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Renta fija, ¿bajo cero?

La deuda europea alcanza precios históricos

Por primera vez en la historia, los países de la Eurozona subastan sus títulos de deuda a tipos negativos. ¿Cómo se ha llegado a esta situación inverosímil, y cómo es que no ha cesado de crecer la demanda?

9 de diciembre de 2015

El pasado 17 de noviembre el Tesoro público español colocó 3.515 millones de euros en letras a 12 meses. ¿Una acción noticiable? No particularmente, salvo por darse una situación histórica: el Tesoro emitió este título de renta fija a un tipo de interés marginal de -0.046%. Es decir, el inversor pagará al Estado por prestarle su dinero.

Esta situación insólita no es por ello inesperada: los títulos a 3, 6 y 9 meses ya se ofrecen a rentabilidad negativa desde hace unos meses. En Europa, la mayoría de estados de la UE-15 ofrecen bonos a largo plazo con intereses inferiores a cero, y en Suiza incluso colocan sus bonos a 10 años por debajo del -0.3%. Y las caídas persisten.

¿Cómo se ha llegado a esto?

La anomalía presente encuentra su punto de origen en el Banco Central Europeo y su estrategia para revitalizar el crédito en la Eurozona. Primero fue una bajada del tipo de interés que ofrece a sus depositarios hasta el -0,2% (la primera entidad en atreverse a ello), y tras ello un costoso plan de quantative easing, una compra masiva de títulos de deuda – sobre todo públicos – hasta al menos 2016, por valor de más de un billón de euros. Liquidez para combatir la temida deflación.

 

La teoría del Quantative Easing, paso a paso (gráfico vía BBC)

La teoría del Quantative Easing, paso a paso (gráfico vía BBC)

 

Los países no pertenecientes a la Eurozona (en particular Dinamarca y Suiza), por su parte, han aplicado políticas agresivas para balancear la pérdida de valor del euro con el precio de sus propias divisas, además de intentar reanimar la inflación (por ejemplo, el Banco Nacional de Suiza redujo el tipo de interés en sus depósitos hasta el -0.75% desde el 0.25%).

¿Qué ha sucedido?

El efecto requerido era desincentivar la compra de deuda pública y el ahorro (sobre todo por parte de bancos y entidades financieras), trasladar esa liquidez excedentaria a la oferta de créditos y, como objetivo principal, llevar la inflación a un nivel cercano al 2%. Pero la demanda de bonos no ha variado: esencialmente, perder una pequeña parte de este dinero seguiría siendo más atractivo para un ahorrador que invertirlo en un actor de mayor riesgo. En la práctica, hay  otros puntos que aclarar:

1. Aunque la rentabilidad de los bonos hasta su vencimiento es negativa, no implica que no puedan ser rentables. Si los tipos ofrecidos siguen descendiendo (como se espera), el valor del bono antiguo en el mercado secundario aumenta (es más atractivo un bono con un interés del -0,2% que uno del -0,3%, por ejemplo). De hecho, el BCE ha extendido su plan de adquisición de bonos a un límite inferior al -0.2% actual, en concreto hasta títulos de renta fija con tipos de hasta el -0.3%, lo cual podría provocar un retroceso todavía más agudo del interés. Un sueño para el especulador.

2. El IPC en España es negativo, situándose en un -0.7% interanual. Aunque a efectos nominales no tiene efecto, en términos de rentabilidad real el bono tendrá más valor a su liquidación que cuando se subastó a causa de la deflación.

3. En algunos casos. la cantidad perdida sigue siendo menor que el coste de un depósito, y con menor riesgo que otro tipo de inversión.

No sería extraño, por lo tanto, ver los bonos del Estado de 3 y posiblemente 5 años entrar en números rojos en los próximos meses, igual que los emitidos por sus homólogos europeos. Las repercusiones en aquellas entidades con obligación de invertir en deuda pública están en el aire, pero de alargarse la caída el peligro para fondos de pensiones de renta fija y similares es inquietante. Los expertos ahora se preguntan, ¿hasta dónde se puede sostener esta anomalía?