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¿Qué es una agencia de rating?

Agencias de Rating

Moody’s, Standard & Poor’s… Escuchamos noticias sobre sus calificaciones cada pocos telediarios, pero el ciudadano medio poco entiende de su identidad. La opacidad de su funcionamiento despierta críticas y sospechas, sin embargo pocas instituciones o empresas renuncian a ellas. ¿Por qué?

29 de enero de 2016

¿Qué hacen?

En términos simplificados, estas agencias analizan la certeza de que el emisor de deuda, en este caso una gran empresa o un estado, pueda hacer frente a los compromisos de pago a sus inversores, sean los intereses prefijados o el capital inicial. Hablamos aquí del riesgo de insolvencia.

¿Cómo evalúan este riesgo? Esencialmente, incorporando a su análisis cualquier factor que pueda interferir en la capacidad crediticia de la entidad deudora. ¿Un reajuste en la predicción de ingresos de la empresa? ¿Relevos en la dirección? ¿Un cambio de gobierno, y a posteriori, de la política económica y fiscal de un país? Todo, hipotéticamente, puede influir (recordemos que, como admiten abiertamente las propias agencias, se trata de opiniones).

Siguiendo la tradición educativa en países de habla inglesa, las calificaciones se asignan por letras, en orden alfabético de mejor a peor. Así, un rating “AAA” denota una capacidad de pago de gran calidad, un rating “Ba” o “BB” alerta de una inversión más o menos especulativa con riesgos a medio y largo plazo, y una calificación de “C” o “D” indican una situación de quiebra actual o próxima. Además cada agencia se guarda la posibilidad de aplicar los distintivos “+” o “-“a modo de subcategorización. Los ratings suelen ir acompañados de una perspectiva de futuro de la agencia (hacía donde podría variar la calificación en un plazo corto): neutral (lo más común), positivo o negativo.

 

¿Cuáles son las más importantes?

El mercado de agencias de rating lleva años concentrado en tres grandes e históricas organizaciones. Standard & Poor’s, fruto de la fusión de Poor’s Publishing y Standard Statistics en 1941 (aunque sus raíces se remontan a 1860), y Moody’s, con más de cien años de actividad, copan juntas casi el 80% de la cuota de mercado, mientras que se calcula que Fitch Ratings, también centenaria, genera el 15% de movimientos del sector.

La “Big Three”, como se les conoce en el mundo anglófono, se han beneficiado durante muchos años de distinciones especiales otorgados por instituciones regulatorias, como por ejemplo la NRSRO estadounidense (Organizaciones de Rating Estadístico Reconocidas Nacionalmente). De hecho, a mediados de los noventa y tras varias fusiones y absorciones, se convirtieron en las únicas tres con esta distinción, requerida por muchas instituciones privadas para efectuar sus operaciones.

Tras la crisis financiera y motivados por cierta desconfianza en las tres empresas, han comenzado a surgir más agencias alternativas, aunque su nicho es sobre todo intranacional o regional: Axesor, primera agencia española; UCRG, financiada por los gobiernos de Rusia y China; o la francesa Scope, que pretende erigirse en una competidora europea a la “Big Three”, tras diluirse el plan de la Comisión Europea de crear una agencia independiente.

 

¿Por qué son importantes?

Aunque ninguna de las calificaciones son vinculantes (es decir, son el resultado de observaciones variables y discutibles), sí tienen en teoría una repercusión directa en el precio que supone para una empresa endeudarse. A mayor riesgo, más atractiva deberá resultar el rendimiento (los intereses y beneficios pautados) para atraer a inversores. Y vice-versa: si una empresa mejora su rating, podrá emitir bonos con un tipo de interés menor, dado que las probabilidades de impago disminuyen (y la confianza en la inversión aumenta).

En el caso del inversor, un cambio de rating puede tener un efecto dominó en el valor de su bono de renta fija, en particular si desea vender el título a un segundo inversor antes de su vencimiento: un título nuevo con un tipo de interés superior tendrá más valor que un título viejo, y vice-versa.

Sin embargo, voces críticas de la “Big Three” dudan de la eficacia e imparcialidad de sus ratings, al ser notificados públicamente y adjudicados a las mismas empresas que les contratan (posible conflicto de intereses). Hace un año Standard & Poor’s acordó pagar 1.380 millones de dólares al Departamento de Justicia de los EE.UU. por manipular la nota de valores financieros respaldados por hipotecas subprime. El caso de Lehman Brothers también fue sonado: el día antes de su quiebra S&P, Moody’s y Fitch le otorgaban calificaciones de A, A2 y A+ respectivamente (otras agencias como Egan-Jones habían alertado del riesgo de default meses atrás).

En todo caso, la opacidad de su modo de funcionamiento no ha mermado en exceso, por ahora, ese 95% de cuota de mercado, como tampoco su relevancia en el mundo financiero. El caso de la ciudad de Madrid es atípico. Muchos de los valores que califican estarán en riesgo de default, pero la salud de las agencias de rating sigue siendo AAA.

 

Más información:

Fitch – Understanding Credit Ratings