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Todo nos parece obvio, todo nos parece dado y aceptado.

No es así. Cada conquista y cada logro son un esfuerzo y un empeño. La civilización es una mejora paulatina que se puede perder en un instante. Cuando una persona opta por lo peor, entonces la humanidad se resiente. Tenemos que luchar por lo obvio y por lo moralmente bueno. La moralidad no es la condena de la libertad, sino la sanción positiva de lo deseable, de lo digno. ¿Y cómo aprendemos todo esto? Con criterios y experiencia.

La Institución Libre de Enseñanza (ILE) se funda el 29 de octubre de 1876. Siglo y pico después, el 29 de octubre de 2015 la Facultad de Geografía e Historia, organiza un acto para conmemorar la efeméride, para recodar los cien años de la muerte de su principal inspirador, Francisco Giner de los Ríos, y para homenajear a uno de los insignes alumnos de la institución: Luis de Azcárare, sobrino-nieto de uno de los fundadores: Gumersindo de Azcárare.

Presentado por Justo Serna y por Félix Vidal, don Luis impartió una conferencia en la antigua Sala Palmireno ante un público que era una multitud expectante y entregada. Hubo asentimiento y hubo discernimiento. Pero sobre todo hubo un sentimiento de sorpresa.

¿Qué distinguió a la ILE? Pues una serie de principios e ideales pedagógicos que aún hoy son vanguardia. Se trataba de educar a los alumnos en la reflexión, en la contención y en la razón. Para ello había que sembrar en la juventud la más absoluta libertad y el respeto más religioso. Había que despertar el interés de los estudiantes, su atención. ¿En qué? En la cultura. ¿Con qué fin? Con el fin de prepararlos para ser científicos, abogados, maestros, médicos, etcétera. Pero sobre todo con el objetivo de ser p e r s o n a s  c a p a c e s d e  a u t o d e t e r mi n a r s e,  d e  autogobernarse.

Nada mejor que la coeducación. Nada mejor que la lectura, que los libros como fuente principal de cultura. Eso sí: sin libros de texto, sin castigos, sin memorizaciones. Las clases han de ser una conversación entre alumno y maestro gobernadas por la voluntad de descubrimiento. La disciplina no puede basarse en castigos, sino en la corrección y la reforma, en una educación integral y neutral, humanista, tolerante, en una instrucción activa, en la libertad de enseñanza.

La conferencia de don Luis de Azcárate fue un éxito, si por tal entendemos la persuasión racional y la seducción emocional. Las personas que asistieron salieron ganadoras, con un gran provecho. No es ninguna ganga recibir gratis una lección de vida y una firme instrucción pedagógica.

J. Serna