Hasta el 7 de octubre de 2023, yo pensaba que los crímenes contra la humanidad eran los últimos acontecimientos capaces de unir las diferencias de creencias y opiniones en una comunidad moral de la compasión. También me pareció que la sensibilidad política más proclive a rebelarse ante las atrocidades era la mía, la izquierda. Estaba equivocada. Una gran parte de la izquierda mundial –llamada de diversas formas: izquierda identitaria, despierta, decolonial o progresista– negó la existencia de estas atrocidades o las celebró como un acto de «resistencia anticolonial». Esta izquierda ha abandonado, ignorado y estigmatizado a los conmocionados y desconsolados judíos, culpándoles de una falta primaria, la del colonialismo israelí. ¿Por qué ha ocurrido esto? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

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