos
extranjeros. Es igualmente importante en la renovada perspectiva del
“empowerment” o conquista, conciencia y desarrollo del propio valer.
Logros
progresivos en los tres niveles llevarían a la conquista de la condición de
ciudadano, una nueva forma de enfocar la escuela inclusiva desde los
planteamientos multiculturales e interculturales (Banks, 1997; Bartolomé,
Cabrera y otros, 1999; Bartolomé, 2000).
c) El sistema educativo ofrece
una tupida red de oportunidades que permitirá transitar por ella en función
de los propios objetivos
Plantea la igualdad de
oportunidades y la equidad en los diferentes niveles educativos,
atendiendo la realidad de las diferencias humanas a lo largo del ciclo
vital. Más allá de la demagogia y de las legítimas prioridades de la persona
y de los grupos, una ley orgánica promulgada en nuestros días tenía que
plantear nuevas oportunidades normalizadas y ofrecer alternativas a
los problemas surgidos ante realidades emergentes. Tal es el caso de los
“objetores escolares” (Rodríguez Dieguez y col., 1998) y el que podría
aflorar, si no se prevé, con la afluencia masiva de alumnos emigrantes
procedentes de países africanos y asiáticos, entre otros.
EL tema
es especialmente complejo en el caso de los alumnos extranjeros y con
consecuencias a medio y largo término; no pueden concebirse en bloque como
“grupos marginados” porque un emigrante que se eduque desde preescolar o
primaria en nuestro sistema educativo, puede llegar a ser un alumno más de
la escuela que, si tiene determinación y apoyo, podrá transitar y coronar el
nivel universitario. El papel de las expectativas sociales y prácticas
escolares son cruciales en el nivel y calidad de los logros que alcanzan los
alumnos y la investigación concluyente en este punto. Sin embargo, hay
alumnos emigrantes que llegan a la escuela en edades intermedias, sin
conocimiento de la lengua y cultura españolas, aparte de que la capacidad y
los recursos para el aprendizaje se distribuyen desigualmente entre los
alumnos, emigrantes o no, y la Ley debe preverlo. Por ello hay iniciativas
como:
“los programas de iniciación profesional
(que) se conciben como una alternativa presidida por los principios de la
máxima inclusividad y la adecuada flexibilidad del sistema educativo y
orientada, primordialmente, a aquellos alumnos que rechazan la escuela en su
concepción tradicional, de modo que quienes los cursen con aprovechamiento
puedan conciliar cualificación profesional y competencias básicas de
carácter general, mediante una adaptación franca de los contenidos, de
los ritmos y de la organización escolar (LOCE, BOE 24-XII-2002,
45190-91).
d) Configuración
flexible del sistema educativo para atender a la diversidad
Causa y consecuencia de los
anteriores y siguientes principios, trata de ofrecer caminos convergentes
que respondan a la realidad de la diversidad humana. Como señalan Corno y
Snow (1986) en un espléndido trabajo de síntesis que sigue teniendo
vigencia, adaptar la educación a las diferencias humanas implica dar
oportunidades de formación diferenciadas dentro del sistema general, de modo
que se atienda la diversidad de capacidades, intereses y talentos como una
exigencia propia de la escuela democrática y como un requisito para la
supervivencia de la democracia y su profundización. La educación inclusiva
es, en gran medida, la nueva denominación de la educación adaptativa de
Corno y Snow.
La
historia de la educación muestra que los criterios de agrupamiento escolar o
la organización escolar en sentido amplio, ha sido (y será) un tema objeto
de permanente revisión pedagógica. Como señalamos en un trabajo anterior
(Jiménez Fernández, 2002a), obviando los matices, hay
un hilo conductor entre los nuevos y viejos conceptos preocupados por
atender desde la escuela la unidad y diversidad de los seres humanos.
Escuela inclusiva, escuela integradora, educación adaptativa, educación
individualizada, educación especial, escuela graduada, forman parte de un
continuo no siempre lineal y superador de los conceptos precedentes pero sí
en la misma dirección; adaptarse a las diferencias humanas significativas
para la educación ya reduciendo su cuantía a efectos prácticos (agrupamiento
homogéneo en sus diversas variantes), ya contemplándola en toda su amplitud
(agrupamiento heterogéneo), jugando en ambos casos con objetivos valiosos
desde la perspectiva personal y social.
La escuela graduada, innovación nacida en
la segunda mitad del siglo XIX, significó un nuevo concepto de escuela que
vertebró en torno a la edad la institucionalización de la enseñanza
pública. La organización de la escuela en grados o cursos fue la respuesta
general adoptada por los Estados Unidos de América para hacer frente a
clases numerosas y heterogéneas surgidas con la popularización de la
escuela, si bien la idea tenía su cuna en la escuela prusiana de Europa.
