Ignacio Sánchez Cuenca plantea en la UEG un futuro en el que la política estará subordinada por los imperativos económicos

  • Gabinete de Prensa
  • 20 julio de 2018
 
Alfons Cervera i Ignacio Sánchez Cuenca
Alfons Cervera e Ignacio Sánchez Cuenca.

El ensayista y profesor de Ciencia Política Ignacio Sánchez Cuenca ha participado en el curso ‘Digan lo que digan las distopías catastrofistas, nada está perdido. ¿O sí?’, coordinado por el periodista y escritor Alfons Cervera.

Sánchez Cuenca ha centrado su intervención en realizar un diagnóstico sobre la situación actual. Para el autor, si se piensa en un futuro distópico nos dirigimos hacia una situación con un nivel muy bajo de democracia donde los elementos neoliberales acaban imponiéndose. Es decir, que las principales decisiones se quedan en la esfera económica y la esfera política queda reducida a temas residuales. “La democracia tendrá un efecto testimonial –plantea el ensayista– y servirá solo para resolver temas menores, los asuntos económicos quedarán aislados de la política. Se cumplirá el sueño de algunos viejos liberales que siempre han querido que la economía esté aislada de la política”. 

El sociólogo define la situación actual como un “momento de conflicto entre la democracia representativa y el sistema de mercado. Lo que vemos es que en ese combate quien tiene las de ganar es el sistema de mercado: la economía se emancipará de la política y la política quedará subordinada a los imperativos del sistema económico. En un par de décadas veremos cómo la política cede. Incluso hemos llegado a un punto en que los perdedores en el sistema capitalista, en lugar de organizarse políticamente, viven su condición de fracaso como un problema individual anulando las reacciones políticas que podrían corregir los problemas del capitalismo. Por tanto, podemos decir que la filosofía neoliberal está arrasando”.

Preguntado por fenómenos como el 15M, Sánchez Cuenca plantea que este fenómeno sí implica un cuestionamiento más general de nuestra forma de vida, pero que cuenta con un poder limitado: “Ha sido un proceso muy importante que ha desestabilizado el sistema político español, pero no tiene la fuerza suficiente para cambiar el rumbo de los acontecimientos. Se observa en muchos otros países donde también surgen formas de resistencia que no tienen el empuje suficiente como para convencer a la mayoría social, que prefiere continuar con el orden económico establecido en las últimas décadas”.