Óscar Barberà: “Con casi un 75% de profesorado asociado es complicado coordinar la Facultad de Magisterio”

  • 27 abril de 2018
 
Oscar Barberá
Óscar Barberà.

Anna Boluda. Fotos: Miguel Lorenzo

Óscar Barberà es el nuevo decano de la Facultad de Magisterio de la Universitat de València, aunque su carrera como gestor empezó hace casi tres décadas. Profesor titular del Departamento de Didáctica de las Ciencias, fue vicerrector de Estudios de la Universitat de València (1998-2002), director de la antigua Escuela de Magisterio (2007-2011), primer decano cuando el centro se convirtió en Facultad de Magisterio (2011-2012) y en los últimos años ha sido también vicedecano.

El cargo, pues, no es nuevo. Y los objetivos principales pasan por consolidar los grandes cambios que ha vivido esta facultad en los últimos años: de Escuela a Facultad, de Diplomatura a Grado y de Monteolivete a Tarongers. Se encuentra, dice, con una traba importante: el alto porcentaje de profesorado asociado, casi el 75% del total, complica mucho la coordinación del conjunto de la facultad.

–Llega al decanato ya con una larga experiencia previa de gestión universitaria.
–Así es, entre unas cosas y otras hace casi treinta años que me dedico a esto, sin dejar de ser docente e investigador. Creo que hacer política universitaria entra dentro de lo que tenemos que hacer y en Magisterio además hemos tenido una situación especial, con el cambio de Escuela a Facultad, y la consecuente adecuación que hemos hecho nosotros hacia la Universitat y la Universitat hacia nosotros en este tiempo. También hemos tenido en los últimos años un gran cambio de infraestructuras, cuando pasamos del edificio de Monteolivete al Campus dels Tarongers, y hemos dejado de ser Diplomatura para ser Grado, hemos creado másteres y programas de doctorado. Han sido unos años muy intensos, y de aquellos que hace treinta años nos comprometimos a llevar todo esto adelante yo era el más joven y ahora soy el que continúo.

–¿Qué planes tiene para la docencia y la investigación?
–Atendemos todo lo que podemos, pero tenemos casi un 75% de profesorado asociado, y esto supone un gran problema que es consecuencia de la política de profesorado que se ha hecho en los últimos años. Hay que cambiarlo, es necesario reformar la plantilla. Con tres mil quinientos matriculados, sin contar el Máster de Secundaria, la Facultad de Magisterio somos el tercer centro en número de alumnado de toda la Universitat, solo por detrás de Derecho y de Economía. Pero en toda la facultad tenemos menos funcionarios que catedráticos hay en algunos departamentos de otros centros. La mayor parte del profesorado titular son mayores que yo, que ya tengo cincuenta y ocho años, por eso se han jubilado ya o están a punto de hacerlo, y el resto son asociados o personal en formación. Los asociados, que ya tienen un trabajo en otro lugar y vienen a impartir alguna asignatura concreta, no se dedican a la investigación, ni a la política universitaria, ni a tareas de gestión. Y con todo esto es muy complicado coordinar un centro tan grande.

–Vista la demanda, ¿han previsto ampliar las plazas para sus titulaciones?
–Sabemos que la demanda en las titulaciones de Magisterio es mayor que las plazas que ofertamos, y sabemos que son profesionales para los cuales hay posibilidades de trabajo cuando acaban. Pero con esta situación ni se nos pasa por la cabeza ampliar la oferta. Continuaremos con los grados que tenemos, tanto en Tarongers como en el Campus de Ontinyent, y con el Máster de Secundaria, que con mil plazas cada año es el más grande de toda España y el que más especialidades ofrece.

–Este Máster Universitario de Profesorado de Educación Secundaria continúa impartiéndose en el antiguo edificio de Monteolivet. ¿Han pensado que continúe allí?
–Nuestro objetivo es que deje de impartirse en el centro de Monteolivet, porque el edificio no tiene unas buenas condiciones, y aun así continuamos teniendo allí mil estudiantes, y su profesorado, cada año. Lo ideal sería que el máster pudiera hacerse en este campus, pero para ello hace falta un plan de infraestructuras que permita acabar Tarongers como estaba proyectado. El Aulario Oeste de Tarongers había de tener tres edificios, y haría falta acabarlo para traer el máster aquí.

–En previsión del dominio de valenciano y del inglés que se requerirá a los nuevos maestros, ¿piensan adecuar la enseñanza lingüística que reciben en la facultad?
–Seguimos los criterios lingüísticos que nos marca la legislación. En esta facultad, como estamos formando futuros maestros, el estudiantado no puede elegir la lengua en que recibe la enseñanza: todo el mundo adquiere las competencias adecuadas en valenciano y en castellano. Y se exige tener un B1 de lengua extranjera. Para las oposiciones de maestros/maestras se ha planteado pedir un B2 y una capacitación en lengua extranjera, pero yo creo que no lo harán, porque es una quimera, no habría bastante aspirantes con este nivel.

–¿Tienen previstas nuevas medidas de igualdad de género en la facultad?
–Precisamente nuestra situación es bastante peculiar, casi diría que en nuestro caso nos pasa lo contrario que en otras facultades: la profesión de maestros/maestras, y nuestro alumnado, están muy feminizados. Otros países, como por ejemplo Holanda, ya estudian medidas para que haya más hombres en el profesorado de infantil y de primaria, porque los niños y las niñas hacen todas estas etapas sin ver un modelo masculino en la escuela. No es un hecho que vamos a abordar desde la facultad, pero ciertamente no nos hacen falta medidas para atraer mujeres estudiantes. En el equipo del decanato somos cuatro mujeres y tres hombres, está equilibrado.

–¿Cuáles son sus planes para proyectar la Facultad de Magisterio hacia el resto de la comunidad universitaria y la sociedad valenciana en general?
–Acabamos de cerrar la exposición Escuelas y maestros en La Nau, que celebraba la creación de la primera escuela normal de mujeres y que ha tenido casi doce mil visitas, una acogida muy buena. Dentro de la Universitat continuamos teniendo el reto de adaptarnos al conjunto de la institución, porque nuestra presencia como facultad es relativamente reciente, y en esta línea continuaremos trabajando.

–¿Cuáles serían los otros retos a que se enfrenta el decanato?
–A nivel interno, conseguir un grupo de personas que continúen trabajando como lo hemos hecho hasta ahora: dentro de la Universitat, en la formación de maestros para la sociedad y como interlocutores de la Conselleria de Educación. También me gustaría que pudiéramos ofrecer no solo esta formación inicial, sino también formación permanente para los maestros y ser el lugar donde se piense cómo se puede mejorar la profesión. Hacia el exterior, me gustaría que se nos pudiera ver como el lugar natural donde se piensan y debaten todas las cuestiones relativas a los maestros y el profesorado.

–Cuando se acabe su tarea como decano, ¿cuál le gustaría que fuera el balance de su mandato?
–Si hago retrospectiva, como ya he tenido el cargo antes, puedo decir que estoy muy contento porque hemos conseguido que los maestros tengan un título como los otros estudiantes universitarios, de grado, y esto es muy importante. Y me gustaría que este periodo sea cuando los maestros lleguen a ser vistos como el resto del estudiantado de la Universitat: no solo porque acceden y estudian un grado, sino porque tienen temas de investigación sobre formación y educación, que tengan financiación para poder investigar y que se llegue a normalizar que el profesorado de la facultad son los mismos maestros y no solo profesionales de otras especialidades como ha pasado hasta ahora.