Se tomará prontamente conciencia de la existencia de amplias diferencias
individuales en el interior de cada grado o grupo de edad cronológica, y
desde la propia escuela graduada se arbitran medidas para atenderla, como
la promoción continua del alumno a lo largo del curso o la existencia de
dos o tres líneas de promoción, con la posibilidad de paso entre ellas,
decisión que contenía en sí misma el germen de la educación
individualizada y que impulsó la investigación sobre criterios de
agrupamiento escolar (Marín Ibáñez, 1977).
e) Contemplación de las diferencias individuales con significado
para la educación
Habla de diferencias en aptitudes, necesidades, intereses y
ritmos de maduración y en el articulado incorpora otras como
diferencias en personalidad. Un enfoque tradicional de la Pedagogía
diferencial ha sido y sigue siendo analizar qué diferencias tienen interés
pedagógico, qué modulaciones sufren al contemplarlas en diferentes
contextos educativos desde criterios analíticos como la edad, el género,
el lugar de residencia, el grupo étnico o la clase social, dando lugar a
las pedagogías diferenciadas, por una parte; por otra, otro criterio
analítico ha sido y es el tomar el nivel de capacidad o el tipo de
minusvalía del alumno y observar cómo se comportan el resto de las
características en los distintos ambientes escolares configurados para
educar en el logro de objetivos valiosos. Este enfoque tiene utilidad
científica y proyección práctica si se saben aplicar integradamente los
hallazgos; y a la inversa, hallazgos puntuales tomados aisladamente fuera
de un contexto integrador, pueden conducir a cualquier tipo de resultado.
Las diferencias en aptitudes tienen su manifestación más
palmaria en los alumnos con capacidades extremas o superdotados y
menos dotados intelectualmente, que estudiaremos más adelante.
Los ritmos de maduración son un parámetro de alto interés escolar en
las edades tempranas o preescolar y primaria. Varios estudios (Langer,
Kalk y Searls, 1984; Rivas Navarro, 1989; El País, 10-III-03) revelan
diferencias significativas entre los niños nacidos en los primeros
meses del año escolar y sus compañeros de la misma edad pero nacidos en
los últimos meses de dicho año; diferencias intracurso en madurez para el
aprendizaje que tienen su reflejo en el rendimiento medio que obtienen
los grupos nacidos en meses extremos, a favor de los nacidos en los
primeros meses del curso. En los sistemas escolares centrados en
“el alumno medio”, estas diferencias en maduración, que desparecen
a lo largo de la escolaridad primaria y en todo caso en la escolaridad
obligatoria, pueden producir otros efectos no deseados como es el
atribuir al propio alumno falta de capacidad y de interés por la escuela.
Una característica transitoria al darse en un sistema que actúa como si
las diferencias no fueran tan comunes como las semejanzas, y que trata y
espera de todos un rendimiento similar, termina por atribuir a la
capacidad y esfuerzo del alumno el menor rendimiento que obtiene,
provocando a su vez la autopercepción distorsionada, creer que se
es un estudiante mediocre o malo. Cuando más tarde el alumno pueda tomar
conciencia del error de atribución, el daño está hecho. El concepto de
ciclo debe ser el referente obligado en la evaluación del alumno,
especialmente en edades tempranas, pues da mayor juego a la maduración y
permite vigilar la transición horizontal o paso de la familia a la
escuela, y la vertical o ascenso a lo largo del sistema escolar.
Otras fuentes de diferenciación como el medio social de procedencia suma
sus fuertes efectos en edades tempranas, y de no actuar
correctamente llevan a aumentar las debilidades de los más débiles.
f) Los diferentes caminos o vías dentro del sistema educativo
conducen a un mismo reconocimiento social y están transversal y
longitudinalmente interconectados
Era exigible que los distintos itinerarios así como los
programas de iniciación profesional, que desde cierta perspectiva son
un itinerario más, desembocaran en un mismo título, título que es
el que de algún modo otorga la “condición de ciudadano”. Sin el Título de
Graduado en ESO, difícilmente dejan de ser “carne de cañón” los que no lo
poseen. Ello más allá de la petición inmediata de algunos grupos o padres
que piden se les de a sus hijos un simple “certificado de escolaridad”.
Hay que entender su situación pero en nuestra sociedad dicho certificado
equivale también a certificar el fracaso escolar. Se les expediría a
aquellos alumnos que el sistema no ha sabido integrar y que, por sí
mismos, no han sido capaces de ir más allá de la posible rebelión
testimonial, seguramente que legítima.
Por otra parte, la persona humana tiene posibilidades múltiples e
imprevisibles y puede querer cambiar de opción académica, reiniciar un
camino abandonado, abrirse a otros campos o crear su propio menú como
persona adulta. La Ley debe amparar tan legítimas demandas en una sociedad
del conocimiento y la movilidad; reconocer el valor igual del
título en la escolaridad obligatoria es un paso cualitativo importante
en esa dirección que facilita el camino hacia la inclusión de todas las
personas. Asimismo la contemplación de grupos con necesidades
educativas específicas; la posibilidad de cambiar de opción en el
bachillerato y el entramado del aprendizaje permanente de adultos,
confluyen en el principio de oportunidades de educación de calidad similar
para todos.
Los itinerarios han sido objeto de acalorado debate social. Tienen
su importancia en la medida en que pueden aumentar las probabilidades
de que se cumplan determinadas profecías y prejuicios, que
perjudicarían a los más débiles. Son una forma razonable de dar
flexibilidad al sistema y, sin duda, hay otras. En cualquier caso sí era
exigible diversificarlo para corregir los problemas de exclusión y fracaso
escolar, y los itinerarios han sido la opción del legislador. Su éxito
dependerá, en buena medida, de cómo se apliquen en la práctica
junto al resto de las medidas que los justifican y complementan pues
en sí mismos su valor es neutral. En el caso de la alta capacidad su
importancia es menor pues el alumno elige, en primer lugar, en función de
sus intereses profundos y sólo secundariamente considera otros posibles
valores asociados a cada una de las opciones. Son los padres los que
presionan a los hijos brillantes, particularmente a los chicos, para que
elijan caminos duros y prestigiosos (Jiménez Fernández y col, 2001;
2002).
