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Un trabajo en el que participa el investigador del Centro de Investigaciones sobre Desertificación, Juli G. Pausas analiza los impactos del cambio climático en la cuenca mediterránea.

  • 11 abril de 2019
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Las políticas y actuaciones a escala local pueden jugar un papel primordial en la lucha contra el cambio climático en los ecosistemas mediterráneos, en los que el abandono rural, el incremento de la interfaz urbano-forestal y la degradación litoral son procesos clave.

Esta es la principal conclusión de un trabajo publicado recientemente en la revista BioScience, y que ha contado con la participación de los prestigiosos científicos, Juli G. Pausas del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y Millán Millán Muñoz, director emérito del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM).

 

El trabajo se centra en la Cuenca Mediterránea (sur de Europa y norte de África), zona considerada crítica en relación a su biodiversidad, al cambio climático (el calentamiento de la región es superior al promedio mundial) y a su densidad de población (un área densamente poblada, además de un destino turístico y de retiro de primer orden). Además, el mar Mediterráneo es el mar interior más grande del mundo, y, por tanto, aquí los cambios ambientales y las alteraciones del ciclo del agua tienen consecuencias que afectan a una buena parte de la población mundial.

 

El estudio destaca tres procesos clave en los ecosistemas Mediterráneos que ocurren a escala local y a menudo no son considerados en los modelos predictivos globales basados en cambios en el clima: a) el abandono rural en un entorno con una fauna herbívora autóctona depauperada; esto aumenta las áreas de monte, pero también la abundancia y continuidad del combustible que alimentan los incendios forestales; b) el incremento de la interfaz urbano-forestal; esto aumenta la degradación de la biodiversidad (por ejemplo, introducción de especies exóticas), la probabilidad de incendios, y la vulnerabilidad de la sociedad a los incendios;  y c) la degradación costera, que aumenta la sequía a través de procesos de retroalimentación negativa; es decir, la desecación de las marismas costeras, la deforestación para la agricultura y, más recientemente, la explosiva urbanización costera, han reducido drásticamente los ecosistemas originales y, por lo tanto, el agua disponible para la brisa marina que antaño alimentó la lluvia en la parte superior de la montañas. Sería necesario la incorporación, en los modelos predictivos climáticos y de distribución de la vegetación, de estos tres procesos locales junto con los agentes globales para comprender los cambios dinámicos en la región mediterránea. Su incorporación en los modelos climáticos permitiría aumentar la resolución espacial de los escenarios climáticos futuros y comprender y predecir mejor su impacto en los ecosistemas mediterráneos.

 

La importancia de los procesos a escala local, puesta de manifiesto en este trabajo, sugiere que las políticas y acciones locales pueden marcar una diferencia en la reducción del impacto general en el paisaje y la sociedad.

 

Referencia:

Pausas J.G. & Millán M.M. 2019. Greening and browning in a climate change hotspot: the Mediterranean Basin. BioScience 69: 143-151