Son deportes que se ofertan a lo largo de todo el año y que, al llegar los meses de calor, continúan como propuestas saludables y de gran acogida entre la comunidad universitaria, Alumni y familiares al tratarse de actividades con múltiples beneficios.

En el caso del golf, “puedes hablar con la gente que te acompaña, intercambiar impresiones, socializar; y puedes practicar el deporte con distintas generaciones o con deportistas de diferentes niveles, porque después de todo, cada uno juega independientemente con su bola”, destaca Toni Cortés, profesor de la Escuela del Club de Golf de Foressos, en Picassent.

Cortés imparte las clases al alumnado de la Universitat de València también en los meses de junio y julio. “Tenemos un grupo de iniciación con alumnado que no conoce el golf o bien posee conocimientos muy básicos; y uno de perfeccionamiento con el que ya salimos al campo para practicar estrategias, rutinas, tácticas y golpes especiales”, explica.

Los primeros practican, sobre todo, el impacto regular, “lo más difícil para quien empieza”, reconoce el golfista; mientras que para los segundos, lo más trabajoso es tomar la decisión sobre el golpe adecuado según la estrategia, la táctica, la posición de la bola e incluso el viento. A estos últimos, “les preocupa aprender a enfrentarse a situaciones reales en el campo de golf”, afirma.

El desarrollo del juego presenta, pues, y según el nivel, cierta complejidad que, aunque parezca lo contrario, se resuelve fácilmente al final. “Lo más fácil es el putt, el último golpe para introducir la bola en el hoyo”, dice el profesor, y esto lo saben hasta los alumnos de iniciación.

Avanzar en el proceso de aprendizaje, dominar el entorno por el que tiene que viajar la bola y disfrutar de un pulmón verde, con vegetación y fauna autóctonas, son otras de las grandes motivaciones para los practicantes de este deporte.

Tenis y pádel
No se quedan atrás otras disciplinas deportivas, como el tenis y el pádel, cuya práctica también exige respirar aire fresco y relacionarse con otras personas. “Son actividades físicamente saludables, entretenidas y motivadoras, porque conforme se va avanzando resulta más fácil practicar el deporte individualmente”, señala Alfonso Caturla, profesor de tenis y pádel, y coordinador de estas actividades en la Universitat de València junto con Cristina Llópez.

“Durante todo el año llevamos tres niveles: iniciación, medio y perfeccionamiento, que nos permiten centrarnos tanto en los procesos de aprendizaje como en los de perfeccionamiento. Al primer nivel le dedicamos una hora de clase por semana, mientras que a los otros dos niveles se les destina una hora y media. Todo ello de lunes a viernes”, apunta Caturla.

El alumnado pertenece mayoritariamente a la comunidad universitaria, si bien también asisten exalumnos y familiares vinculados a la Universitat. A lo largo del año, estas propuestas deportivas cuentan con unos 300 inscritos (de octubre a mayo). Y, aunque la cifra de asistencia se reduce en verano, las clases prosiguen en junio, julio y septiembre.

Para el profesor, el pádel requiere una técnica de enseñanza “sencilla”, sin un perfeccionamiento excesivo, debido a las cortas dimensiones de la pista donde se desarrolla. “Con un curso de dos meses es suficiente para poder empezar a jugar con otros compañeros”, sostiene.

No ocurre lo mismo en la iniciación al tenis. “Al ser dimensiones más amplias hay que correr distancias mayores”, concreta, si bien, con el ritmo adecuado, la técnica puede ser “sencilla de enseñar”. “La enseñanza en el tenis comienza con los tipos de golpe. Aprendemos golpe por golpe y se van haciendo progresiones de acuerdo a las distancias que hay en pista, de más cerca a más lejos de la red. Así, nos encontramos con golpes de derecha, revés, servicio o voleas, por ejemplo”, explica el profesor.

Los deportes al aire libre son otra de las apuestas del Servei d’Educació Física i Esports que mantiene en el verano por resultar, además de saludables y divertidos, agradables de practicar durante el buen tiempo. Asimismo, sirven para liberar el estrés acumulado durante el invierno, ya que permiten al deportista caminar y moverse con soltura, en pista o en plena naturaleza, sin paredes ni techos, sin obstáculos.