Finalmente recordar que los estudios sobre
diferencias individuales y sociales y su incidencia en el rendimiento e
integración escolar, han sido un apoyo importante para revisar decisiones
de organización escolar rígida (Wang y Lindwadll, 1984). El cruce de
diferentes fuentes de diferenciación como el ritmo de maduración, los
prerrequisitos para el aprendizaje ligados a la clase social de
procedencia y las diferencias en capacidad e intereses de los alumnos a lo
largo de la escolaridad obligatoria, vienen a mostrar que en cualquier
grado o curso, la edad mental viene a ser de un medio de la edad
cronológica. Es decir, que un grupo de alumnos de doce años de edad
cronológica cuyos cocientes intelectuales oscilen entre 85 y 130,
equivaldrá en términos prácticos a una edad mental de entre nueve y quince
años de edad, variabilidad que vuelve imprescindible el recurso a modelos
para adaptar el currículo a lo largo de la escolaridad.
g) Otro aspecto a resaltar es la nueva terminología introducida en
la LOCE
Cada ley genera su propia “cultura”. Aunque normalizan prácticamente los
mismos fenómenos acuden a denominaciones renovadas, reflejo de las
realidades emergentes, de la terminología acuñada por la investigación y
del argot, en ocasiones altamente denotativo, que se gesta en los centros
escolares y sus entornos, responsables de modular los comportamientos
valiosos previstos en la norma. Casi hemos olvidado las siglas de EGB o
educación general básica de la Ley General de Educación de 1970,
siglas que en nuestros días han sido sustituidas por ESO o educación
secundaria obligatoria pues la educación primaria no ha cuajado en una
sigla mágica. Otra sigla ya casi ignorada es la de BUP o bachillerato
unificado y polivalente y podríamos citar otras recientes como NEE o
necesidades educativas especiales, que en su momento han pasado a ser
patrimonio de nuestra sociedad. Otros términos como comprensividad,
atención a la diversidad, “garantía social” o bachillerato LOGSE, son
parte del acerbo de esta última Ley. La fortuna de siglas y términos ha
ido acompañada del hecho de pautar una realidad parcialmente nueva y que
desdibujaba la configuración mental anterior, reflejo de la regulación
hasta entonces existente. Cabe esperar que en un plazo razonable términos
como educación de calidad para todos, educación de los alumnos
extranjeros, educación de los alumnos superdotados, necesidades educativas
específicas o itinerarios pasen a ser moneda de cambio. Algunas nuevas
denominaciones no suponen cambios significativos en relación con la
situación anterior pero, al haber sido objeto de apasionado debate, se han
revestido de una patina emocional que sobredimensiona su significado
innovador, al menos transitoriamente.
4.1. Atención a los alumnos con necesidades educativas específicas
Pasamos a hacer especial mención del Capítulo VII que con la nueva
denominación De la atención a los alumnos con necesidades
educativas específicas consta de cuatro secciones dedicadas a: 1) La
igualdad de oportunidades para una educación de calidad; 2) Los alumnos
extranjeros; 3) Los alumnos superdotados intelectualmente, y 4) A los
alumnos con necesidades educativas especiales, siendo nuevas la 2) y la
3). Son nucleares en la articulación de una educación inclusiva,
diferenciada y equitativa pues como dicen los juristas de tradición
aristotélica, justicia es tratar igual a los que son iguales y desigual a
los que son desiguales.
4.1.1. Los alumnos en desventaja social y su inclusión escolar
La sección 1ª. De la igualdad de oportunidades para una educación
de calidad, señala:
Art. 40. Principios
1. Con el fin de asegurar el derecho
individual a una educación de calidad, los poderes públicos
desarrollaran las acciones necesarias y aportarán los recursos y los
apoyos precisos que permitan compensar los efectos de situaciones
de desventaja social para el logro de los educación y de formación
previstos para cada uno de los (¿niveles?) del sistema educativo.
2. El Estado podrá impulsar,
mediante convenios con las Comunidades autónomas, actuaciones
preferentes orientadas al logro efectivo de sus metas y objetivos
en materia de igualdad de oportunidades y de compensación en educación.
Art. 41. Recursos
1. Las Administraciones...adoptarán
procedimientos singulares en aquellos centros escolares o zonas
geográficas en las cuales, por las características socioeconómicas
y socioculturales de la población correspondiente, resulte necesaria
una intervención educativa diferenciada, con especial atención a la
garantía de la igualdad de oportunidades en el mundo rural...
2. Los poderes públicos organizarán y
desarrollarán de manera integrada acciones de compensación educativa,
con el fin de que las actuaciones...consigan el uso más efectivo
posible de los recursos empleados.
3. Excepcionalmente, en aquellos casos en
que, para garantizar la calidad de la enseñanza, los alumnos de
enseñanza obligatoria hayan de estar escolarizados en un municipio
próximo..., las Administraciones educativas prestarán de forma
gratuita los servicios escolares de transporte, comedor y, en su caso,
internado.
Aunque no se
hace referencia explícita a la marginación de la mujer ni a la secular
exclusión social de grupos como los gitanos, estarían incluidos entre los
grupos objeto de acciones compensatorias. Por lo demás el texto destaca que
se trata de “compensar los efectos de situaciones de desventaja” y a tal
fin, el Estado podrá impulsar “actuaciones preferentes” conjuntamente con
las Comunidades Autónomas; que las Administraciones educativas adoptarán
“procedimientos singulares” cuando las necesidades del entorno aconsejen
“una intervención educativa diferenciada”, y se desarrollarán “de forma
integrada” las acciones de compensación educativa, siendo el “medio rural un
ámbito preferente”.
