Una investigación de la UV consigue hacer accesibles impactantes fenómenos astronómicos a personas con discapacidad visual

Tener un agujero negro supermasivo en nuestras manos -¡o la Vía Láctea!- es algo que ha hecho posible el proyecto de investigación de la Universitat de València ‘A Touch of the Universe’, dirigido por Amelia Ortiz Gil, astrofísica del Observatori Astronòmic UV, y que se está desarrollando en su segunda fase con nuevos modelos en 3D “más complejos y únicos”.

30 de julio de 2025

Amelia Ortiz muestra el modelo en 3D de la telaraña cósmica adaptado también con la leyenda en braille.
Amelia Ortiz muestra el modelo en 3D de la telaraña cósmica adaptado también con la leyenda en braille.

Amelia Ortiznos abre las puertas del Aula del Cel de la Universitat de València, donde el espacio está dispuesto para recibir a investigadores, estudiantes universitarios y alumnos de Primaria y Secundaria, con o sin baja visión, y así descubrirles el Universo como jamás habían imaginado: al alcance de sus manos.

Se trata del proyecto de la Universitat de València ‘A Touch of the Universe’, que emerge en 2007 para participar en el Año Internacional de la Astronomía (2009) con un programa de planetario para personas invidentes y que crece a lo largo del tiempo hasta alcanzar una segunda fase de investigación en el año 2023: la que se nos revela hoy.

“Empezamos a organizar las actividades de cara a 2009 a partir de experiencias anteriores, como la de Sebastián Musso en Argentina. Creamos un programa para personas ciegas que se estrenó en el Hemisfèric de València con un gran éxito”, explica la investigadora principal del proyecto. Después, la Luna –“un importante referente para la historia de la Humanidad”, afirma- y, finalmente, los cuatro planetas rocosos: Mercurio, Venus, La Tierra y Marte.

Nacía entonces ‘A Touch of the Universe’, un proyecto de investigación solidario que hacía accesible el Universo a personas invidentes o con baja visión a través de la producción de astrokits -que, además de las esferas, contaban con un libro sobre la Luna y láminas de la NASA, todo ello, material táctil-. La ejecución del trabajo tuvo lugar con el apoyo de la Oficina de Astronomía para el Desarrollo de la Unión Astronómica Internacional.

Estos kits se repartieron por todo el mundo a países desfavorecidos de América, África y Asia para que niños y niñas con pocos recursos pudieran comprender los elementos presentes en el firmamento. “Es muy emocionante sentir el entusiasmo con que reciben los modelos y las explicaciones que les acompañan; y, al mismo tiempo, te das cuenta de las concepciones erróneas que tienen. Por ejemplo, un niño que ha nacido ciego, que solo sabe que existe la Luna porque hay libros táctiles, acaba pensando que es algo plano; sin embargo, cuando toca por primera vez una esfera se da cuenta de que no es así, sino que tiene volumen…, y contemplar esa reacción es muy bonito”, recuerda Amelia Ortiz.

‘A Touch of the Universe’, en el que también colaboran investigadores del Instituto de Astrofísica de Andalucía y del Instituto de Física de Cantabria, va más allá y, gracias a la financiación de los fondos europeos NextGeneration ha conseguido realizar nuevos modelos en 3D “únicos”. “Son maquetas mucho más complejas que representan realidades astronómicas más complicadas y difíciles de explicar a cualquier persona, sea invidente o no”, sostiene la astrofísica valenciana.

Con un primer fin de “ilustrar conceptos y mostrar objetos importantes en la Astronomía”, la Universitat de València propone modelos impactantes, como la estrella de tipo Be, “especial, muy masiva, muy caliente, muy joven”, que tiene líneas de emisión en su espectro y que gira con muchísima rapidez, lo que le otorga una curiosa forma alargada; o la Vía Láctea que, como argumenta Amelia Ortiz, “no podemos ver porque es tan grande que no puede ser fotografiada por un satélite”; en cambio, a través de los datos proporcionados por la misión europea Gaia de astrometría es posible obtener una imagen certera y fiable de la galaxia, impresa ahora en 3D y completamente palpable: desde su núcleo central hasta la barra de estrellas y gas de la que surgen dos brazos espirales principales dando lugar a otros brazos secundarios.

“Todo esto lo podemos contar, lo podemos ver, pero si, además, lo podemos tocar…, mucho mejor, ¿no?”, apunta Ortiz, quien también remarca la relevancia del material utilizado para la impresión tridimensional, el polvo, porque ofrece una experiencia orgánica y sostenible, a diferencia de materiales compuestos de otros plásticos o resinas.

La información obtenida a través de los datos de telescopios, como el Hubble, ha facilitado la creación de los modelos anteriores, así como del grupo local de galaxias en el que se emplaza la Vía Láctea, permitiéndonos apreciar “cómo son nuestras vecinas”; incluso un modelo del Universo local que incluye mil millones de años luz y en el que “podemos ver dónde están los grandes supercúmulos de galaxias -agrupaciones de miles de galaxias que hay en el Universo- y cómo se distribuyen en filamentos de materia oscura y de gas”: es la telaraña cósmica.

Estos y otros modelos se encuentran a un solo clic: están disponibles en la página web del proyecto, https://astrokit.uv.es/, y son de descarga gratuita, de tal forma que desde cualquier punto del planeta y con una impresora 3D se puede producir cada una de las piezas para su uso y aplicación en educación, divulgación o investigación.

Uno de los principales motivos de la relevancia de un proyecto como ‘A Touch of the Universe’ reside en “hacer que la Astronomía sea también accesible a personas invidentes que puedan tocar lo que no pueden percibir en imágenes”. No obstante, como reconoce Ortiz, existe otra razón: “Queremos que las personas que hagan ciencia de manera profesional sean lo más diversas posible, porque la diversidad es riqueza”. De hecho, junto a este proyecto ha estado siempre UVdiscapacidad, la Unidad de Integración de Personas con Discapacidad de la Universitat de València, la primera de las universidades españolas en plantear un programa específico para profesorado y personal investigador con discapacidad, la primera de las universidades españolas presenciales con más de un millar de estudiantes con discapacidad y, en definitiva, la universidad referente en atención a la discapacidad en España.

¿Y por qué? Pues porque, de acuerdo con Amelia Ortiz, “el cielo es un tesoro que pertenece a todos los seres humanos que habitamos La Tierra y, por lo tanto, quienes lo estudiamos tenemos la obligación de hacerlo accesible, de explicarlo…, para que nadie se quede atrás y quien quiera pueda aprender y disfrutar del Universo como lo hacemos los astrónomos”.

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