¿Filología italiana? ¿Y por qué no elegir algo con más futuro?

Estas son las preguntas a las que he tenido que enfrentarme desde que me matriculé en Lenguas Modernas y sus Literaturas. Hoy en día, la investigación de la utilidad está presente en cualquier ámbito y quizás por eso, que por algunas personas resulta casi incomprensible la elección de los estudios humanísticos.

Precisamente la utilidad de estos reside en la comprensión de la evolución de la humanidad. Sin lengua, literatura, arte o historia sería imposible estructurar una sociedad o simplemente conocer de dónde venimos y así poder innovar, desarrollar e incluso no caer de nuevo en errores que ya hayan podido ser cometidos.

Gracias al italiano he aprendido y asimilado casi como propio un nuevo vehículo de comunicación pleno de una literatura enriquecedora y maravillosa, con la cual he podido ampliar mi capacidad de interpretación y relación con mi entorno.

Enseñar no solo implica explicar unas normas ortográficas y gramáticas sino dar a conocer todo el mundo de la literatura. Para mí ha sido una suerte haber podido contar con un profesorado tan capacitado que me ha hecho viajar a través de historias tan fantásticas. Además, siempre he contado con su respaldo y han estado dispuestos a resolver cualquier duda que haya podido tener, así como para despertar mi interés en campos desconocidos como la traducción, la lingüística o la edición de textos literarios.

A diferencia del resto de filologías que se ofrecen a la UV, Lenguas Modernas me ha dado la oportunidad de conocer todo tipo de gente con intereses muy diferentes, puesto que francés, alemán e italiano comparten las mismas asignaturas comunes, y las clases se desarrollan con debates que comparan unas literaturas con otras, resultando mucho más interesantes. En definitiva, la elección de estudiar la lengua italiana y toda su cultura ha sido una experiencia preciosa durante estos cuatro años.