Las
acciones compensatorias siguen teniendo sentido, siempre que se asuma que
van destinadas a satisfacer necesidades específicas detectadas en el
análisis de situaciones determinadas, vayan asociadas al diseño propio de la
escuela inclusiva, impliquen al conjunto de los participantes en el proceso
educativo y encuentren apoyo en acciones extraescolares. No pueden partir
del paradigma de la diferencia como déficit o minusvalía, en cuyo caso las
actividades compensatorias suponen reproducir patrones de enseñanza y
aprendizaje y expectativas docentes de calidad inferior, al disminuir el
nivel y ritmo de exigencia.
Acciones
compensatorias en edades tempranas como los programas para preescolares
aplicados masivamente en occidente en la década de los sesenta y setenta,
muestran una serie de conclusiones que conviene tener en cuenta. Los
programas con resultados más duraderos han sido aquellos que
partían de modelos teóricos previos, fijaban objetivos a conseguir
siendo estos de distinto tipo y a distinto plazo, desarrollaban
actividades coherentes con el diseño y de manera más integrada, tenían
cierta duración o uno más años académicos, implicaban al centro y
a la familia y no eran necesariamente los más caros en términos
económicos; la implicación del profesorado era un factor crítico para
el éxito del programa (Wang y Lindwall, 1984; Stanling y Stipek, 1986;
Espín, 1991; Aguado y otros, 1999). Algunos de los programas aplicados
resultaron un fracaso; había programas que se limitaban a cuidar de los
alumnos sin estimular su aprendizaje social e intelectual o lo hacían sin
planificación previa ni previsión de resultados. Programas recientes
implantados desde la experiencia habida en la evaluación de distintos tipos
de programas, y evaluados tras una extensa aplicación en escuelas de
educación infantil y primaria de los Estados Unidos, muestran que la
prevención e intervención temprana tiene efectos eficaces en los niños en
situación de riesgo escolar y social (Santos Rego y Slavin, 2002).
La compensación
tiene sentido como parte de las actividades de la educación de los alumnos
extranjeros, de los superdotados, de los normales o con NEE; también lo
tiene en el caso del medio rural, en los extrarradios de las grandes
ciudades y con los grupos secularmente marginados. Concebida para carencias
específicas, integradas dichas acciones compensatorias en un contexto
escolar y social normalizado, pueden cubrir razonablemente el fin que
persiguen. Y a la inversa, exigencias a la baja, descontextualizadas y sin
proyección en la vida del alumno y del grupo, pueden producir cualquier
efecto menos el que sería de esperar, a pesar de nacer bajo el rótulo de la
compensación.
4.1.2. Los alumnos extranjeros y su inclusión escolar
Dada su novedad,
transcribimos literalmente lo legislado sobre estos alumnos en dicho
Capitulo VII. Dice así:
Sección 2ª. De los alumnos extranjeros
Art. 42. Incorporación al sistema educativo
1. Las Administraciones educativas
favorecerán la incorporación al sistema educativo de los alumnos
procedentes de países extranjeros, especialmente en edad de
escolarización obligatoria. Para los alumnos que desconozcan la lengua y
cultura españolas, o que presenten graves carencias en conocimientos
básicos, las Administraciones educativas desarrollarán programas
específicos de aprendizaje con la finalidad de facilitar su
integración en el nivel correspondiente.
2. Los programas a que hace referencia el
apartado anterior se podrán impartir, de acuerdo con la planificación de las
Administraciones educativas, en aulas específicas establecidas en centros
que impartan enseñanzas en régimen ordinario. El desarrollo de estos
programas será simultáneo a la escolarización de los alumnos en los grupos
ordinarios, conforme al nivel y evolución de su aprendizaje.
3. Los alumnos mayores de quince años
que presenten graves problemas de adaptación a la Educación
Secundaria Obligatoria se podrán incorporar a los programas de iniciación
profesional establecidos en esta Ley.
4. Los alumnos extranjeros tendrán los
mismos derechos y los mismos deberes que los alumnos españoles. Su
incorporación al sistema educativo supondrá la aceptación de las normas
establecidas con carácter general y de las normas de convivencia de los
centros educativos en los que se integren.
5. Las Administraciones educativas adoptarán
las medidas oportunas para que los padres de alumnos extranjeros reciban
el asesoramiento necesario sobre los derechos, deberes y oportunidades
que comporta la incorporación al sistema educativo español.
Era exigible un
planteamiento explícito sobre la educación de los alumnos procedentes de la
emigración masiva que evite su explotación y exclusión, al tiempo que
afronta su realidad diferenciada dentro del sistema educativo ordinario.
Aunque se sobreentiende, aclarar que la educación de los alumnos extranjeros
se refiere fundamentalmente a los que proceden de medios socialmente
desfavorecidos, que viven en condiciones precarias y que encuentran
dificultades para integrarse en la sociedad de acogida. Es hacia este tipo
de personas hacia las que existirían “racismo institucional y social” más o
menos larvado.
La Ley
adopta planteamientos inclusivos y ofrece “una tupida red” de oportunidades
de calidad, por ejemplo, previendo el apoyo en la enseñanza de la lengua y
cultura españolas y en la corrección de carencias cognitivas de carácter
grave, dimensiones que están en la base de diagnósticos erróneos.
Experiencias normalizadoras que se ofrecerán en el centro ordinario en
paralelo con la escolarización general del alumno.
