
La Universitat de València, a través del Vicerrectorado de Cultura y Deporte, con la colaboración de las fundaciones Antonia Mir y Per Amor a l’Art, convocó en marzo de 2021 la primera edición del concurso “Activa Cultura” con el objetivo de fomentar la creatividad y la reflexión crítica a través del arte en sus diferentes manifestaciones visuales y performativas. Esta iniciativa, que prosigue su andadura en 2022, está destinada al estudiantado de la Universitat con la intención de implicarlo en la concepción y desarrollo de actividades creativas que vehiculen propuestas comprometidas con la sociedad actual en continua transformación. La finalidad fundamental de “Activa Cultura” es dinamizar y democratizar los espacios universitarios convirtiéndolos en plataformas proteiformes de expresión artística. Personas, proyectos y lugares que permitan difundir una concepción de la cultura como agente transformador y transmisor de valores que ayuden a construir una sociedad más diversa e igualitaria.
Los dos proyectos que aquí se presentan son un claro ejemplo del espíritu “Activa Cultura” y forman parte de los ocho premiados en esta edición, cerrando así este primer ciclo expositivo.
Banlieusards: memoria oral migrante
A principios del siglo XXI y a causa del buen momento económico por el cual pasaba el país, a España llegaron desde diferentes puntos del planeta centenares de miles de inmigrantes, entre los cuales se encuentran mis padres. Ser de clase obrera y migrante nos causó muchas dificultades a los recién llegados. Nuestros padres tuvieron que rehacer la vida y empezar a superar muchos obstáculos de diferentes tipos: culturales, económicos, sociales, institucionales, entre otros.
Perseguir nuestro progreso les ha ocupado todo el tiempo y les ha hecho invisibles ante la sociedad y los políticos. Banlieusards es un altavoz para nuestros padres, para que sus historias personales de superación se conozcan y no caigan en el olvido. A la vez es un agradecimiento para aquellos y aquellas que han sacrificado tanto por nuestro bienestar, sus hijos.

Pero la presión del fracaso de volver de vacío del inmigrante a su país y su integración y la de su familia le hicieron cambiar de parecer. Foto Gevorg Nazaryan
Gevorg Nazaryan