“La justicia social debe ocupar un lugar central en nuestras iniciativas. Ahora que están aumentando la exclusión y la desigualdad, debemos redoblar los esfuerzos para que todas las personas, sin discriminación alguna, tengan oportunidad de mejorar sus condiciones de vida y las de los demás. Tenemos que construir sociedades inclusivas, promover el trabajo decente, reforzar los niveles mínimos de protección social e incluir a quienes viven marginados”. Estas palabras, pronunciadas por Ban Ki-moon en 2016 cuando todavía ocupaba el cargo de secretario general de las Naciones Unidas, resumen el espíritu del Día Mundial de la Justicia Social, que se celebra hoy, 20 de febrero.

La justicia social es un principio fundamental para la convivencia pacífica y próspera dentro y entre las naciones. La Resolución 62/10, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 26 de noviembre de 2007, declara que el 20 de febrero de cada año se celebrará el Día Mundial de la Justicia Social.

Tras la firma de esta resolución, la Asamblea General de las Naciones Unidas invitó a todos los países integrantes a dedicar especialmente este día a la promoción de actividades que se ajusten a los objetivos y las metas de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social. Estos objetivos son: la erradicación de la pobreza, la promoción del pleno empleo y el fomento de la integración social, especialmente de los grupos más desfavorecidos. Además, la celebración del Día Mundial de la Justicia Social está dirigida también a conseguir la igualdad real entre los sexos.

Durante la 57ª sesión plenaria de las Naciones Unidas, en la que se acordó la celebración de este día, se reconoció: “el desarrollo social y la justicia social no pueden alcanzarse si no hay paz y seguridad o si no se respetan todos los derechos humanos y las libertades fundamentales”.

El término Justicia Social nació a mediados del siglo XIX y con él se hace referencia a la necesidad de lograr un reparto equitativo de los bienes sociales. Las sociedades con justicia social son respetuosas con los derechos humanos y en ellas los colectivos más desfavorecidos cuentan con mayores oportunidades de desarrollo.

La Organización Mundial del Trabajo aprobó por unanimidad la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una globalización equitativa el 10 de junio de 2008. Con la acogida de este texto los representantes de los gobiernos y de las organizaciones de empleadores y de trabajadores de 182 estados miembros subrayaron que la contribución de la organización al progreso es clave para que se dé la justicia social.

La globalización ha abierto nuevas oportunidades mediante el comercio, las corrientes de inversión de capital y los adelantos de la tecnología para el crecimiento de la economía mundial y el desarrollo del nivel de vida. Aún así, persisten problemas graves. Actualmente, en el mundo existen crisis financieras, inseguridad, pobreza, exclusión y desigualdad en las sociedades, y grandes obstáculos para una mayor integración y participación plena de los países en desarrollo y de algunos países de economía en transición en la economía mundial.

Por todo ello, es necesario que se continúe consolidando la labor de la comunidad internacional encaminada a erradicar la pobreza y promover el pleno empleo y el trabajo decente, la igualdad entre los sexos y el acceso al bienestar social y la justicia social para todos.