Asimismo
ofrece la oportunidad de integración escolar a los alumnos que han
sobrepasado la edad de la escolarización obligatoria. Para los que se
incorporen a la escuela en el tramo final de la ESO y presenten en ella
graves problemas de adaptación, los programas de iniciación profesional
pueden ser la alternativa que les facilite una preparación profesional
terminal y abierta, sancionada con el Título de Graduado. Esta alternativa
parece pragmática y puede dar frutos aplicada en sus justos términos; habrá
que huir de la demagogia y no perpetuar el status quo que pretende
cambiar.
Equipara
los deberes y derechos de todos los alumnos y da autonomía a los centros
para que desarrollen sus propias normas de convivencia, que afectarán a
todos por igual. Finalmente señala que se desarrollarán medidas para
informar y asesorar a los padres de los alumnos extranjeros como, por otra
parte se hace con el conjunto de los padres. El legislador es consciente de
la gravedad y proyección del tema y en la Exposición de motivos
señala que uno de los desafíos es:
“..el rápido incremento de la población
escolar procedente de la inmigración demanda del sistema educativo nuevos
instrumentos normativos, que facilite una efectiva integración, educativa y
social, de los alumnos procedentes de otros países que, con frecuencia,
hablan otras lenguas y comparten otras culturas. Pues el grado de
integración social y económica de los adultos depende, a medio y largo
plazo, de la capacidad de integración por parte del sistema educativo
de niños y adolescentes procedentes de la emigración” (LOCE, BOE 24-XII-02,
45189).
Desarrollar y aplicar esta nueva regulación no va a ser fácil pero sí
clarifica el horizonte. Para ilustrar algunos de sus matices reseñamos
algunas investigaciones.
En orden
cronológico, recordemos la investigación de Coleman y sus colaboradores
(1982) sobre el papel jugado por la escuela pública y privada en
la integración de los alumnos negros, hispanos y de otras minorías étnicas,
realizada sobre una amplia muestra de alumnos y centros de educación
secundaria. En 1966 había publicado un macroestudio sobre la igualdad de
oportunidades en la escuela obligatoria de su país, Estados Unidos, que se
convirtió en un best seller y en un revulsivo social; venía a
concluir que la escuela básica americana contribuía más bien poco á promover
la igualdad de oportunidades y la integración social, y que los más
perjudicados eran los grupos socialmente más marginados, entre los que se
encuentran las falsamente llamadas “minorías”, es decir, los grupos con
carencias económicas y sociales, los grupos étnicos, los negros y las
mujeres. Estos dos últimos grupos no son grupos minoritarios en la sociedad
americana (y las mujeres es altamente probable que tampoco lo sean en otros
países).
El
macroestudio de 1982 concluye, entre otros, a) Que los
alumnos asistentes a centros públicos o con mayoría negra obtienen inferior
rendimiento académico e inferiores expectativas que los
asistentes a centros privados. Los alumnos de los centros privados destacan
en matemáticas, vocabulario y lectura comprensiva y tienen aspiraciones
profesionales más altas, y b) Que los centros privados contribuyen más
que los públicos a la integración racial, pues si bien se confirmaba que
recibían menor número de alumnos negros que los centros públicos, en cambio,
sí recibían un número similar de alumnos de otras minorías, e
internamente el sector privado era menos segregacionista que el
público y más exigente con todos los alumnos. Las diferencias en
rendimiento y autoestima de los alumnos, a favor de la escuela privada, las
atribuyen a dos variables típicamente pedagógicas o demandas académicas
(¿esfuerzo?) y régimen disciplinario (¿valores y clima del centro?). Los
alumnos de centros privados estudian un número de horas significativamente
mayor y eligen materias duras en proporciones significativamente superiores;
por otra parte, el absentismo y los retrasos escolares de profesores y
alumnos son inferiores en los centros privados así como las amenazas a los
profesores y las disputas entre alumnos. Y concluyen que una de
las causas del descenso del rendimiento por parte de la escuela pública
estribaría en la creencia de que con ello se contribuía a la integración
racial, creencia perversa. Enfatizar la igualdad no es sinónimo de
reducción de los niveles de exigencia, como había ocurrido de hecho.
Un segundo
estudio que puede resultar aleccionador ha trabajado con los hijos de los
españoles que emigraron a los países ricos de Europa allá por los
años sesenta y setenta. Estudia la situación personal, escolar y social
de estos alumnos denominados la “segunda generación”. Concluye que dos
tercios de la muestra tienen entre 0 y 14 años y entre 15 y 19 años el
tercio restante. El 80% habla la lengua del país receptor (el 57%
perfectamente) y el resto tiene dificultad o la desconoce. Cuando se
relacionan los hermanos, el 25% habla en español, el 53% en el idioma del
país receptor y el 20% mezcla dos o más lenguas pues hay lenguas regionales
(¿cooficiales?) donde algunos residen. Con los padres el idioma predominante
es el español (65%), mezclan varias lenguas o hablan la del país receptor.
Los amigos son españoles (22%), autóctonos (32%) o de múltiples procedencias
(40%).
En la
escuela su tasa de éxito es significativamente inferior a la de los
autóctonos, y con una orientación doblemente negativa pues van hacia los
estudios menos valorados y, a la vez, con menores
posibilidades de progresión personal y profesional. Su presencia en los
centros y aulas de educación especial es superior a la que proporcionalmente
les correspondería. Profesionalmente siguen teniendo graves dificultades
para acceder a puestos relevantes dentro de la estructura general de empleo
existente, por lo que aunque en menor medida que sus padres, se están
convirtiendo a su pesar en una segunda leva de mano de obra. Dentro de la
sociedad son identificados como parte de una minoría étnica escasamente
valorada social y culturalmente. Su identidad cultural es
compleja y contradictoria pues tiene sus raíces fuera de donde reside,
raíces que conoce en buena medida a través de las vivencias paternas; sus
progenitores piensan en el hijo y en que retorne exitoso a España como el
instrumento para legitimar que la emigración mereció la pena; a la vez que
empujan la integración en el país receptor. Personalmente dudan si
integrarse individualmente en el país de acogida rompiendo el lastre
“español” o si mantener el apego nostálgico y estereotipado a lo “español”,
arropados por el grupo de origen. Es estereotipado o parcial su conocimiento
de la lengua y cultura, pues en los países donde residen no hay refugios
culturales que les ayuden a mantenerlas y a vivirlas en plenitud (
Iglesias Gautían, 1987). Esta situación era la existente en Europa con los
emigrantes en general, etapa que ha dado paso a pensar en la
multiculturalidad y a profundizar en las exigencias y consecuencias de una
educación intercultural (Bartolomé, 1997, 2000), utopía aún lejana.
Los estudios
recientes confirman de nuevo las dificultades existentes para la inclusión
escolar de los emigrantes y que, con algunas variantes, afectan a todos los
grupos étnicos dispersos a lo largo y ancho del mundo desarrollado. Muchas
de las dificultades proceden o aumentan con las actitudes, expectativas y
prácticas escolares existentes, que niegan el conflicto ignorándolo o
etiquetando a los grupos para introducir el orden, desde el referente del
modelo normativo de la cultura dominante. Las expectativas y actitudes de
profesores y sociedad traspasan los muros del aula y un importante cuerpo de
investigación señala que las distintas fuentes de diferenciación al
interactuar juntas, aumentan significativamente la probabilidad de resultar
perjudicado por dichas prácticas (Aguado y otros, 1999). Un alumno
emigrante, con desconocimiento del idioma y de los usos sociales, carente de
patrocinadores o intermediarios, con aspecto más bien inusual y una
inteligencia normal o media baja en un medio escolar sin pares de su grupo,
tiene altas probabilidades de ser diagnosticado como “límite”; extremo que
raramente ocurrriía si se presentara en un centro donde los chicos de su
grupo cultural son mayoría (Troyna y Siraij-Blatchford, 1993).
4.1.3. Los alumnos
superdotados y su inclusión escolar
Tema nuevo la LOCE
se refiere a ellos en los siguientes términos:
1.- Los alumnos superdotados
intelectualmente serán objeto de una atención específica por parte de
las Administraciones educativas.
2. Con el fin de dar una respuesta educativa
más adecuada a estos alumnos, las Administraciones educativas adoptarán
las medidas necesarias para identificar y evaluar de forma
temprana sus necesidades.
3. El Gobierno, previa consulta a las
Comunidades Autónomas, establecerá las normas para flexibilizar la
duración de los diversos niveles y etapas del sistema educativo
establecidos en la presente Ley, independientemente de la edad de estos
alumnos.
4. Las Administraciones
educativas adoptarán las medidas necesarias para
facilitar la escolarización de estos alumnos en centros
que, por sus condiciones, puedan prestarles una atención adecuada
a sus características.
5. Corresponde a las
Administraciones educativas promover la realización de cursos de
formación específica relacionados con el tratamiento de estos alumnos
para el profesorado que los atienda. Igualmente adoptarán las medidas
oportunas para que los padres de estos alumnos reciban el adecuado
asesoramiento individualizado, así como la información necesaria que les
ayude en la educación de sus hijos (Art. 43).
Al fin se contemplan explícitamente y se
prevén medidas en ámbitos interdependientes y en los diversos sectores o
administraciones, centros, profesores, padres y alumnos. Dado que es un tema
sin tradición en nuestros centros, queremos expresar alguna reserva a alguna
formulación literal, a la espera de conocer su desarrollo. El objetivo sería
que todos los centros, salvo excepción, sean capaces de atender la
diversidad, de los superdotados en este caso. Para los objetivos de una
escuela inclusiva no parece lo ideal limitar a determinados centros (¿y
profesores?) la atención a estos alumnos, opción del legislador en el caso
de los grupos con necesidades educativas específicas. Tampoco sería adecuado
limitar su atención diferenciada al salto de curso puro y duro (Art. 43.3),
hurtando al profesor la atención parcialmente diferenciada que precisan,
extremo que podría ocurrir de seguir por el camino iniciado en estos últimos
años. Finalmente, se trata de renovar la formación del profesorado en
servicio (Art. 43.5) y de incorporar esta temática a la formación del
profesorado en preservicio. Al hilo de lo anterior, pasamos a
desarrollar algunas ideas sobre la educación de los alumnos superdotados,
tema en ebullición en países tan próximos como Gran Bretaña o Francia (Delaubier,
2002).
El movimiento hacia la inclusión e integración en un
único sistema escolar del conjunto de la población afecta frontalmente a los
más capaces por las siguientes razones fundamentalmente (Jiménez Fernández,
2002b): a) Es un grupo olvidado y que existe como grupo natural en
todas las sociedades aunque la escuela pueda negar o ignorar su existencia;
b) Es un grupo con necesidades educativas específicas o especiales,
que deben ser atendidas tempranamente en el marco escolar ordinario. c) Es
un grupo sin conciencia de su identidad, recursos y obligaciones dado
que la escuela no contempla sus NEE; en consecuencia, al dejar en manos del
contexto familiar y social la satisfacción de las mismas, da un poder
notable a las condiciones sociales de partida. d) Existen superdotados en
todos los grupos sociales pero no tienen igualdad de oportunidades para
florecer; de ahí la importancia de que la escuela, especialmente la
sostenida con fondos públicos, los apoye adecuadamente pues la capacidad no
florece en cualesquiera condiciones. e) Alta capacidad y éxito escolar y
social no guardan una relación de causalidad; hay fracasados escolares y
sociales entre los más capaces y alumnos muy capaces condenados a la
mediocridad. f) Toda sociedad evolucionada precisa cultivar la diversidad
de talentos para mantener y conquistar cuotas de bienestar y de
libertad.
Para comprender su singularidad baste recordar que desde el punto de vista
del aprendizaje, los superdotados aprenden a mayor ritmo, con
mayor profundidad y mayor amplitud que sus iguales, sobre todo si
trabajan en temas que atraen su interés y si encuentran en familia,
profesores y compañeros el estímulo y la guía adecuados. Existe discrepancia
entre sus NEE y el currículo ordinario de la escuela simplemente
comprensiva. A su vez es un grupo internamente heterogéneo, o lo que
es lo mismo, hay alumnos extremadamente superdotados que tendrían su
contrarréplica psicométrica en el deficiente mental profundo, los hay
medianamente superdotados y simplemente superdotados. Por ello no hay un
modelo de emplazamiento escolar y un método de enseñanza ideal para todo el
grupo a lo largo del recorrido escolar; hay un gradiente de
necesidades educativas que precisan ser satisfechas con modelos de
agrupamiento y metodologías de enseñanza-aprendizaje flexibles, exigentes y
que den autonomía al alumno.
La integración escolar de los alumnos con discapacidad y la de
los social y culturalmente más desfavorecidos han requerido gran energía y
es un logro a mejorar, pero no debe ir en detrimento de los más capaces,
entre otras razones para poder mantener la calidad de vida de aquellos
educando a todos tempranamente en el compromiso social y la equidad. Sin
embargo, el principio radical de la inclusión y las prácticas
escolares en que ha cristalizado, globalmente han ido en detrimento
del grupo de los más capaces, alumnos que necesitan varios grupos de
referencia, y no sólo a sus iguales en edad cronológica, para su
correcto crecimiento personal, social y académico (Kearny, 1996;
Delisle, 1999). Necesitan jugar y trabajar con sus compañeros de la misma
edad cronológica ya como compañeros ya como tutores; necesitan jugar y
trabajar con compañeros de su misma edad mental para recibir y dar desafíos
adecuados que desarrollen sus recursos cognitivos, habilidades sociales y la
capacidad para manejar el complejo mundo afectivo, y necesitan implicarse en
actividades extraescolares para desarrollar competencias de participación y
compromiso social. Con el agrupamiento homogéneo y el currículo ordinario
como único recurso, resultan particularmente perjudicados los
extremadamente superdotados y los superdotados procedentes de los grupos
socialmente desfavorecidos.
Los primeros porque son especie de “almas pensantes”
que conceptualizan el mundo en términos cognitivos y fuera de ese ámbito
suelen ser socialmente indefensos y afectivamente vulnerables (Coriat, 1990;
Jiménez Fernández, 2000); los procedentes de medios culturalmente deprivados
porque en dichos medios no tienen oportunidades para desarrollar las
competencias y recursos decisivos para transitar por la vida con desafíos
adecuados a su capacidad; la escuela no compensa las deficiencias del medio
y, a su vez, su medio no puede compensar las deficiencias de la escuela.
Por ello la escuela inclusiva ha sido objeto de
matizaciones que señalan que (Landers y Weaver, 1997): a) La
normalización de las diferencias es un principio general que afecta a
todos los grupos y poblaciones escolares. b) La normalización de las
diferencias es un proceso no una forma de emplazamiento escolar y tiene
carácter interactivo; tanto la deficiencia como la alta capacidad tienen una
dimensión interna o nature pero también externa o nurture pues
el entorno juega un papel de primera mano en su evolución y a veces en su
origen.
·
Percepción del trabajo académico como demasiado fácil, repetitivo y
aburrido.
·
Las
reglas de acogida tienden a dejar fuera a los alumnos no convencionales.
·
Escuela demasiado grande, impersonal.
·
Los
clichés de la escuela resultan alienantes.
·
Ante
el rendimiento irregular, la escuela tiende a centrarse en las debilidades.
·
Actitud inadecuada del profesor y del orientador, "amóldate o abandona".
·
Conflictos con los profesores, en la escuela secundaria especialmente.
·
Desean respeto y responsabilidad por parte del centro y del profesorado.
·
Demasiados deberes sólo para ocupar el tiempo.
·
Indiferencia u hostilidad del profesor.
·
Poco
aprendizaje experiencial, con significado para la vida del alumno.
4.4.1. Los alumnos con necesidades educativas especiales y su inclusión
escolar
No se reproduce
literalmente lo legislado por ser demasiado extensa la Sección 4ª. De los
alumnos con necesidades educativas especiales, herencia del
desarrollo normativo de que gozaban en la legislación anterior. Entresacamos
su contenido:
Art. 44. Ámbito
1. Los alumnos con necesidades educativas
especiales que requieran, en un periodo de su escolarización o a lo
largo de toda ella, y en particular en lo que se refiere a la evaluación,
determinados apoyos y atenciones educativas, por padecer discapacidades
físicas, psíquicas, sensoriales, o por manifestar graves trastornos de
personalidad o de conducta, tendran una atención especializada, con
arreglo a los principios de no discriminación y normalización educativa,
y con la finalidad de conseguir su integración...
2. El sistema educativo dispondrá de los
recursos para que ...puedan alcanzar los objetivos establecidos con
carácter general para todos los alumnos.
Art. 45. Valoración de necesidades
1. ...serán escolarizados en función de
sus características, integrándolos en grupos ordinarios, en aulas
especializadas en centros ordinarios, en centros de educación especial o en
escolarización combinada.
2. La identificación y valoración de las
necesidades... se realizará por equipos (interdisicplinares)...contando
con el parecer de los padres y con el del equipo directivo y
el de los profesionales del centro correspondiente.
3. Al finalizar cada curso, el equipo
valorará el grado de consecución de los objetivos establecidos al
comienzo del mismo (para los alumnos con NEE)....
Art. 46. Escolarización
1. ...comenzará y finalizará con las
edades establecidas con carácter general para el nivel y la etapa
correspondiente. Excepcionalmente podrá establecerse la flexibilización
del periodo de escolarización obligatoria....el límite de edad para
poder permanecer escolarizado en un centro de educación especial será de
veintiún años.
2. La escolarización ...incluirá ...la
orientación a los padres para la necesaria cooperación entre la
escuela y la familia.
Art. 47. Recursos de los
centros
1. ...dotarán a los centros sostenidos con
fondos públicos del personal especializado y de los recursos
necesarios...se determinarán aquellos centros que, por su
ubicación y sus recursos, se consideren los más indicados para
atender las necesidades de estos alumnos.
2. ...podrán establecer acuerdos de
colaboración con otras Administraciones o entidades públicas o privadas.
3. Los centros...deberán cumplir con las
disposiciones normativas vigentes en materia de accesibilidad y
eliminación de barreras de todo tipo...
Art. 48 Integración
social y laboral
...las Administraciones
públicas promoverán ofertas formativas adaptadas a las necesidades
específicas de los alumnos.
Precisa escaso comentario. Campo con abundante investigación pedagógica, en
el caso español tiene cierto desarrollo potenciado por dos fenómenos: a) La
atención prestada a este grupo desde la implantación de la LOGSE que dio
lugar al nacimiento de líneas de investigación evaluativa, fundamentalmente,
y b) Haberse celebrado en Salamanca, en 1994, la Conferencia Mundial
sobre Necesidades Educativas Especiales: Acceso y Calidad (UNESCO/MEC,
1995), importante plataforma para afirmar el principio de la “educación para
todos”. Tiene su reflejo en la aparición de obras traducidas de autores
señeros en la inclusión escolar, por ejemplo de Stainback y Stainback (1999)
o de Ainscow y otros (2001), en la publicación de monográficos como el de la
Revista de Educación (enero-abril, 2002) y el que prepara Bordón.
Revista de Pedagogía, y en la traducción de nuevas obras en proceso de
aparición en español como el Index for inclusión (Booth, Ainscow y
otros, 2000) o la de Tilstone, Florian y Rose (1998).
En el
campo de los principios los estudios inciden en cómo se promueven o se
frenan los objetivos de la inclusión desde las concepciones previas de los
centros escolares (Byers, 1998); la evaluación de los proyectos educativos y
sus prácticas, ponen de manifiesto las deficiencias y consecuencias de los
diagnósticos inadecuados (Gerschel, 1998; Booth, y Ainscow y otros, 2000 );
el excesivo protagonismo dado a los profesores de apoyo o el énfasis dado al
emplazamiento antes que a la calidad de las experiencias educativas y que
lleva a que un alumno pueda estar en un aula ordinaria pero ignorado o
rechazado (Gerschel, 1998; Wolger, 1998). Por ello hay cierto revisionismo
respecto del etiquetado y algunos proponen enfatizar la diversidad más que
lo “especial” o la separación, y revisar la totalidad de la organización,
normas y prácticas de los centros en beneficio de todos los niños, más que
centrándose en los que tienen NEE (Rose, 1998).
Estas
y otras observaciones han encontrado eco en países como el Reino Unido y en
su “Libro Verde” o Excellence for all children (1997) acentúa el
compromiso del país con los principios emanados de la Declaración Mundial
de Salamanca y promueve acciones para cambiar el papel de los centros de
educación especial, aumentar la inclusión en los centros ordinarios y
promover cambios para adaptar el currículo (Rose a). En 1978 el
Informe Warnock había promovido el proceso de integración
que definió como física, social y funcional, adjetivos que se
referían a compartir el mismo lugar de emplazamiento con la provisión de
servicios ordinarios y especiales; social o compartir actividades
extraescolares y funcional o participar en los mismos programas. El problema
de fondo quizá ha sido que la integración, al tratarse de un proceso de
unión, asumía previamente que la exclusión de la vida normal de las
personas con discapacidad era algo aceptable, principio a desterrar por
de la escuela inclusiva.
La
educación inclusiva plantea retos considerables al profesorado que
ve con preocupación las expectativas sociales creadas en torno al nuevo
modelo y es natural lo vivan así. Habrán de renovar su formación y su
práctica y para tal empresa precisan contar con nuevos medios y con
reconocimiento social.
¿Responde la LOCE a los planteamientos de una escuela y una
sociedad inclusivas?
¿Los grupos con necesidades educativas específicas o
alumnos de ambientes con carencias sociales y culturales, alumnos
extranjeros, alumnos superdotados y alumnos con algún tipo de
discapacidad, serán inicialmente los nuevos protagonistas de la escuela?
¿Deberían serlo?
¿Puede el profesorado asumir y afrontar los principios y
las prácticas de una escuela de calidad similar para todos?
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